𝚅𝙸↬la вelleza de laѕ coѕaѕ radιca en lo qυe no ѕe ve.

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ᵉᵖⁱˢᵒᵈⁱᵒ#6

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《-Tengo sed de esta agua -dijo el principito-, dame de beber...
¡Comprendí entonces lo que él había buscado!
Levanté el balde hasta sus labios y el principito bebió con los ojos cerrados. Todo era bello como una fiesta. Aquella agua era algo más que un alimento. Había nacido del caminar bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos. Era como un regalo para el corazón. Cuando yo era niño, las luces del árbol de Navidad, la música de la misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas, daban su resplandor a mi regalo de Navidad.
-Los hombres de tu tierra -dijo el principito- cultivan cinco mil rosas en un jardín y no encuentran lo que buscan.
-No lo encuentran nunca -le respondí.
-Y sin embargo, lo que buscan podrían encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua...
-Sin duda -respondí.
Y el principito añadió:
-Pero los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón.》.











El tiempo corre, no se detiene, no espera por nadie. Cualquiera juzgaría un tiempo calmoso por estar internado en un psiquiátrico, quizás para otros con mi situación sí, no para mí. Parecía ser ayer el día de la disculpa de Beomgyu y Sofía con Kylie, sin embargo, hacia toda una temporada. Primavera arribó las puertas con cálidos días, lluvias intensas y el florecimiento exuberante. La época perfecta para hacer una excursión hasta la cascada ¿Lo recuerdan aún, no? Ese fue el primer tema de conversación de mi grupo de amigos, exactamente, la idea que usó Beomgyu para hablarle por primera vez a la castaña. Sea cual sea el resultado no cambia. Todos anhelábamos la llegada de este día. Y por fin desembocó en nuestro puerto.

Nosotros yacíamos entusiasmados desde la pasada semana al contar con el permiso de Chen. Oh, seguro se preguntarán cosas como: ¿Quién es el más ilusionado? Basta con mencionar a Kylie, ella no habla de otra cosa sino del viaje; literalmente era nuestra motivadora no proclamada. Sofía, la más responsable del grupo, se hizo cargo de organizar todo, ganando un poco de estrés ante cualquier detalle imperfecto que siempre lograba resolver gracias a su increíble potencial. Beomgyu, por otro lado, quedó comprometido de estudiar el camino y los mapas, sería el guía. Por último estoy yo, no sirvo para nada pero era el complemento del equipo ¡Un hurra por mí!

— ¡¿Están listos?!

Beomgyu brincó elevando sus puños al aire, risueño. El grupo estaba reunido en la entrada del psiquiátrico, listos para partir. Los chicos cargábamos el equipaje más pesado, grandes mochilas con comidas, ropas y equipo extra por si se daba alguna situación en el bosque. Sin embargo, eso no evitó hubiesen personitas testarudas, ya sea Sofía cargando una cesta con comida extra y Kylie una pequeña mochila con un botiquín de primeros auxilios, resulta que las chicas eran más precavidas de lo que llegué a imaginar.

— ¡Sí, capitán, estamos listos! —le grité de vuelta a mi amigo, burlesco. Recordaba el día que lo encontré cantando la canción de Bob Esponja— ¡Vamos!

La caminata de cinco kilómetros floresta adentro comenzó. Los cuatro estábamos vestidos con ropa larga y holgada para cubrirnos del sol e evitar las picaduras de algún insecto o el rozamiento con cualquier planta venenosa. No hacia tanto frío como mi día inicial en la institución pero seguía teniendo su ambiente fresco muy variante, había días fríos como en pleno invierno, hoy por suerte era uno de los tropicales. Pasamos toda una semana esperando el día perfecto, escuchando el clima y sus variantes para no ser sorprendidos por un aguacero en pleno trayecto. Gyu llevaba el mapa en la mano, buscando atajos desconocidos para Kylie a pesar de todas las primaveras que Chen la trajo. Sofía parece portar conocimientos de campista; la zona no se le dificultaba y siempre daba concejos de cómo llegar a un lugar, donde no pisar, las sendas más seguras o cuándo hacer la parada para un descanso. Estamos tan preparados que no había margen para errores.

Kylie, al igual que yo, íbamos detrás siguiendo las indicaciones de los expertos. Resultaba entretenido verlos liderando pues contaban con madera para ello, Sofí más que nadie, y eso que Gyu se defendía bien a pesar de ser tan payaso ¡Son tal para cual, siempre lo diré! ¡Mi ship favorito! Ky y yo éramos los patitos de mamá pato, en fila, atrás y marchando. La castaña buscaba tema de conversación conmigo, dejando a “los adultos” encargarse del viaje. Me contó que traía una cámara y su libro favorito el cual todos conocemos —siempre carga consigo El Principito—, incapaz de deshacerse de él. No supe opinar acerca del libro pues aún no conozco el porqué de tanto aprecio ni de dónde surgió,  en su lugar, abogué por buena idea la cámara fotográfica.

— El paisaje yacerá ser muy bonito, comprendo tu interés de guardar fotografías.

La pequeña alzó los hombros restándole importancia a esa opción mientras apretaba los labios hasta hacerlos una línea ¿No le entusiasmaba el paisaje? ¿Para qué traer la cámara sino? Miré la cámara colgando de una cinta a su cuello ¿Para qué llevarla ahí? ¿Por qué no en la mochila junto al botiquín y su libro? Siempre es tan extraña que jamás lograré comprenderla plenamente.

— Vamos a hacer una última parada antes de llegar a la cascada —indica la pelirroja apuntando un gran árbol en medio del bosque. Era un gran roble con raíces que sobresalían de la tierra, alto hasta las nubes, las ramas estaban pobladas de hojas verdes en su inmensidad y otorgaban una sombra perfecta a su inmediación—, sus raíces podemos usarlas como asiento.

Eso hicimos. Nos sentamos bajo la sombra de aquel árbol, librando por los labios suspiros de alivio. Estábamos cerca, faltaba poco pero ha sido una caminata demasiado fuerte para el grupo. Gyu se quejaba con pequeños gruñidos de un dolor y cuando liberó sus pies de los zapatos tenía ampollas. Me sentí mal por él, debía ser muy complicado ir enfrente sin flaquear el paso. Mi mejor amigo después de todo era un chico duro a pesar de parecer un tierno osito de peluche. Kylie untó pomadas y colocó curitas en las heridas de mi amigo, socorriéndole lo suficiente para concluir el resto del trayecto. Sofía y yo nos dimos nuestro último trago de agua antes de ponernos de pie, ya listos para continuar.

En el último kilómetro se escuchaba el agua correr con fuerza, residíamos vecinos al lago, y por consecuencia, mucho más de la cascada. El sonido iba en aumento a medida de nuestros pasos. Mis amigos se percibía mucha más motivación por ello. La ruta comenzaba a reducir el boscaje. La sombra del soto a flaquear, el cielo comenzaba a despejarse sobre nuestras cabezas. El suelo pasó de césped a piedrecillas. Y finalmente estábamos frente a frente de la cascada.

— ¡Llegamos!

Sofía comenzó a dar brinquitos en su lugar mientras Gyu y Kylie se deshicieron de sus cargas con la rápidez de un rayo. La ropa holgada de los castaños arribo bajo sus pies, asombrándonos de su facilidad para resultar en bañadores; y terminaron corriendo al agua cual par niñitos chapoteando e acompañados de amenas sonrisas. Mi amiga la Weasley soltó una risilla y me habló riendo viéndolos en la misma dirección que yo…

— Son un par de niños pequeños.

— Sin duda, hoy vinimos de niñeros.

— ¡Oye! —Exhaló fuertemente cuando chico adyacente desde el agua la salpicó, se quitó el atavío atropelladamente igual a ellos y entró junto al resto hecha una furia, dispuesta a no parar hasta obtener una venganza—. ¡Te voy a hacer tragar toda el agua de la maldita laguna, Choi Beomgyu!

¡Mec! ¡Error! Yo vine a ser de niñera de todos ¿Por algo soy el más viejo, no?

Ordené toda la carga junto a un lugar apartado del agua, específicamente cerca de un árbol inmediato al lago que ofrecía tanta sombra como él de antes en la parada de descanso. De mi gran mochila saqué un mantel rosa escogido por Sofí para desplegar sobre el suelo, coloqué la cesta de la misma en medio y la mochilita de Kylie en una esquina. Al mover las pertenencias de la chica chocolate la cámara rodó hasta mis pies, sentí mucha curiosidad ¿No habría nada de malo en fisgonear un poco? No puede molestarse con un amigo por algo tan simple como ver qué fotos ha tomado.

Presionando el botón rojo aquel aparato cobró vida, encendiéndose. La pantalla consintió la vista de la galería de fotos, no había muchas y todas eran tomadas en la caminata. Solo fotografías con nuestros cuatro rostros. Algunas charlando, caminando, quejándonos, bebiendo agua, en las paradas de descanso y riéndonos, estas últimas las de menor cantidad ¿Para qué tomaba fotos así?

— ¿Te gustan?

Pegué un respingo, asustado. Al levantar la vista visualicé a la pequeña chica dueña del objeto en mis manos. Estaba empapada de agua, el traje de baño que consistía en un bikini verde olivo se le incrustaba al cuerpo como una segunda piel, el cabello castaño cual dulce de chocolate parecía azabache mientras se le adhería al rostro y cuerpo, pasando cerca del escaso escote que dejaba a la vista su ropa. Se veía muy guapa. Era la primera vez que le veía con ropa corta e ajustada, sin embargo, esa idea me hizo tragar en seco ¿Por qué me he tensado un poco? A pesar del aspecto común ella era una chica agraciada, siempre lo he sabido. Su boca y nariz pequeños, la clara e terse de su piel, el abultamiento de sus mejillas o el sonrojo que van surcadas, sus ojos marrones, ¡oh, Dios! Esos ojos marrones ladrones de mil alientos.

— Yeonjun, ¿te gustan las fotos? —retornó su pregunta como siempre hace, ladeando la cabeza cual cachorro, curiosa.

¡Maldición, casi lo olvido con toda esa atolondres! ¡Kylie me acaba de atrapar con las manos en la masa!

— Yo, emh… ah, sí, sí me gustan… amh, sí, eso, emh, me gustan.

La respuesta de Ky es mirarme raro, frunciendo el ceño. Ella no entiende por qué estoy nervioso — ¡Ni siquiera yo!—, no obstante, toma su libro de la mochila y se marcha a leer, dejándome solo, sonrosado e aturdido con mis pensamientos.

— Joder que casi se te cae la baba.

Pego un nuevo brinco ladeándome a velocidad de la luz en busca de la voz femenina. Era Sofí, sonriendo ladeadamente y con una ceja enaltecida ¿¡Me habrá visto nervioso!? ¡Qué vergüenza!

— Yo, emh…

— Jamás pensé verte mirando así a Kylie —me codea a hablando en tono picaresco—. Te descubrí: te gusta la Martin, ¿eh?

Siento mi fisonomía arder mucho más fuerte, ¡¿por qué no dejó de reaccionar así?! ¿Y ahora qué se supone que diga? ¿Por qué no me salen las malditas palabras?

— ¡Todo a mí! —chillo lanzándome a huir de la situación aún con la cámara en las manos.

Después de una carrerita me apoyo las manos en la rodilla, tratando de recobrar el oxígeno. Mi corazón late con fuerza y no estoy seguro de culpar a la maratón. Palmeo mi rostro, sintiendo que ya vuelve a su tono original. Inhalo. Exhalo. Respiro lentamente. Ya estoy mejor e me recompongo, poniéndome de pie y viendo al frente.

¡Oh My Good! ¡Todo yo!

Nomás levantar la vista encontré a la chica chocolate asentada a unos pasos de mí. Por alguna razón, aún me tenía atolondrado, mi corazón revoloteó ante la vista su persona, igual de normal a siempre e igual de hermosa. Kylie yacía sobre una roca a la orilla de la laguna, dejando sus piernas colgar sobre esta, meciéndolas de arriba abajo para no dejar su jugueteo con el agua. Cargaba el libro que tanto ama sobre sus delicadas manitas; inmersa en su lectura, sonriéndole a las páginas, ni siquiera percibió mi presencia ni el clase espectáculo dado por mí, solo movía los labios leyendo en voz baja y pasaba página por página, encontrando una magia invisible al resto carente de sus ojos marrones. Daba un buen espectáculo para mis ojos el cual no paraban de admirarla; tan pequeña, tierna, delicada, con ese par de ojos marrones llenos de ilusión y curiosidad. Era simplemente perfecta. Estaba sin aliento en los pulmones justo en el instante que usó una fuerza desconocida para levantar mis manos y usurparle una foto distraída con su propia cámara. Logré inmortalizar el momento para siempre. Y por alguna razón, sentía esta fotografía se convertiría en una foto que deseaba cargar toda mi vida conmigo.

Luego el resto del día transcurrió casual para el cuarteto. Beomgyu sacó una pelota de voleibol en su mochila capaz de ponernos a jugar dentro del agua hasta agotarnos, Kylie tomó fotos en grupo y Sofía manifestó planes para el regreso de más tarde. La hora de almuerzo vino justo después, agrupándonos sobre el mantel debajo la sombra del árbol para comer y descansar antes de retomar la caminata de vuelta al psiquiátrico. Nos pusimos a comer frente a la cascada, divisando el paisaje con ojos llenos de admiración.

¡Aleluya! Era igual de hermoso a las descripciones de Kylie. Valió el esfuerzo del duro viaje. El agua cristalina irradiaba cuesta abajo, clara como el cielo de un día despejado, transparente y limpia, íntegramente apta para ver tus pies y el fondo del cauce al ingresar. No era un lugar fangoso, solo sustentaba piedrecillas blancas su suelo. Al estar más de cerca la cascada parecía muchísimo más ser ella quien rompía una sola montaña a la mitad y no dos colinas tan simétricas como una. El chapaleteo de sus aguas hasta fundirse a la laguna, junto a las estelas solares del día despejado, formaban un lindo arcoíris que se cernía sobre nuestras cabecitas. Y ni hablar de la sensación paz que sucumbía tu cuerpo al estar allí. Este lugar tenía una presencia casi celestial.

— Ha sido un gran día —comentó la menor, recostando su cabecita a mi hombro mientras cerraba los ojos y bebía agua dócilmente tal que fuera lo más benigno de la vida.

Entonces lo concebí todo en ella. Lo comprendí como el piloto al principito cuando hallaron un pozo. Entendí las fotos, su lectura sobre la piedra y esa acción de beber agua con los ojos cerrados. Esta última iba más allá de estar complacida o sedienta...

…Para Ky ese paisaje solo era eso, ella no estaba satisfecha ni de la comida ni del pintoresco lugar. Lo que realmente buscaba no era volver a la cascada como cada año, era este regalo del presente; la caminata con sus amigos, el tiempo prestado para compartir juntos y nuestros esfuerzos para alcanzar donde estamos.

El valor de las cosas no está en cómo se ve o para qué sirven al momento, solo en los sentimientos y el trabajo que ponemos en ello. Este momento no es solo el paisaje, una simple comida o un trago de agua; es el resultado de nuestro esfuerzo como amigos, la amistad y la magia del momento presente. Era un regalo para el corazón.

— Los hombres de esta tierra cultivan cinco mil rosas en un jardín y no encuentran lo que buscan —comienzo a citar el libro de Exupéry, buscando con mis ojos los de Kylie hasta encontrarlos con chispas de emoción y complicidad—…Y sin embargo, lo que buscan podrían encontrarlo en una sola rosa y un poco de agua.

— Sin duda —anuncia percibiéndome con ojos llenos de expectativas y adoración.

— Pero los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón.

Yo sonrío. Ella sonríe. Y me siento el más dichoso por ser el único idóneo a entenderla.

— Me alegro que estés de acuerdo con mi mejor amigo de cabellos dorados.

Tras esas palabras se acurruca de lleno contra mi pecho, frotando su rostro contra mi pullover e ocultando de vista sus mejillas encendidas y una dulce sonrisa. La envolví en un abrazo protector, cariñoso, buscando la mejor forma de darle apoyo, atrayéndola más a mí y empezando a acariciar su cabello achocolatado ¿Cuántas veces alguien la habían comprendido sin la necesidad de tener que abrir su boca para hablar? ¿Cuántas veces tuvo que explicar primero para que terminaran la frase?

Kylie es extraña, pero para mí cada vez menos.





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Ya no dice que es tan extraña 😭

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