29
Alfred ahora vestido hace otra de las miles de preguntas que tiene.
—¿Entonces vinieron juntos? ¿No planeabas seducir a Ivan?
Matthew hace cara de asco negado con la cabeza.
—Antes muerto —pronuncia el hermano mayor.
Francis ayuda a qué esté se incorpore, Alfred hace de soporte también pero está muy débil como para ser una ayuda significativa, aún así, los tres salen del sótano.
Kiku los recibe.
—Busquemos a Arthur y salgamos de aquí —indica el europeo.
—Deberiamos llevar a Matthew fuera, no creo que aguante demasiado —hace notar el asiático.
Matthew niega y les asegura que puede continuar.
Ninguno de los presentes creen mucho en esto, pero deciden hacer caso.
Caminan por la casa, Kiku más rápido que los demás, inspeccionando en los armarios y cualquier lugar que pueda ocultar un cadáver.
Por supuesto que es el primero en correr cuando llegan al recibidor, pues en el suelo de encuentra el cuerpo inmóvil de Arthur Kirkland.
—Arthur-san! —Kiku le toma de la nunca y acerca su cabeza a su pecho.
Francis mira la escena con horror, pues los golpes de Ivan ahora se notan de un preocupante rojo.
Matthew siente como de le estruja el corazón, bastante culpable por haber hecho que le acompañe a esta casa de la perdición.
Alfred se siente horrorizado, no puede creer lo que ven sus ojos.
—¿Qué le pasó? —pregunta muy desconcertado.
—Ivan lo dejó así —responde Kiku una vez que se ha asegurado que su corazón aún lata.
Alfred niega con la cabeza.
—¿Cómo? —cuestiona a quien esté dispuesto a responder—. Ivan no... No es así.
—Are You F. Kidding me? —pregunta con retórica el canadiense, sin groserías de por medio, por supuesto.
No puede creerse lo ciego que está su hermano, lo bien que Ivan logró lavarle el cerebro y su ser pacifista desea golpearlo con toda su fuerza.
—¿Qué? —se defiende—. He vivido con él todo este tiempo, él no es violento, es un hombre bueno —Ivan siempre decía lo culpable que se sentía después de maltratarlo, le pedía perdón por golpearle y, porsupuesto, le hacía creer que todo su dolor, todos los golpes, todo el maltrato físico era culpa suya y solo suya, le hizo creer al americano que él era su propio verdugo, a sus ojos, Ivan era un cuidador, un hombre que trabajaba en pro de mantener a ambos, el benefactor, su todo.
—Te secuestró, Alfred —repite Francis—, "Hombre bueno" ¡Mis polainas!
Kiku tiene el cuerpo de Arthur entre sus brazos. Sus manos sujetan su rostro y lo mueve bruscamente para hacerle regresar en sí.
Francis quisiera ayudar con primeros auxilios, pero los huesos rotos y el maltrecho cuerpo de Matthew le necesitan como soporte, por lo que solo le queda mirar mientras crecen sus nervios.
Pasan los segundos, Kiku cada vez más histérico, pues siente los pasos del ruso en su nuca, incluso aunque la casa esté en un completo silencio.
Alfred toma uno de los floreros del recibidor, quita las flores, las arroja al suelo, camina con él hasta donde está el inglés inconsciente para vaciar el agua del objeto en su rostro.
Los primeros mililitros no hacen efecto pero es hasta que su rostro y cabello están empapados de agua con exceso de nitrógeno que el británico comienza a responder.
Tose al sentir unas gotas de agua correr por su nariz.
—Arthur-san!
Los de habla gala se tranquilizan, saber que está bien es un alivio para todos, incluso para Alfred, quién parece ignorar el hecho de que está cubierto en agua sucia, pues le abraza con todo su cariño.
—Arthie —le llama con cariño.
El inglés apenas sabe dónde está, pero cuando recobra el conocimiento atiende al abrazo, muy fuerte.
—Tú, imbécil de mierda... —alude cariñoso—. ¿Sabes el susto que me diste?
Alfred no responde ante tal pregunta, simplemente se acurruca más en el cuerpo del británico.
Arthur recuerda como Alfred solía abrazarle por sorpresa y lo tiraba al suelo por lo pesado que era, pero ahora, puede sentir los huesos de su amigo en el abrazo, casi no siente tener un cuerpo sobre él de lo ligero que está.
Ciertamente, sin nada de ropa apenas alcanza los cuarenta y dos kilogramos de peso, su rostro demacrado no deja duda de ello.
— Arthur-san... —llama el japonés. El europeo le mira—. No quiero interrumpir, pero... No estamos en una buena situación —les recuerda.
—Bloody Hell! Es cierto —reaccoona apartando a Alfred de su pecho y mirando histérico hacia todos lados—. ¿Dónde está ese maldito psicópata?
Alfred frunce el ceño, aún no está de acuerdo en que sea un psicópata y mucho menos está contento con que los demás le llamen así.
—No sabemos —confiesa el asiático.
Arthur se tensa con esta afirmación. Empuja por completo al estadounidense y busca levantarse, se marea un poco pero lo logra.
—Debemos salir de aquí —Mira la puerta principal, está cerrada aún. No de siente con la fuerza para abrirla, Kiku es muy menudo para ello. Ni siquiera juntos podrían romperla.
—¿Y cómo? —cuestiona Francis—. No sabemos donde está Ivan, podría sorprendernos si volvemos a la puerta trasera.
—Si se nos acerca le voy a partir la cara a ese bastardo hijo de la más puta —asegura Arthur.
—Claro, como estás en condiciones de partir caras — reclama el francés con sarcasmo.
—Somos cinco contra uno, rana — le protesta.
—Tú no estás en condiciones, Matthew aún menos y Alfred sigue enamorado de ese imbécil.
—No lo estoy —se defiende el americano.
O...
¿Lo estaba?
Es decir, le quería, aún le quería, de eso estaba más que seguro y no podía entender porqué actua de esa forma con sus amigos. Hasta donde tenía entendido cuando era violento era porque lo atacaban.
Realmente no se imaginaba a Ivan como el monstruo que era.
—Bien, si no estás dispuesto a pelear ayúdame a abrir esta maldita puerta —exige el británico.
Francis asiente, algo enfadado. Deja a Matthew reposando en su hermano.
Toma la madera que le ha dado Kiku y se acerca a la puerta con intenciones de golpearla.
Da un par de golpes, ruidosos, estos ponen en tensión a todos los presentes, si Ivan desconocía su ubicación, ahora absolutamente la sabía.
Arthur se aproxima y comienza a patear la puerta.
Kiku en búsqueda de cooperar piensa que esto no es cuestión de fuerza, deben ser más listos, más contundentes.
Eso es.
— ¡Esperen! —les pide a los europeos.
Francis para de inmediato mientras de Arthur da un par de patadas más antes de detenerse.
—Usemos esto —señala un baúl.
Los europeos se miran entre ellos, asienten, realmente ninguno tiene una mejor idea, además que ahora están contra tiempo, pues Ivan sabe su posición, llegaría de la nada en cualquier momento.
Vacían el pesado baúl de madera, su contenido inquieta a todos los presentes, menos a Alfred.
Ropa de dama, bastante vieja, pero a la vez impecable, no solo ropa, zapatos y artilugios femeninos quedan expuestos.
Más de uno piensa que es de alguna doncella que Ivan ha matado previamente o algo por el estilo, pero Alfred sabe que son pertenencias de la Madre de Ivan, lo sabe por las fotos que el ruso le ha mostrado de ella.
Su madre... Alfred ya no puede recordar la voz de su madre, la extraña tanto. Igual que a su padre.
No podía creer que Ivan haya perdido a su madre tan joven.
Pobre Ivan, piensa el estadounidense, sin madre, sin padre, sus hermanas no quieren saber nada de él.
Se compadece del ruso.
Así es, comienza a confundir ese amor tóxico y sumamente posesivo con preocupación. Tiene sentido ¿No?
"No es que Ivan quiera apartarme de las personas que quiero, es solo que no quiere perderme".
Los tres hombres toman el baúl, lo alzan para usarlo como ariete.
Alfred avanza con su hermano sosteniéndose de él, lo coloca en el sillón del recibidor y hace por alejarse.
—Alfred —llama el canadiense.
El aludido se detiene, solo unos instantes.
El primer golpe a la puerta.
—¡Alfred! —llama con más fuerza, logra que su consanguíneo se dé la vuelta hacia él—. ¿A dónde vas?
—Ivan... Si voy con él dejará de lastimarlos, sé que puedo convencerle —asegura.
Si Matthew pudiese, lo patearía. Solo frunce el ceño más de lo habitual.
—¿En serio quieres volver con ese maldito y hacer que nuestro esfuerzo signifique nada?
Al segundo golpe notan crujir la madera del portal, lo estaban logrando.
—Él me quiere.
—Alfred, piensa en todo lo que has pasado aquí —pide triste, deseando que funcione.
El menor se toma su tiempo, comienza a recapitular, ciertamente no estaba tan contento aquí. Era golpeado la mayor parte del tiempo. Esto era reciente, pero también estaba obligado a tener relaciones con Ivan cada que a este se le daba la gana.
El tercer golpe logra hacer que la madera se contraiga, se rompa.
Cuando se veia en el espejo sentía asco.
Cuarto golpe, pedazos de madera caen sobre la nieve de la entrada, Arthur está cansado.
No podía reconocer su silueta, tan delgada, aunque le gustaba bajar de peso, extrañaba la pizza, las galletas, la comida chatarra, sentía frío todo el tiempo.
El quinto golpe acaba por quebrar la puerta. Rápidamente comienzan a hacer el agujero más grande para que todos puedan escapar.
Alfred recuerda lo que sintió dentro de la caja.
—¡Salgamos de aquí! —ordena el británico cuando el agujero es más que suficiente.
Kiku y Francis corren por Alfred y Matthew respectivamente.
—Alfred-kun —alude el japonés.
Pero este está perdido en sus recuerdos, siente la mierda recorrer sus piernas al no poder defecar en otro sitio, es solo una ilusión, pero proviene de sus recuerdos vívidos.
El asiático le toma de la mano y jala de él hasta la puerta rota.
Matthew pasa con la ayuda de ambos europeos.
Es el turno de Alfred.
Unos golpes se escuchan aproximarse.
—¡Ivan! —esa es la teoría del japonés.
Los pasos se sienten muy cerca, pero se detienen en la puerta que da al recibidor.
El ruso golpea la misma con intensidad.
Kiku no comprende, no recuerda haber cerrado la puerta, seguro fue alguien más, hace la nota mental de agradecerle luego, empujando al estadounidense por el agujero para por fin salir él y librarse de esa casa del terror.
∆•∆•∆
Tengo tos, lo que significa que tal vez pueda llegar a tomar el Té con Prusia pronto, g.
Espero que les esté gustando mucho.
Quiero que esté fanfic triunfe al punto de que algún día pueda venderlo como un libro, así que compartanlo de manera desmedida, por favor.
Cuídense mucho
Gracias por leer.
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