Capítulo 32

Hola chicas:

CAPITULO COMPLETO

 Si están leyendo esto es que Wattpad fue bueno y me dejó subir. 

- Bien, que alguien me explique como vamos armar una fiesta de disfraces que no existe, que nunca ha existido. –dijo Baasima mirando con enojo a Habiba, Gabriela se había retirado y ellas se habían quedado hablando.

- Y sin permiso por parte del rey. –añadió Habi logrando que las otras dos la miraran con cara de asesinato.

- Buen punto. –Azima arrastró las palabras. -¿Por qué no pensaste antes en ello querida?

- Solo quería generar la situación ideal para que León le hinque el diente a Gaby.

- ¿Le hinque el diente? No es una gacela.

- Es su gacela.

- Una que creyó en tus palabras.

- Calma, calma... algo se nos ocurrirá.

- ¿Por qué hablas en plural? Es tu lío. –le increpó Baasima molesta.

- Nuestro, porque ninguna me detuvo o me contradijo, o negó lo que decía. Estamos metidas las tres en esto.

- De nuevo. –dijo Azima suspirando.

- Ya que estamos de acuerdo en esto, Azima debes ir a llorarle a nuestro tío.

- ¿Perdón? –dijo la susodicha con los ojos muy abiertos.

- De las tres, eres a la que más le hace caso.

- Será por que soy la sensata aquí. –dijo enojada.

- Eres igual o peor que nosotras Azima. –dijo Baasima con una sonrisa conocedora.

- ¿Disculpa? –exclamó ofendida.

- Bueno, no cabe duda de que tienes una vena más tranquila en apariencia, no dejas que tus impulsos locos te dominen como a Habi y a mí, piensas antes de actuar, pero no por ello dejas de hacer lo que quieres o deseas, sobre todo si es algo que te va reportar una buena aventura.

- Y alguien que se junta con nosotras o está igual de loca o más. –añadió Habiba.

- Y las tres sabemos quien ha sido la mente maestra en casi todos nuestros líos famosos.

- Yo no... -inició Azima.

- Tú... SI. Fue tu idea ir a ese oasis perdido en medio de la nada. No es que me queje, me divertí horrores. –Baasima se sentó frente a ella y empezó a enumerar con sus dedos.

- ¡Yo solo se los mostré en internet!

- Y también sugeriste ver si podíamos llegar y regresar sin ser descubiertas.

- Lo del chile... -dijo Habi ya riendo.

- Solo iba a ponerle a mi plato.

- Aun pienso ¿Qué hacia una princesa en el área de cocina? –Baasima se llevó una mano al rostro en actitud pensativa.

- Quería ver el proceso de preparación de la comida. –dijo Azima enfurruñada.

- Ya, y por eso llevabas esa bolsa de chile entre tu túnica.

- Uno de la delegación coreana se portó mal conmigo. –dijo y eso sorprendió a las otras dos.

- ¿Y por eso decidiste llenar de chile la comida de todos?

- Solo la suya. Pero, ustedes llegaron y claro, todo se salió de control.

- ¿Es por lo que te pasó con el hijo de uno de los delegados? –Habiba preguntó curiosa. – ¿el de ojitos rasgados, boquita roja y carita angelical? ¡Dios! ¡Era hermoso! –Habiba quedó mirando a la nada perdida en los recuerdos. El chico tendría unos catorce años, las tres lo habían visto por uno de los jardines donde ellas paseaban, solo que de las tres la única que se había atrevido a hablarle para sorpresa de todas, había sido Azima.

- De angelical no tenia nada. –aseguró Azima con una mueca. –Pregunté su nombre en inglés, se quitó los audífonos pues iba oyendo música y me dijo en su idioma algo, como haciendo que no entendía nada y después lo escuché hablar en inglés y burlarse de que aquí vestíamos horrible.

- Y claro, el chile en su comida era la venganza idónea. –dijo Habi con una sonrisa divertida.

- Me falló, ellos comen chile. Desde allí leo más sobre las diversas culturas del mundo. Saqué algo bueno gracias a ese angelito con cuernos.

- Pero estábamos con que la mente maestra eres tú. –prosiguió Baasima con una mirada maliciosa. – la que empezó a montar camellos fuiste tú.

- Pero no la de la idea de competir. –replicó.

- Por ti vimos esas películas de alpinismo y tú decidiste escalar la torre del área de los empleados.

- Sola, nunca dije que me siguieran...

- Sabes que nunca podemos decir que no a una buena aventura. –dijo Habi riendo.

- Y aun así, te las has arreglado para parecer la normal y sensata de las tres. Toda una mente brillante.

- Me haces ver como una mujer que tiene dos caras Baasima.

- Jamás dije eso, solo digo que tienes más fuego en las venas de lo que dejas ver, y mira que lo digo yo, necesitarás a alguien que pueda con ello. Pobre del inocente que no vea más allá de tu sensatez y se quede con tu superficie blandita color rosa pastel. Porque por dentro tu color es el rojo fuego...

Y por supuesto, Azima lo hizo. No, llorar no, fue hacia donde el rey. Sumamente molesta de que fuera considerada la iniciadora de las múltiples fechorías que habían hecho juntas. No es que tuviera fuego en la sangre, simplemente que había cosas que quería hacer y por ser princesa le negaban, ella solo reclamaba el derecho de hacer lo que mejor le pareciera. Como una mujer normal y corriente. Así que ella era la mente maestra ¿no? Habrase visto el descaro de esas dos de culparla. Azima llegó a las habitaciones del rey y fue recibida en el área de visitas, se inclinó y quedó arrodillada hasta que su tío le pidió que se acercara y se sentara a su lado.

- Te noto molesta querida. –le dijo cuando llegó a su lado.

- Para nada Majestad.

- En privado puedes decirme tío. –ella asintió recordando eso.

- Tío, no estoy molesta, bueno, no tanto. –admitió con una leve sonrisa, ella no podía mentirle al rey y no por lo que representaba, sino porque sabía que tras la apariencia dulce y benévola había mucha sabiduría y astucia.

- ¿Por eso vienes a verme?

- En parte, mis primas dicen que tú me escucharás a mí, pero debo decir que lo que vengo a proponerte no es cualquier cosa. Y que sé que es más que probable que la niegues.

- Aun así has venido.

- Es una pésima idea pero, puede resultar si nos la concedes.- dijo mirándolo con sus bellos ojos para luego bajarlos con recato.

- Ah, esa mirada, puede hacer que cualquiera quiera concederte todos los caprichos de tu corazón. –dijo el rey con una sonrisa tierna. –dime, ¿Qué desean tus primas y tú? ¿Por qué no están aquí, saltando y riendo mientras intentan camelarme?

- Porque son unas cobardes. –dijo ella en un susurro. Pero fue escuchada y el rey rio.

- Veo que no es cualquier cosa la que pedirán y han enviado a su mejor carta. Así que... habla.

- La Princesa Gabriela te pedirá ser anfitriona de varias de las veladas y actividades de la semana de nuestras fiestas. –empezó.

- Será concedido por supuesto.

- Ella, ella... esto es muy privado tío.

- Cuentas con mi silencio.

- Gabriela, la princesa cree que León no querrá tocarla de ninguna de las maneras, pues él tiene miedo de hacerle daño y ella, pues.... Está en óptimas condiciones y no quiere que... -se sonrojó violentamente. –no sé como seguir. –admitió.

- ¿No sabe como lograr seducir a su esposo y que este la trate como antes?

- Exacto. –Azima respiró aliviada de haber sido entendida pese a su pésima explicación.

- ¿Y que podría hacer yo? –lucía realmente intrigado.

- Hemos pensado en que una fiesta en especial podría encender la chispa.

- Habrá muchas fiestas, ¿Cuál de ellas?

- Una que no existe. –Azima tragó saliva nerviosa. – le dijimos a Gabriela que había una fiesta de disfraces y que esa podía ser la ocasión ideal para que despertara el interés de León, no es que no lo tenga, pero me refiero al interés que pues... ese que...

- Ya, ya entiendo.

- ¿En serio?

- Claro, quieren que autorice dicha fiesta y todo lo que conlleva.

- Es mucho pedir ¿verdad? –Azima le miró con ojos implorantes y el rey movió la cabeza ocultando su diversión. Esos ojos podían cautivar a cualquiera, aun no entendía porque su obstinado y necio hijo Omar nunca se había detenido a observarlos ¡Lo que hubiera dado por que Azima hubiera sido su nuera! Encima tenía el corazón puro y todo lo necesario para ser una reina. Era muy reciente hablar con Azima, pero lo cierto es que quería que ella fuera la segunda esposa de Omar, y su hijo tendría que aceptarlo. Con el tiempo la dulzura e inteligencia así como la belleza de Azima podrían ganar el corazón de Omar. Esperaba así fuera pues no quería tampoco condenar a su sobrina a una vida desdichada. Con ese pensamiento en mente sonrió complacido.

- No, no es mucho pedir si está en juego la felicidad de León y Gabriela. –vio encenderse la llama de esperanza y felicidad en esos ojos y rio.


- ¡Gracias tío! –dijo abrazándolo con fuerza y olvidándose del protocolo totalmente.


- Así que, esa fiesta será dentro de pocos días. A mitad de las demás celebraciones. –explicaba Habiba a Gabriela al día siguiente.

- Que raro, insisto que mi profesor de historia jamás la mencionó.

- Es nueva. –intervino Baasima.

- Entonces, explíquenme. –pidió Gabriela.

- Pues, es una fiesta de disfraces, puedes elegir el que mejor te vaya. Muestra piel, escote, qué sé yo y seduce a León.

- ¿Y provocar un incidente internacional?

- Llevarás una máscara.

- Juega con él, tiéntalo...

- Yo...

- Gabriela, él está loco de amor por ti y cuentas con el aliciente de que es hombre apasionado o ¿me equivoco?

- No Azima, no te equivocas.

- Esto está a tu favor. Te pondrás esa noche bellísima. Y verás como todo fluye.

- Es más ponlo un poco celoso y tendrás el cóctel perfecto para enloquecerlo. –dijo Baasima.

- ¿Celoso? No sé si sea buena idea. Porque se pone muuuuy celoso por lo general.

- Genial entonces. –concluyó Habiba. 

 ¿recuerdan las historias de las primas? bueno, no serán subidas aquí. Tienen ya su propio espacio y lo encontrarán en mis obras bajo "Historias extras"

CONTINUAMOS

- Seamos sinceras, necesitamos ayuda. –dijo Azima poco después.

- ¿A qué te refieres? La fiesta se realizará.

- Sí, pero tenemos que recrear el escenario perfecto para una seducción Baasima.

- ¿Qué tal si creamos algo estilo las mil y una noches?

- Eso suena perfecto, pero no sé, necesitamos que todo vaya a la perfección. Que León no le quite los ojos de encima a Gabriela solo por miedo a perderla sino, porque la quiere en su cama.

- De hecho la tiene en su cama, solo que no hay acción. –acotó Habiba.

- Sabes a lo que me refiero. –Azima rodó los ojos.

- ¿Qué hay de sus amigas? –preguntó Baasima.

- ¿Quiénes?

- Allyson y Jaqueline.

- ¿Qué hay con ellas?

- Creo que pueden ayudarnos...

24 horas después...

- Stefano va a matarte. –dijo Allyson a Jaquie mientras bebía un sorbo de su copa de jugo.

- ¿Perdón? –le contestó mirándola sorprendida.

- Que Stefano va a...

- Ya, que si te oí ¿te recuerdo que vas sentada a mi lado en este jet privado rumbo a Durban? ¿acaso Máximo estará feliz? –estaban por llegar.

- Estará furioso.

- ¿Entonces?

- Estoy embarazada, no puede matarme al menos hasta que nazca el niño. –Jaquie se atragantó de risa.

- ¡Eso no es justo!

- Lo sé. –le sonrió divertida.

- Por lo menos no pueden decir que hemos expuesto a las niñas. Nunca me había separado de Maddie esto es muy raro, ya la extraño.

- ¿Crees que no extraño a mi pequeña? –le dijo Allyson. –Pero, no te preocupes confío en todas las niñeras que quedaron a su cargo.

- No podríamos haber pedido mejores la verdad. –las dos madres de ellas, y la suegra y cuñada de Jaquie habían quedado con las niñas. –Además no tardaremos demasiado. Volveremos antes de que se den cuenta que hemos partido.

- Su viaje duraba una semana, tenemos tres días por lo menos para actuar. –los esposos de ambas estaban en un viaje de negocios juntos.

Cuando habían recibido esa llamada por parte de Azima prima de León y Gabriela, ellas estaban juntas en la isla perteneciente al esposo de Jaquie. Se habían sorprendido muchísimo, pues parecía que las primas de Gabriela les habían leído el pensamiento, justo estaban planeando irse a Durban. La suegra de Jaquie era la que les había dado la idea de que dejaran a las niñas y fueran, que ellos con toda probabilidad no se darían cuenta de su ausencia, pues por lo general les hablaban a los teléfonos móviles. El pequeño gran problema es que por lo pronto Durban lo tenían prácticamente prohibido, ese hecho había provocado ya una que otra pelea. Pero dado que Stefano y Máximo sabían lo que había pasado últimamente en el país en detrimento de Gabriela, no se sentían seguros de dejarlas ir. Aunque las amenazas habían parado, no estaban cien por ciento tranquilos al respecto.

- Esto será muy emocionante. En cierto modo extrañaba esta adrenalina.

- Nos hacía falta una pequeña aventura así ¿eh? –le sonrió Allyson.

- Una en la que de antemano sabemos que habrá un final feliz...

Gabriela había sido sutil al principio. Le había dicho a León que todo iba genial, que los cuidados excelentes a los que había sido sometida le habían hecho más que bien. Que su vida ya había vuelto a la normalidad y él rostro de él se había iluminado, para luego ensombrecerse un poco cuando le había contado que debía esperar para ser madre.

- ¿Querías que lo intentáramos ya? –preguntó inquieta.

- No, claro que no. De hecho... -le vio dudar.

- Continua.

- Había pensado en que no tenemos porque tener hijos. –dijo viéndola con un aire de determinación que la puso nerviosa.

- Pero Karim, la doctora ha dicho que en un año puedo tener un bebé perfectamente.

- Que en un año puedes intentarlo. –le corrigió.

- Sí, claro, es así. Pero, el caso es que podemos, puedo.

- Pero no tienes por qué. Sería riesgoso y además....

- No habrá riesgo. –le dijo ansiosa.

- Además... -continuó como si no la hubiera escuchado. – Omar tendrá su heredero.

- No quiero tener un bebé para que sea un próximo rey, quiero un bebé tuyo y mío porque sí, porque podemos, porque quiero y además lo deseo.

- No quiero perderte. –le dijo acercándose y posando su mano en su mejilla, ella sintió que perdía el control ante su negativa. Se retiró con brusquedad. –Gabriela... por favor. –le pidió él y ella solo movió la cabeza.

- Es absurdo.

- Te amo a ti, te necesito solo a ti, no necesitamos nada más ¿o es que yo soy insuficiente para ti? –le dijo con aire dolido.

- No entiendes. –ella tragó saliva con fuerza para controlarse.

- Creo que la que no entiende eres tú. No pienso arriesgarte nunca más de ninguna de las maneras.

- ¿No volverás a tocarme entonces? –preguntó alzando su vista y enfrentándolo.

- Hay medios para evitar un embarazo.

- Parece que pese a ello, te inclinas por la abstinencia.

- No quiero lastimarte. –dijo desviando su mirada.

- Perfecto, esto es perfecto. No puedo tener un bebé y tampoco puedo tenerte a ti. –acusó abatida.

- No, no es eso. –él intentó tocarla y ella se apartó.

- Deberíamos dormir en habitaciones separadas.

- Sé que estás molesta... -empezó él intentado acercarse de nuevo.

- No sabes nada. –le dijo saliendo rápidamente de la habitación.

Gabriela se mordió el interior de su mejilla en un intento por no romper a llorar. A veces sentía que estaba en una montaña rusa de emociones. Se había salvado de morir y había perdido un bebé en el proceso, un bebé que de todas maneras no iba a ver nunca la luz pero aun así, eso no menguaba en nada la perdida. Y parecía que iba en proceso de perder a su esposo también. El baile de disfraces sería una perdida de tiempo pensó furiosa y dolida. Quizás era hora de tomarse un respiro e ir de visita a su antigua casa. Necesitaba paz, lo familiar, el abrazo de su madre, las pullas molestosas de sus hermanos y las regañinas de su padre. Que pasarán las festividades, lo haría. No le diría a las chicas, porque seguro intentarían detenerla. Pensó en Allyson y Jaquie, ellas seguro le dirían que sí, que se tomara ese respiro y se ofrecerían a acompañarla, al pensar en ellas las lágrimas empañaron sus ojos y se metió en el primer jardín que vio. Se sintió observada y de inmediato se volteó, desde lo ocurrido era mas consciente de todo lo que rodeaba, se dio cuenta de que aun tenia un largo proceso parar recuperar su antigua calma y confianza en su entorno. Había guardias por todos lados, seguridad extrema, pero aun le costaba relajarse. Dos mujeres ataviadas con vestidos tradicionales entraron, llevaban el rostro cubierto y Gabriela se llevó la mano al cuello de donde pendía una cadena con un pequeño diamante amarillo, regalo de León en su primer día en casa. No era una simple joya, el tocarla con algo de presión activaba una alarma y su ubicación. Ella acarició el diamante y esperó con el corazón latiéndole a toda velocidad. Cuando las mujeres se quitaron lo que cubría su rostro y las vio, lanzó una enorme exclamación de sorpresa y cuando se acercaron y la abrazaron con fuerza, ella hizo lo mismo y las lágrimas cayeron por su rostro, aunque estas eran de alegría e incluso parte de esa paz que ella quería.

- ¿Cómo? ¿Cómo es que están aquí? –dijo limpiándose el rostro.

- Métodos tradicionales: en avión. –dijo Allyson ayudándole a secar su cara.

- No puedo creerlo ¿y las niñas?

- Las tuvimos que dejar, están bien. –Jaquie le sonrió con ternura. –teníamos que venir.

- Oh. –dijo con decepción. –quería conocerlas.

- Ya tendrás oportunidad. En realidad estamos de incógnito. León no debe saber de nuestra llegada. –le dijo Ally en voz baja y las tres se sentaron.

- ¿Por qué?

- Porque correrá a decirle a nuestros esposos y se armará un lío monumental. Stefano vendrá a matarme y pues si eso pasa me pondré muy molesta también.

- León me dijo que ellos no querían que vinieran, por lo que pasó y porque ustedes han lidiado con su propia cuota de acosadores, secuestros y demás y... tienen razón chicas, no debieron.

- ¿No es seguro?

- Sí, lo es Jaquie pero aun así, ellos se van a preocupar.

- Por eso no se van a enterar y por eso andamos de rostro cubierto. Y me encanta. Estas ropas son tan preciosas. –Allyson levantó su manto y lo acarició.

- Pero, ¿Cómo entraron? La seguridad es estricta.

- E impresionante, debo añadir. Tus primas nos metieron. –le confió Jaquie.

- Justo estábamos hablando con Jaquie de como es que vendríamos a verte, no teníamos idea de como salir vía aeropuerto y ellos no se enteraran. Azima nos dijo que enviaría un avión privado y no tendríamos que pasar por los controles y demás. Y así no tendríamos que usar nada que alertara a Max o Stefano.

- ¿Mis primas? ¿Azima, Habi y...?

- Baasima. Son lindísimas, ahh me recuerdan como es que era de joven.

- Ni que fueras una vieja Jaquie. Serás mayor por unos ¿Qué? ¿dos o tres años?

- Sí, pero siendo madre y esposa de alguien como Stefano, créeme te da experiencia que de otra forma solo conseguirías después de muchos años.

- El caso es que nos llamaron y dijeron que necesitaban ayuda, para organizar un escenario perfecto de seducción. –Gabriela las miró sorprendida.

- ¿Perdón?

- No pedimos más explicaciones en ese momento, nos daban la salida ideal y secreta. Hablamos con ellas hace poco y nos trajeron contigo. –Allyson continuó.

- ¿Qué les dijeron?

- Que León está temeroso de que algo te pase y por lo mismo está muy contenido.

- Sabemos todo. O al menos lo que les has dicho. –le dijo Jaquie.

- No quiere hijos, no quiere que nada me ponga en riesgo. La vida misma es un riesgo y parece olvidarlo, el problema es que él ahora se considera uno para mí, creo que no quiere volver a tocarme en su vida. –Gabriela dijo todo de golpe y calló porque se le quebró la voz.

- ¿Tú que quieres hacer?

- No tengo idea Ally.

- ¿Qué es todo eso de la fiesta y seducirlo? –preguntó Jaquie.

- No va funcionar, ya no.

- No te presiones con la idea, pero aun así estoy de acuerdo con las chicas en algo. Vístete y ponte más hermosa si cabe. Que él vea que estás bien, que eres una mujer vibrante y llena de vida y que necesita un León al lado no un corderito asustado.

- Y que hay quienes estarían encantados con tenerte y nada temerosos. –añadió Allyson. –No estoy diciendo que le provoques, no es necesario. Solo sé quien eres, sé tú misma. Como dice Jaquie, que vea que estás llena de vitalidad, de energía, de pasión. Y si no funciona, estamos aquí para ayudarte con el siguiente paso que quieras dar.

- Pensaba en ir a ver a mi familia. –les confió.

- No creo que quiera dejarte ir por ahora. No quiere perderte de vista dicen tus primas.

- Pues si no funciona lo del baile, me largaré, ya me fui una vez sin que supiera como y puedo hacerlo una segunda. Van ayudarme ¿verdad?

- ¿Piensas irte definitivamente? –preguntó esta vez Ally.

- Claro que no, solo quiero ver a mi familia.

- Menos mal. –le dijo su amiga luciendo aliviada. –por todo lo que he visto y oído, él te ama Gabs. Pero si quieres irte por unos días y necesitas ayuda para ello pues...

- Aquí estamos. –concluyó Jaquie.

- ¿Por qué elegimos hombres así? –preguntó Gabriela con un suspiro.

- ¿Por qué nos encantan y no podemos vivir sin ellos? –dijo Ally riendo.

- Sí, por eso.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top