𝚇↬ѕolo loѕ nιñoѕ ѕaвen lo qυe вυѕcan.
















︵‿︵‿୨♡୧‿︵‿︵

ᵉᵖⁱˢᵒᵈⁱᵒ#10

╚═════ஜ🦊✨️👑ஜ═════╝







《Y un tren rápido iluminado, rugiendo como el trueno, hizo temblar la caseta del guardavía.
—Tienen mucha prisa —dijo el principito—. ¿Qué buscan?
—Ni siquiera el conductor de la locomotora lo sabe —dijo el guardavía.
Un segundo rápido iluminado rugió en sentido inverso.
—¿Ya vuelve? —preguntó el principito.
—No son los mismos —contestó el guardavía—. Es un cambio.
—¿No se sentían contentos donde estaban?
—Nunca se siente uno contento donde está —respondió el guardavía.
Y rugió el trueno de un tercer rápido iluminado.
—¿Van persiguiendo a los primeros viajeros? —preguntó el principito.
—No persiguen absolutamente nada —le dijo el guardavía—; duermen o bostezan allí dentro. Únicamente los niños aplastan su nariz contra los vidrios.
—Únicamente los niños saben lo que buscan —dijo el principito—. Pierden el tiempo con una muñeca de trapo que viene a ser lo más importante para ellos y si se la quitan, lloran…
—¡Qué suerte tienen! —dijo el guardavía》.




















A veces cierro los ojos cuando me acuesto en una cama y no quiero volver a abrirlos. En esos momentos deseo no sufrir más, deseo que todo acabe, deseo dejar de respirar.

Bueno, era así antes de llegar a este lugar. El tiempo gastado con las personas correctas no es tiempo perdido. Los recuerdos no dependen de la gravedad o el tiempo, es algo que debemos atesorar en nuestros corazones. Después de todo, un día te levantarás y te darás cuenta de lo que se reduce un ser humano es eso. Recuerdos.

Es chistosa la manera que usamos para referirnos ver las estrellas. Nuestra vida es tan fugaz y transitoria como aquellas surcando nuestros cielos en una bola de fuego; sin embargo, esas estrellas que solemos decir ver en la bóveda celeste durán millones de años ¿Entonces nosotros vemos las estrellas o ellas nos ven a nosotros?

Somos instantes...
Y en una instante no somos nada.

Cavilar caminando por los pulcros pasillos en busca de Kylie era lo que llevo haciendo desde la orden de Sofía. Le debo una disculpa a la castaña. Ciertas veces olvido como es ella. Es rarita, pero a veces no lo recuerdo, no tengo en cuenta las palabras para usar con una chica obsesionada con una historia infantil y alejada de una sociedad desde muy infante. Kylie es una niña grande.

Realmente no encajar con el mundo de hoy en día es un privilegio. Ella tiene dicho privilegio.

A través de los ventanales de cristal se ve el sol oculto. El celeste transmuta a violáceo en aquel cielo compartido entre billones de personas. Las luces del pueblo cercano comienzan a chispear desde la distancia en aquellos luctuosos hogares. Los crillitos cantan unidos a ranas y las luciérnagas danzan con la brisa en los sombríos bosques. Los pasillos se iluminan con mayor intensidad. El frío nocturno acaricia la neblina permanente de los días. Y el comedor abre sus puertas en horario de cena para los pacientes y trabajadores del primer nivel. Todo anunciando la llegada de la noche.

¿Dónde podría estar Kylie? Ya le he buscado en la terraza, el patio, el salón, el comedor, el baño compartido, el despacho de Chen, ¿falta su habitación, no? ¡¿Cómo no se me ocurrió antes?!
Dando media vuelta vuelvo sobre mis pasos yendo en dirección a la habitación de Kylie. La he acompañado hasta la puerta y esperado también. No obstante, nunca he puesto un pie dentro ¿Cómo se verá? ¿Será como el de una niña de ocho años? ¡Ahora me muero de curiosidad!
«Toc. Toc. Toc». Mis dedos hacen el sonido contra la madera. No hay respuesta pero el ruido suave de pasos se escuchan del otro lado ¡Oh, Dios, ya viene! Inmediatamente me siento nervioso: no he planeado una disculpa, ¿qué debería decir?
Comienzo a juguetear con el cierre de mi abrigo, meditando una disculpa, ansioso. Nada. No hay nada en mi cabeza ¡Soy un desastre!

— ¿Yeonjun...?

Levanto la mirada, cayendo una vez más sin paracaídas en aquellos ojos marrones que hurtan el oxígeno en mis pulmones. He escuchado a las personas decir que el marrón es el más común en los ojos, no por eso usurpa su belleza ¡Hay cosas igual de comunes! El amor, la amistad, la felicidad, alegría, la música, el arte, la lluvia, los atardeceres, las estrellas iluminando la noche junto a la luna, el color de las mariposas, los abrazos, la risa de un niño, el dulce aroma de una flor, ¿eso también es común, no? Todo eso en un par de ojos marrones. Solo en sus ojitos marrones.

— ¿Yeonjun? —musita, landeando su cabeza cual cachorro, despertándome del ensueño de mirar fijamente sus iris—. ¿Pasa algo? ¿Te sientes bien?

— L-lo siento —solté sin pensar, comenzando a sentir como mi rostro transmutaba a la tonalidad del cabello de Sofí ¡Tonto! Debí pensar algo más.

La castaña ríe, invitándome a pasar al interior gracias a un ladeo de cabeza. Igual de ansioso en unión a una pizca de tímidez y un arroyo de curiosidad me adentro ¿Qué guardará Kylie en su habitación?
Lo primero en recibirme en aquellas cuatro paredes es el aroma endulzado del chocolate semejante a la esencia que acompaña su ser. Luego mis curiosos ojos se topan con un cuarto común y corriente, igual a todos los del psiquiatrico: blanco, ordenado, cama, mesita de dormir, closet y más blanco, blanquisímo. Sobre su mesita de dormir se encuentra el libro tan atesorado para ella, ese cual llama "su rosa". No hay colores brillantes, ni garabatos en las paredes, y mucho menos, juguetes de niños. En un cuarto así, donde todo es tan paliducho como un enfermo y en la soledad de un desierto, yo hubiese perdido la cabeza.

— No es tan solitario como parece, mi amigo me acompaña y me hace compañía.

¿Acaso pensé en voz alta?

— De hecho, sigues haciéndolo —ríe la chica, haciéndome sonrojar de nuevo.

— Lo siento.

— ¿Hoy lo único que sabes decir es eso? —comenzó a reír, mirándome risueña.

— ¿Sabés, Ky? —suspiro, avergonzado— Al final tienes razón: solo los niños saben lo que quieren.

— ¿Por qué me dices eso?

— Porque los niños aprecian cosas simples como una muñeca de trapo mientras los adultos buscan algo inalcanzable diciéndose así "hombres serios".

Sus ojitos marrones titilan como un lucero de la noche, emocionada, conmovida por la disculpa citando al principito ¡Es tan sencilla e ingenua! Las cosas que la hacen feliz son tan fáciles de conseguir o lograr que vendría siendo muy mezquino privarla de ellas.

— Yo también lo siento. No eres un hongo.

— ¡Cierto! —clamo ladeando a verla como rayo—. ¡Me ofendiste!

— ¡Lo siento! —chilla; el color de sus mejillas sonrosado, turbada por la humillación— No eres un hongo, eres mi amigo. Eres mi zorro.

— ¿Así como es el zorro para el principito?

Algo en mi interior se emocionó: porque sabía lo que significaba eso para ella, porque sé el gran significado que ella le atribuía a eso, porque es un título muy importante en la obra de Exupéry. Porque la conozco. Y porque mi corazón se había ilusionada como la emoción del niño que guarda sus ojitos.

— Exactamente como lo es el zorro para el principito.







Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top