Capítulo 30

León bajaba corriendo la escalinata de la salida del edificio del consejo, jamás nadie le había visto con semejante premura y desesperación en el rostro. Entró de inmediato al auto que le esperaba.

- ¿Quién te dijo? –preguntó a Abdul que iba en el asiento del copiloto.

- Karim es amiga de mi madre. –le dijo por toda respuesta.

- ¿Y así te has enterado?

- Claro que no, Karim me llamó inmediatamente esperando poder hablar con usted mi señor. Le preocupaba muchísimo el estado en el que se fue la princesa y que pudiera ocurrir algo.

- Pero, ¿te dijo que es lo que pasa?

- Lo único que le dije, que la princesa debe estar internada en el hospital, que allí no correría peligro. Dijo que en el hospital le diría lo que quisiera saber, que le dejaría a la princesa que hablara con usted primero.

- No contesta. –dijo pulsando nuevamente remarcar. Sus dedos no coordinaban bien, se fijó y abrió y cerró las manos en puños con rapidez para quitarse la lentitud que parecía haberle agarrotado las manos.

- He mandado la busquen mi señor.

- ¿Cuánto tiene que salió del hospital?

- Tendrá unos treinta minutos.

- ¿Localizaste a las chicas?

- Van rumbo a palacio también y por delante nuestros, dicen que todo estuvo bien y normal por la mañana. La princesa estaba bien.

León la recordó ese día al despedirse, ella le había puesto la corbata, bromeando sobre que lo prefería vestido como un Jeque del desierto y no como un ejecutivo por muy guapo que también se viera. Le había dado mordisquitos en la mandíbula mientras reía divertida y no se dejaba atrapar por sus brazos, no tenían tiempo para eso. Él debía reunirse con gente del extranjero y había optado por el atuendo occidental y ella no fallaba en su horario establecido, a veces estaba más ocupada que él ¿era eso? ¿Mucho estrés? ¿Pero por qué la doctora dijo que corría peligro? Algo pasó por su mente.

- Amal... comunícate con el equipo de seguridad que la rodea, que averigüen si todo está bien.

- Entendido.

- Manda más gente a Palacio, que busquen en todos los rincones, no solo a Gabriela sino a cualquier intruso o extraño. Doble guardia también a mi padre.

- Enseguida.

Sintió sudor en su frente y se quitó el saco, pese a que el aire acondicionado del auto siempre estaba en la máxima potencia. El corazón tronaba en su pecho con desesperación y con miedo.

- ¿Pasa algo? –preguntó Baasima a las otras dos mientras iban a toda prisa a Palacio.

- Gabriela al parecer está mal. –le contestó Azima. –no sé más.

- ¿Le dijiste a Abdul que en la mañana todo marchaba bien?

- Sí Habi, lo hice.

- Visir... ¿puedes ir más rápido? –le pidió Baasima al que conducía.

- Por supuesto.

Nadie la buscaba en palacio, había vigilancia pero nada que un uniforme de empleada no lograra hacerla entrar, de eso ya habían pasado días y cada vez era más difícil que le hicieran llegar comida y agua. Había tenido que cambiar de ubicación dentro de palacio en varias ocasiones, servía de mucho que ella conociera muy bien gran parte del inmenso lugar. Conocía bien porque le encantaba encontrar lugares donde esconderse de Omar y su asfixiante persona.

Solo había logrado medio limpiarse algunas ocasiones al principio, pero después ni eso le importó. Gabriela la estúpida estaba siempre rodeada de gente, personal, guardaespaldas... él. Era muy difícil llegar donde estaba, difícil poner sus manos en su cuello y retorcerlo. Había intentado que la que la ocultaba le pusiera en la bebida algo que la fulminara de inmediato. Pero se había negado y desde entonces eran más esporádicas sus visitas con agua, comida e información. Sentía que estaba a punto de traicionarla y ella ya estaba en un punto en que solo tenía un objetivo: matar a quien le arruinaba la existencia. Nada importaba ya, una tarde había escuchado a sus hijas mientras hablaban por un pasillo cercano a donde se ocultaba esa vez y comprobó sin emoción que estaba muerta por dentro, no había sentido emoción o anhelo o amor por esas criaturas que habían salido de su cuerpo, llevaban la mitad de Omar y solo eso lograba que lo poco que había sentido se fuera esfumando.

Hoy había elegido el deposito herbolario, quizás masticar algunas de esas cosas le sirviera para el dolor punzante en la boca del estomago, ella ya sabia que era, la bilis le quemaba el interior. Estaba resultando molesto y había entrado allí por la mañana, era un lugar concurrido pero se las había ingeniado para quedarse en un rincón amparada por las hierbas menos usadas de acuerdo a lo que le había dicho en una ocasión una de la servidumbre.

Había entrado gente para los tés de la mañana, estarían por volver para los de la tarde, su instinto se había agudizado por ir escapando así que cuando la puerta se abrió y escuchó solo un par de pisadas se levantó para asomarse, vio una espalda familiar que abrió las puertas que daban al balcón, el corazón le latió con alegría por vez primera en años. Era ella... por fin pagaría por todo lo que le había hecho, por todo lo que le había quitado. Se acercó, percibió el momento en que la detectó, era lista, lo reconocía, pero eso no bastaría ahora.

- Fátima. –dijo volviéndose y colocándose ambas manos en su vientre.

¿Qué tan alta sería la caída desde allí? Pensó relamiéndose con la idea, pero la vio pegarse a una de las puertas cercana a la salida. Aun así sonrió, ella le temía. Las manos seguían en la misma posición y un escalofrío de reconocimiento la envolvió.

- Estás preñada. –dijo escupiendo cada palabra.

*****************

Gabriela podía gritar, pero si lo hacía se abalanzaría sobre ella ¿y entonces? Sus ojos proclamaban muerte, seguro buscaría tirarla por el balcón. Automáticamente al confirmar quien era, había protegido su vientre, ese bebé ni siquiera vería la luz, la doctora había sido clara, probablemente él solo se desprendería y todo acabaría, pero aun latía dentro de ella e iba a protegerlo con lo que tuviera. Pero Fátima lo había descubierto, sabía su condición, tontamente la había revelado.

- No hay ningún bebé. –no lo habría.

- Mientes. –dijo en voz baja.

Fátima parecía en calma, y eso era peor. Parecía la calma previa a la tormenta.

- No lo hago. – dijo sincera y la vio dudar, sus ojos estaba inyectados en sangre, había perdido peso y se le veía en la cara demacrada y el cuerpo escurrido, apestaba a suciedad y sudor. Toda ella irradiaba locura. –vete, no diré nada. –aseguró y esta vez ella se carcajeó, rogó porque alguien la oyera y reconociera. Sintió algo caliente y pegajoso entre las piernas de pronto y la constatación de lo que pasaba le llegó como un rayo. Quiso llorar, deseaba hacerlo con todas sus fuerzas. Apretó las manos en puños y se mordió el interior de la boca con tanta fuerza que sintió el sabor a cobre de la sangre. Empezó a sudar frío.

- ¿Mi presencia la pone mal princesa? –le hizo una reverencia burlona que le recordó a Amal. –pero si estás tan pálida... pobrecita.

- La que en serio se ve mal eres tú. -siseó. –lárgate o gritaré y en segundos estarás acabada. –la vio sacar algo de su túnica, un brillo plateado anunció un cuchillo que parecía de cocina.

- Grita y esto se enterrará en ti.

Gabriela sabía que Fátima no sería tan rápida, se veía sumamente desmejorada, sin embargo ella no estaba en mejores condiciones, estaba perdiendo un bebé. Aun así tenía que intentarlo. Corrió hacia la puerta, notó que las piernas le temblaban. No llegó muy lejos, Fátima la agarró del cabello y la tiró hacia atrás tirándola al suelo con un fuerte golpe, se le subió encima y le lanzó un cuchillazo directo a la cara, sin saber si lo esquivaría volteó el rostro a un lado, el cuchillo quedó insertado en el piso que era de madera. Ella gritó con todas sus fuerzas, parte de ellas las usó para sacársela de encima, logró arrojarla a un lado haciendo tambalear un estante y que le cayeran unas cajas apresándola valiosos momentos. Gabriela se levantó con no poco esfuerzo, salió por la puerta y enfiló a las escaleras. La habitación de las hierbas estaba en una especie de torreón, las escaleras para bajar de ella no eran pocas. Volvió a gritar pidiendo ayuda, sintió la humedad bajándole en los muslos y siguió avanzando a trompicones, escuchó los rápidos pasos de Fátima detrás de ella y las rodillas decidieron ceder haciéndola rodar por un buen tramo. Algo la detuvo de seguir cayendo, levantó la vista y vio la angustiada mirada de Azima quien de rodillas había usado su cuerpo para detenerla y ahora estaba como colchón medio debajo de ella.

- ¡Gabriela, Dios! –gimió. -¡Aquí! –oyó que gritaba, era extraño porque la tenia cerca pero en realidad sonaba cada vez más lejana. Oyó más pasos y luego gritos. El sonido a lo lejos de una pistola soltando un disparo y luego llanto...

***************

- ¿Niños? Quizás algún día, cuando encuentre un apuesto hombre que me haga querer darle uno. –decía Jaquie comiéndose un helado y mirando hacia el inmenso mar azul desde su tumbona.

- ¿Para retenerlo? Que melodramático. –contestó Allyson burlona.

- No, para quedarme con una copia suya cuando me abandone por una súper modelo. –le contestó llevándose una mano al pecho teatralmente.

- Locas. –les dijo Gabriela ajustándose las gafas de sol. –no creo que tengamos hijos, al menos no pronto. -Cinco chiquillos aparecieron frente a ellas, dos era niñas y jugaban un improvisado partido de futbol bajo la mirada de unos adultos cercanos, no parecían rebasar ninguno de ellos los cinco años.

- Oh, son tan lindos. –Allyson se incorporó para verlos mejor.

- No me veo siendo madre. –dijo Jaquie pero tenia una sonrisa mientras los veía jugar. -¿Qué hay de ti Gab?

- En un futuro sí...

Recordaba con nitidez esa conversación y aparecía en sus sueños vez tras vez ¿Por qué? Justo cuando quería despertar, el sueño la envolvía de nuevo. Intentaba alargar la mano para tocar a León pero ni eso podía, estaba tan cansada, tan soñolienta. Le había parecido en varias ocasiones oír a su esposo. Escuchaba mucho que decía que no, no entendía bien a qué le decía que no. Y ella seguía intentando despertar, pero el sueño era tan agradable. Se sentía ausente de todo, como flotando.

Un dulce tarareo invadió su bruma, las notas de una dulce canción empezaron a llegar a su adormilado cerebro. Morfeo parecía haberla soltado. La melodía era en árabe y reconoció la voz de Azima. No sabía que cantara así de bien, tenia que pedirle que le cantara una vez que despertara del todo.

Azima... Azima había estado desesperada y lloraba hacía poco. Decía su nombre y gritaba pidiendo ayuda. Ella había detenido su caída. Había caído por qué.... ¿Por qué? ¿Por eso no podía despertar? ¿Estaba sedada? Se esforzó en abrir al menos un ojo, lo intentó muchas veces, pero estaba tan pesado. Empezó a sentirse desesperada, pero recordó unas técnicas de relajación que le había enseñado su madre y se concentró en su tarea. Quien diría que abrir un ojo sería tan complicado. La dulce voz de su prima siguió llegando a sus oídos, le pareció reconocer una suave segunda voz de fondo ¿era Baasima? Cada vez más se incrementaba el sonido de la canción y poco a poco empezó a escuchar bien.

Dulce princesa que ahora duermes

El sol ha salido ¿acaso no ves?

Juguemos en las dunas

Vamos al desierto

Dulce princesa despierta ya...

Era una canción infantil, la había oído en algunos niños del hospital. Sonrió e hizo otro intento, poco a poco...

- ¡Abrió los ojos! –gritó Habiba y ella entrecerró los ojos que tanto le había costado abrir, el ruido le había taladrado la cabeza.

- Calla Habi, calla. –tres pares de ojos la rodearon. Las tres lucían cero glamurosas, bastante despeinadas y desarregladas. Sonrió, se veían chistosas.

- ¿Por qué? –pudo apenas preguntar con voz rasposa. Baasima corrió y le pasó un lienzo húmedo por los labios.

- ¿Por qué estamos aquí? –respondió Habi y ella asintió, era una pequeña parte de lo que quería saber.

- Por ti.

- ¿León...?

- Lo tuvimos que dormir.

- ¿Qué? –graznó.

- Santo cielo Habiba. –intervino Azima. -Calma cielo, él está dormido. Llevaba todo este tiempo sin moverse de tu lado, sin dormir o comer en condiciones. Tuvimos que darle algo en una bebida para que pudiera dormir un poco.

- Ni aunque nosotras estábamos aquí, te quiso dejar sola. Está en una habitación aparte, con suero... sí, el tonto se deshidrató. Está dormidísimo ahora. –Baasima explicó mientras le pasaba el lienzo por los labios de nuevo, ella lamió la humedad.

- Y seguro nos mandará al destierro ahora que se entere que has despertado y no estuvo aquí.

- Nos mandará al destierro cuando sepa que tú, Habiba, lo drogaste. Yo solo mencioné que debíamos hacer algo y que hablaría con un médico.

- El cometido se logró Azima, que el hombre descansara. Puedo asegurarte que no ha dormido una hora seguida. –Azima movió la cabeza con resignación.

- ¿Qué pasó? –le preguntó Gabriela.

- Después, el médico viene para acá. Avisamos con ese botón en cuanto despertaste.

No había terminado de hablar cuando entró un regimiento de médicos. Hicieron reverencias, dieron gracias al cielo por su recuperación y por haber despertado, le checaron signos vitales, le hicieron preguntas en donde amablemente pidieron que solo asintiera o negara para no fatigarla haciéndola hablar y le aseguraron que pronto iría a Palacio. Después que todos se fueron entró una doctora de amable rostro, ah, era Karim. Karim.... De pronto Gabriela recordó todo, la doctora la vio con tal ternura que no pudo menos que romper a llorar.

- Shhh tranquila Princesa. –le dijo Karim acercándose y pasando su mano por su cabeza con gesto maternal. Detuvo el movimiento. –lo siento, sé que no debería tocarla.

- Oh, adelante. A ella no le importará. Gabriela no es una princesa común y corriente. –aseguró Azima observando todo con ojos acuosos. –es mucho más que eso.

- Nosotras tampoco evitamos el contacto. –dijo Habiba y para demostrarlo le dio un golpe en el brazo a Baasima. Esta se quejó y Gabriela dio una llorosa y tenue carcajada en medio del llanto. Sabia que querían aligerar la tensión del momento y en serio, agradecía eso aunque pareciera fuera de lugar.

- Las sacaré de aquí. –Azima se las llevó fuera en medio de protestas.

Karim le pasó un pañuelo a Gabriela.

- Las princesas tampoco son comunes y corrientes.

- Ya lo creo que no. –se secó las lágrimas, aunque comprobó que seguían saliendo. –lo perdí ¿verdad? –Karim asintió con pena. -¿No había posibilidad alguna?

- Hay algo que no le dijimos Su Alteza, aparte de que el bebé no estaba en posición correcta, no alcanzamos a escuchar el corazón, requería más estudios. Por eso no quería que se fuera. Debíamos atender el asunto de inmediato.

- Y tontamente me fui.

- Es entendible totalmente, la noticia fue un shock, aun me pregunto si hice lo correcto, sí debí decírselo de otra manera, si debí intentar más detenerla. –le dijo compungida.

- Fue mi decisión, no es su culpa Karim. –Gabriela sabia que allí las cosas eran diferentes, que sus deseos eran ley, que ella era la princesa del país y que si quería irse nada ni nadie podría impedírselo, más que León o el rey.

- No cumplí con mi deber. –le dijo la mujer poniéndose de rodillas.

- ¡No por favor, no haga eso! –pidió. –o me hará llorar de nuevo. –la mujer se levantó de inmediato.

- Lo siento. Princesa pese a que perdió este bebé y a que... ¿le han dicho como está, su condición?

- No, nada en realidad y aun estoy saliendo de esta neblina confusa.

- Tuvo un aborto, la situación se complicó por su caída de las escaleras. Tuvimos que retirar un ovario. Pero su útero y el otro ovario han quedado en condiciones normales. No recomiendo un embarazo en un futuro cercano. Pero, sin duda logrará tener los hijos que quiera con su Majestad.

- ¿No en un futuro cercano?

- Me temo que no, sería probablemente otra vez un embarazo problemático.

- Gracias. –dijo con voz apenas audible.

- Podrá tener bebés princesa.

- Sí, gracias, de verdad. –pero, el tema le era demasiado sensible aun.

- Estoy a sus ordenes ¿algo más que desee?

- Mis primas, que pasen por favor.

- Enseguida. –le hizo una reverencia y en un impulso apretó su mano en un gesto consolador y se fue.

Las chicas entraron poco después.

- ¿Todo bien?

- Sí Habi o eso creo, tengo muchas preguntas. –vio que se miraban entre las tres. –tienen que responderme.

- No queremos alterarte.

- Me altera más no saber nada.

- León sigue dormido, así que te contestaremos todo antes que nos mande al destierro.

Su amado esposo, si había tenido que drogarlo para inducirle descanso, en realidad lo agradecía.

- ¿Cuánto tiempo dormí? O más bien, por el inicio ¿Qué pasó?

Le dijeron que Fátima había vivido en palacio por días gracias a una empleada traidora, la cual ya había sido descubierta y estaba en la cárcel esperando su sentencia a muerte puesto que había sido ella la que había usado la piña para intentar matar al rey, aseguraba que Fátima se lo había ordenado, Amal por haber cooperado estaba en las mismas condiciones si bien, no se sabía su sentencia aun. Gracias al uniforme y que se movía con sigilo Fátima había pasado inadvertida. Ahora estaba prohibido a los empleados cubrirse el rostro en palacio, todos usaban tarjetas de acceso y se las habían dado por niveles, no cualquiera podía acceder a las habitaciones principales, esto había sido siempre así, pero ahora sin tarjeta no había paso. Ella recordaba haber caído mientras huía de ella, si no lo hubiera hecho seguro la habría acuchillado. El piso de la habitación de hierbas aun no había sido renovado, por lo que al ser de madera antigua había logrado retener el cuchillo usado por Fátima. Las chicas habían llegado antes que León y habían buscado junto con los demás a Gabriela. Había sido Azima la que se había decantado por ir al torreón y había logrado detener la caída de Gabriela, aunque ya había rodado un buen tramo. Fátima había aparecido entonces y le habían disparado, estaba grave y hospitalizada en otro hospital de Durban, fuertemente custodiada. La situación se había manejado con un perfil bajo debido a la identidad de todos, no querían noticias sensacionalistas. Ella había dormido casi cuatro días. Les habían asegurado que todo iba bien, que era raro que no despertara y eso les había desesperado a todos, incluso el rey y Omar habían ido a verla. Al parecer ella necesitaba dormir mucho.

- ¿Quién disparó?

- León, en cuanto percibió la amenaza Abdul le dio un arma, iba rematarla ¿sabes? Pero, en eso tú dijiste su nombre y corrió hacia ti. Iba a impedir que se le diera atención médica a Fátima, pero el rey dijo que merecía vivir para pagar por lo que había hecho. –contó Baasima.

- Y luego tú, seguiste sangrando, te pusiste muy mal y él se olvidó del mundo. Por eso lo tuve que dormir.

- Gracias Habi. –le dijo con una sonrisa temblorosa. Sabia lo que León había sentido, si hubiera sido alreves ella se hubiera vuelto loca. Se moría por verlo, pero prefería que descansara.

- Aun no entiendo que ganaba Fátima matando a nuestro tío.

- Yo tampoco Baasima. –dijo Gabriela. Azima le acomodó las almohadas.

- Creo que su mente retorcida encontró sentido a hacerlo, quizás al morir el rey, Omar ocuparía su lugar y ella sería reina, pensó en eliminarlo y no, no me lo explico. –Habiba se quedó en silencio intentando armar una buena teoría.

- La reina Farah. –susurró Azima entonces.

- ¿Qué con ella?

- Ella quedó viuda siendo reina y se casó con el hermano menor de su esposo para continuar siéndolo. El consejo lo permitió. Así que había un precedente, aunque este tenga más de cien años.

- Pero, León ya estaba casado conmigo.

- Pasarías a ser la concubina real y nada más. O así fue con Farah, la que era su concuña paso a ser una concubina. Dudo que León o el consejo hubieran aceptado, pero ella ya estaba demasiado loca para pensar en los contras. Así que sí Habiba, iba matar al rey y luego al nuevo rey, Omar.

- Y yo iba a ser la siguiente seguro. –Gabriela suspiró. –necesito un baño. –dijo de pronto. –todas se miraron sorprendidas por el cambio de tema.

- Pero, estás muy débil como para eso.

- Me voy sintiendo mucho mejor Azima. Y no soporto pensar que tuve encima a Fátima, de pronto he recordado su olor y.... por favor, un baño. No soporto ni siquiera pensar en ella. –todas asintieron y en minutos ella tomaba un baño sentada pues aun estaba débil como para estar parada, ayudada por Azima, vio la cicatriz en su abdomen si bien no era grande, al pensar en el motivo nuevas lágrimas cayeron. Azima la abrazó y le susurró dulce consuelo en árabe.

- Creo que cada vez entiendo mejor el idioma. –le dijo rato después ya cambiada y limpia en su cama de nuevo. –me siento muchísimo mejor. –aseguró. El baño la había hecho sentir que se quitaba la presencia de esa mujer de encima. Era irracional quizás, pero la mente trabajaba de maneras extrañas a veces. –Quiero ver a mi esposo. –dijo entonces. -¿Cuánto lleva dormido?

- Lo suficiente. –le dijo una voz desde la puerta. Era él, y como siempre su cuerpo cantó en recibimiento, le sonrió aliviada por verle. Él lucía fatal, ojeroso, demacrado y más delgado y ella lo amó más que nunca. Las chicas salieron silenciosamente y él se acercó cuando ella extendió sus brazos hacia él. Llegó hasta ella y medio sentándose en la cama la estrechó en sus brazos, ella iba a hablar pero calló cuando percibió humedad en su cuello. Él estaba llorando y en toda su debilidad lo abrazó con todas sus fuerzas.

- Estoy bien. –le susurró ella al oído.

- Pero yo no. –dijo y esta vez su llanto fue más sonoro. 

Holaaaaaaa: esto ya casi se nos acaba wiiiiiii XDDDD

Jey agradece sus muestras de solidaridad y comprensión. Ella necesita desahogarse de vez en cuando, graciassss.

Perdió a su sobrino de once años hace rato y por eso tardó más en subir esto. Cosas que pasan. 

#CondenadoSobrinoEscapista

Creo que el otro capítulo es el final, no sé cuando lo subiré. Como decía aquella famosa frase de Shakepeare in love: "Es un misterio". 

Quiero subir algo lindo y que finalice bien esta historia. 

Si llegaste hasta acá, te adelanto que ya tengo el primer capítulo de la historia de Baasima. Serán tres capis por historia si todo sale como planeo. De allí Habiba y culminamos con Azima. Ni idea cuando iré subiendo tampoco, no sé, es un misterio.... jajajjaa

Ya es diciembre y aclaro que soy una feliz grinch así que pos eso... felices vacaciones y solo. Muack.

Besos y abrazos y feliz fin de semana. 

3907 palabras, no... 3910


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