𝚅𝙸𝙸↬el vanιdoѕo del pѕιqυιaтrιco.





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ᵉᵖⁱˢᵒᵈⁱᵒ#7

╚═════ஜ🦊✨️👑ஜ═════╝

《-Tú me admiras mucho, ¿verdad? -preguntó el vanidoso al principito.
-¿Qué significa admirar?
-Admirar significa reconocer que yo soy el hombre más bello, el mejor vestido, el más rico y el más inteligente del planeta.
-¡Si tú estás solo en tu planeta!
-¡Hazme ese favor, admírame de todas maneras!
-¡Bueno! Te admiro -dijo el principito encogiéndose de hombros-, pero ¿para qué te sirve?
Y el principito se marchó.
«Decididamente, las personas mayores son muy extrañas», se decía para sí el principito durante su viaje.》.












«No llores, no llores, escucha música». Eran mis pensamientos cuando comencé a sentir esto que no puedo explicar. Eran esos días de clases donde prendías los audífonos, dejabas tu cabeza caer sobre la mesa y te olvidabas de tu alrededor; sin energía, desinteresado. La depresión era mi fiel compañera aunque no soportaba su presencia. Ella me hacía ser ese chico feliz y sonriente ante todos que lloraba cuando estaba en la soledad de su cuarto. En ese tiempo las personas más cercanas no hicieron más que distanciarse, dejarme solo, sin ayuda, sin nadie. Pensé: «Es tu culpa, Yeonjun. Por tu culpa te has quedado solo».

¿Te has sentido de esa forma, verdad, culpándote e enjuiciándote fuertemente como un verdugo?

¿Acaso sufrir de ansiedad o depresión no es suficientemente cruel para también sentirte culpable?

Pues déjame decirte algo:
No es tu culpa.

¡No es tu culpa! Tú cargas suficiente peso en tus hombros para también ser cruel contigo mismo. Es momento de cambiar. Perdónate. Acéptate. Ámate. Cuida de ti mismo ¿Si puedes perdonar a otros cuándo lo harás contigo? ¿Cuándo te darás oportunidades? Te mereces ser feliz, te mereces personas que te valoren de verdad, te mereces el mundo. Eres un buena persona y te mereces todo lo bueno ¿Aún no lo crees, cierto? Pues mírate al espejo todos los días y dilo. Dilo hasta que lo creas ¡Grítalo si es necesario! Es momento de darte cuenta de lo que vales realmente.

Pensar de esa forma es la manera que me enseñó Chen para sanar ¿Lo mejor de todo? ¡Sí funciona! Parece estúpido al inicio, pero confía en mí, cada día va haciendo el cambio

— Hyung, ¿te sientes mejor? —inquirió Gyu caminando junto a mí en dirección del comedor con una sonrisa ladeada, íbamos  desayunar—. Cada día te veo más feliz ¿Es por Kylie?

— No es por Kylie —suspiro golpeando mi frente—. Estoy cada vez más feliz porque estoy cumpliendo las palabras del doctor Martin y están surtiendo efectos positivos en mí.

— ¡Eso es genial! Yo también mejoré gracias a él. Chen es un gran psiquiatra, ¡el mejor del internado! Por eso se ganó el puesto del director.

— Eso no lo sabía.

— Pues sí. El antiguo dueño antes de morir le dejó el psiquiátrico por su esfuerzo, dedicación y amor por los pacientes. Se ganó su puesto ¡Es el mejor!

— No lo dudo, Gyu.

Al llegar al comedor Kylie yacía allí en la mesa que siempre ocupamos el grupo de amigos, aún nos nos había percibido cuando ingresamos al comedor; residía muy entretenida hablando con la nada frente a ella, sonriendo, luciendo feliz. Mi mejor amigo compartió una mirada conmigo al encontrarla en ello, sonreímos penosamente mientras nos caímos de hombros, adaptados a la situación un poco rara. Sí, realmente es un poco escalofriante la castaña en estos momentos, mucho más para mi amigo con una mala experiencia con personas esquizofrenicas. Pero para nosotros dejó de ser de esa forma; al principio algo incómodo o raro, desapareciendo poco a poco con el paso del tiempo. Solo era Kylie siendo Kylie en un día normal. Beomgyu y yo saludamos a la señora Norrris e tomamos la bandeja con comida, ganando la mirada reseca de la señora y el desayuno. Nos dirigimos hacia Ky e la saludamos tomando lugar junto a ella, la chica nos saludó igual de emotiva con una gran sonrisa, se despidió de su "amigo" y recayó toda la atención a nosotros.

— ¡Buen día, Kylie! —le saludó Beomgyu despeinando su cabello.

— ¡Buen día! —correspondió su saludo con una gran sonrisa, se ladeo hacia mí cuando tomé lugar junto a ella y me abrazó— ¡Buen día para ti también, Yeonjun!

— Buen día, Ky —pellizqué sus mejillas, riendo por el puchero que hizo en queja.

No habíamos empezado a comer cuando la pelirroja del grupo ingresó en el comedor, caminando hasta nosotros sin siquiera tomar una bandeja con comida. Sofía al parecer hoy se encontraba un poco más nerviosa con respecto a su padecimiento. Venía mirando sus manos cubiertas por un par de guantes rosas igual que siempre y jugueteando con sus dedos en un acto ansioso. Seguro alguien invadió su espacio personal e la hizo sentir incómoda. Eso le pasa muy seguido cuando los de limpieza van a su habitación y sin querer tocan sus cosas o se acercan a su cama para tenderla sin usar sus guantes de látex. A Sofí ese tipo de cosas la hacen sentir muy mal.

— Buenos días —comunicó acercándose sin dejar de ver sus manos, distraída. Beomgyu se paró de la silla del salto al verla en ese estado, luciendo preocupado, contrayendo su rostro y apagando la mirada—. No se preocupen, lo mismo de siempre —confesó con respecto a su enfermedad. Concluyó su recorrido hasta nosotros sin levantar la vista y por poco se sienta sobre mí sin siquiera notarlo.

— ¡Unnie! —chilla Kylie en replica a la pelirroja, pegándole un susto y devolviéndola a la realidad. — ¡No te cojas a Yeonjun! —se lanza sobre mí  y me abraza posesivamente, inflando las mejillas—. Ya tú tienes tu cosa pálida y ansiosa que se hace llamar Beomgyu.

— ¡Yah! —se queja el paliducho, escudriñandola con la mirada— ¡Nomás te voy a mirar, Kylie Martín.

La castaña le saca la lengua a Beomgyu sin dejar de abrazarme como si en cualquier momento fuese secuestrado por Sofí, y por supuesto, como mi amigo es tan maduro como ella no puede evitar sacarle la suya de vuelta, comenzando una lucha de miradas. Yo permanezco estático pues el abrazo de Kylie resultó servir de camisa de fuerza, Sofía estalla en carcajadas de repente consibiendo algo mientras percibía a su amiga.

— ¡Qué celosa resultaste ser Kylie! —acusó con su índice estallando en carcajadas mientras tomaba su lugar de siempre junto a Beomgyu.

Kylie, en respuesta, frunció el seño y me miró buscando una respuesta. Siempre hace eso cuando no entiende cualquier cosa.

— ¿Qué es "celosa"?

— ¡Ay por amor de Dios, Kylie! No comiences con lo mismo de siempre —brama Gyu, resignado a tener que explicarle todo como una niña pequeña— Y tú, Sofí, come algo. No voy a consentir que ayunes de nuevo.

— No tengo hambre.

— O comes o te obligo, Weasley —la amenazó con el apodo que yo le puse.

— ¡Oye me tienes que pagar por derecho de autor!
—riño satirico.

— ¿Qué es "derecho de autor"?

— ¡Kylie! —chillamos suspirando el grupo entero.

— ¡Jope siempre igual! —cruza sus brazos, enfurunada, inflando las mejillas.

Para cuando terminamos de desayunar fuimos al salón en grupo, sí, eternamente en grupo de amigos. Siempre amigos nunca inamigos; ok,  eso no. Tengo ganas de hablar de nuestra relación, estoy orgulloso de la amistad la cual compartimos. Somos tan cercanos como cualquier amistad de la infancia, nos entendemos mejor que nadie y apoyamos en los momentos duros. Siento a ellos como mi fortaleza, sin darse cuenta están contribuyendo a la nueva persona que estoy formando. Beomgyu, Sofía y Kylie, poco a poco, sin siquiera saberlo, me construyen bloque a bloque, pieza a pieza, eslabón a eslabón. El tiempo cada vez pasa más rápido. El rompecabezas de mi existencia está obteniendo todas sus piezas. Me estoy completando tan rápido que a veces me parece irreal. Gracias a ellos. Gracias a mis amigos.

Hay terapias, todas de distintas especies, y quizás  la menos conocida es la mejor opción. Hablo de esa cuando nos reunimos en la terraza mirando en la misma dirección, en silencio, percibiéndo en el astro reluciente ocultandose tras las montañas, de esa magia del momento entre grandes amigos. La mayoría del tiempo no necesitamos palabras. No las requieren. La simple presencia de los cuatro unidos semejante a cualquier complejo equipo es suficiente para nosotros ¿Quién me diría que en el fin del mundo encontraría a personas tan opuestas y quebradas capaces de darme un nuevo horizonte?

Donde menos buscaba es donde más encontré y de quien menos esperaba es de quien más recibo. Es tan certera esa idea de cuando se encuentra un amigo fiel se encuentra un tesoro. Gracias Sofí, Beom y Ky por ser parte de mi fortuna.

Ahora lo pienso y llego a la conclusión de que realmente nadie se cruza en tu vida por azar, las personas entran en tu vida por una razón, por una estación, por un tiempo o por una vida.

Ojalá está conexión sea para toda la eternidad.

Al llegar al salón tomamos asiento en nuestros puestos habituales, dialogando hasta la llegada de Chen. No me afecta la monotonía ahora. No cuando se trata de ellos. No cuando estoy con mis amigos.

— Yeonjun, ¿sientes lo mismo que yo?

Son las palabras sorpresas de Kylie, puchereando, casual como cada mañana, en voz alta, frente a toda el aula capturaron la atención de los presentes los cuales nos veían con grandes ojos. El instante fue fugaz, semajante a las estrellitas luminiscentes que surcan los cielos nocturnos, pero yo grabé su tono y su mirada en mi mente como la eternidad. No sabía qué decir o qué pensar. Nunca me imaginé a Kylie diciéndome algo así. Ella me miraba fijamente, yo me perdía en sus ojos marrones. El oxígeno me abandonó y el rubor surcaba mis mejillas hasta encenderlas como un tómate al madurar ¿Qué debía hacer o qué debía pensar? ¿Y por qué razón había emoción latiendo en mi pecho? ¿Acaso es amor? ¿Qué es el amor? ¿Será lo que estoy sintiendo? ¿Será lo que siente Ky por mí?

— Yeonjun —la castaña agita su mano frente a mi rostro, desaturdiendo mis sentidos. Parpadeé—. Te pregunté si sentías lo mismo que yo.

— Kylie, emh, yo... amh.

— Ya veo —me mira fijamente e sonríe con dulzura—. Sí sientes lo mismo que yo: tú también tienes hambre.

Mis otros dos amigos explotaron en fuertes carcajadas que resonaban tan fuerte que no se escuchaba más nada alrededor. Jay, el chico de la primera mesa, nos miraba frunciendo el seño, incapaz de entender la razón de nuestra algarabía. Por otro lado, Kylie parecía desorientada mientras ladeaba la cabeza como cachorro, nunca habló pero estoy seguro que inquirió en su cabecita "¿Qué había dicho tan divertido?". Siempre tan ingenua, por Dios.

— ¡Yah, no es gracioso! —reprendí a mis amigos, haciéndo una línea con los labios. Siguieron  riendo—. ¡Qué no es gracioso!

— ¡Tenías que a ver visto tu cara! —carcajea la pelirroja.

— ¡Fue muy divertido! —sigue riendo como foca ahogada mi compañero de habitación.

— ¿Pero qué dije tan gracioso? —la castaña dejó la pregunta al aire, inflando las mejillas.

Las risas solo se detuvieron cuando Chen ingresó en el salón, percibiéndonos en sus castaños ojos con ternura semejante a la de un padre orgulloso ¿Tal vez se sentía hacía nosotros como una figura paterna?

— ¿Qué tal si hacemos algo diferente a todos los días? —propuso el mayor mientras levantaba su silla tras el escritorio y la dejaba en el medio de la pálida sala—. Vamos a sentarnos en círculo y dialogar un rato entre nosotros.

Así fue como comenzó la nueva "clase" porque es así como preferimos llamar estas secciones. Hoy el Martín había escogido el tema llamado: la soledad. No pasó mucho tiempo, o si lo hizo, nadie lo notó. Escuchar a Chen hablar no era tedioso, más bien, encantador. Él era como un profesor de esos que no quieres que el timbre suene anunciando la conclusión del turno. Sus palabras nos sumian en el ensueño, viajando por frases, tejiendo las enseñanzas, abrazando la sapiencia de lo que antes me parecía desconocido o difícil de lograr. Su voz de locutor y la sabiduría de buen predicador enamoraran nuestros sentidos. Le debo gran parte de mi mejoría estas clases, creo que todos los presentes así pensamos. Obviamente la ayuda de un experto siempre es necesitada.

— Bueno, chicos, ¿qué es para ustedes la soledad? —abrió tema de conversación el doctor.

— No tener amigos, cuando no le importamos a nadie —Beom es el primero en responder  por orden del círculo.

— Yo considero que es la ausencia de cariño o el interés saludable de otros por nosotros —sigue Sofí siguiendo a Gyu en el círculo.

— Se puede estar solo en un desierto tanto como entre los hombres —cité al principito, mirándo a Kylie a los ojos. Ella me sonrió emocionada.

— ¿Y siempre es negativa la soledad? —rompió Chen con otra pregunta.

— Yo creo que estar solo es un encuentro consigo mismo y no debe ser motivo de tristeza, sino tiempo de reflexión —Ky obviamente vuelve a hablar del principito.

— Por eso yo siempre estoy solo, amo reflexionar —interrumpe Jay a la castaña, hablando por primera vez mientras inflaba su pecho con orgullo debido a sus palabras.

— ¡Oh, no! —la castaña se gira cual ventilador hacia el muchacho luciendo muy alarmada— Pasar el día entero reflexionando te hace infeliz. Lo sé, yo era así.

Kylie había dado justo en el clavo sin siquiera entender la complejidad gracias a su nivel de ingenuidad. El chico con complejo de superioridad por primera vez desde el tiempo conociéndolo se muestra avergonzado, mirando a la chica en silencio. Hoy Jay no era borde, justo ahora no era ese chico que ignoraba los saludos joviales de Beomgyu. Había algo nuevo, algo en sus ojos marrones dirigidos hacia los marrones de Kylie desbordados de inocencia e afabilidad. Él la miraba e me recordaba mucho a mi viéndome al espejo, y entonces lo entendí, lo comprendí, él estaba indefenso. Por un momento fue como verme a mí mismo percibiéndo a la castaña. Ese marrón de sus ojos saturados de la curiosidad de un infante capaz de desnudarte el alma. Porque Kylie tiene la facilidad de ver con el corazón, esa la cual la mayoría desconoce.

— Jay no estás solo —le habla Sofí con tanta dulzura como el algodón de azúcar al paladar—, siempre te consideré un amigo. Puedes contar conmigo para lo que sea.

— Yo realmente no estoy seguro, Sofía...

— No hagas eso, no alejes a quien intenta llegar a ti. No seas como un vanidoso que conozco, siempre está solo porque lo único que quiere es ser perfecto y que todo el mundo lo admire—Ky se vuelve a dirigir a él, hablando en un libro que quizás nadie se imagina que lo hace—. Es más, sé lo que te hará sentir mejor.

— ¿Me hará sentir mejor?

— Ajá, ven a ver las puestas de sol con nosotros a la terraza.

La invitación de Kylie me sorprendió tanto como la vez que se la propuso a Sofí y Beomgyu, de hecho, estaba tan orgulloso como la primera vez e viendo la reacción en el rostro de Chen creo que él se siente como yo. El pequeño planeta de Kylie no es perfecto, nacen baobabs y ella siempre tiene que estar alerta, no obstante, es la pequeña solución que necesitamos para resolver los problemas. Ella es tan común como diferente, tan delicada como fuerte, y tan inocente como sabía, que muchas veces sus intenciones o su manera de ver las cosas es todo lo que necesitamos.

Todo lo que necesitamos es ser un poco más como ella.










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