Extra: Baby Leoncito

Un extra años después de concluir esta historia y ahora sí, concluimos. 


León le lanzó otra mirada preocupada a su esposa y esta lo vio con ojos entrecerrados.

- No va pasar nada. –le dijo por enésima vez, pero él seguía intranquilo.

- ¿Cómo sabes?

- Este bebé te esperará para salir. –le aseguro pasando una mano por su abdomen abultado yendo y pegándose a él. La estrechó entre sus brazos cuidando de no aplastar al bebé. –El protocolo se ensaya diario. No estoy sola. Puedes irte tranquilo además, quedan las chicas.

- ¿Baasima y Habiba? ¡Qué alivio! –ironizó León y Gabriela rio. –Es el primer y último bebé que tendremos. –añadió convencido.

- ¿Perdón? Yo quiero más.

- Sufres demasiado y no lo soporto.

Gabriela rodó los ojos.

- Me has tenido literal entre algodones. Ha sido un embarazo relativamente estable y tranquilo.

- Vomitaste tres meses. No toleras aun ciertas comidas u olores. Te duele la espalda por el peso, a veces te has hinchado y ya no duermes.

- Es normal. Hay quienes la pasan peor.

- ¿En serio? Lo dicho, es el último.

- Claro que no.-le frunció el ceño.

- Me haré la vasectomía.

- Tú que la haces y juro que descubrirás todo lo que puedo hacer en estado furioso.

- Está bien, está bien. No la haré, pero lo hablaremos después.

- Después del tercer bebé. –le sonrió.

- ¿Tercer...? ¿Quieres tres?

- Sí, más o menos. –lo vio pasarse las manos por la cara.

- Vas a matarme.

- El proceso es sumamente disfrutable. – Lo vio ablandarse y esbozar una sonrisa.

- De eso no tengo nada que objetar.

- Quedamos en tres entonces.

- No.

- Un niño y dos niñas.

- Algo me dice que habrá demasiadas niñas en este Palacio y tendré canas antes de tiempo.

- Será divertido. –aseguró ella mirándole feliz.

- No puedo decirte a nada que no. –medio gruñó.

- Lo sé. –sonrió más ampliamente y él la vio con adoración.

- Haces conmigo lo que quieres. – dijo sin reproche alguno.

- ¿Te hago feliz?

- Totalmente.

- Te amo. –dijeron al mismo tiempo.

León había partido no sin antes ordenar que el protocolo se ensayara dos veces frente suyo. Gabriela lo dejó sabiendo que solo así se iría un poco más tranquilo. De hecho, el saber que llegaba Azima lo calmó un poco, sabiendo que de las tres era la que tenía un poco más la cabeza fría.

Si supiera que Azi junto a las otras dos habían entrado en coma etílico gracias al tequila, sonrió divertida al ver el estado de las tres cuando había ido a verlas por la mañana. Había pedido les llevaran aspirina, café y agua. Por lo pronto, aunque ella por supuesto no había tomado ni gota de alcohol no había tenido buena noche, un dolor en la espalda baja se había mantenido muy tenue pero incómodo. Ya había pasado antes, de haber estado León seguro estaría hospitalizada. Lo había hecho varias veces en los pasados meses que una habitación en palacio estaba equipada con todo lo necesario incluso para una cirugía, aun así, ella prefería ir directo al hospital. Vio a las chicas sentadas todas para comer y se sintió tranquila y algo divertida de que todas coincidiera en el aspecto desastroso, aunque por diversos motivos.

Charlar con ellas siempre era absorbente por lo divertido y variado de sus conversaciones. Pasaron de comentar lo de la noche pasada a la broma hecha a Ayham en la boda, así como la próxima escapada que probablemente harían. Se llevó una copa con jugo a la boca y sintió algo salir de ella. Tomó un trago lentamente y analizó la situación, parecía habérsele roto la fuente. Sacó su teléfono y envió un mensaje a su madre y después otro al chat de su familia, pidiendo adelantaran su viaje a Durban sin dar mayores explicaciones. Luego envió otro a sus amigas. Lo cierto es que el teléfono había quedado olvidado en palacio después, menos mal que todos se habían comunicado con Azima. Porque Habi y Baasima también se habían olvidado de sus respectivos teléfonos.

- El equipo se ha concentrado en palacio y consideran dejar esa prueba para después. Así que había pensado en que fuéramos nosotras. –Azima hablaba entusiasmada sobre los avances arqueológicos en Andara que darían pistas sobre la leyenda de Amina.

- ¡Siiiiii! –dijeron las otras dos enseguida.

- ¿Azzam sabe? –preguntó ella.

- Aún no. –Azima escondió la sonrisa tomando un sorbo de café.

- He allí lo próximo loco por hacer. Pero ¿saben qué? Algo más loco ocurrirá pronto. –Les dijo sabiendo que tenían que ir al hospital pronto, quería decirlo de la manera más normal o divertida posible para que todo fluyera suavemente.

- ¿Qué? –la vieron interesadas.

- Va nacer el primer nieto del rey. Varón al menos. Sí es que no hubo algún error en el ultrasonido. Y quizás nazca hoy, a juzgar por el líquido derramándose en mis piernas creo que...

Se calló al ver como las tres se levantaban con un susto tremendo en la cara y tiraban sus sillas en el proceso. Baasima empezó a dar vueltas y Habiba parecía querer romperse los dedos por la manera en cómo se los tronaba.

No era para tanto pensó y les dijo que no había contracciones, pero a media frase hubo una. Azima como siempre rápida y eficaz buscaba la localización de León. Ella ya sabía que la tormenta había hecho pequeños estragos en el transporte por lo que eso los había demorado. Pero ya estaban en camino o eso creía ella. Estaba tranquila y serena. Era un bebé tan amado y esperado que había puesto todo de su parte para que viniera al mundo en un ambiente tranquilo, solo que ahora frente a ella todo se antojaba caótico. Eso le provocó una sonrisa irónica, más aún al ver que nadie podía ir por su maleta y la del bebé por los nervios, unos que ella no sentía. Una suave risa quiso salir de su garganta, pero estaba segura de que cualquier cosa que proviniera de ella, pondría peor a las chicas. Hubo un golpe, un gracias entre ellas y por fin el protocolo se activó.

Ya en el auto le extrañó un poco que las contracciones se sucedieran con rapidez. Eso no era lo que pasaba normalmente recordó de sus clases pre natales. Aunque podía ocurrir y ser de las que no duraban mucho en labor de parto. Sintió su corazón empezar a latir más rápido por la preocupación de que el bebé llegara y su padre no estuviera presente. Escuchó como Azima llamaba a Omar y pedía que fueran directo al hospital, no tenía idea de lo que atravesaría la mente de León ante el cambio en el trayecto.

- Necesito un chequeo urgente. –dijo Omar a León quien lo vio visiblemente sorprendido por el cambio a último minuto y más aún por el lugar al que iban.

- No te creo nada. Dime la verdad o te aviento ahora mismo de este aparato. –rugió.

- Y todos dirán que es porque querías ser rey. –se escudó Omar entre divertido y ligeramente preocupado. No de que lo aventara en ese momento, pero sí de que ya en tierra León realmente lo mandara al suelo de un puñetazo. Más aún porque sabía que amaba a Gabriela con su vida. Empezó a ponerse nervioso por ella, realmente quería que todo saliera bien. Su hermano quedaría destruido si algo pasaba. Recordaba su cara después de lo que le había hecho la innombrable a Gabriela. Si su cuñada hubiera muerto, estaba seguro de que su hermano le hubiera seguido. Se sintió ligeramente mareado. –Me siento mal. –musitó a través del audífono. León le creyó al verlo pálido.

- ¿Qué tienes? ¿Por qué no dijiste nada?

- Te dije que debíamos venir al hospital y tú solo amenazas con lanzarme del helicóptero.

- Ya casi llegamos. –León empezó a desabrocharse el cinturón de seguridad y tocaron helipuerto.

- No soy yo. –dijo Omar aun sin recuperarse del todo.

- ¿Qué rayos pasa Omar?

- Eres tú. –dijo bajándose a trompicones. León le siguió.

- ¿Qué?

- Tu bebé. –dijo más mareado. Vio abrirse los ojos de su hermano con sorpresa, emoción, pero también con miedo. –Gabriela seguro acaba de llegar, se puso ya de labor de parto... -no había terminado de decirlo cuando varios médicos subieron y se postraron ante ellos. León estaba en shock. – ¡Espabila! –le gritó tratando de aparentar que estaba bien. –Llévenlo con ella. –pidió y se llevaron a su hermano pálido al igual que él. –empezó a reír por la inutilidad de ambos ante la noticia. Luego se hincó y con los ojos cerrados dirigió plegarias pidiendo por la madre y el bebé. Cuando se levantó se dio cuenta que habían quedado unos cuantos médicos allí esperándolo. Lo miraban con admiración por su sinceridad ante la ocasión. Él ni siquiera los había visto. – Vamos a esperar a mi sobrino. –dijo y fue con los demás.

*****

- Oye, estoy bien amor. –le dijo Gabriela a León en cuanto él entró como una tromba y corrió a su lado. Tomó su mano y la besó. Luego la miró y la inundó a preguntas.

- ¿Cuándo empezó todo? ¿Por qué no me avisaste? ¿duele mucho? ¿estás bien?

- Apenas. Ya venías en camino. Duele un poco y estoy perfectamente. –contestó ella entre risas que se detuvieron ante una contracción. –Viene con mucho ímpetu, eso sí puedo decir.

- ¿Por qué? Karim dígame a detalle que pasa.

La doctora estaba allí y había presentado sus respetos al verlo entrar, pero él apenas reparaba en ella. Sonrió levemente pensando que estaba ante algo insólito. El príncipe invencible e imperturbable lucía sumamente nervioso y ciertamente preocupado.

- El bebé viene rápido. Pero todo está bien. Agradezco tener la oportunidad de ayudar a traerlo al mundo. –Hizo una leve reverencia. Agradeciéndolo de veras.

Era una mujer con una profesión que le había costado casi lo indecible. Una mujer en un mundo de hombres. Y la nueva princesa le había elegido como su médico de cabecera y la que recibiría al bebé tan esperando el en reino y de hecho su llegada sería noticia internacional por todo lo que rodeaba el nacimiento de un varón en tanto tiempo en el reino. La gran mayoría de sus colegas no habían podido creerlo hasta que la misma princesa lo había dejado claro. En una reunión con el personal había sido cuestionada y cuán grande había sido su sorpresa cuando Gabriela había entrado radiante y hermosa con su bella pancita de embarazo. Había saludado y pedido se sentaran rápido no deseando tantas reverencias e ido al estrado, había sacado de allí al jefe de ginecología y mientras con una enorme sonrisa agradecía su labor decía sin tapujo y con voz firme que quien la atendería sería Karim y su equipo, nadie más. Alguien se atrevió a preguntar el porqué. Gabriela lo vio fijamente y había dicho: Porque así lo deseo yo. El mismo médico, uno de mucha antigüedad y peso insistió en que no tenía sentido y una voz se oyó al fondo de la sala, una inconfundible.

- Lo que ella desea son ordenes inmediatas. No se objetan, no se cuestionan, no se rebaten. Ni siquiera se me pregunta al respecto ¿entendido?

Todos los médicos se levantaron de inmediato e hicieron una reverencia hacia donde había provenido la voz.

- Si su Alteza. –dijo el que había objetado de inmediato asustado.

- Cariño, me ibas a esperar en el consultorio. –Dijo la princesa entonces a su esposo con una sonrisa. Los dos habían ido a verla y al saber de la reunión ella había querido observar. Si algo tenía la princesa aparte de inteligencia, era sagacidad y capacidad de anticiparse a los acontecimientos. Su intervención y la del príncipe León de paso había dejado las cosas transparentes y el acoso había cesado. Y ahora estaba por recibir a ese bebé tan esperado, tragó saliva recordando y sintiéndose nuevamente emocionada.

***

- ¿Podríamos darle algo para los nervios? –dijo la princesa ya en el presente mirando a su esposo preocupada.

- Estoy bien.

- Siento temblorosas tus manos.

- Ideas tuyas.

- Karin... -pidió la princesa y ella asintió. De su bata sacó algo y puso unas gotas en un vaso de agua. Se lo tendió al príncipe.

- No quiero que me duerman. –miró reacio el vaso. Aun recordaba como lo habían dormido sus primas cuando Gabriela había sido hospitalizada.

- Y yo tampoco, quiero que estés conmigo. –arrugó un poco el rostro y él palideció. –una contracción, toma eso porque te necesito, pero más tranquilo ¿sí?

- Pero...

- ¡Tómatelo por lo que más quieras León! –le gruñó ella haciendo puños con la sabana de la cama.

- Bien, bien. –se lo bebió de un trago. - ¿contenta? –ella asintió con un suspiro cansado.

- Fue algo intensa Karin. –la doctora ya checaba los aparatos.

- Un poco más y nos vamos ya a recibir a su pequeña Alteza Real. –le sonrió.

Venir rápido significaba que no duraría un día entero, pero ciertamente casi cuatro horas había pasado y Gabriela empezó a reconsiderar lo de tener tres bebés. Rio nerviosamente al recordarlo y León solicito le limpió la frente de sudor.

- Ya casi vida mía. –ella asintió cansada.

- Casi nada princesa. Una última vez y ya está.

- León...

- Dime, dime amor.

- Creo que solo quiero dos bebés.

El rio quedamente.

- Por mí no hay problema.

- Tengo que decirte algo. –dijo en italiano. Casi todo el parto había sido un ir y venir en italiano, inglés y lo que sabía de árabe. León había escuchado lo que le pareció ruso también. Algo le decía que su bebé o sus bebés serían poliglotas.

- Después, ya es lo último. –le contestó en su idioma

- No. –lo agarró de la tela de su túnica. –ahora.

- Princesa... -habló Karin.

- Haidar, ese es su nombre.

- Lo que quieras, lo que quieras. –habían tenido una única discrepancia y había sido el nombre. Mientras él quería que el niño se llamara Gabriel ella había querido que su nombre significara León. Y Haidar significaba eso, ella lo había sabido y se había enamorado del nombre. León estaba de acuerdo, pero quería que Gabriel fuera primero.

- Haidar Gabriel Omar... -gruñó con tanta fuerza que resonó en toda la habitación. –Este niño me va partir en dos. Dilo, quiero oírlo. –pidió.

- Haidar Gabriel Omar. –dijo él enseguida. Sumamente sorprendido por la adición del tercer nombre. Un nudo se instaló en su garganta y tragó con fuerza porque estaba conmovido. Había logrado mantenerse estoico en gran parte por lo que le había dado Karin. Pero allí estaba su esposa, sorprendiéndolo y enamorándolo siempre.

- Completo, quiero oírlo completo. –exigió Gabriela.

León vio preocupado a la doctora y ella asintió con urgencia que la complaciera.

- Haidar Gabriel Omar Khan Al Rached Zani Al Ahmad

- Vaya que es largo. –empezó ella a reír en medio del dolor. – amo como suena. –dijo y enseguida trató de ahogar un grito.

- La ultima princesa. –urgió la doctora.

Gabriela pujó y segundos después un bebé lloró. Karin sonrió al escuchar aplausos en su personal, puso al bebé sobre su madre y por primera vez en todos los partos que había atendido se le llenaron los ojos de lágrimas al ver la escena. Los príncipes lloraban sin vergüenza alguna mientras admiraban a su bebé.

El anuncio llegó a la familia primero. Después a la gente reunida afuera que era mucha. Un saludable bebé varón había llegado al mundo. El ambiente afuera del hospital era una fiesta improvisada. Y dentro, entre la familia era aún mayor.

Horas después el rey cargaba a su nieto. Momentos antes había pasado su mano cariñosamente por la frente de Gabriela y le había agradecido su valentía. Había abrazado con cuidado al pequeño y con un cariño tal que los padres sonrieron con ternura.

- Haidar Gabriel Omar... nombre ideal. –le susurró.

- Lo es ¿verdad padre? Ideal para un nieto tuyo. –dijo León orgulloso.

- No.

- ¿No? –preguntó Gabriela extrañada.

- Ideal para un rey.

- ¿Qué? –Gaby se sentó más derecha en la cama como pudo. - ¿perdón padre? no creo haber oído bien

- Tengo al futuro rey en mis brazos.

- Padre... -León caminó hacia él.

- El anuncio se estará dando en estos momentos.

- Pero es un bebé.

- No lo será siempre y mientras llegue a la edad establecida, su padre será regente. Omar y yo lo hablamos hace meses y es decisión unánime. Tu hermano lo propuso de hecho.

León lo miró boquiabierto.

- Pero...

- Solo reinarás unos años, no te preocupes. Después le tocará a este Leoncito.

León miró a su esposa que había quedado en shock.

- Pero... -volvió a repetir León.

- Te repites mucho. Mejor calla. –Y empezó a caminar con el bebé meciéndolo y hablándole en voz baja.

Un mes después.

La familia estaba en el enorme balcón. Abajo había una multitud enorme. Era día de fiesta, el heredero al trono sería presentado.

- ¿Seguro que ustedes iniciaron esta tradición? Lo siento tan europeo. –Ian preguntó viendo a la multitud.

- Cariño, esto lleva siglos de llevarse a cabo. –respondió Baasima.

- ¿Por qué aun no llega Mufasa? –preguntó Habi entonces.

- Cariño por lo que más quieras deja de llamarlo así. –pidió Zaím. – León va a ser rey ¿sabes? Te puede desterrar y a mí de paso.

- Rey suplente. Porque así lo quiso. – comentó Omar. –Leoncito será el rey.

- Ya lo sabemos, no te vuelvas Scar ¿quieres?

- Voy ahorcar a tu esposa Zaím. –Omar la miró y ella le sonrió malévola. Alzó las cejas retándolo.

- ¡No empiecen! –los regañó Azima. Mientras Azzam los miraba aguantando la risa.

- Está bien, no serás Scar pero ¿Qué tal el chango ese que presenta al heredero? –insistió Habi para molestarlo. Omar respiró profundo y fue hacia ella.

- ¡Zaím! –dijo ella en un gritito pidiendo ayuda.

Todo se detuvo pues la familia de Gabriela entró y de pronto como por arte de magia todos se comportaron y fueron de lo más tranquilos y amables entre sí. Por supuesto entraron Jaquie y Allyson con sus familias y parecieron intuir que se comportaban por puro protocolo pues no eran tan tranquilos ni de lejos. Poco después el rey llegó cargando al bebé seguido de sus padres y lo bendijo delante de todos los que observaban. Vítores y aplausos resonaron fuertemente.

- Tío es el chango. –susurró Habi a Omar y este le haló el pelo para callarla.

- Baby Leoncito es hermoso. –dijo entonces Baasima con un suspiro de amor.

- Lo es, igual decirle Baby Leoncito es lo ideal. No iba eso de Baby Simba. –aseguró Habi. Apretó los labios cuando Gabriela volteó a verla. Vio que le rodó los ojos y movió la cabeza divertida.

- ¿Ves? Irás al calabozo. –Le dijo Omar satisfecho.

- ¿Me acompañarías?

- No, haces muchas trampas en las cartas.

- Le diré a Alana que me acompañe entonces. –ella sonrió cuando la miró de inmediato.

- Está aquí... de nuevo. –le susurró Baasima. Él solo movió la cabeza, pero claramente complacido. Ellas se guiñaron un ojo.

Gaby tuvo en sus brazos al bebé de nuevo y se puso en una posición para que fuera visto todo lo que se pudiera. León quedó a su lado.

- ¿Sabes que me dicen Mufasa? -preguntó su esposo y ella esbozó una amplia sonrisa hacia las personas abajo intentando no soltar una carcajada.

- No.

- Mentirosa. –besó su sien y luego él tomó al bebé. –Serás un gran rey. –le susurró al bebé.

- Porque tendrá el mejor ejemplo contigo. –Gabriela se pegó a él.

- No, porque tiene y tendrá la mejor madre. Siempre daré gracias al cielo por ti ¿lo sabes verdad? Nunca seré digno de ti.

- Oh calla. –pidió ella. Él puso al pequeño en un brazo y la rodeó con el otro. Ella vio a toda la familia reunida luego a su esposo y al bebé. –bueno, esto es la felicidad ¿verdad?

- Lo es amor, totalmente. 

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