27
Diciembre 1 semana - Sábado.
Era primera vez que pisaba la casa de su novio, al menos esa casa. Era bastante simple y tenía un extenso jardín exterior. Ink le había invitado a tener una pijamada aprovechando que sus padres no estarían, y Error solo pudo aceptar muy cohibido.
No podía dejar de pensar en las cosas que vio en internet hace un tiempo y que había vuelto a repetir hace poco.
Respiró profundamente, escribiéndole al menor que ya había llegado. Ink le recibió abriendo la puerta de la casa sin ponerse los zapatos. Corrió en calcetas hasta la entrada.
"¡Hola! Siempre puntual, ¿eh?"
Se notaba lo feliz que estaba, se decía internamente Error, pero de a poco supuso que esos pequeños saltitos era porque se estaba congelando los pies al pisar la nieve.
"¡Tarado, corre a casa!" Le regañó "¡Se te congelarán los pies!"
"Pero la puerta--"
"Yo la cierro"
Ink abultó sus labios y asintió, a zancadas regresó a la entrada del hogar, quitándose los calcetines que se habían humedecido. Error tras cerrar el pequeño portón caminó hasta el umbral, y ahí Ink le abrazó por los hombros, el moreno se extrañó de tanto cariño excesivo, agitando los brazos.
"¡Ay, ya!"
"Bienvenido a mi humilde hogar" Saludó, apartándose para reír. "Voy a cambiarme de calcetines, puedes entrar al living, está calentito."
Con eso se fue hasta otro pasillo. Error hizo lo recomendado, dejando su mochila a un lado, él mismo estaba nervioso de estar en su hogar pero la energía de su pareja sobrepasaba las barreras normales, hasta tenía su rostro más colorado por lo que alcanzó a ver.
¿Podía ser que también estaba nervioso de estar los dos solos? No supo si la calidez que sintió era por la sala con calefactor o por sus propios pensamientos.
Dejó caer su espalda contra el respaldo del sofá, el lugar también tenía cosas básicas, un lugar donde sentarse, mesas y un par de plantas. Lo que sí abundaban eran marcos con pinturas, era posible que fueran hechas por Ink, sabía que tenía un buen dote en el arte pero solo lo supuso, nunca había visto los dibujos de Ink y quería pensar que los cuadros que estaba viendo eran hechos por él.
Ink regresó a los tres minutos, con unas calcetas rayadas que color arcoiris.
"¿Te gusta la casa?"
"Es una casa normal, mejor la mía."
"¡Pero tu casa no tendrá lo que esta tiene!"
"¿Qué?"
"Mis pinturas."
Le había atinado. Su pareja tenía talento y sus padres parecían apoyar su pasatiempo.
Ink se sentó a su lado, poniéndose tan atrás como pudo para que sus pies no tocaran la alfombra. Parecía que ninguno de los dos sabía qué decir ahora, ambos mirando al lado contrario, escuchando el segundero del reloj de pared avanzar.
"Mm... ¿Cómo estás?" Preguntó Ink bajo.
"Ah, eh, bien." Contestó, dándose cuenta que no le había respondido anteriormente, se dio un golpe mental. "¿Tú?"
"Con los pies congelados"
"Tsk, eres bobo"
"Buuh, solo me emocioné."
Los dos a la vez giraron la cabeza para verse, tenían bastante distancia o eso fue hace segundos pues de a poco se acercaban. Sus rostros se enrojecían más a cada latido nervioso de sus corazones. Error alzó la mano queriendo llegar hasta la mejilla adversa, quería tocarle, quería intentar sorprenderlo.
No obstante, lo que les sorprendió y asustó a ambos fue el timbre sonando. Ink chilló sobresaltándose, se levantó y corrió hasta la entrada de la puerta. Error le vio desde el sofá, enfurruñándose por no haber logrado su cometido, quien fuese el culpable, le tendría odio infinito.
Esa personas fue Cross.
"Hey, Ink." Saludó el binario. "Woah, estás rojísimo."
"¡Hey, Cross! No esperaba que vendrías hoy."
"Bueno, oí que había gente así que quise visitarte. ¿Interrumpo algo?"
Error se hizo bola sobre el sofá, ocultándose con su bufanda esperando no ser visto de esa forma. Ni con sus grandes habilidades de escondite, pudo pasar desapercibido por Cross.
"¡Oh! ¡Pero si estás con Error!"
"¡Escoria!"
Ink se rascó la mejilla con un dedo.
"Puedes pasar, C." Dijo. "¿¡Trajiste juegos!?"
"Por supuesto."
El moreno suspiró rindiéndose, Ink había hecho que Cross entrase y eso significaba que no podrían pasar el resto de la tarde juntos. Se unió al ánimo creado por el monocromático aunque sin perdonarle de haber llegado sin aviso.
Al menos la tarde fue amena.
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