𝚇𝙸↬aмa тυ ғlor enтre мιlloneѕ y мιlloneѕ de eѕтrellaѕ.




















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ᵉᵖⁱˢᵒᵈⁱᵒ#11

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《—Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que la mire para ser dichoso. 》
















— Kylie tiene razón —suspira mi compañero de habitación, cerrando uno de sus libros de historias de amor mientras yacía en su cama junto a la mía—. Siempre la tiene.

El movimiento de mis dedos queda suspendido. Ladeo mi cabeza del dibujo trazado a medias de dicha castaña, reteniendo la atención en Beomgyu ¿Y ahora este qué le dio? ¿A qué se debe la ocurrencia? Sin embargo, estoy de acuerdo a sus palabras aunque no sé a cuáles se refiere específicamente. Asiento. El azabache suelta otro suspiro, este más pesado y profundo; libera el libro a un lado de la cama y comienza a frotar su rostro. Luce inquieto, incómodo y avergonzado. Las mejillas portan un ligero sonrosado y su actitud ansiosa lo delatan prontamente a mis ojos: Sofía.

— ¿Ya estás decido a declararte a Sofí? —bromeo.

— ¡Sí!

Su respuesta segura y sin vacialaciones me deja anonadado ¿De verdad es el mismo Beomgyu o me lo cambiaron cuando estaba distraído en mi dibujo? Ahora consibo porque mencionaba a Kylie al inicio de la conversación, creo saber a lo que se refiere. Ella le había aconsejado en su idioma del principito, el cual tuve que decodificar al chico, a lanzarse hace muchísimo tiempo. Es más, fue en nuestra primera salida como amigos.

— ¿Te sientes bien, Beom?

— ¡Voy a hacerlo, nadie me va a detener!

— ¿Quién ha hablado de detener a alguien? ¡Finalmente lo vas a hacer, menso! —me doy un golpecito en la frente— Ya era hora.

— Le voy a escribir una carta. Ella ama las cosas sencillas —sus ojitos se iluminan pensado en ella—. Le gustará.

— Sin duda, ¿y cuándo planeas dársela?

Beomgyu se sonroja demasiado, se lanza a la cama y entierra su cabecita en la almohada chillando colorado: «¡Soy un tonto!». Le frustraba no tener el valor, de hecho, nos frustraba a ambos. No veía la hora de verlo declarando su amor ¡Él y Sofía harían una linda pareja! No lo juzgo, al fin y al cabo era su mejor amiga desde la infancia. Han pasado por demasiadas cosas juntos. Es normal temer; no solo puede resultar ser rechazo, podría perder para siempre a una gran amiga; una de las personas más especiales de su vida.

— ¡Es ridículo! ¡Soy ridículo! ¡Todo un tonto!

— Beomgyu... —intento animarlo, pero él me detiene antes de continuar mi frase, levantando  su mano y sentándose nuevamente en su cama.

— Lo haré, lo intentaré. Primero la escribiré, luego veré de dónde saco el valor para dársela.

— Yo podría entregársela.

— No, tengo que ser yo.

Al menos estaba seguro de ello. Eso era admirable. No tenía el valor pero lo intentaría. De intentando a intento algún día lo conseguiría. Es un gran chico, lleno de energía positiva y muy jovial; una persona como él después de pasar por todo los golpes de la vida tiene derecho a ser feliz. Sofía seguro será capaz de darle la felicidad que él merece. No tengo pruebas pero tampoco dudas.

El tiempo corre desde ese día. La carta está escrita y encerrada en uno de sus libros de amor. La decisión de ser entregada nunca fue tomada pero sigue en pie. Permanece como un secreto de amamtes bajo pena de muerte ¿Sabeís qué permanece por igual? El tiempo. El tiempo siempre nos la juega, algunas veces para mal y otras para bien; no sabemos lo que tiene preparado para nosotros. Hay decisiones que simplemente quedan en sus manos por ridículo que suene ¡No se imaginan la razón tras ello! Cada segundo pasa; minuto, hora, mes y año por alguna causa. Nada es eterno. Somos circunstancias y circunstanciales también son las situaciones que suplen nuestro tiempo caminando la tierra. Yo no sé si el destino y el karma realmente existan o es algún invento del hombre para darle sentido a la vida, pero por muy relativo que sea el tiempo sí creo en él. Este con su transcurso nos coloca las cartas sobre la mesa, abre nuestros ojos y nos abofetea de realidad. Esperamos que pase el tiempo y pasa la vida. Después de todo: hay más tiempo que vida.

Mi compeñero cuenta su historia: Beomgyu creció para Sofí. El tiempo le dotó de un corazón adulto para ella. Un verano su voz se hizo grave, sus hombros crecieron y se sintió incómodo por su altura adulta. Pretendería dejar su personalidad infatil para ser el adulto capaz de socorrerla. Creé que creció con el pie derecho solamente para ella. Una noche aparecieron sus sentimientos y luego cada noche únicamente crecían más. Entonces en idioma de Kylie la rosa de ese principito era una pelirroja. Porque existirán millones de chicas en el planeta, sin embargo, el tiempo lo hizo adulto solo por una. Una única pelirroja que le bastaba mirarlo para hacerle sentir él más dichoso porque el tiempo lo creó para ella.
¿Y si quizás cada persona es lo que tiempo pretende crear? Entonces me aventuro a decir que la razón para que ocurra el destino de esa carta entre las páginas de una historia de amor inconclusa no sería locura dejarla en manos del tiempo.
Después de todo, lo repito: hay más tiempo que vida.

La noche escogida por el destino había llegado sorprendiéndonos a los dos conocedores del secreto de una cartita adornada de palabras de amor. Nadie se lo esperaba, ni siquiera surcó remotamente las parcelas de nuestras mentes. Nos tomó de sorpresa. Solo ocurrió. Fue ese el destino impuesto por el tiempo como serendipia ante nuestros ojos.

Después del descanso del sol en la bóveda celeste, la luna y las estrellas adornaban una espesa infinidad de oscuridad. El oscuro velo de la noche había caído, el comedor había cerrado tras el horario de la cena, pero como cinco jóvenes modelos sin gota de sueño nos permitían seguir despiertos hasta pasada la noche; después de todo, el director de la institución confiaba plenamente en nosotros. Coexistenciamos juntos el grupo de cinco en el cuarto que compartíamos Beomgyu y yo como una de las tantas veces que jugamos a desvelarnos. Contábamos chistes, reíamos y alguna que otra vez bostezamos. Era muy tarde, tanto así que era imposible e insólito que ocurriera un acontecimiento tan ineluctable cuando ya los párpados de todos caían a cuasa de un sueño que ignorabamos.

Kylie fue la primera en caer en el ensueño de su mundo fantástico habitado por un niño de cabellos dorados de un planeta lejano. Se había recostado en mi regazo mientras yo yacía sobre mi cama; era tal comodidad y mis caricias en su cabellera que resultó dormida más rápido que una computadora apagarse al ser desconectada. Le siguió Jay, desde el tema de conversación pasó a ser libros de historias de amor sin acción ni sangre terminó en manos del sueño sobre el suelo gracias al aburrimiento. De los tres restantes aún consientes yo iba siendo el perdedor, batallaba por no correr con la suerte de Jay —Yo también me aburria con esas historias. Prefería mil veces pintar o leer suspenso de Agatha Christie o Conan Doyle a una novela romántica inventada—. Sofía y Beomgyu eran los únicos dialogando. La chica Weasley fue invitada por su amigo a revisar la caja de libros dentro de su armario, si alguno le gustaba tenía el permiso ocuparlo y devolverlo luego de leerla.

¡Damas y caballeros ya sabrán cómo ocurrió lo ineludible!

— ¡Ay, Gyu, tienes una de mis historias favoritas!

Tan sencillo es el amor como aquella frase ser pronunciada por sus belfos. Sofía levantó aquel libro y un pequeño sobre blanco cayó a sus pies con su nombre a la vista. Beomgyu y yo nos paralizmos ¡Este no era el momento ni el lugar! La chica con pecas adornando sus mejillas frunció el ceño como quien no entiende algo y lo analiza con la mirada. Gyu comenzó a tomar una coloración escarlata impresionante, nunca pensé ver a alguien tan rojo.

— ¿Y esto? —pronunció confundida tomando el papel.

Era muy tarde para arrebarle aquello de las manos, ¡había que intervenir ya! No era el momento que lleva esperando Beomgyu todo este tiempo, no es lo que nadie esperaba. Algo tan lindo como una historia de amor no puede salir de algo tan sencillo. Y los ojitos marrones de Beomgyu me miraban suplicantes esperando que salvara su vida de un lobo feroz ¿Realmente algo tan lindo inspirado de un poema romántico no podía salir de algo tan sencillo? ¿Acaso Sofía no era fan de las cosas sencillas de la vida?

— ¡Sofí espera un segundo! —intento llegar a ella lo más rápido posible para ayudar a mi amigo.

— ¡Kya! —chilla adolorida Kylie de dolor cayéndose al suelo por mi culpa. Había olvidado completamente que estaba dormida en mi regazo.

— ¡Joder, lo siento! —me agacho junto a ella para socorrerla y ver si marchaba todo bien. Sin darme cuenta Beomgyu tendría que arreglárselas solito.

— ¡Sofí!

El grito de Beomgyu fue casi suplicante, procuró arrancarle aquel problema de papel de sus manos antes de ser leído. Todo fue en vano. Sofía, la más sabía y inteligente del grupo; algo se olió pues salió corriendo con eso en la mano, más decida que nunca a saber el contenido del papel.

— ¡No, no, no, no, no, no! —gritó Beomgyu preso del pánico, corriendo tras ella.

No es que me alegre de los problemas de mi amigo pero sin dudas ya era hora de esto sucediera.

— ¿Qué pasó? —inquirió la castaña mientras la ayudo a ponerse de pie, ambos viendo en dirección de donde escaparon los amigos.

— Beomgyu le escribió una carta de amor a Sofí pero nunca se la entregó —comienzo a contar suspirando, se iba a enterar tarde o temprano ya— Nuestra amiga la acaba de encontrar en uno de sus libros. Beomgyu quiera o no va a tener la respuesta de ella hoy.

— Lo va a aceptar.

— ¿Cómo lo sabes, Ky?

— Ella me contó que lo quería.

— ¡¿Y por qué nunca nos contaste?! —riño, mirándola con ironía.

— Nunca me preguntaron.

— ¡Kylie! —suspiro, ladeo la vista a la salida y pienso en mis amigos. La parte buena es que todo saldrá bien.

— No te preocupes, Yeonjun. Beomgyu también la quiere como yo quiero a mi rosa.

— Sí, Ky, todos tenemos una flor que nos hace sentir especial entre millones y millones de estrellas.













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Por increíble que suene este capítulo no fue destinado a salir en San Valentín pero dichosa la vida y el destino tocó subirlo hoy a estas horas de la madrugada cuando lo acabo de escribir.

Dedicado a opcical. Aunque sencillo, es un capítulo lleno de ternura que escribí de corazón para ti. Espero que lo hayas disfrutado mucho como el resto de lectores. Te ailoviuuu!

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