23
Kiku Honda lleva unos cuantos minutos en casa del inglés.
—Repite conmigo ¡Debo dar lo mejor de mí! —Kiku intenta animar a su amigo Arthur, lo tiene sujeto de las mejillas obligándolo a mirarle a los ojos—. ¡Pro-activo! ¡No
Gilbert acaba de llegar, está sentado al lado de Francis en el sofá de la sala de estar. Frente a ellos está Matthew con una libreta entre sus manos.
—Comprendo —asegura el de ojos rojos—. Ahora, díganle al asombroso yo cuál es nuestro plan de acción —exige.
Francis mira al canadiense.
Este suspira.
—Realmente no tenemos un... "Plan" —explica.
—Siempre podemos hacer que Alfred se enamore de alguien más —propone el francés.
—Sí, claro, Zopenco —replica el inglés—. Evidente es que eso le va a romper el corazón y con el corazón roto es vulnerable a volver con el psicópata.
—Creo que necesitamos algo más... Legal —ofrece el canadiense—. No creo que algo sentimental funcione...
—¿Y qué propones?
—Bueno... Estoy casi seguro de que Ivan secuestró a mi hermano
La mayoría de los presentes miran al americano con espectativa, valorando tal alternativa.
—Si eso fuera verdad ¿Por qué lo habría expuesto? —inquiere Francis.
—Porque mantenerlo secuestrado se haría insostenible, es parte de una estrategia, no lo sé ¡No entiendo a ese demente!
—Vale, vale, entonces vamos y le denunciamos por secuestro —afirma el alemán.
—Sin pruebas no van a creernos —muy seguro el inglés.
—Entonces lo que necesitamos son pruebas —deduce Kiku.
—Ajá ¿Y dónde vamos a conseguirlas? —pregunta exaltado el británico.
—Podríamos denunciarle sin pruebas —tiene una epifanía el americano, voltea su mirar hacia Gilbert—. Tú, en el pasado le denunciaste ¿No es cierto? Ya tiene antecedentes de violencia en la pareja, si lo denunciamos las autoridades van a...
—Alto a tus caballos, niño —le interrumpe el albino—. Jamás le denuncié.
Tanto Kiku como Arthur levantan las cejas sin entender de qué demonios están hablando.
Francis se masajea las cejas.
—Te advertimos que lo hicieras —responde con cansancio el francés.
—¡Yo que iba a saber que iba a ser importante en un futuro! —grita el alemán, sin querer hablar más del tema.
Matthew se tapa la cara con las palmas de la mano, frustrado, sin saber lo que puede hacer para separar a su hermano de Ivan.
—Podemos simplemente hablar con Alfred sobre lo imbécil e insensato que está siendo al seguir al lado de Ivan —propone Arthur con furia.
El americano asiente con pena, pues esa parece ser su única alternativa.
—Pero debemos ir de noche —advierte el de las gafas —. No hay quien trabaje dos turnos.
×××
Alfred termina de tragar su asquerosa papilla.
Ivan vierte agua sobre sus labios, el americano lucha por atrapar el vital líquido.
El ruso toma una toalla maltrecha para limpiar los restos de comida sobre la cara de su amado.
Eso antes de acariciarle con cuidado.
—Tus manos están frías —divaga con voz tenue.
—¿Frías no te gustan? —saca un poco el labio inferior en una mueca de tristeza.
—No. Me dan escalofríos —admite temblando.
—Estos días te has portado muy bien —asegura levantándose—. Creo que te mereces una manta, voy por ella.
Alfred se alegra, le sonríe hasta que ve desaparecer su silueta por la trampilla.
Sus muñecas son delgadas por la desnutrición, lo cual en esta situación no es una desventaja del todo.
Los grilletes solo se sostienen por su mano, de una forma pobre.
El rubio presiona su pulgar contra el grillete con toda la fuerza que le queda, la suficiente para mover el pulgar de su lugar, juntando más el hueso contra su palma y con ello logra liberar su mano de las cadenas.
Muerde su labio inferior, esto para no gritar y alterar al ruso, pues el mover su dedo de esa manera le ha provocado un intenso dolor, una gota de sangre gruesa se escapa de su labio bajando por su barbilla de lo fuerte que está mordiendo su labio.
No está conciente de mucho, únicamente de que su captor volverá pronto.
Por ello una vez que su mano derecha está libre, jala con fuerza de la izquierda, con la esperanza de liberarse. Pero esto resulta ser inútil, no tiene la fuerza requerida, más esto no le impide rendirse, casi se muerde la lengua en busca de no gritar ni gimotear en un volumen demasiado alto.
×××
El eslavo tararea una nana de su nativa Rusia mientras camina hacia su amor con una cálida manta entre los brazos.
Armonía que se ve quebrada ante el sonido de la puerta al ser golpeada.
Sin dejar la manta, el ruso se acerca a abrir la puerta, encontrando un rostro molesto detrás de ella, él responde ante tal rostro con odio.
—Matthew —saluda lo más formal que puede, cerrando un poco más la puerta para demostrar que su presencia no es bienvenida.
—Quiero hablar con mi hermano —exige de nuevo, no en un tono especialmente agresivo, únicamente porque no le sale.
—No está —corta el de ojos violeta, intentando cerrar la puerta.
—Esperare entonces —protesta el canadiense a la desesperada.
Ivan se lo piensa con calma, sin encargó acepta, porque ya está harto del pequeño americano y bien... Puede ser un buen momento para eliminarlo del camino.
Abre la pesada puerta de madera dejándole pasar, Matthew traga saliva respirando con fuerza antes de aceptar la invitación.
A una distancia no tan larga están los que han venido con él, mirando como resulta el encuentro, pero al ver que el americano se pierde dentro de la morada del psicópata un maltrecho inglés intenta seguirle a la boca del lobo, mas, es detenido por el francés, quién piensa que Ivan y Matthew deben hablar un rato antes de que ellos se entrometan.
Matthew avanza a la sala de estar, plantandose en ella, mirando con recelo a su contrario.
—¿A qué hora vuelve?
—Pronto —responfe tan basto, sin darle la espalda se escabulle hasta donde su tubería rota, la cual no es la primera que rompe, por ello se encuentra por la chimenea, debajo del retrato de su madre.
El canadiense sufre de un escalofrío, piensa que es puramente por el aire acondicionado que no funciona bien, pero su instinto es perspicaz, puesto que su mirada no se despega del ruso.
Aunque percibe los movimientos tensos no logra saber a qué se deben.
Los dedos tan helados del mayor se mueven sobre el tubo, aún más frío, lento, pero calentando los músculos, agudizando los reflejos, atento a cualquier momento de descuido que pueda darle la oportunidad de mandar a dormir a Matthew.
∆•∆•∆
Primer capítulo del año g.
¿Por qué no inician experiencias nuevas visitando mis otras historias? apuesto que les encantan.
Adoro leer sus teorías, gracias por el apoyo.
Lo más importante es compartir, compartan esta historia en absolutamente todas sus redes sociales. Lo agradecería mucho.
Gracias por leer.
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