Prólogo

La incertidumbre la invadía. Por eso quizá andaba a un paso lento, sin prisa, disfrutando del camino y del paisaje que una vez había sido su hogar. El bosque seguía teniendo ese aspecto que tanto apreciaba y le gustaba observar por las mañanas, y aunque la nieve adornaba la copa de los árboles más altos, no le restaba belleza. Por un momento estuvo tentada en usar sus poderes para que cayese al suelo y subirse a ellos para observarlo mejor desde una buena altura, deleitándose con el paisaje, sin embargo, sabía que no era lo más adecuado dada la situación en la que se encontraba.

Hacía mucho frío, estaba siendo un invierno mucho más duro que el año anterior, pero eso no era lo que más le preocupaba, ni siquiera lo estaba notando, su mente estaba centrada en lo que iba a ocurrir cuando llegase a su destino.

Volver al lugar que la había visto nacer era extraño, desde que se había marchado junto a su hermano para explorar el mundo, sobre todo el de los humanos, no lo había hecho. Le importó bien poco lo que querían para ella, se dejó llevar por lo que sentía en ese momento y decidió quedarse, rompiendo así muchas de las leyes establecidas.

Pese a eso, y sabiendo que la suerte no estaba a su favor, le gustaría que siguiese siendo su hogar. Iba decidida, sabiendo que estaba a punto de tener una de las conversaciones más importantes a lo largo de su existencia.

Cuando el alfa de la manada de la ciudad le sugirió que volviese a su corte, o al menos que informase de su nueva situación, le pareció una idea absurda.

¿Qué se le había perdido a ella de nuevo ahí? Nada. Había dejado su posición muy clara cuando se había negado a volver, por mucho que hubieran sido órdenes directas del gobernante, no les hizo caso.

Ahora la situación había cambiado. Ya no estaba ella sola, tenía que pensar en lo que sería mejor, aunque su orgullo quedase malherido.

Dejó de caminar al notar las protecciones mágicas que protegían la zona, se quedó quieta y esperó. Podría haber entrado usando su poder, se sabía el conjuro a la perfección, era de los primeros que había aprendido, pero sabía que si lo hacía, solo empeoraría las cosas más de lo que estaban.

—Andrea —saludó a la primera hada que salió a recibirla. No pudo evitar sonreír, la conocía desde hacía tanto tiempo que ver una cara amiga la relajó un poco—. Cuánto tiempo.

—Podría decir lo mismo de ti —también tenía una pequeña sonrisa esbozada en la cara—. No tardarán en venir.

—¿No me van a recibir dentro?

—No, no lo harán.

Eso solo hizo que se diera cuenta de que ya no era bienvenida en su casa, que desde el momento en el que decidió desobedecer iba a ser tratada como una extraña. Suspiró, intentando que no se le notasen los nervios y el cúmulo de emociones que había en su interior. Tenía que ser fuerte.

—De acuerdo —musitó—. ¿Cómo estás? Supongo que podemos hablar mientras llegan. —Pequeñas hierbas empezaron a crecer en sus pies, inmovilizándola—. ¿Es necesario?

—No estoy siendo yo —Andrea giró la cabeza y vio que otras personas estaban saliendo a recibir a la forajida—. Creía que me habían dejado a mí a cargo de la situación.

—Cambio de planes —rebatió el que la estaba inmovilizando con sus poderes—. No va a tardar en venir.

—Debe tener muchas ganas de verme —bromeó ocultando sus emociones, una de las cosas que mejor se le daban—. Veo que cada vez somos más...

—No sabía nada de esto —se excusó Andrea—. Creía que solo aparecería Charles hasta que llegase el momento de...

—Sí, lo sé —la interrumpió—. Solo me queda esperar entonces.

No se movió y mantuvo fija su vista en la que sabía que era la entrada a la corte, reprimiendo más de una vez la necesidad de hacer uso de sus poderes, que querían sentirse libres. Esa era una de las cosas que no le gustaban de estar en territorio humano, que no sentía del mismo modo su don, no había ese ambiente mágico con el que había crecido.

—Has sido muy inconsciente al venir hasta aquí —habló un hombre de mediana edad que iba acompañado del brazo de una mujer que la observaba con unos grandes ojos azules—. Porque dudo que te hayas arrepentido de tus acciones.

—No, no lo he hecho —aseguró sin apartar la vista, demostrando que había cosas que no cambiaban, que su carácter seguía intacto.

—¿Y a qué has venido? —preguntó la mujer— Sabes las leyes, sabes lo que significa haber...

—Soy consciente —admitió—. Sin embargo, la situación ha cambiado y...

—¿Cambiado? No estarás insinuando lo que creo... —la voz de un muchacho de su edad fue la que interrumpió. Este no estaba tan impasible como la mayoría, ni siquiera disimulaba lo afectado que estaba por la situación—. Si es así, sería mucho peor.

—Estoy embarazada —confirmó.

—¡De un humano! —el hombre de mediana edad se alejó de la mujer que la acompañaba y se acercó a ella lleno de rabia— Has dejado que ese humano haga contigo lo que quiera.

—Quiero a este bebé —dijo sin titubear—. No ha sido fruto de un accidente o una manipulación por su parte, ha sido planeado.

—¿Y vienes a regodearte de tu propia desgracia? ¿O es que quieres humillarnos?

—No, solo busco... protección —murmuró en voz baja—. Quiero volver a la corte, estar a salvo.

—¿Y el humano?

—Quiero que esté conmigo, es el padre y...

El hombre empezó a carcajearse sin ningún tipo de reparo, seguido poco a poco por otras personas que les acompañaban. Siempre ocurría lo mismo, hacían todo lo que él decía o hacía solo para complacerle.

—Debería eliminarte —sentenció—. Cumplir con lo que está establecido, erradicar la mancha que supones para nuestra especie.

—Las leyes no indican eso... —dijo la mujer que también se había acercado a la chica— No podemos hacer eso, Salvatore.—No, no podemos —coincidió—. Porque desde este momento quedas...

—¡Espera! —pidió casi a la desesperada—. Sabéis tan bien como yo lo que significa que esté embarazada, lo que puede suponer para la corte y para las hadas. Por eso estoy aquí, no por mí, por el bebé.

—No ocurrirá, es imposible —sonrió con burla—. Y menos si el padre es un humano...

—Por esperar no vais a perder nada —sugirió—. Son solo unos meses y ya sabríais la verdad.

—No me hace falta ese tiempo para saber que no sucederá, no insistas más.

—Llamemos a los Tark, ellos seguro que sabrán antes que nadie si el bebé va a ser un hada o no.

Aunque ya sabía la respuesta a esa petición, volvería a ser un no. El gobernador había tomado una decisión antes de que llegase, nada de lo que hubiese dicho le hubiera hecho cambiar de opinión, él quería cumplir la ley.

—Camille Ignis, quedas desterrada de la corte Lignum de las hadas —anunció con voz firme—. El incumplimiento es penado con la muerte.

Uno a uno las personas que estaban ahí empezaron a entrar de nuevo en la corte, desapareciendo delante de Camille, que poco a poco se iba quedando sola, viendo cómo aquellas hadas que alguna vez había considerado su familia le daban la espalda y ni se despedían de ella.

Reprimió las lágrimas, sabía que muchas la estarían observando detrás de las protecciones invisibles, viendo lo que hacía, sin bajar la guardia por si Camille decidía atacarlos.

Hasta que no hubo nadie más en ese prado, solo ella y el bebé que llevaba en el vientre.

Su única esperanza.

Y antes de irse hizo algo que sabía que no podría hacer en mucho tiempo, dejar que su poder se manifestase sin miedo, haciendo que el aire la envolviese.





Esto es nuevo totalmente hehehe. Pero sigo diciendo que el inicio será a partir de Enero :)

Muchos besos xx





Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top