Capítulo 20

Él tenía su posesivo brazo sobre su cintura. Ella quería levantarse y despejar un poco su mente, se sentía llena de una poderosa energía, quería liberarla un poco antes de que fuera ella la que le saltara encima. Sí, era orgullo y sí, también él se lo merecía. Pero, no se arrepentía de haber despertado su león interior, aunque hubiera sido de esa manera, a estas alturas había sido la única forma. Le había hecho gozar y recordar el por qué solía dejarla en una nebulosa sensual mucho tiempo después de haber apartado sus manos de ella. León jamás dejaría de afectarla, de trastornarla, de volverla loca y no creía jamás tampoco dejar de amarlo. Su relación tenía muchos problemas aun, nada había sido sencillo entre ellos y todavía tenían un largo camino por delante. Por lo pronto, ella necesitaba alejarse unos minutos de esa cama y sobre todo ahora que recordaba, quería saber sobre su primo. Lo había olvidado por completo.

Puso su mano sobre el brazo que la apresaba y tan solo tocarla la hizo ser mas consciente del tacto de esa mano sobre su cintura, poco a poco empezó a sentirse arder. Molesta consigo misma apartó el brazo no sin esfuerzo. Vio la hora en su móvil y era pasada la media noche. Se deslizó por la cama y fue al baño usando una sabana como única ropa, donde vio el desastre que era su maquillaje y esbozó una sonrisa divertida, vio el reflejo de unos ojos brillantes y jubilosos que tenía mucho de no ver y suspiró temblorosa al saber el por qué. No tenía nada con que desmaquillarse allí, así que con cuidado salió de la habitación y evitó ver al magnifico ejemplar masculino que yacía en la cama y fue a su propio baño donde se quitó el maquillaje, lavó su rostro y dientes y se metió a la ducha, pues siempre antes de dormir tomaba un baño por lo que decidió hacerlo aunque ya había estado en la cama aunque no precisamente durmiendo la mayor parte del tiempo, se recogió el cabello en un improvisado moño alto y entró en la ducha cerrando la puerta corrediza. Sintió leves molestias en sus músculos al sentir el agua correr por su cuerpo, esos que no había usado desde que había estado con León hacía tantos meses. De pronto las luces del baño se apagaron y ella dio un respingo, se volvieron a encender y escuchó la suave risa burlona de León.

- Vas a matarme. –le dijo ella con los dientes apretados.

- No era mi intención. –deslizó con una mano la puerta. Iba desnudo y ella tragó saliva obligándose a no reaccionar. Cerró brevemente los ojos para toparse con una mirada encendida cuando los abrió.

- Quiero darme una ducha... sola. – Mentirosa. Se dijo sintiendo calor pese a que seguía el agua cayendo sobre ella.

- Mentirosa. –le dijo él entrando y repitiendo lo que ella misma se había dicho, la ducha era espaciosa pero sin duda no tanto como para que él estuviera allí.

Siempre llenaba todo con su presencia pensó ella. Dio un paso atrás quedando pegada a la pared.

- Ven aquí. No tienes mucho a donde ir ¿no?

- Ah, pero es que ¿quieres más? –preguntó burlona fingiendo que le importaba poco.

- Siempre querré más de ti. –la tomó por las caderas y la alzó, ella enlazó sus piernas a su alrededor.

- Ya sabes que es mi primo ¿verdad? –la mención de Víctor pareció enfurecerlo.

- Se atrevió a tocarte... -le dijo mordiendo su cuello nuevamente solo que esta vez lo hizo con poca delicadeza, ella se quejó audiblemente, pese a que la encendió.

- Eso hace la familia, tocarse, darse abrazos. –espetó, él buscó su boca para callarla y ella le dejó, solo que a mitad del beso tomó con fuerza el labio inferior de él y mordió. Un hilillo de sangre salió de su boca y ella se arrepintió un poco. Vio que se limpiaba con la lengua y el gesto fue tan sensual que ella mismo buscó su boca de nuevo para besarle, él hizo su cabeza hacia atrás.

- ¿Vas a morderme de nuevo? – preguntó con ojos brillantes.

- ¿Y qué si es así?

- Solo quería saber.

- ¿Quieres averiguarlo? –preguntó burlona.

- Por supuesto. –le dijo con rotundidad, tomando su boca implacable, mordisqueándola él a su vez pero sin lastimarla e impidiendo que ella intentara hacerlo de nuevo.

Demasiado rápido para gusto de Gabriela, la tuvo jadeando y gimiendo, entró en ella sin dilación apoyándola contra la pared, mientras ella se aferraba a él como si en ello se le fuera la vida. Después del mutuo orgasmo, ambos se lavaron con lentitud y él la llevó a la cama donde la depositó con mucho más cuidado que hacía unas horas.

- Amir te lo ha dicho... -afirmó ella sin preguntar mientras se metía entre las sabanas.

- Sí.

- Le dije que quería decírtelo yo. –molesta con Amir por no haberle dado el placer de aclarar lo de Víctor.

- Bueno, soy su Jefe. –rebatió metiéndose a la cama con ella.

- Sí, ya sé donde está su lealtad. –dijo irónica ahogando un bostezo. - ¿Vamos a compartir cama? –le miró alzando una ceja.

- Olvídate si crees que dejaré que nuevamente durmamos separados. –dijo con voz acerada. –bastante tiempo te he dado.

- ¡Que magnánimo!

- Paciente.

- Autoritario.

- Simplemente exigente.

- Celoso. –rebatió ella.

- Sí. –dijo atrayéndola a sus brazos. –sí. -Besó su cuello y poco después ambos dormían de nuevo.

La agenda de Gabriela había sido cancelada para esa mañana, sabia que la de León también, por eso le extrañó despertarse sola. Se levantó y se puso la bata yendo en su búsqueda. Salma componía la ropa en el cuarto contiguo y Jazmín al verla le hizo una reverencia.

- Buenos días Princesa ¿Pido el desayuno?

- Sí, ¿dónde está mi esposo? –preguntó.

- Salió a una reunión.

- Pensé que había cancelado su agenda.

- Lo hizo Princesa, pero Amir me pidió que le comunicara que había sido algo urgente.

- Amir te pidió... -dijo ella molesta pensando en que él no le había dejado dicho nada.

- El príncipe le dijo que le avisara y como aun no despertaba, lo he hecho yo.

- ¿Qué hora es? –preguntó aun con leve molestia.

- Las 9:30.

- ¡Dios! ¿tan tarde?

Salma entró y después de su saludo le mostró el vestido de la noche anterior.

- Princesa ¿Hubo algún problema con la cremallera? –preguntó preocupada.

- Eh, sí.

- Haremos un reclamo formal entonces.

- No, no... déjalo, yo estaba impaciente por... tomar una ducha y yo lo estropeé. –se esforzó con todo para no ruborizarse. De hecho, a cada rato luchaba contra los ardientes recuerdos vividos hacía tan poco.

- Está bien Princesa. –dijo Salma poco convencida y sin dejar de ver la cremallera.

- Jazmín por favor, averigua donde está Víctor Kerimov, es primo hermano mío y deseo verlo. Busca primero su número de teléfono.

- Enseguida.

Se había duchado, cambiado, desayunado y miraba su agenda en ese momento. No se había perdido de gran cosa, era otro almuerzo y las reuniones a las que ella asistiría empezarían apenas esa tarde. Tenia tiempo aun esa mañana, lo que le recordó que Jazmín aun no le había dado los datos requeridos. Eso le extrañó, ella solía ser muy eficiente. Un mensaje llegó a su móvil y ella lo abrió pensando que quizás Jazmín era con lo que le había pedido. Pero no, era León.

-¿Has amanecido bien? –preguntaba solicito.

-Sí, gracias.

-¿Tienes planes para almorzar? –preguntó él y ella sonrió complacida.

-Aun no.

-Podemos hacerlo con tu primo. –la sonrisa de Gabriela se desvaneció sospechando.

-No ibas a dejarme verlo sola ¿verdad?

-Ofrezco que vayamos juntos.

-León...

-Dime.

-¿Desconfías de un primo mío? ¿Uno que es como un hermano para mí?

-Solo quiero acompañarte.

-Bien, entonces. –dijo controlando sus dedos por increparle.

-¿A la una en Bistro? Iré por ti.

-No, allá nos vemos.

-¿Estás enfadada?

-Sí. –dijo cortando comunicación e imaginándose la sonrisa ladina y satisfecha de su esposo.

- ¡Jazmín! –la llamó.

- Dígame Princesa.

- ¿Tenías alguna orden para no darme información de Kerimov?

- Cuando me pidió los datos no. –dijo compungida. –pero al intentar obtenerlos fui interceptada por Amir, que me dijo que él se encargaría.

- Ya veo. –suspiró molesta.

Empezaba a refrescar en Paris, Gabriela se arrebujó en su abrigo y ajustó sus lentes, mientras salía del hotel rumbo a Bistro protegida por sus guardaespaldas de los reporteros y los flashes de sus cámaras, ya había visto algunas notas acerca de ella. La mayoría bastante normales y estándar, no decían gran cosa, pero su reciente matrimonio parecía despertar mucha curiosidad y morbo. Víctor ya había sido contactado por Amir y accedido a ir, lo cual ella agradecía muchísimo, dado el encuentro de la noche anterior. Había salido con antelación pese a que Jazmín había insistido en que saliera al mismo tiempo que León, parecía que habían sido órdenes dadas por él vía Amir, ella por supuesto las ignoró.

Así que llegaba con tiempo, sabia que su apuesto esposo no podía desligarse tan fácilmente de la reunión a la que había acudido con urgencia, así que tendría tiempo para no solo disculparse, sino para dejar en claro que estaba bien, al lado de su posesivo Príncipe del desierto.

Entró al lugar y ajena a las miradas de los demás comensales que parecían reconocerla, buscó a su primo, él la vio y enseguida se levantó. Gabriela fue hacia él con una enorme sonrisa. Le dio un beso en cada mejilla contenta.

- No veo un morado por ningún lado. –dijo ella viendo su rostro preocupada al acordarse del golpe de León. Lo cierto, es que no se veía nada, el guapo rostro de su primo seguía allí.

- Tu príncipe tiene una buena derecha. Esto es maquillaje. –dijo en voz baja sin inmutarse.

- ¿Maquillaje? –dijo sentándose risueña.

- Mi ayudante se encargó de ocultarlo. No pinta nada bien que aparezca con un golpe ¿No crees? Delante de todos esos tipos poderosos. Por mucho que un príncipe haya sido el responsable. –entornó los ojos y ella le dirigió una sonrisa de disculpa.

- Fue algo salvaje ¿no?

- De hecho, me extraña querida prima que no esté aquí.

- Es que va venir, simplemente me adelanté. –dijo disgustada y para su sorpresa Víctor empezó a reír. –No es tan gracioso. –él paró de reír de inmediato.

- ¿Estás en peligro? Sabes que haré lo que sea para sacarte de la situación en la que estés. –aseguró serio.

- Lo sé y te lo agradezco, pero no. –apretó su mano a través de la mesa. – Él simplemente es posesivo, celoso y aunque tiene un control admirable parece perderlo cuando...

- Cuando alguien posa sus ojos en ti.

- Es territorial. –dijo intentando explicar lo que a veces ella misma no acababa de entender. Él era admirable en cuanto a ejercer control sobre sí mismo, solo parecía perderlo con ella, entendía que era porque en cierta forma era algo primitivo y territorial con la mujer que tenía en su vida, aun así, toda esa intensidad parecía reservársela a ella. Y Gabriela se negaba por ahora a buscar más explicaciones.

- Vaya que lo es. –dijo frunciendo el ceño.

- Jamás he estado en peligro físico con él. –aclaró mirándolo y él pareció ver la verdad en sus ojos. – a veces es difícil, por el tener que adaptarme a una cultura tan distinta a la mía, lidiar con una que otra intriga palaciega... -le dijo socarrona. – y todo eso del protocolo...

- Ni lo menciones siquiera. –dijo él alzando las manos.

- Pero, él ha intentado de todo para que me sea fácil. Eso no quita que sea autoritario, exigente, obstinado, todo un príncipe del desierto...

- Gracias querida por tan fascinante descripción que has hecho de mí. –ella había sido consciente de la quietud que se había suscitado momentos antes, ni siquiera susurros, no, León era de los que dejaba sin habla allá donde fuera. Que le dijeran loca, pero en realidad había sentido en cuanto había entrado, sin embargo, se había obligado a permanecer tranquila y casual y había tenido entretenido a Víctor en la charla, así que se había percatado de León hasta que había llegado a la mesa y hablado. Vio la mirada acerada que le dirigió a su primo y rodó los ojos. Víctor ocultó una sonrisa y se levantó para estrecharle la mano, León le devolvió el saludó y se sentó al lado de ella. Bien, esperaba que aceptara su lado cariñoso para con su familia. Aunque su León no parecía querer compartirla con nadie. 

*Mi inter está pésimo, no he tenido por días. Aprovecho que ha vuelto (durará un suspiro) y subo lo que tengo, que es poco porque mis días han sido caóticos.

*Es poco, pero apenas empiezo a escribir y esta vez no diré por qué. 

*Besos y gracias a las hermosas que siguen esta lectura con paciencia. 

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