34.
UK abrió la puerta y le cedió el paso a la dama.
—Señorita —hizo una sutil reverencia.
—¿Gracias? —Argentina estaba confundida porque nadie tenía esa delicadeza en esas épocas—. Eh... Qué gentil.
—Es solo cortesía.
Pero eran otras épocas... ¡Ya nadie era cortés!
—Espera... ¿Por qué dejás que yo pase primero? ¿Tramas algo?
—¿Qué podría...?
—¡Tú quieres verme el trasero! ¡Atrevido!
—Yo no...
—Dejá la boludez y ¡pasá primero! Maldito enfermo.
—Eres una chica extraña.
—Y tú un... —azotó el aire—. ¡Nadie me abre las puertas con segunda intención!
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