Capítulo 33
Holaaa: si solo les sale la nota, actualicen por fis!
- Bueno, esto se ha complicado un poquito. –cuatro rostros se giraron a ver a Baasima después de su declaración, todos con distintas expresiones que iban desde el nerviosismo, la desesperación al ansia viva. -¿Qué? ¿acaso no es así? –dijo al verlas.
- No, no es así. Esto se ha complicado pero un montón. –le dijo Azima susurrando con una nota de desesperación.
- Fue un placer conocerlas. –dijo Allyson. –este mismo día moriré. –añadió ajustándose el velo y tapándose casi toda la cara, apenas se miraban sus ojos.
Habían entrado al salón de eventos hacía escasos segundos, aun no sería la fiesta de disfraces pero tanto Jaquie como Ally se irían inmediatamente después de la velada del siguiente día y la ayuda para que Gabriela saliera de Durban si quería se la tendrían que dar a la distancia, pero lo harían. Mientras tanto esa noche se inauguraba la semana de festejos. Baasima, Habi y Azima habían disfrutado de lo lindo conociendo a las amigas de Gabriela y mucho más cuando había tocado el turno de vestirse para esa noche, pues estaban encantadas con la ropa que se usaba en Durban, se tenían que tapar el rostro por supuesto, ya que no debían ser reconocidas por León. Todas estaban segurísimas de que informaría ni tardo ni perezoso a Máximo y Stefano. Mientras tanto, el momento de vestirse había sido divertido para todas con los comentarios de las recién llegadas y hasta Gabriela había reído a carcajadas abiertamente por primera vez desde lo ocurrido. Ese aire de festejo, diversión y camaradería se esfumó en cuanto Jaquie y Allyson se quedaron estáticas en la entrada. Al seguir sus miradas todas habían reconocido a Stefano y alguien había susurrado que también estaba el esposo de Allyson. Gabriela charlaba con Stefano pues había entrado antes que ellas y pudieron percibir que no dejaba de ver hacia la entrada principal, seguro quería advertirlas, cuando vio que ya habían observado el "pequeño" inconveniente, siguió hablando con Stefano y lo giró hacia León y Máximo de tal manera que ahora todos les daban las espaldas.
- Tienes unos meses más de vida, no te matará hasta que nazca el pequeño. –le dijo Jaquie. -¿Pero que rayos hacen aquí? No nos avisaron a ninguna de las dos ¿Por qué? ¿Es una trampa acaso? Ni nuestras madres sabían o nos hubieran advertido, pero tranquila, como te digo no morirás hoy.
- No sabes como me tranquiliza. –risitas nerviosas se esparcieron entre todas.
- Ajústense el velo. –Azima las inspeccionó.
- Son amigas nuestras de cuando fuimos al colegio. Eso hemos dicho y están de visita. –Les susurró Baasima llevando a todas hacia un lado del lugar y tomando una copa de jugo para dársela a Allyson.
- Quédense unos minutos y luego regresen a sus habitaciones. –prosiguió Habiba.
- No tengo la menor idea de como volver. –dijo Jaquie. –hay mil pasillos y recovecos aquí. Es un laberinto, uno bello pero laberinto al final de cuentas.
- Yo las llevaré. –dijo Azima de inmediato. –Mi presencia no es de rigor aquí.
- Te equivocas, nuestro tío te ha convocado mucho últimamente. –dijo Baasima.
- Es porque Gabriela ha estado convaleciente y no ha tenido con quien platicar y ustedes han andado ocupadas también.
- Me huele a algo que no nos va gustar. –dijo Habiba.
- ¿Qué pasa? –quiso saber Allyson.
- Que puede que la que las quiere guiar a su habitación sea la próxima reina de Durban. –dijo Baasima con el ceño fruncido. Sabía que Azima obedecería pero no por amor sino por sentido del deber y eso apagaría todo su fuego. Azima la vio con reproche.
- No digas tonterías. Yo las llevaré. –dijo zanjando la cuestión y aunque todo daba pie a mas preguntas, todas callaron.
- Concentrémonos en sobrevivir. –dijo Jaquie de pronto.
- No serán descubiertas. Se los prometo. –aseguró Baasima.
- Se los prometemos. –dijeron las otras dos y tanto Jaquie como Allyson querían creerlo. –pero no se vayan.
- No lo haremos, pero tenemos que saber lo que esos dos harán. Si se van, tenemos que irnos antes, si se quedan más días podremos seguir de acuerdo al plan. –dijo Ally mientras bebía de su copa.- Menos mal el embarazo no es tan notorio con esta ropa. Me encanta, los colores, la textura... todo. –mientras lo decía se pasó una mano por el apenas redondeado vientre y Jaquie se la apartó con premura. –lo siento. Fue involuntario.
- Concéntrate en sobrevivir. –le dijo la otra. –Acabamos de venir de una racha de acoso, secuestros e intentos de asesinato. Por eso ellos se han vuelto mucho más protectores. –dijo moviendo sutilmente la cabeza hacia sus respectivos esposos explicándole a las primas de Gaby. –por eso el que estén aquí sin habernos dicho nada, es muy raro. Gabriela tiene que averiguarlo. Aunque estoy segura que es porque habríamos protestado de inmediato y exigido venir. – un eso júralo de Ally apoyó la teoría.
- Lo que si puedo decir... eh ¿puedo decirlo? –dijo Habiba.
- ¿Qué? –preguntó Ally.
- Es que es sobre ellos y no quiero ofenderlas.
- Adelante. –dijo Jaquie tranquila.
- Es que están buenísimos.
- ¡Habiba! –exclamó Azima pero empezaba a reírse ya.
- Están más buenos que toparse un oasis en el desierto estando a punto de morir. –añadió Baasima mirando con disimulo. -¿Cómo le hicieron para conseguirse hombres así? –Jaquie y Allyson no pudieron responder pues estaban riendo y controlando que no fuera de forma escandalosa. Se llevaron sus respectivas copas a la boca en un intento de calmarse y no ser descubiertas.
- La respuesta es obvia tontitas. –les dijo Azima. –ellas no solo son hermosas por fuera ¿Quién no querría tenerlas?
- Eso fue tan lindo. –dijo Allyson con ojos llorosos. –lo siento, el embarazo me pone así.
- Eso me ha dado una idea.... –dijo Habiba.
- ¿Cuál? No sé si quiero saber....
- Querrás Azi, querrás...
Gabriela se había quedado petrificada al ver a Máximo y Stefano en el salón que esa noche sería sede del inicio de la semana de festejos por Durban. León la había mirado preocupado y había salido a su encuentro. Se suponía que tenían que entrar juntos pero ella se había retrasado por la sesión de risas con las chicas, la cual le había hecho mucho bien y se sentía mas relajada al pensar que tenia la posibilidad de ir a casa de sus padres a descansar y relajarse y quizás a pensar en como manejar lo que pasaba en su matrimonio.
- Estás aquí. –le dijo con ojos preocupados.
- Estoy bien. –contestó antes de que preguntara.
- Sé que lo estás. –ella ya no contestó y se enfocó en lo que le interesaba.
- ¿Tus amigos están aquí?
- Sí. –respondió con una enorme sonrisa.
- ¿Por qué mis amigas no?
- Espero mantengas el secreto. Ellos vinieron de improviso pues no habíamos podido charlar bien desde.... Desde lo que nos pasó. Por teléfono no es lo mismo.
- Tampoco el teléfono es lo mismo cuando platico con Jaquie y Ally ¿Por qué no las trajeron?
- Por la misma razón que... Ally esta embarazada y lo de Jaquie aun está reciente.
- ¿A ninguno se le ocurrió pensar que vernos nos haría bien a las tres? ¿O que somos mas fuertes de lo que parecemos? Si ellas estuvieran aquí ¿mantendrías el secreto?
- No te enfades.
- Respóndeme por favor.
- No, no lo haría, sé muy bien lo que es la angustia y la impotencia de no saber, de no poder hacer nada para salvar o evitarle sufrimiento a quien amas.
- Aquí a ellas no les pasaría nada y lo sabes. –Gabriela apretó la mandíbula molesta y la relajó al ser consciente de que era observada.
- Pero ellos también están superando lo que pasó y no estarán tranquilos hasta pasado un tiempo. –ella lo vio tratando de entender. –Yo aun estoy superando lo que te pasó a ti. Se llama miedo Gabriela y no me avergüenza admitirlo.
- Sí, pero ¿Cuánto durará eso? –su corazón se había estrujado la oírlo, pero el caso es que si ella ya estaba lista, deseaba que él también lo estuviera para que prosiguieran con su vida.
- No lo sé. Vamos... -le extendió su mano y ella la tomó empezando a saludar a todos a su paso. Llegaron hasta donde Máximo y Stefano quienes le hicieron una pequeña reverencia inclinando su cabeza levemente.
- No es necesario. –les dijo ella.
- Lo es, si no queremos que corten nuestras cabezas. –dijo Stefano bromeando.
- ¿Aun no te olvidarás de eso?
- Bueno, amenazaste... perdón, su Alteza Real amenazó mi vida la vez pasada, no es algo fácil de olvidar. –le dijo a Máximo quien rio por ello.
- También te he amenazado, Jaquie lo ha hecho... así que, no es algo nuevo para ti.
- Allyson también dijo que quería verme muerto o al menos eso decían sus ojos aquella ocasión si bien recuerdas.
- ¿Por qué no vinieron ellas? –dijo Gabriela empezando a ponerse nerviosa. No conocía demasiado a Máximo, más que nada por lo que Allyson le había contado de él, era un hombre muy guapo lo mismo que Stefano y a todas luces ambos eran encantadores, pero ella sabia bien que eran de armas tomar en cuanto sus mujeres se refería. Si supieran que estaban allí...
- Espero Princesa que nos permitas llegar a casa para decirles nosotros mismo que hemos venido. –dijo Máximo.
- Dime Gabriela. –le corrigió ella.
- En público creo que seria salirme del protocolo.
- Estamos en privado por ahora y deduzco que vinieron sin que ellas lo supiera ¿no?
- Bingo. Y no queremos que al saber que estamos aquí genere un viaje por parte de ellas.
- ¿Por qué no? –sabiendo la respuesta insistió. –en serio, me hubiera gustado verlas.
- También están en fase de cuidados y recuperación cariño. –dijo León interviniendo.
- Somos demasiado exagerados ¿cierto? Pero, es difícil evitarlo. Sobre todo cuando... -Máximo buscó las palabras adecuadas.
- Cuando son tan impredecibles y no suelen hacer caso a un no. –dijo Stefano. Ella sonrió a su pesar pues lo cierto es que a unos metros estaban sus esposas, es más, tuvo ganas de reír a carcajadas, sintió la risa subir por su garganta. Apretó los labios en un intento por ganar control.
- León te llevó al desierto a pesar de que todo estaba en orden ¿no es así? Medida que a cualquiera le parecería exagerada pero, estaba en lo correcto. –Máximo continuó y ella asintió sin dejar de pensar que pasaría si ellas entraban, iban cubiertas de todos modos, pero aun así.... Debería estar con los nervios de punta, pero todo esto le recordó sus travesuras juveniles y curiosamente sintió levantarse algo pesado de su corazón que la dejaba más liviana, menos tensa, menos preocupada. No es que no se preocupara por sus amigas, claro que si las descubrían habría problemas pero, ellos las amaban y todo terminaría arreglándose, aunque no era el caso que el viaje de Jaquie y Ally saliera a la luz, sintió la chispa de la adrenalina y sonrió hacia Máximo.
- Entiendo los cuidados, el temor... pero como le dije a León hace poco, somos más fuertes de lo que parecemos.
- Ninguno de los tres duda que lo son, el caso es que creo que son más fuertes que nosotros y si a Ally le pasara algo, no sé como podría continuar, ella lo haría sin mí, lo sé. ¿Yo? No lo creo. –se lo dijo con una sonrisa y Gabriela parpadeó, no solo porque se veía sumamente guapo sonriendo, sino porque lo que decía salía desde su corazón y tampoco a él le daba pena admitirlo. Y le ayudaba a entender un poco más a su propio esposo.
- No podría haber encontrado mejores palabras. –dijo Stefano entonces. Vio entonces a León a quien le brillaba la mirada, le dijo con ella que estaba en igualdad de condiciones, que sin ella no podría seguir.
- Pero si es Máximo Vecchio. –dijo una voz desconocida y él excusándose se apartó para saludar. León fue requerido y ella se quedó con Stefano.
- Ustedes tres están cortados por la misma tijera. –dijo sin pizca de reproche.
- Y ustedes tres también. –le respondió pasándole una copa de jugo.
- ¿Jugo?
- Aun estás en recuperación y con medicamentos ¿no?
- Claro que no. Estoy cien por ciento bien. –la verdad es que aun tomaba algunos.
- Deja que el hombre te cuide. Creo tienes una idea de por lo que él también ha pasado.
- La tengo. –ella suspiró.
- Quizás por que soy hombre le entiendo y también porque tengo mi propia cuota de preocupación, ansiedad y demás con la mujer que amo. El no poder hacer nada por evitarles dolor, te consume, no se olvida. Él no va a olvidarlo.
- Es lo que me preocupa. –admitió ella viéndolo conversar con Máximo y otra persona. Vio de reojo la puerta principal esperando que fueran vistos por las chicas de inmediato en cuanto entraran.
- ¿Qué cosa? ¿Qué él no vuelva a ser él mismo?
- Me cuida demasiado, como si fuera de porcelana y sí, eso me preocupa.
- Dale tiempo.
- Lo haré, pero no voy a romperme.
- Quizás el que se rompió fue él.
- ¿Por qué siempre dices cosas tan acertadas? A veces es frustrante. –le dijo intentando sonar dura, pero moviendo la cabeza suspiró de nuevo, sintiendo una nueva oleada de comprensión. –gracias.
- Por nada.
- Arrogante.
- Sí, eso dice Jaquie a menudo.
Gabriela dirigió su mirada a la puerta de nuevo.
- ¿Esperas a alguien?- le dijo Stefano captando su mirada.
- Mis primas, ya deberían estar aquí. – Y tu esposa junto a la de Máximo también.
Justo en ese momento vio a las cinco entrar, la adrenalina corrió por todo su sistema. Le sonrió a Stefano y le dijo que se unieran a León y a Máximo, logró que todos dieran la espalda y ansiosa miró una copa de champán.
Le hacía falta algo de alcohol en las venas, intentó tomar la copa y con sumo cuidado y discreción León se la quitó de las manos. Ella resopló y sus dos malvados amigos se rieron.
- ¿Se quedarán toda la semana? –dijo ella minutos después.
- Claro que no.
- No, si queremos seguir con vida. –añadió Máximo y ella pensó en como esa expresión estaba siendo usada con frecuencia últimamente.
- Nos vamos mañana temprano.
Maldición. Se dijo ella. Las chicas tendrían que irse esa misma noche. Tenían que armar el plan de escape ya. No se atrevía a buscarlas con la mirada, tenia tres inteligentes hombres al lado y no se les escaparía ni un detalle.
- La próxima ellas deben venir, por favor. –pidió.
- Por supuesto. –le contestaron.
- Debo ir a ver a tu padre, León.
- Seguro no tarda en venir.
- Aun así, quiero ver que lo retrasa. Vuelvo enseguida le preguntaré a alguna de las chicas. –y se alejó. Las buscó sigilosamente y las vio de lo más divertidas. Rodó los ojos, no era normales, ninguna. Debían estar muriendo de miedo y allí estaban todas, disfrutando de la aventura. Habiba la vio primero y le hizo señas de que la alcanzara. –Tienen que irse esta noche. –le dijo apenas moviendo los labios.
- Maldición. –le contestó Habiba. – de todas maneras tenemos idea de como sacar de su aletargamiento a León.
- Me siento mucho mejor, si necesita tiempo que así sea. –dijo serena.
- ¿Segura? –preguntó Habi con ternura.
- Sí. –lo cierto es que lo estaba, o al menos no tan angustiada.
- Bien, de todos modos creo que ya no podemos detener lo que iniciamos.
- ¿Qué iniciaron? –dijo Gabriela temiendo la respuesta.
- Pues una buena amistad con tus amigas. –contestó Habi con ojos inocentes.
- Habi...
- Nada, nada. Te lo juro.
- Sáquenlas de aquí lo antes posible. Cuando estén por partir, avísenme. Al menos quiero darles un abrazo de despedida.
- Así será. –Habiba se retiró presurosa. Segundos después vio que Jaquie y Ally se acercaban peligrosamente a donde estaban sus esposos. Se quedaron a escasos metros y fingieron charlar cerca de una mesa de aperitivos.
- ¿Qué rayos pasa? –dijo aproximándose a sus primas. -¡Las descubrirán! –con terror vio como Stefano de pronto volteó el rostro así sin más y dirigió su mirada hacia esas dos. Frunció el ceño y lo vio parpadear con fuerza. Jaquie se dio la vuelta y salió a paso lento, como si tuviera todo el tiempo del mundo, Stefano la miró pero se quedó estático dudando si ir tras ella o no. Allyson decidió dar una vuelta y rodear donde justo estaba su esposo con León, cuando pasó a su lado, Máximo detuvo la conversación y se quedó muy quieto, observó la espalda de la mujer que acababa de pasar cerca de él e hizo amago de seguirla. Pero, el que estaba platicando con él y León le habló y se contuvo de hacerlo. Todo lo veía Gabriela en cámara lenta. –me voy a desmayar. –dijo con voz ahogada.
- ¡Mis idolas! –dijo Baasima emocionada.
- Están locas. –añadió Azima con la boca abierta.
- ¡Dios, las amo! –Habiba se mordió los labios para sofocar la risa.
- ¿Por qué hicieron eso? –preguntó Gabriela con voz ahogada.
- Dijeron que tenían ganas de un poco más de aventura, ya que esta finalizaría tan pronto.
- Van a provocarme un infarto.
- Me encantan... -dijo Baasima saliendo detrás de ellas. –me las llevo. Alcáncennos cuando les avise. Detengan a esos dos. –Vieron como Stefano y Máximo hablaban con León con gesto concentrado para luego sacar sus teléfonos de inmediato y buscar lugares tranquilos para llamar. Gabriela fue hacia su esposo.
- ¿Pasa algo? –dijo preocupada y claro, que lo estaba.
- No lo sabemos. –contestó León mirándola con intensidad.
- Bueno dime, que me dejas con ansiedad.
- ¿Has recibido visitas interesantes últimamente? –preguntó con suavidad.
- Muchas, en realidad ¿Qué clase de pregunta es esa? –ni bien había terminado de hablar Max y Stefano se acercaron con la duda revoloteando en sus ojos.
- Creo que volaremos a Grecia. –anunció Máximo.
- ¿Por qué tan pronto? –preguntó ella en serio preocupada. -¿Ellas están bien?
- Creo que demasiado bien. Mi madre dice que Jaquie y Allyson tuvieron un día divertido pero cansado y ambas duermen. Ninguna atendió nuestras llamadas.
- Bueno, es de noche.
- No allá. Te recuerdo querida princesa.
- ¿A que viene todo esto?
- Ambos sentimos que están aquí. –dijo Máximo entonces dedicándole una mirada perspicaz.
- Sí, claro. –dijo Gabriela empezando a reír. Lo cierto, es que hizo lo que pudo para no sonar nerviosa.
- Nuestros hombres siguieron a quienes consideramos sospechosas, no las alcanzaron. Si no lo hicimos nosotros fue porque no queremos causar un escandalo y porque ellas son capaces de todo, pero, aun así esto... no creo, es demasiado aun para ellas. –Baasima conocía muy bien un pasadizo del palacio, uno en el cual las dejaban jugar de niñas y que le habían enseñado a ella hacía poco en un intento de distraerla.
- ¿En serio Stefano? ¿demasiado?
- Sí, porque tenían clarísimo que esto significaría un enfado monumental de nuestra parte. Y además Durban está lejos, las niñas... no, no lo creo.
- Allyson está embarazada además. –Máximo se pasó una mano por el rostro.
- No quieren creerlo. Más bien. –dijo León con una sonrisa divertida. –ya di aviso que las busquen.
- ¿Perdón?
- ¿Tienes algo que decir amor?
- Que los tres son unos obsesivos desconfiados y que están locos. –se dio la vuelta y salió con calma, cuando salió al pasillo corrió. Cuando volteó vio que era seguida de cerca por Azima y Habiba. –rápido. –les dijo y se metieron en una sala de exhibición movieron unas piezas de un tablero de ajedrez y la puerta oculta se abrió. Avanzaron rápidamente y alcanzó a las otras tres, justo en la salida que daba a un pasillo que llevaba fuera de palacio. –están locas. –les dijo abrazándolas.
- No debí haberle guiñado un ojo a Stefano. –dijo Jaquie.
- Ni yo haberme puesto el perfume de siempre. –añadió Allyson.
- No me habría perdido de esto por nada. Si todo sigue igual nos veremos pronto.
- En ese caso Gabs, que todo mejore y que nos veamos en circunstancias menos ¿intensas? –Allyson la abrazó y le siguió Jaquie.
- El auto está aquí, tienen que irse. –las urgieron las demás y en medio de abrazos y risas, se fueron al aeropuerto donde las esperaba el mismo jet. Todas rogaron que llegaran antes que sus esposos.
Gabriela entró unas horas después a su habitación, vio un hermoso camisón bordado en color crema en la cama con un lazo de regalo, era casi una obra de arte. Lo tomó en sus dedos y admiró el tejido. Pensó que a lo mejor era un regalo de León. Estaba muy cansada, el día había tenido su buena dosis de emoción y de aventura. Ella había hecho todo para retrasar a Máximo y Stefano, habían perdido su equipaje en Palacio gracias a Habiba, lo cual les dio una hora más. Tardaron otra hora más en salir, pues el sirviente que les acompañó por error les encerró en sus habitaciones y extravió las llaves. Ese sirviente había sido instruido por Baasima y no hizo más porque los vio bastante desesperados. Al irse, León les acompañó hasta el mismísimo aeropuerto quedando demostrada la complicidad y amistad de esos tres. Pero ellas ya llevaban su buena ventaja. Y rogaba porque llegaran antes. Cuando salió del baño con el camisón puesto solo pensaba en tumbarse en la cama y mensajearse con sus amigas. León entró en ese momento y se quedó quieto mirándola.
- Te ves hermosa. –le dijo con suavidad.
- Gracias y gracias por el regalo.
- ¿Cuál?
- El camisón.
- Yo no te lo di. –frunció el ceño.
- Bueno, lo encontré en la cama con un lazo, pensé... da igual. –no importaba seguro lo sabrían.
- Llamaré preguntando. –Fue al teléfono.
- Claro que no, es tardísimo. Estoy muy cansada.
- Gabriela...
- ¿Si?
- Jaquie y Allyson estuvieron aquí ¿verdad?
- No. –respondió tomando el cepillo y pasándolo por su cabello sin dejar de mirarlo, no iba a verla dudar. Él se acercó y le levantó el rostro poniendo un dedo en su barbilla.
- No me mientas. –dijo en un murmullo.
- No lo hago. –aseguró sin cortar la mirada.
- Si así fue, estarán en graves aprietos.
- ¿Y yo? ¿También lo estaré? –le quitó su mano y le dedicó la más inocente de las miradas.
- Quizás. –ella vio un destello familiar en sus ojos que desapareció enseguida. Vaya, vaya pensó sintiendo renacer la esperanza.
- No lo sabremos, porque ellas no estuvieron aquí. –se encogió de hombros y se metió en la cama. –buenas noches.
Al despertar lo primero que vio fue varias docenas de rosas blancas dentro de su habitación.
- ¿Y esto? –preguntó a Salma.
- Se las han enviado princesa.
- ¿Quién?
- No hay tarjeta.
- Que raro.
- Es lo que digo yo, que raro... -León entró y rebuscó entre las rosas con brusquedad.
- Se habrán olvidado. –se encogió de hombros y lo ignoró. No pudo seguir ignorándolo el resto del día cuando llegaron más ramos de distintas flores.
- Esto ya no me gusta, parece que alguien te corteja. Daré con quien sea, después de todo la seguridad aquí es impecable. –León vio que ella ponía gesto de concentración. -¿Tienes idea de quien es? –ella negó de inmediato.
- No.
- Podría ser cualquiera, eres hermosa.
- Pero soy tu esposa. Quizás alguien solo quiere ser amable.
- El que estés casada no limitaría a muchos, pese a que podría significar su muerte. –dijo molesto. –y abundan en las celebraciones, demasiados invitados, demasiados hombres...
- Ni que alguno de ellos pudiera reclamarme para sí, soy tu esposa. –ella lo vio quedarse petrificado.
- ¿Qué has dicho?
- Que soy tu...
- No, antes.
- Que nadie puede reclamarme. –lo vio de inmediato tomar su móvil y dirigirse a la salida. No sin antes decirle que no saliera.
Después de despedirse anoche de las chicas Habiba le había dicho cosas raras que ahora cobraban sentido:
- En algún momento, León se pondrá algo curioso.
- Curioso ¿Cómo?
- No puedo decir más o tu rostro te delataría si lo sabes todo. Asegúrale que eres su esposa y que nadie más puede reclamarte. Solo eso.
- Bien. –dijo ella y recordando se abalanzó sobre el teléfono, en la madrugada había recibido mensajes de las chicas anunciando que habían llegado con bien y antes que ellos, así que esa parte estaba más que finalizada. -¿Habiba a que te referías con eso de que solo pertenezco a León?-preguntó en cuanto su llamada fue contestada.
- Ya se lo dijiste ¿no es así?
- ¿Tú enviaste todo esto?
- Si.
- Explícate.
- Si se comprueba que llevas tiempo sin estar con tu esposo, ejem... si no has tenido relaciones con él en un lapso de tiempo considerable, gente de cierta indómita tribu considera invalido el matrimonio... y los hijos solteros del Líder pueden reclamar a la esposa desatendida.
- ¿Qué?
- Empiezan mandando regalos y seguro León sumó dos más dos...
- ¡Pero Habiba si tú lo planeaste y gente de esa tribu está aquí ocasionarás un incidente!
- No están aquí, pero le haremos creer que sí. Eres una mujer que cualquiera quisiera tener, eso pensé cuando Azima le dijo esas palabras a tus amigas, así que querida prima prepárate para lo que viene...
- Oh mi Dios. –Gabriela se desplomó en su cama.
Me quedó muy largo y es prueba de que cuando pienso que ya voy a terminar, me surge algo y me extiendo innecesariamente. Pero el lío de estas seis no salía de mi cabeza.
Prometo que es recta final.
Besussss
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top