Capítulo 31

Dicen que la vida se compone de momentos, que no cuentan aquellos en los que estás respirando sino, aquellos que te dejan sin respiración. Pues él había estado a punto de morir también, se había olvidado hasta de respirar cuando la había visto tirada, con Azima abajo y con sangre en sus piernas, mortalmente pálida, pese a ello había susurrado su nombre y no había ido a ponerle fin a esa maldita mujer. Y, sinceramente no importaba el terror que él había vivido al pensar que la había perdido, simplemente no soportaba que ella cargara con el trauma también. En las esas fatídicas horas en que ella no despertaba, vez tras vez había pensado en ir al hospital donde Fátima estaba y terminar con ella de una vez por todas, pero no había querido separarse de Gabriela. No había podido ni dormir pese al cansancio, la zozobra y el miedo lo habían tenido atado a ella y despierto. Su padre le pedía que descansara para que cuando ella recobrara la conciencia él estuviera en condiciones de poder seguir cuidándola había dicho que no por supuesto, a él y a sus primas en muchas ocasiones. Omar no había dicho una palabra, solo había puesto su mano en su hombro y se había atragantado con las palabras, lo había visto temblar intentando darle algún consuelo y aunque odiaba a Fátima no odiaba a su hermano y agradecía el intento.

Le había sorprendido que de pronto había empezado a tener sueño, uno tan pesado que no podía estar en pie, miró con sospecha a sus primas quienes al igual que él habían hecho campamento en el hospital, aunque ellas dormitaban y comían, eran mujeres prácticas, le decían que por lógica querían estar bien para atender después a Gabriela, pero él no atendía a razones y no seguía su ejemplo. Habiba lo había visto con demasiada atención y él se había sentido mareado, ni tiempo le dio a rugir su desacuerdo, le habían dado algo para dormirle seguro.

Se había despertado horas después, descansado y sintiendo físicamente en condiciones, había abierto los ojos y con horror se había visto en una cama de hospital, con suero en sus venas, se lo había arrancado y sentándose trató de pensar en como castigar a las chicas, no lo haría se dijo a sí mismo momentos después. Sabia porque lo habían hecho, aun así ¿Cuánto tiempo había dormido? Ya le hubieran avisado si Gabriela hubiera despertado pensó. Y el pesimismo le invadió, ya habían pasado cuatro días ¡cuatro! Una eternidad. Fue al baño y se lavó el rostro, no bastaría pensó, estaba hecho una piltrafa, vio un cambio de ropa en una silla y se dio una ducha rápida. Se vio en el espejo mientras se lavaba los dientes, seguía viéndose terrible pero un poco menos que hacia unos segundos, un pensamiento le atravesó como un rayo ¿A quien se hubiera parecido el bebé? ¿A ella quizás? Se encontró parpadeando para alejar la repentina humedad de sus ojos. Vendrían más se dijo con toda la convicción que pudo encontrar, y si no venían no importaba, era ella la única que importaba, lo único que quería de la vida. Era ella a quien quería al lado con niños o sin ellos. Era ella la que amaba y la que era su vida entera. Fue a la habitación de nuevo y vio la hora ¡había dormido unas seis horas! ¡Iba a matar a esas tres! Se apresuró hacia la habitación de Gabriela, ya conocía el área VIP en la que estaban, enfermeros y médicos le hacían reverencias y por primera vez los ignoró. Antes de abrir escuchó voces y le pareció oírla a ella, un escalofrío le invadió, sintió que su corazón se saltaba un latido, agitó la cabeza pensando que lo estaba imaginando. Entreabrió la puerta y la escuchó claramente.

- Quiero ver a mi esposo ¿Cuánto lleva dormido?

- Lo suficiente. –dijo entrando con temor a que fuera una ilusión.

Pero entonces ella le sonrió y extendió sus brazos hacia él ¿Cómo podía lucir tan hermosa después de todo lo que había pasado? La estrechó en sus brazos, no pudo evitar esta vez que la humedad de sus ojos se desbordara. Ella le había susurrado que estaba bien y por vez primera admitió su debilidad, ella era su punto débil, su talón de Aquiles, el amor de su vida y por el hecho de haber estado a punto de perderla, porque se mezclaba el alivio, la alegría y los malos recuerdos también, dijo una verdad innegable: él no estaba bien, no, porque casi la había perdido y así sin más, sin importarle nada ni nadie, había llorado por vez primera desde que había perdido a su madre siendo un niño.

Cuatro semanas después...

Él corría y corría, pero los pasillos se agrandaban, se alargaban y no podía llegar jamás al extremo final. Escuchaba a Gabriela llamándolo, oía la voz de Fátima enloquecida siguiéndola. El sonido de alguien cayendo por escaleras y el grito de Gabriela resonando con fuerza...

León se despertó de golpe y se sentó en la cama, estaba agitado y sudando pese a que el aire acondicionado estaba encendido. Ya que la neblina del sueño se aclaró, se giró de inmediato para ver a su lado, Gabriela dormía tranquilamente, su corazón empezó a normalizarse. Extendió su mano y acarició su cara con delicadeza.

- ¿Todo bien? –le dijo ella aun con los ojos cerrados.

- Lo siento, te he despertado.

- Tengo el sueño ligero últimamente. –respondió abriendo los ojos. Detuvo su mano que aun seguía en su rostro y se la llevó a los labios besando la palma. Él cerró los ojos por un breve instante. -¿Una pesadilla?

- Algo así.

- Yo aun las tengo. Se irán cariño, a su debido tiempo. Ven. –le dijo extendiendo sus brazos hacia él. –abrázame. –él lo hizo y poco después ambos durmieron sin pesadillas al menos por esa noche.

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- Pese a lo que has dicho a todo el personal, no soy de algodón ¿sabes? –le decía Gabriela a su esposo a la mañana siguiente mirándolo con ojos entrecerrados, desde la cama.

- Por ahora lo eres. –Le lanzó una mirada que supuestamente tenia que ser de advertencia pero solo quedó en el intento.

- Ya puedo ir.

- No.

- Han pasado cuatro semanas León.

- Poco tiempo. –se acercó a ella y le tendió una taza de té.

- No quiero estúpido té. –él empezó a reír.

- Oh, vamos. –le dijo él con dulzura al verla enfadada. –no me gusta que te enfades, pero debes entender. –se sentó en la cama a su lado. –debes tener todos los cuidados necesarios. No exponerte...

- Solo iría unas dos horas, las chicas han avanzado mucho con las actividades que hemos programado y me lo estoy perdiendo todo. Tampoco quiero forzarme a nada que no pueda hacer, pero me han cuidado taaaaan bien y mimado demasiado que creo que jamás me dejarán hacer algo nunca más por mi cuenta y eso me desespera. Además, no hay amenazas y lo sabes... -dicho esto ultimo los dos quedaron en un breve silencio mirándose.

Fátima había muerto en el hospital, se había arrancado cables y sueros, salido de la habitación por una ventana en una madrugada y según las cámaras se había tirado adrede desde allí. La explicación al mundo exterior había sido que convaleciente de una cirugía había tenido complicaciones y fallecido. En Durban sin embargo y pese al mutismo del hospital por respeto, se manejaba la realidad: que ella se había suicidado. Omar llevaba todo ese tiempo en una profunda tristeza, pese a ello era a tomar en cuenta que sus hijas conseguían sacarlo de su enclaustramiento y lo hacían comer y tomar aire fresco. Amala purgaba una condena de muchos años y se había librado de la horca por muy poco.

- No va a pasarme nada. –le dijo ella estirando su mano y acariciando su mejilla.

- Eso no puedes prometérmelo.

- No, no puedo, pero aun así tenemos que continuar con nuestras vidas ¿no crees?

- Eres mi vida, Gabriela.

- Entonces deja a tu vida continuar. –le sonrió dulcemente.

- Bien. –ella le sonrió aun más brillantemente. –pero aun no. –ella se desinfló, aunque en realidad le entendía.

La familia de Gabriela solo sabia que ella había perdido un bebé, había evitado dar mas detalles pues lo que menos quería era entristecerlos más. Había hecho muchas promesas de que iría pronto y había evitado de todas las maneras posibles que fueran a verla, sabia que estando en Durban iba a serle muy difícil ocultarles lo que había pasado en realidad.

Así que usó el mismo plan con sus amigas, se sorprendió de que le creyeran todas y cada una de sus palabras, de que no la cuestionaran y aunque se deshicieron en mimos y palabras de animo por teléfono y le hicieron prometer que al visitar ella a Italia se verían no insistieran en el tema. Era raro, pues eran muy inteligentes y perspicaces, claro que prefería que le hubieran creído pero aun así... no dejaba de ser raro.

Allyson le había dicho casi a regañadientes que estaba esperando otro bebé, ella la había felicitado sinceramente pero su amiga no se había extendido en el tema y ella sabia el por qué. Quizás era por eso que no la habían cuestionada más allá. Jaquie también debía pensar igual, recordó que su amiga no podía quedar embarazada y la empatía desde un nuevo ángulo la invadió.

Había llorado mucho por su bebé perdido, sabia que León sentía la perdida igual que ella, él era quien a veces cuando la veía llorar la tomaba en su regazo y la acunaba con una ternura y compasión tal que llenaba su corazón y alma de consuelo. Sentía hasta lo más profundo que él sufría igual que ella.

No hace falta que pasemos por lo mismo, le decía. No vamos a presionarnos por un bebé, le repetía y ella asentía mostrando su conformidad, pero quedaba aun esa pequeña llama de esperanza dentro de ella. Quizás, algún día, no muy lejano.

Lo peor eran los sueños, las pesadillas se iban alejando cada vez más, pero los sueños, esos que eran bonitos. Donde un bebé de ojos dorados balbuceaba un "mamá" o una pequeña parecida a ella pero también de ojos de fuego cantaba en árabe para ella y León. Eran eso sueños los que la despertaban y se descubría con la cara envuelta en lágrimas. Poco a poco sin embargo, también habían remitido, se había concentrado en responder bien a todo el amor y cuidados que le profesaban.

Aun así los días pasaban con lentitud, Karim era ahora su médica de cabecera, que una mujer lo fuera de la princesa del país era algo totalmente nuevo, pero Gabriela confiaba mucho en ella, le explicaba las cosas con suma claridad y no le omitía detalle alguno. Las chicas habían sido nombradas embajadoras culturales y habían asistido en representación de ella y del país a unos pocos lugares fuera de Durban. Ella le había pedido a su esposo que las nombrara, tenían capacidad, talento y un carisma único y él no le había dicho que no, no había puesto traba alguna, pese a que las princesas eran líos con piernas la mayoría de las veces. Lo cierto es que León no le negaba nada, sospechaba que esa sería una constante en su matrimonio, ser constantemente mimada. No es que no fuera agradable, no es que no se sintiera amada, pero, quería ser tratada por él como siempre, como antes, era su igual, no una frágil muñeca de cristal.

Pronto se cumplieron tres meses del ataque de Fátima y de su aborto. Tenia cita médica con Karim y esta vez pidió salir de palacio y no recibir dicha cita en sus habitaciones, le fue concedido ya que Gabriela rebosaba de salud gracias a los cuidados múltiples que recibía. Había algo en particular que quería saber y preguntar.

- Princesa. –le dijo Karim con una sonrisa sorprendida al momento de inclinarse. –pensé que iría yo a verle. No debió...

- Oh, sí que debí. –le dijo entrando y dándole un breve abrazo, le agradó que Karim se lo devolviera y no quedara paralizada por la impresión. La gente de Durban no era afecta a demostraciones públicas de afecto.

- Me alegra verla tan bien.

- Es que mejor, imposible. –se sentó.

- Estaba viendo su expediente precisamente, todo marcha bien. No hubo complicaciones, la cirugía fue muy noble, incisión pequeña, por dentro todo va muy bien. Cicatrización perfecta y luce genial. –concluyó Karim desde su escritorio.

- Tengo una pregunta.

- Por supuesto.

- ¿Habría mucho problema si busco un bebé...? Sé que sí, es decir, ¿Cuánto debo esperar para buscar un bebé?

- Han pasado tres meses, yo recomendaría por lo menos un año completo. Espero que no se impaciente princesa, a la larga eso podría tener un efecto adverso. Puede tensarse demasiado y su cuerpo no querrá cooperar.

- Es cierto. –suspiró. –en ese caso yo... -se inclinó como para susurrarle algo. -¿ya puedo hacer el amor con mi esposo? –Karim le sonrió divertida, aunque luego recordó ante quien estaba y carraspeó un poco.

- Sí princesa, ya puede. No veo razón alguna para impedirlo.

- Tendré que cuidarme ¿verdad? –preguntó Gabriela bastante animada por la noticia de la doctora.

- Sugeriría que él lo hiciera. Claro, que es cosa de los dos.

- Siempre fui muy sana y ahora se me ha administrado medicamento que equivale a todo lo que jamás tuve que consumir, preferiría no tener que darle nada más a mi cuerpo. Así que quizás deba comprar condones ¿no es así?

- Sí, si claro... -Karim empezó a toser y a ponerse roja y Gabriela ocultó como pudo una carcajada. No dejaba de ser una mujer de Durban.

Era una excelente noticia, pero no sabia como dársela. Lo de tratarla como si fuera de la más fina porcelana tenia que acabarse pensó, solo que no tenia idea como. Sospechaba que León dejaría pasar muchos meses más hasta estar seguro que no fuera a incomodarla en modo alguno. Cerró los ojos con frustración. Temía que no fuera cosa de solo unos meses, lo había sentido y sospechado desde hacia ya días. él tenia miedo de hacerle daño de cualquiera de las maneras y ellos siempre habían sido rudos y apasionados...

- ¿Te ha ido bien? –preguntó la dulce Azima ese mismo día un poco después de que llegara a Palacio.

- Excelente. –contestó llevándose una tarde té a los labios. Un recuerdo malicioso la asaltó, el aroma de los tés y de las flores no lo soportaba los primeros días después del incidente, le recordaba lo sucedido, era otra de las cosas con lo que había tenido que batallar, agitó imperceptiblemente su cabeza y bebió.

- Mira. –Baasima le extendió su Tablet y miró la foto que había subido a twitter. Era una foto de ella y León en París mientras entraban al hotel donde se habían hospedado. El pie de foto decía el por qué de su visita y que ambos iban en calidad de representantes de Durban.

- Pareciera que ha pasado mucho tiempo. –dijo ella con nostalgia.

- Se ven muy guapos.

- Él se puso tan celoso esa vez. –dijo en un susurro.

- ¿Perdón qué? –preguntó de inmediato Habiba.

- ¿Has dicho celoso? –se interesó Baasima sentándose con presteza enfrente.

- Cotillas... -dijo Azima y las otras dos la silenciaron. Ella emitió una carcajada.

- Pensó que un hombre el cual no sabía que era primo hermano mío me estaba ofreciendo escapar a su lado. –dijo sabiendo que no se detendrían hasta que ella les dijera algo.

- Oh. Sigue. –le pidieron Habi y Baasima.

- Bueno, prácticamente le dijo que iba a matarlo. Claro que no creo que realmente lo fuera a cumplir. –su voz se fue apagando al decirlo, sabiendo que muy probablemente León si lo hubiese cumplido de ser cierto que ella estaba escapando.

- Sabes tan bien como nosotras que nuestro primo lo habría hecho trizas. –dijo Habiba. –polvo y dispersado al viento.

- ¿Y que paso después? –a todas les sorprendió que fuera Azima la que preguntara. Quizás por eso, ella siguió hablando.

- Pues, se puso furioso, corrió a todo el mundo, quedamos los dos solos y...

- ¿Te pegó...? –preguntó Baasima tranquilamente.

- ¡Claro que no!

- Que si te pego unos buenos besos y te llevó a la cama. No me dejaste terminar. –Azima se puso colorada, Habiba empezó a reír a carcajadas y Baasima simplemente se encogió de hombros divertida.

- Sí, sí lo hizo. –dijo ella perdida en el recuerdo. Repentinamente se sintió triste y lo reflejó en el rostro.

- ¿Qué pasa Gabriela? –preguntó Azima preocupada.

- No debería decir esto pero, no creo que, no creo que eso volvamos a tenerlo.

- ¿De que hablas? Te ama con todo su corazón.

- ¿Y su pasión? Sé que es pronto para adelantar juicios pero, lo veo tan contenido conmigo, como si no quisiera que ni un solo cabello de mi cabeza cayera a tierra. Como si el tocarme haría que me desvaneciera o fragmentara en pedazos.

- Él tiene miedo prima. –Azima le apretó la mano. –no quiere causarte dolor o inconveniencia alguna, aunque esté exagerando.

- Lo sé. –respondió cabizbaja.

- Entonces, debe ver que estás sana, más que sana... que estás llena de energía y pasión.

- ¿Y como pretendes que vea eso Habi? Él no verá lo que no quiera ver.

- Se acercan las fiestas mi querida Baasima. Ella ya está en condiciones de ser anfitriona de varias de las veladas.

- ¿Las fiestas?

- Si Gaby, de acuerdo a nuestras tradiciones es aniversario de la creación de nuestro país. Hay fiestas de todo tipo, la que más nos divierte y esperamos con ilusión es la de disfraces.

- ¿Se permite eso aquí? –preguntó Gabriela extrañada.

- ¿Qué no lo viste en tus clases de protocolo e historia?

- Sé que hay una semana de celebración, había olvidado la fecha y no recuerdo esa fiesta de disfraces.

- Es que es relativamente nueva.

- Bueno, pues tendrás esa semana para demostrarle que eres tú de nuevo. Habla con el rey, que te permita integrarte a los preparativos y demás, así León no podrá impedírtelo y la noche de disfraces, sedúcelo.

- ¡Habiba! –la regañó Azima.

- Ella tiene un buen punto. –dijo Gaby contemplando la idea. –ella lo tiene...

¡Hola! Va sin editar, así que disculpen. 

Pensé que acabaría antes de que terminara el año pero va ser que NO.

Buuuuuuu para mí.

Además no me gusta quedar en número primo, es cap 31, mejor finalizo con un número par y no, no es superstición, son tonterías mías.

Probablemente el otro sea el final, no lo sé. 

ES UN MISTERIO

¡Besos y abrazos hasta dónde estén!

pd. Gracias por la paciencia. Lo agradezco mil!!!!

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