Capítulo 29
- ¿La sombra de Fátima está seguro que es ella? –preguntó León a Abdul después de que el rey se había retirado y mientras seguía viendo a su esposa rodeada de las mujeres del campamento.
- No, no hay seguridad al cien por ciento, por ello seguimos vigilando en Durban.
- Bien.
- ¿Cuánto más tardaremos aquí señor?
- ¿También tú crees que fue exagerado salir de Durban y venir al desierto?
- Es solo una mujer desequilibrada.
- ¿Sabes que puede que haya sido la mente maestra en la conspiración para asesinar a mi padre?
- Lo sé, lo siento.
- Nunca subestimes a nadie Abdul. –León se levantó. –por ahora, seguiremos aquí.
Ella le había dejado todo lo necesario para avanzar en el desierto sin problemas, un jeep con GPS, agua y comida. El campamento no estaba tan lejos de la ciudad, unas cuatro horas en auto, ella tenia que dejar el jeep a unos veinte kilómetros antes de llegar al campamento, pues este estaba ubicado de tal forma que se podía ver desde gran distancia quien se acercaba vía terrestre.
Lo único que tenia que hacer era llegar con sigilo por la noche, y eliminar su problema número uno. De allí desaparecer de nuevo.
Por supuesto, sabía que no iba a ser nada sencillo, pero llevaba puesta la vestimenta típica de los empleados que se habían llevado al desierto. Esperaba que eso le ayudara, no importaba como, tenia que llegar hasta ella. Acabar con ella.
Faltabanalgunas horas para que el sol se pusiera, así que tomó su disfraz y fue hastadonde estaba el jeep. Encontró todo lo que le habían asegurado estaría.
Sonrió complacida, la tonta servía de algo pensó. Aunque aun debía esperar a que esa tonta siguiera avanzando por Europa y haciendo creer a todos que era ella. Unos días... solo unos días más.
- Parece que ya han localizado a Fátima, princesa. –decía Jazmín sentada cerca de Gabriela quien era trenzada diligentemente por Salma.
- ¿En serio? –se giró de inmediato. -¿Cómo lo sabes?
- Bueno, -la chica dudó. –lo escuché de los guardaespaldas.
- Si es así, todo se arreglará. Quiero que volvamos a nuestras actividades normales. –Salma acomodó su trenza a un lado de su cabeza. Solía decirle que era una forma ideal para cuidar de su cabello, al cual le prodigaba cuidados especiales pues le gustaba el color bronce de este. Gabriela le dejaba, el que la trenzara la relajaba, aunque León le despeinara después.
- No creo que tardemos mucho más en volver.
Los días siguieron y aunque León le había dicho que todo marchaba bien y que Fátima seguía en una escapada tonta y abierta por varios países. O más bien, que Fátima estaba empeñada en hacerles creer que era ella la que estaba huyendo por Europa. Su sombra ya había dejado claro justo al aterrizar en Londres que no era Fátima. Así que seguían buscándola en Durban y emitido otra alerta en fronteras. Todo hubiera sido más fácil si la mujer no se empeñara en esconderse, el ataque en la oficina no tenía porque haberse puesto tan complicado.
Claro, Gabriela disfrutaba del desierto, de la gente, de las visitas que hacían a otras tribus nómadas, de su suegro y del hombre que amaba, pero de vez en cuando se desesperaba pues tenía muchos proyectos que poner en marcha. Se comunicaba con las primas cada que podía, y le aseguraban que todo iba viento en popa, listo para iniciar cuando ella volviera. Aun así, tenia la ansiedad por iniciar. Ansiedad que se disipaba cada que estaba en los brazos de León, solo él tenía la capacidad para aislarla del mundo real. Sin embargo, se sorprendió cuando un día León entró a la tienda y le anunció con una sonrisa que se iban.
- ¿Cómo? ¿La han encontrado?
- Sabemos donde está. Volveremos ya.
- ¿No la han atrapado?
- Están por hacerlo. Se esconde en un sucio almacén del zoco, alguien le proporcionó lo que necesitaba.
- Tiene gente a su favor. Lo sé.
- Es alguien más cercano. –León suspiró. –por ahora vámonos, -le dijo al ver que ella quería saber más. –juro que sabrás todo.
- Eso me dijiste cuando me dejaste a medias con la historia de Azima y tu hermano. –reclamó.
- Azima como la chica madura y sensata que es, iba a casarse con Omar por supuesto si mi padre se lo pedía, eso nunca pasó y fin.
- Tú si que sabes como arruinar un tema jugoso. –le reprochó y él rio.
- Vamos a casa amor.
Horas después iban vía terrestre, Gabriela apoyaba su cabeza en el hombro de su esposo mientras miraba por la ventana. Abdul conducía diligentemente y el rey iba en su propia caravana de autos y seguridad.
- Veo que el desierto te resulta más interesante que yo.
- ¿Por qué dices? –sonrió ella aun viendo por la ventana.
- Creo que no has escuchado nada de lo que te he venido diciendo.
- He escuchado todo. –ella se giró y besó su mandíbula. León le había contado que pese a que Azima había aceptado la idea de que podía ser la futura esposa de Omar, él la había encontrado llorando en el jardín. –precisamente por eso iba pensando ¿Azima estará enamorada de alguien más? –el tema era por supuesto de su interés, sin embargo sabia también que su esposo quería distraerla de lo que sucedía con Fátima.
- No que yo sepa, han sido muy cuidadas desde la cuna, ella y las otras dos.
- Eso no implica que no haya habido alguna historia de amor y lo sabes, con cuidados extremos o sin ellos, las cosas pasan. –hablaban de cuestiones amorosas, pero sus palabras le recordaron que pese a toda la seguridad que los rodeaba o en este caso a ella, siempre habría peligros allá afuera.
- Conociendo a Baasima y Habiba no lo pondría en tanta duda, pero Azima siempre ha sido la sensata, la voz de la razón. Nunca ha sido de las que hacen locuras.
- Lo sé, pero el hecho de que se lleve tan bien con dos princesas un tanto liosas, a quienes sabes quiero, indica que dentro de ella también hay algo de... -Gabriela buscó las palabras.
- ¿Locura? –ella rio y le dio un golpecito en el firme abdomen, se incorporó para verlo mejor.
- No es para tanto.
- ¿No? Te han mostrado su lado suave amor, ¿sabías que una vez pusieron ingentes cantidades de chile en la comida que se daría en un banquete en Palacio?
- ¿Cómo? –preguntó ella sorprendida.
- Estoy seguro que solo fueron Baasima y Habiba y la pobre Azima intentó detenerlas, pero como siempre andan las tres, todas recibieron el castigo. Tenían unos doce años, todo habría acabado en un incidente internacional si hubiera sido otro el país invitado para esa celebración, eran coreanos y ellos comen picante, les encantó el "que hayan pensado en lo que les gusta", alabaron la comida. –Gabriela reía a carcajadas.
- Lo siento. –se tapó la boca intentando parecer seria, pero no pudo.
- Participan a escondidas en carreras de camello.
- ¿Azima también?
- Si Azima va es para evitar se rompan el cuello ¿Por qué crees que no tienen las libertades que otras princesas árabes sí? Porque la familia las conoce y sabe que Azima logra poco aunque lo intente, para detenerlas.
- ¿Estás seguro?
- Claro. En otra ocasión escalaron la torre norte del área de empleados. Habían visto una película y como les negaron el permiso de ir al Everest, convirtieron la torre en su montaña particular.
- Oh por Dios.
- Tendrían unos quince años. Fue un escandalo por supuesto. Azima trataba de subirlas desde lo alto. Al no poder gritó pidiendo ayuda.
- Una tribu nómada, a la cual se llega hasta ellos viajando dos días por el desierto y que jamás habían pisado ninguno de sus miembros la capital de Durban las trajo a Palacio hará unos cinco años. –intervino Abdul.
- ¿Cómo pasó eso? –pregunto ella interesadísima.
- Alguna de esas dos investigó que cerca de esa tribu está el más bello oasis del que hay constancia, así que tomaron un jeep y provisiones y se fueron a visitarlo. Lograron llegar, pero el jeep se descompuso. Las trajeron en camello esos dos días.
- Oh, pobrecitas.
- ¿Pobrecitas? Venían encantadas. –dijo León moviendo la cabeza. –Menos mal que no las reclamó algún Jeque cercano o no sabemos que hubiera pasado.
- ¿Hay más historias de ellas cierto?
- Esas son las más notorias, seguro que muchas han quedado finamente ocultas por ellas.
- Van a... ¿las van a casar por matrimonios arreglados? –ella sinceramente esperaba que no, eran únicas y estaba segura que aunque Azima era la más sensata, amaba igual la aventura, sino, no andaría con las otras dos.
- Ah, ¿pero es que no lo sabes?
- No.
- Mi padre las adora, adora sus locuras y son las únicas que pueden elegir sus esposos. Nadie puede obligarlas gracias a mi padre. Algo que yo cambiaría.
- ¡Pero por qué! Es genial.
- Un esposo nos quitaría la preocupación por lo menos de no tener idea de que traman. Son un peligro ¿lo entiendes ahora?
Gabriela sabia que León no hablaba en serio, por eso se volvió a reír y Abdul empezó a contar algunas otras aventuras de ese trío.
*******
Estaba todo en silencio y eso le puso los pelos de punta, no era normal, era el zoco por el amor de Dios. Todo el día el bullicio de los puestos, de la gente hablando, acarreando cosas, comprando... ¿Por qué el silencio? Debía largarse ya. Seguro que ya habían atrapado a la estúpida y la había delatado. Se pasó la mano por la mugrienta ropa y se atusó el pelo nerviosa. Quizás él vendría en persona y ella estaba en tan horribles condiciones, no había podido lavarse, bañarse, nada. La encontraría horrible y ella eso no podría soportarlo. No podía soportar tener que pasar por todo eso, siendo inocente, ella no se merecía nada de lo que pasaba. Eso y lo que había oído en los días pasados la tenía furiosa, la gente decía que estaba desaparecida, que Omar al fin se iba a deshacer de ella, que sería una horrible reina, al principio se había reído en silencio, ella nunca había querido a Omar, su amor por ella lo había repelido desde siempre, no era a quien ella quería, soportarlo encima de ella y metiéndose en su cuerpo había sido sumamente desagradable, lo había aguantado imaginándoselo a él, a su hermano...
Antes solo había visto como medio de escape el darle un varón, pero solo niñas producía el idiota, ni para eso había servido, quería darle el varón y largarse.... Irse, divorciarse y quizás, entonces... solo quizás, podría ser feliz al lado de quien ella siempre había amado. Porque él la hubiera aceptado, ella se habría encargado de eso. Vería cuan grande era su amor y tendría que haber cedido y luego... ruido, había ruido. Vio el hueco por el que entraba y salía, si bien lo había usado pocas veces y corrió para allá. Un estruendo tiró abajo la puerta de la entrada y vio soldados entrando, gritando y corriendo, se metió a tiempo y gateó a la salida con todas sus fuerzas. Había sido descubierta. Amal la había traicionado, ahora a ella también iba a matarla pensó con furia. Corrió por el zoco cubriéndose el rostro y se perdió en el gentío.
**********
Amal lloraba y gritaba como una posesa. Estaban en las oficinas de migración del aeropuerto en Madrid. Ya había sido esposada y la sombra esperaba relevos para llevarla de vuelta a Durban. Amal había sido identificada desde poco después de haberse bajado del avión en el segundo país que había visitado, no habían dejado de seguirla porque la mujer estaba infringiendo las leyes de su país, ya no tenia derecho de salida y había pasado por alto eso al fugarse, se le añadía suplantación de identidad.
- Déjame ir y te diré todo. –le dijo.
- De todas maneras dirás todo. –le dijo la sombra sentado tranquilamente en el filo de un escritorio frente a ella.
- No diré nada, me callaré. –le escupió aunque no lo alcanzó.
- Fátima ha sido capturada. –mintió. –ya ha dicho todo de ti.
- ¡Maldita! –gritó.
Decían que Fátima estaba vagando por el desierto, que la vestimenta que llevaba era de Palacio y que seguramente ahora llevaba puesta otra y dada la similitud de la ropa en Durban había podido huir. El caso, es que algunos aseguraban que había ido rumbo al desierto buscando su muerte.
Tenía un mes que de ella no se sabía nada, se temía lo peor: que había muerto presa de tu tontedad. Amal estaba en arresto domiciliario, su familia había perdido todos sus privilegios y estaba por ir a juicio.
Omar vagaba como alma en pena y hasta que León le había dicho que tenía más mujeres en su vida a las que amar y cuidar, sus hijas, había salido un poco de su bruma de dolor.
Entre ella y las chicas, Fátima y Amal ya hasta habían dejado de ser tema de conversación y Gabriela había vuelto a su rutina establecida, los preparativos con el trio de sus primas avanzaba, por lo pronto ya habían determinado los cursos que habría y localizado casi a todos los que los impartirían. Habían hecho visitas al hospital y llevado muchos juguetes al área de pediatría. Habiba resultó ser una excelente narradora de cuentos para los pequeños, pasó un tiempo para que descubrieran que nunca leía del libro, siempre se inventaba una historia. Ya habían aprobado el internet en las escuelas y habían tenido un momento de festejo cuando habían dado el visto bueno a la cuenta de twitter y a las clases de manejo para las mujeres. Gabriela había incluido más actividades en su agenda y visitaba el zoco con frecuencia, charlaba con los vendedores, con las personas y debido a ella y lo sucedido con Fátima se puso más vigilancia y se arreglaron desperfectos en materia de electricidad y agua potable. También le gustaba hacer visitas a todas las áreas del hospital, no solo de pediatría y había resultado ser una excelente anfitriona de las cenas de estado ocurridas ese mes. Estaba más ocupada que nunca, pero se había quitado un enorme peso de encima, el saberse amada por León le ponía más fáciles las cosas. Se comunicaba seguido con su familia y amigas y charlaba siempre que podía con ellos.
De hecho, ahora él le reclamaba que se la pasaba ocupada y le dedicaba menos tiempo del habitual, sonrió al recordar.
- ¿Qué es tan divertido? –preguntó Habiba viéndola también risueña.
- El amor, el amor... -dijo Baasima moviendo la cabeza. – la mantiene en ese estado.
- Déjenla en paz.
- Gracias Azima. –le dijo Gabriela divertida. –
- Que suerte la tuya con el esposo que te ha tocado, uno que te ama. Eso me hace preguntarme ¿Qué será de nosotras? – Habiba suspiró teatralmente mientras se sentaba en la esquina de la mesa en la sala de juntas.
- No es cosa de suerte querida. El amor se construye.
- Si, Azima sí... nuestros pretendientes se imaginan construir con nosotras también. O más bien a costa nuestra.
- Un edificio, una enorme mansión, una casa de playa, una inversión, un negocio...-enumeró Baasima.
- Pero, en su entorno hay muchos hombres adinerados ¿no? –preguntó Gabriela curiosa. –Porque me imagino que se refieren a que para muchos su dote o la posición social es más importante que ustedes mismas.
- Muchos tienen dinero sí, pero no más que nosotras. Al casarnos, por lo general todo pasa a ellos y obvio, van a gastar lo que nosotras aportamos. Nuestros matrimonios serán meras transacciones. Ellos deben tener algún titulo y así nosotras damos el dinero aunque ellos no lo tengan, o si ellos tienen dinero, entonces nosotras aportamos el titulo. -Habló Azima.
- Habrá quien tenga título y dinero. –dijo Gabriela.
- Claro, pero no tendrá amor... en nuestro mundo eso es el lujo más preciado, que haya amor después de todo el rollo monárquico y el dinero. Y nosotras somos unas románticas, bueno, Azima no tanto, ella es la practica y la que solo quiere vivir tranquila en una casita blanca con valla ¿O era una casita de valla blanca? –Azima le lanzó un cojín.
- No des por hecho que no lo habrá Baasima.
- Quizás lo haya mi querida Gaby, pero seguro que no será con alguien que sea aprobado, ya sabes que el amor aparece cuando menos lo esperas y te complica todo. Y así sucesivamente nos enfrentamos a ese problema, el día que nuestro tío aprobó que no podían obligarnos a casarnos festejamos y nos emborrachamos por vez primera. –esto ultimo lo dijo en voz baja. –es lo bueno de que Durban no sea un país musulmán. Pero, nos enfrentamos a un dilema diferente. Nosotras escogemos, pero debemos escoger del mismo sitio que lo habrían hecho nuestros padres.
- Y todos son tan aburridos. –dijo Habiba.
- Ignorantes. –agregó Azima.
- Y cero aventureros.
- Por eso dije aburridos Baasima.
- Su momento llegará, mientras tanto ni lo busquen ni lo fuercen queridas primas ¿Y quien dijo que tienen que casarse? –preguntó Gaby.
- ¡Eso! Seamos las solteronas de la familia.
- Tu sueño dorado Azima. Que te dejen en paz en tu casita blanca.
- Oh, cállate. -Y le lanzó otro cojín a Baasima.
- Siéntense, pónganse guapas y subiré una foto a la cuenta oficial de Gabriela. –anunció Habiba. -Todas lo hicieron y Habi tomó una selfie que subió de inmediato. "Una pequeña junta para iniciar el día" decía el pie de foto, todas aparecían sentadas, con pequeñas sonrisas y vestidas tradicionales. Sí, la monarquía de Durban había entrado a la era de la tecnología.
Al salir del edificio del consejo Gabriela fue a hacer una visita al hospital, charló en el área de ginecología con algunas pacientes y dejó canastas de frutas. Al salir del área sintió un pinchazo en el abdomen, llevaba toda la mañana sintiéndolos levemente. Se tocó sutilmente y otro pinchazo la hizo gemir despacio. Menos mal que ningún guardaespaldas le había visto. Miró a la jefa de ginecología, sabia que no era medico oficial de la corte pero había charlado varias veces con ella y se sentía más a gusto que con el otro doctor. En cuanto la vio, la saludó y se acercó.
- Princesa. –hizo una reverencia y Gabriela le sonrió. La doctora Karim tendría unos cincuenta años y una cara de bondad infinita. -¿Se encuentra bien?
- ¿Por qué lo dice?
- La veo pálida.
- Bueno, sí, no creo sea nada. –otro pinchazo volvió y esta vez arrugó el rostro por el dolor. - ¿sabe? Son... ¿vamos mejor a su oficina? –dijo al ver que podía ser escuchada. Una vez allí le explicó sus síntomas. –Quizás quiere venirme mi periodo.
- ¿Qué método usa?
- Pastillas... -Gabriela se quedó en blanco, no recordaba la última vez que las había tomado, lo había olvidado por completo cuando se habían ido rápidamente al desierto. -¡Dios! –gimió de nuevo pero por una razón distinta.
- ¿Existe la posibilidad de un embarazo Princesa? –le preguntó suavemente.
- Eso creo. –Gabriela sintió la frente perlada de sudor.
- Haremos una prueba de sangre ¿le parece? –ella asintió como autómata.
Bueno, se suponía que no debía ser así. Que ella debía haberse cuidado, que no era el momento, pero esas cosas pasaban ¿no? Gabriela se repetía eso en cuanto la doctora le dijo que tenía unas tres semanas de embarazo. Se empezó a marear. No había tenido ningún síntoma, más que esos pinchazos. Y ahora iban a hacerle un ultrasonido ¿Qué le diría a León? ¿Cómo tomaría la noticia? Puso su mano en su vientre y aun le parecía todo tan irreal.
- Vamos a buscar a este bebé. –dijo la doctora a Gabriela que yacía tendida aun con la mente divagando. –veamos... -la voz de Karim sonó dudosa y ella al fin volteó a ver.
- ¿Pasa algo?
- Creo que sí, necesito que esto lo vea mi compañera ¿lo permitiría? Estoy segura de lo que es pero, dado quien es usted y lo que esto representa necesito otra opinión.
- Sí, claro. –dijo nerviosa. Rato después entró otra médico y después del saludo reglamentario, se acercó al monitor. Las dos médicos se vieron poco después.
- ¿Qué pasa? –dijo Gabriela más nerviosa todavía.
- Es un bebé, pero parece que no viene bien. Lo siento, Princesa. –le comunicó Karim.
- No está en el útero. –le dijo la otra médico. – es un embarazo ectópico.
- Tiene que quedarse y ser intervenida.
- Quiero hablar con mi esposo. –dijo Gabriela y sintió húmedas las mejillas, hasta entonces se dio cuenta que estaba llorando. Las otras dos le dieron sus condolencias. –creo que debo ir a casa por ahora.
- Su situación puede volverse peligrosa princesa.
- Lo sé, solo quiero ir y hablar con él, pero aquí no, ahora no. –no había tenido tiempo de asimilar el embarazo y ahora le decían que lo perdería. Tenia tantos sentimientos a la vez, que solo necesitaba ir donde León y que la abrazara, necesitaba su paz por ahora, aunque sonara irracional. –volveré con él pronto. –aseguró.
- Esta bien Princesa, no tarde mucho por favor.
- Lo sé. –dijo y se alejó. No dijo palabra mientras iba a palacio. Le parecía un sueño horrible, una pesadilla. Llegó y preguntó por su esposo, le dijeron que no tardaría en llegar. Fue a donde él le había dicho que la amaba por primera vez, se refugió en esa habitación que olía a hierbas, a flores, abrió el balcón y aspiró con fuerza, sintió cierta calma, calma que se fue disipando cuando se sintió observada, cuando le llegó el olor a rancio y a suciedad. Había alguien más allí, alguien que se ocultaba y supo antes de volverse quien era...
Sin dia, ni hora para actualizaciones
Gracias por leer y por esperar
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