CRUCE ILEGAL
Kristel al verme llegar se puso feliz, sus ojitos rasgados se iluminan al igual que los míos cuando nos vemos. Vi a María Separar ropa y pensé que había lavado. Seguí jugando con mi bebita. A los minutos vi venir hacia nosotros a Jorge.
—Más tarde regreso amor, voy con unos amigos al club.
Y abrazó a Kristel para besarla, dejándola nuevamente en su cuna.
—Está bien... —Le respondió María.
Cuando se fue él, ella corrió inmediatamente a la ventana para verlo marcharse y se aseguró de ver el auto arrancar alejándose, tomó el teléfono y le llamó a Laurita, la sobrina de Jorge y la oveja negra de esa familia con descendencia coreana.
—Ya tengo todo listo... Estoy decidida... "Quiero dejarlo" sí lo amo pero entiende Laura no me respeta, me ha golpeado en varias ocasiones, para mañana no quiero estar aquí... Sí... Yo lo sé... Yo también tengo miedo, solo esperaré un tiempo razonable para que valore mi amor y a nuestra hija que es lo más maravilloso que nos pudo suceder, aquí te espero.
Yo no pude controlar mis sentimientos y volví a llorar, María se dio cuenta tarde de su error al hablar frente a mí, su hermana favorita, su "consentida" la noble, la sincera, la que sabía guardar sus secretos a mis 12 años y nunca mentir, bueno solo para ayudarla a ser feliz.
— ¿A dónde se van a ir? Yo quiero seguir viendo a Kristel —Mientras la cargaba en mis brazos— ¿Te vas a casa con nosotros?
—No, allí no cabemos y no es mi estilo de vida, me voy a E.U.A solo por unos meses, tú vas a seguir llegando a esta casa cuando lo necesites porque Jorge no te dirá nada.
A veces me iba a su casa saliendo de la escuela a esperar a que mamá fuera por mí para llevarme a casa.
Desde que la escuché hablar con Laurita algo dentro de mí me dijo que todo sería diferente, ella ya tenía listas las maletas con lo indispensable para las dos.
Llegó Laura por ellas.
Yo sé que no voy a poder visitarlas porque no tengo pasaporte y no sé cuánto tiempo pase para volver a verlas o abrazarlas, llegó mamá por mí, y la escuché decirle a María.
— ¿Porque mejor no le pides el divorcio o se dan un tiempo separados y no expones a la bebé al peligro?
—Lo tengo que hacer sufrir un poco sin ver a su hija.
— ¿Estás segura de tu decisión hija?
—Si madre, no te preocupes.
— Hija, las cosas no se hacen así.
—Madre, yo entiendo su preocupación pero no podría luchar con su poder, él es rico y tiene con su hermano el poder del consulado, yo no soy nadie a su lado.
Sentí tristeza al escucharla decir esas palabras, ¿Cómo una mujer tan bella, con una bebita hermosa pensaba así? ¿Acaso kristel no le daba las fuerzas suficientes para luchar por su amor o su divorcio? O simplemente buscar ayuda psicológica y ser felices los tres.
Cómo permitimos perder los valores del amor como mujer por un hombre, yo no quiero seguir siendo cobarde como ella, tal vez ella sí sabe lo que hace porque yo solo tengo 12 años.
Las despedí sin llorar con una sonrisa deseando que pronto regresaran a su casa, a su hogar, con su esposo, con su familia.
Han pasado muchas semanas desde que se fue María y extraño ver a mis ojitos rasgados. Cuantos sucesos en tan poco tiempo, me siento ahogarme con lo de María, Lolita, Flavio, mamá, mi maestra y Luigi. Me duele la cabeza de tanto pensar en todo.
Llegamos a casa de la escuela y me fui a caminar, tenía que tomar aire fresco y dejar de pensar un poco en todo lo que me rodeaba. Caminé hasta el parque. Me gusta mucho ir y respirar aire fresco y puro entre tantos árboles, flores, césped, Siento Paz.
— ¡Hola, Angélica!
Voltee con el solo hecho de escuchar el sonido de su voz y comencé a temblar de emoción.
—¡¡Luigi!! Te acordaste de mi nombre.
—Sí, y tu del mío.
Comenzamos a reír nerviosos.
— ¿Te puedo acompañar?
—Claro, si tú quieres, solo voy a caminar.
—Yo sé que tenemos poco de conocernos pero dime Angélica ¿Crees en el amor a primera vista?
–Sí creo. —Respondí inmediatamente mientras continuábamos caminando en círculos alrededor de los árboles frondosos y verdes.
—¡¡Yo también!! Y estoy seguro que tú eres el amor de mi vida. —Al tiempo que sujeta mi mano—"Me gustas muchísimo" cuando te veo me siento muy feliz, siento nervios y una alegría muy grande, quiero pedirte que seas mi novia... ¿Si?
Yo no había rechazado su mano tibia que por el contrario la apreté al sentir su piel suave y caminamos en silencio tomados de la mano, en ese momento sentí una gran felicidad entre tanta tristeza, por fin podía sentir algo de alegría.
Caminó más aprisa para quedar de frente muy cercas de mí que sin soltar nuestras manos me dijo...
—Dime tu respuesta.
En verdad me sentía peor que una gelatina temblando y sé que él podía sentirlo, me miré dentro de esos ojos verdes aceituna.
—"Sí quiero" nos abrazamos sintiendo el amor de dos niños enamorados de su primera ilusión, entonces vino lo esperado y se acercó más a mí sin soltar mi mano, sentí sus labios cerrados presionando los míos y poco a poco su mano acariciar mi cabello y mi cuello.
Nos miramos y sonreímos al mismo tiempo de felicidad, el amor que se siente y se respira entre nosotros se refleja en nuestras miradas desde el primer día que nos conocimos nació un amor inmenso.
Caminamos rumbo a mi casa tomados de la mano, en el camino nos encontramos a sus amigos.
—Les presento a mi novia, ella es Angélica.
Los fui analizando conforme los veía, la primera fue Martha, una jovencita de cabello rubio con una sonrisa sincera. Hugo, el clásico amigo chistoso gordito. Mario, alto, gordito y muy serio. Mariela, de cabello negro, ropa ajustada al cuerpo, la clásica que se cree la mejor del grupo o la líder.
— ¡Hola, a todos! —Dije sonriendo un tanto apenada que nos vieran tomados de la mano. Mariela preguntó:
— ¿Desde cuándo son novios? —Luigi le respondió...
— ¡Desde que nacimos!
Todos comenzamos a reír y entonces Hugo me preguntó...
— ¿Acabas de llegar a vivir aquí?
—No, ya tengo varios años.
—No te había visto nunca.
—Es que no salgo. Y no tengo amigos por aquí.
—Pues ahora ya los tienes. —Dijo Mario.
—Casi todos los días nos reunimos en el parque o afuera de la casa de Mariela. —Dijo Luigi.
—Tengo que irme. —Y solté la mano de Luigi.
—Espera, ¿Porque te vas?
—Mi mamá nos está viendo y no me deja tener amigos, mucho menos novio, mañana nos vemos en el parque a la misma hora buscaré un pretexto para salir de mi casa.
—Sí, allí te estaré esperando. —Me dió un beso en la mejilla.
Mamá me observaba del estacionamiento, caminé despacio como si algo me detuviera, deseando que mí tiempo fuera eterno al lado de Luigi pero volví a mi realidad.
Esta noche tendré bellos sueños porque acabo de dar mi Primer beso, tenía mi primer novio y deseaba que fuera el único, el sentir su mano con la mía y sus labios era como estar soñando, me agradó conocer a sus amigos que me parecieron simpáticos, menos a Mariela porque sentí que no le caí muy bien o tal vez no le agradó que Luigi ya tuviera novia, no sé pero hoy soy una niña muy feliz.
Mamá interrumpió mis pensamientos de amor.
—Ven, Angélica.
—Mande, mamá.
Tuve miedo que fuera a golpearme por estar platicando con mis nuevos amigos o peor aún por despedirme de beso en la mejilla de Luigi, Pero fue peor que eso, hubiese elegido tantos golpes como pudiera darme a terminar de escucharla. Porque esa noticia terminó por aniquilarme.
—Necesito hablar contigo.
— ¿Qué sucede mamá? ¿Y esa maleta? ¿De quién es? ¿A dónde se va mamá?
—No hija, quisiera irme yo pero tus hermanos me necesitan.
—Entonces ¿De quién es esa maleta?
Pero yo ya tenía lágrimas en mis ojos de nuevo como si algo en mi interior me dijera lo que venía para mí.
—Tuya hija, tienes que irte con María porque Kristel te necesita, está sufriendo mucho porque no tiene quien la cuide, tu hermana trabaja mucho y no puede sola con la bebita.
—Pero yo no tengo pasaporte mamá.
—Ya está todo arreglado, te vas a ir mañana por la mañana, María contrató a una persona de Confianza para que te cruce ilegalmente a los Estados Unidos con ella.
Mi llanto se volvió desgarrador e incontenible.
— ¿Por qué yo? Dígame... ¿Por qué me tengo que ir yo? Soy solo una niña.
— ¿Quieres a Kristel?
—Sí, claro que las quiero a las dos.
—Pues te necesitan, no tiene quien cuide a Kristel.
—Está bien mamá, como usted quiera pero... ¿Y mi escuela? ¿Qué pasará?
—No te preocupes yo voy a ir hablar con tu maestra para que no pierdas el año.
Quería encontrar un gran pretexto para no irme, "como si yo lo hubiera decidido" Nadie me preguntó si yo quería, prácticamente lo planearon sin consultarlo conmigo. Para mi madre yo debía demostrar mi amor por kristel de esta manera. ¿Pero, y ellas así demostraban su amor por mí? ¿Arriesgando mi vida? olvidándome de vivir mi niñez, de los sueños juveniles, de la escuela, de la inocencia del primer amor. Simplemente de respetar mi vida que es lo que NO hacían.
¿Y mi vida? ¿Y mi novio? Me fui a llorar a mi habitación ¿Qué va a pasar con Luigi? Ya no puedo avisarle... Me venció el dolor que sentía y me dormí sollozando.
—Angélica, levántate ya es tarde.
Sentía las manos de mamá moviéndome para que despertara, al abrir los ojos la vi vestida para llevarme con la persona que me cruzaría con María.
Me di cuenta que aún no amanecía, ¿Cómo podría avisarle a Luigi? yo nunca le pedí su número de teléfono.
Salimos de casa, rumbo a... No sé dónde.
Llegamos a una estación de camiones en la zona centro de Tijuana y allí nos esperaba un hombre de apariencia horrible, poco confiable, muy desagradable, yo sentía que lo había visto antes pero no ubicaba el lugar, siempre he sido muy buena fisonomista. EL hombre se dirigió a mi madre mirándome a mí.
—Señora, no se va a llevar nada porque no puede correr y cargar esa maleta al mismo tiempo, deje aquí a la niña y váyase.
¿Correr? ¿Porque tengo que correr? ¿De qué o de quién?
Entonces vino la despedida, mamá me abrazó como pocas veces lo ha hecho y dándome un beso en la frente me dio la bendición.
Yo pensaba que no volvería a verla por la forma de despedirse de mí, a los segundos nos interrumpió aquel hombre como a mis pensamientos.
—El camión se va, vámonos.
Caminé al camión sin dejar de voltear llorando a ver a mi madre, ansiaba y pedía en silencio como a gritos que me detuviera, que no me dejara marchar, que se arrepintiera de mandarme con ese hombre, pero no sucedió.
Al alejarnos de ella por primera vez sentí lo que es el verdadero "Miedo" nada comparado con todo lo que a mi corta edad había vivido o sentido, nada comparado al miedo que sentía con mi maestra Carmen o cuando mamá me golpeaba, este miedo era diferente angustiante. Y por primera vez no lloré al sentirlo. El hombre me decía las indicaciones de lo que tenía que hacer.
—No quiero que me hables, actúa como si no me conocieras, cuando yo me baje del camión me sigues sin hablarme.
Bajamos de ese camión y esperamos a que llegara otro, subió y yo detrás de él, se sentó al final del camión y yo a su lado, entonces me susurro.
—"¿Eres tonta?" no te pongas donde yo estoy, vete al frente.
Caminé hasta en frente del camión atenta en cada parada si él bajaba para seguirlo, yo no sabía dónde estábamos o dónde íbamos.
Tenía mucho miedo, no sé en dónde estoy y nos hemos alejado mucho, sonó el timbre que bajarían y era él, inmediatamente caminé detrás siguiéndolo, caminamos entre casas, tiendas, mucha gente lo saludaba, se fue quedando solo el camino mientras subíamos un cerro desolado, no sé cuánto tiempo caminamos entre cachanillas y hiervas secas pero ya estaba cansada, tenía sed, subimos más el cerro y de allí podía ver la mayor parte de Tijuana. La vista es impactante y hermosa.
Me cruzó por la colonia libertad.
—Aquí nos vamos a esperar a que oscurezca.
Fueron llegando más personas solas, familias, niños, bebés, iban en grupos y me di cuenta que yo soy la única que va "sola" empezó a oscurecer y volvimos a caminar todos juntos en grupo. Agachándonos entre los matorrales, entre las espinas, poco a poco se fueron dispersando todos, me volví a quedar sola con él. Ya estaba muy oscuro, solo veía las luces de un helicóptero que pasaba por encima de nosotros, iluminando todo a su paso. De pronto sentí las manos de aquel hombre tocándome las sentaderas, asustada volteé para verlo, me empujó a la tierra cayendo encima de mí, comencé a gritar ¡Auxilio! ¡Ayúdenme!... ¿Acaso alguien iba a escucharme? Estaba en medio de la nada, sacó una navaja y me la puso en mi cuello, sentí lo frío del filo y estremecer mi cuerpo, tal vez miedo a morir, yo no sabía que sucedería.
— ¡Cállate o te atravieso la garganta!
Traté de no gritar pero me invadía un terror a que me matara, aún no sabía sus intenciones por mi ingenuidad, solo lloraba.
Comencé a rezar en mi mente y en momentos en voz alta con la fuerza de mi alma, entonces me dio una bofetada haciendo alarde de su fuerza de hombre sobre una niña débil, pura e ingenua.
—Te dije que te calles "estúpida" si no obedeces te voy a matar aquí mismo.
Sentía como hacía presión en mi cuello con su navaja. Lloraba y temblaba de miedo.
—No voy a tardar ni 15 minutos.
No entendía lo que decía y empezó a desabrochar mi pantalón bajándolo con mi ropa interior.
—No por favor, no me haga daño señor.
Sus manos asquerosas y repugnantes recorrían mi cuerpo, comenzó a besarme y fui sintiendo su asquerosa lengua en mi piel, sentí dolor, un dolor que sabía que no terminaría allí y me acompañaría el resto de mi vida.
—Noooo, por favor basta, me está lastimando.
Grité y me cubrió la boca, lo empujaba con mis manos como con mis piernas, trataba de hacerle daño al patearlo pero era inútil porque era más fuerte que yo, no sabía que me estaba haciendo, solo sentía asco y dolor, así como presión de algo en mi vagina que en mi ingenuidad pensaba que era la navaja.
Fue inútil defenderme, ya había logrado lo que quería de mi cuerpo virgen, me había violado, ultrajado de la manera más repugnante, cobarde que pueden abusar de un ser indefenso sea el género que sea así como la edad.
—Vístete y deja de llorar mocosa estúpida. ¡Rápido!
—Si. —Respondí entre sollozos.
Recogí mi ropa y me vestí llorando dándole la espalda, no podía calmarme y aun pareciéndole poco lo que me había hecho me dijo:
— ¿Te gustó?
Yo no respondía y me volvió a preguntar gritando...
—No.
Negándolo con la cabeza sin dejar de llorar, no solo me dolía mi cuerpo, me dolía más mi espíritu.
—Pues acostúmbrate, esto es lo que te van hacer siempre los hombres, al rato te va a gustar tanto que tu sola lo vas a pedir, si ya me hubieran pagado créeme que te mataba o mejor aún te llevaba conmigo para tenerte solo para mí, ya que yo fui el primero. "Estas muy sabrosa niña".
—No por favor, me necesita mi hermana, mi sobrinita, quiero volver a ver a mi familia, a mi hermanita.
Sin imaginar que yo misma le daba armas para amenazarme mostrándole mi debilidad. Me jaló de nuevo con él y yo cerré los ojos mientras me apretaba a su cuerpo amenazándome con su navaja en mi estómago.
—Te juro que si dices algo de lo que pasó voy a buscar a tu hermana y le voy hacer lo mismo que a ti, solo que a ella la voy a matar y a tu mamá también que al fin de cuentas no le importó dejarte conmigo a solas y por si no me recuerdas "soy a quien no quisiste conocer" ¿Ahora te acuerdas?
No lo podía creer, por eso me parecía conocido, es el hombre que vi hablando con Lupita que me quería conocer.
—O dime ¿Quieres que las mate a las dos?
— ¡Noo, por favor! no lo haga, yo no diré nada lo prometo.
Para mí las promesas son sagradas.
—Basta, por favor déjeme en paz, me siento mal. Se lo suplico.
Empecé a escuchar voces a lo lejos de alguien que se acercaba, eran cuatro hombres que al verlos me invadió el terror, empecé a sudar frío, pensaba que allí mismo moriría y en momentos lo deseaba antes que me volvieran hacer lo mismo que mi violador.
— ¿No vas a decir nada o las mando matar?
—No diré nada, ya lo prometí.
—júralo.
—Sí, lo juro.
Cuando se acercaron a nosotros aquel grupo de hombres gritaron:
— ¡Hay que correr, hay viene la migra!
Cruzamos un cerro corriendo totalmente oscuro sin ver en donde pisaba, pero ya nada me preocupaba. Tropecé con una piedra que al caer me encaje unas espinas en las manos, nos escondimos de nuevo entre los matorrales y los oficiales pasaron muy cercas sin descubrirnos.
— ¿Te duelen las manos?
—No, nada me duele más de lo que usted me acaba de hacer.
Mis manos sangraban y yo misma retiré las espinas. A lo lejos veía una luz, yo ansiaba llegar con María y me abrazara, me protegiera así como ver a Kristel. De pronto alguien gritó nuevamente.
— ¡Al suelo, agáchense!
Yo no reaccionaba, estaba desubicada, trastornada, de repente alguien me empujo y grité:
—¡Noo!
Me taparon la boca para que los oficiales no escucharan mis gritos, era ese hombre del montón que llegaron. Por un momento pensé que abusaría también de mí y por el terror que sentí me oriné, vi que pasaron muy cercas de nosotros los oficiales en automóviles, se escuchó de nuevo "corran"... Llegamos frente a varias casas con cerco de malla, los perros nos ladraban, había un cerco muy alto de malla ciclónica con púas.
— ¿Puedes saltarlo? —Preguntó el hombre que arruinó mi infancia, mi violador.
Estaba muy asustada, desconocía todo lo que pasaba a mí alrededor y solo sentía y vibraba con mi miedo.
—No lo sé, tal vez sí, pero siento dolor entre las piernas.
No pude subir la malla porque me dolía abrir mis piernas y caí al suelo fracasada en mi intento.
—Levántate rápido niña.
Sentí sus asquerosas y repugnantes manos que me tocaban levantándome del piso.
—Voy a cortar la malla, ya sabía que no podrías subirlo.
Sacó unas pinzas de entre sus zapatos y cortó el cerco haciendo un agujero y por allí pasamos ambos.
—Ya estás en territorio americano.
Como si fuera motivo de alegría después de violarme, de humillarme, de matarme en vida. Caminamos varias calles entre las casas americanas y al final de una casa en color marrón nos esperaba un auto viejo en color azul, me sentía muy mal, aterrada y muerta en vida.
Subimos al auto que era conducido por una mujer americana que nos llevó a una casa no muy retirado del mismo lugar. Dentro de la casa a la que llegamos había 3 niños y una niña como de 10 años, salió una señora y lo saludó de beso en los labios y me preguntó muy amable.
— ¿Deseas algo de tomar? O ¿cenar? ¿Quieres ir al baño? Veo que te orinaste o estás mojada, supongo que no les fue nada bien amor. —mientras miraba mi ropa rasgada y sucia.
Yo lo miraba asombrada que ella no imaginara al tipo asqueroso de esposo que tenía y solo respondí con la cabeza que no, muy dentro de mí sentía odio muy grande como asco. ¿Cómo podía abrazar a sus hijos, besar a su esposa después de lo que me hizo?
Tiene una hija casi de mi edad, no mostraba ningún arrepentimiento mucho menos temor a Dios y así me hizo jurarle que no diría nada, es un ser repugnante, despreciable y maldito. Cuantas veces antes lo ha hecho que no siente temor a que lo denuncien.
¿Acaso hombres como éste merecen pertenecer a una sociedad?
¿Tener hijos?
¿Una familia y hogar?
Estar libres en la calle.
¿Vivir?
La señora le avisó a María que ya podía venir por mí, salí a sentarme en las escaleras de la entrada de la casa de madera que daban al frente del estacionamiento para verlas llegar por mí. Era mi esperanza para terminar con mi pesadilla.
Llegó María y al fin respiré tranquilidad, en lo que se estacionaban se me acercó aquel miserable hombre para amenazarme por última vez, tan cobarde que me imagino sentía miedo a que yo dijera algo.
—No te atrevas niña estúpida a decir algo porque ya sabes lo que les hago a tu mamá y hermana. Tu amiga es muy fácil de sacarle información como tu número de teléfono, dirección y las encuentro.
Se rió cínicamente en mi cara, yo no lo miraba del miedo que sentía, María llegó y corrí a abrazarla llorando. Ella me abrazó y me preguntó.
— ¿Estas bien?
—Sí.
—Espérame en el auto voy a pagarle al señor.
Va a pagar por destrozarme mi niñez, la vida, por violarme, por dañarme emocionalmente y físicamente para el resto de mi vida. Solo quería irme de allí y alejarme cuando antes. Camino a casa, me dijo María...
—Llegando te das un baño porque hueles horrible, estas muy sucia, no vayas a cargar a Kristel hasta que te bañes ¿Porque tienes sangre en el pantalón?
—Es que me encaje unas espinas o bolas con espinas... No sé qué eran, me limpie en la ropa.
Le mostré mis manos. Que me dijera que no cargara a Kristell me dolía tremendamente pero entendía que si estaba muy sucia.
Mi bebita hermosa tengo muchas ganas de verla, abrazarla, por fin llegué a cuidarte y yo siempre te voy a proteger, no importa que esté sucia, que haya sido ultrajada, mi amor por ti sigue intacto, puro e infinito como mis sentimientos que nunca nadie los podrá cambiar.
María seguía hablando y tarde me daba cuenta por mis pensamientos.
— Vivimos con Yolanda, una vieja amiga y compañera de trabajo del banco BCH, su esposo es muy especial, es muy malhumorado también, tienen 2 hijas una es como de tu edad y por favor no vayas a causar problemas con ellas, cuando cuides a Kristel no la dejes llorar por que no le gusta el llanto de la bebita, no están acostumbrados a escuchar un bebé.
Moví la cabeza aceptando todo lo que me había dicho, recordé lo que me sucedió en el cruce ilegal para llegar a ellas, mi cuerpo me dolía y ardía, deseaba que todo fuera un sueño, una mentira, pensaba que despertaría y nada de eso hubiese pasado en realidad.
Que solo fuera un cuento fantasioso, una novela de terror, un drama juvenil, pero no era así y tengo que ser fuerte y aceptar lo que me pasó, trataré de olvidar y no pensar en ese acontecimiento abominable, voy a ayudar a mi hermana porque al fin de cuentas por ellas dos me trajeron a esta ciudad como ilegal. Pensaba y pensaba...
Llegamos a casa de Yolanda...
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