La noche más fría de todas

Es cruel, lo sé. Pero no saben la alegría y alivio de saber que tuve razón, y, además, no fui yo quien se lo dijo. Mattias es su nombre, increíble que haya sobrevivido hasta ahora y aún más que existan manicomios como este en la actualidad. Es ilegal en todos los sentidos, no cumple con ni una sola norma, pero, todos los que están aquí, son en sí olvidados, no existen, a nadie les importa, menos que humanos. Triste, pero cierto, han sido enviados aquí a morir o enloquecer por completo y suicidarse. En la mayoría de los manicomios las habitaciones son extremadamente seguras, para evitar que el enfermo realice alguna locura, pero aquí, las puertas son de metal, con tornillos, las camas son de metal, con tubos, y casi todo, es perfectamente usable para acabar con la vida o algo peor. De hecho, he estado pensando en inscribirme, quizá me dejen con láminas para rasurar y algo de agujas para tejer. De cualquier manera, mi suicidio sería totalmente justificado, y espero traten mi cuerpo como mera basura para tirarlo después a una fosa común.

Vennus está en un estado similar al de una computadora tratando de asemejar algo, cargando, procesando y computando. Y aunque resultaba obvio, en realidad, no pude deducirlo hasta que Vertta lo dijo. Ella tuvo dos hijos, uno es mi hermano, Mattias, quien parece loco, pero no parece que lo hayan ingresado aquí por esa razón. Y el otro, fue su hija con Giovanni, Vennus. Lo que me deja con muchas dudas, y me hace pensar en la verdadera identidad del padre de Vennus. Quizá, Frodde no es su padre real, porque, Giovanni no encaja para nada con su descripción. Es todo lo contrario.

—Debes estar en un error. Mi madre murió hace años en un incendio provocado. —Esa es la historia que conocemos de la supuesta madre de Vennus, una mujer hermosa, que se equivocó, traicionó a Frodde, y en un intento por capturarlo con la policía, todo terminó en caos. Frodde no provocó el incendio, pero sí pudo huir de él, aunque quedó lastimado de la pierna izquierda y por eso usa bastón y cojea. Actualmente ya casi no se nota, pero sigue usando el bastón. Se sabía que su madre no había muerto en el acto, murió por ahogamiento, lo que deduce que ella pudo escapar de las llamas, pero terminó en el humo.

—¿Y aun crees en Santa? —Una pregunta turbia de alguien que estoy seguro, no ha pasado una navidad desde hace años. Me imagino tal festividad en este manicomio, y el regalo bajo el árbol ha de ser algo muy afilado o mortal para acabar con sus existencias. Quizá cantando como dementes y de una manera nada bonita una canción navideña y rebanar el pavo imaginario para comerlo cada uno en su celda, en silencio—. Si no crees, pregúntale.

Lo odio, mucho, demasiado, casi que prefiero dejarlo aquí. Vennus, hasta ahora ha sido mi mayor rival, puede que estuviera al borde de la muerte en ocasiones anteriores y de maneras diversas. Pero nada, nada, se compara con tratar de confrontar a Vennus. Es difícil hablar con ella, ya lo hemos comprobado antes, se trata de alguien que no se puede convencer tan fácilmente, y una vez se da una idea, no la cambia por nada del mundo. Sin embargo, hoy, creo es distinto. Algo me dice que está dispuesta a escuchar. Y una voz más pequeña me pregunta «¿Cómo fue que Mattias supo esto?».

—¿Cómo lo sabes Mattias?, tal y como veo no puedes salir de esta tu prisión —pregunto.

—Es porque no soy tan abandonado —responde infantilmente—. A veces, viene mamá a ver si estoy vivo, nunca he visto a papá. Pero ella cuenta todo, hace poco estuvo aquí, creo que por eso estar vivo, ser su escuchante.

Vertta es irresponsable, liberarse de la carga que mortifica la complicidad y conocimiento ha de ser un gran placer. Y ¿qué mejor que con este chico?, si dice algo, nadie le creerá, y si intenta hacer algo, no podrá. Un cómplice perfecto, una almohada o muñeco, peluche, que te escucha sin chistar, pues sabe que su vida, depende de ello. Dudo que Vertta lo asesine, pero no dudo que lo deje morir. Puede hacerlo, para ella es muy fácil deshacerse de los problemas, simplemente delegando y olvidando. Lo que me hace preguntar, la razón del porqué me informó de su existencia. Podía haberse guardado todo, callarse y jamás vendría aquí. Es peligroso, no por los enfermos, es por él. Se trata de un libro abierto que lo sabe todo.

—¿Danniel? —pregunta Vennus, en búsqueda de mi ayuda. Quiere que le diga que no es cierto, que todo es una mentira, una farsa, todo es un engaño. Pero, no estoy aquí para ser indulgente con la verdad, no mentiré, ya no. Quizá le duela, en realidad eso espero, será lo mejor. En caso de no sentir nada, entonces comenzaría a preocuparme, y rogaría a los cielos, no se prenda fuego a sí misma.

—Es cierto. Vertta tuvo dos hijos, uno con un sujeto que fue su novio, es decir tú. Y otro con su hermano, es decir él, Mattias es tu gemelo. Y mi hermano, al igual que de Cattiveria, y comparte cierto vinculo moral con Lissa, aunque sanguíneamente no tienen nada que ver —respondo, quizá fui algo apático y poco amable, a lo mejor muy explícito. Debí ser más suave, y decir las cosas con mayor delicadeza, pero no quiero. No es que no pueda, o no deba, simplemente no quiero. Sé que ella podrá con esto, así como yo pude. Le costará, no digo que no, pero le será mejor, quitarle la venda de los ojos de una vez.

—De... ¿de qué hablas?, hijo de Vertta y Ammiro, ¿Qué tiene que ver Lissa? —No esperaba algo distinto, no lo entiende. Tampoco voy a enseñarle, contarle la historia no cambiará nada el transcurso de lo que sigue. Mattias, en este momento es mi más grande aliado, y él lo sabe. Vertta antes de irse dijo que arreglaría todo, no lo hará, lo intentará, pero resulta imposible. Esto ya no tiene arreglo, pero, puede que tenga una tregua.

—Mattias, seguro tú lo sabes. Tu mamá no quiso decirme, pero... ¿Quién fue el responsable de aquella fiesta donde todos se embriagaron sin recordar casi nada? —Una pregunta muy específica, y es que quiero una respuesta igual, quizá no larga, me basta con un nombre, identidad o cualquier cosa. Creo darme una idea, y necesito que él lo corrobore. ¿Recuerdan que Vertta se tragaba sus palabras?, se tardaba mucho en decir algo, lo que quiere decir que no me lo dijo todo, o mintió para salvar a alguien. Pero, seguramente sí se lo contó a Mattias, es su confidente, y esas palabras que se tragó conmigo, él las escupirá por ella.

—Giovanni, llevó las bebidas fiesta, y fue primero en irse —responde. Me tranquilizo, ahora mismo no sé cómo reaccionar. Estoy, por primera vez, en blanco. Puede que todo esto no tenga un final claro, y mucho menos uno feliz. Pero, tampoco es que no tenga un final. Tomo aire, me restriego el rostro con mis manos, desordeno un poco mi cabello. Y veo a Vennus, quien me mira con cierta duda y misericordia, implora respuestas, no sabe que pensar. La empujo poco a poco a la puerta, mi rostro y el suyo están muy cerca, nuestras respiraciones se combinan, nuestros corazones se sincronizan. Está asustada, me mira con ese rostro tan tierno, inocente, con ojos llenos de dudas, pero brillan por ilusión. No le molestó mi beso, le molestó la forma que lo tomé. Ahora parece estar lista, no hace ni un solo movimiento, se queda estática. Sus labios carmín están entreabiertos, dejando ver alguno de sus dientes que parece se bañan en luz de luna, están impecables, blancos como... la nieve.

—Vennus... —digo, como un susurro, en voz grave y muy lento. Ella suspira—. No dejes que se vaya.

Acto seguido, Mattias la toma del cuello a través de su pequeña ventana de barrotes en la puerta, mientras yo salgo corriendo de ahí, para alejarme lo más posible, y dejar a Vennus atrás. No quiero que me siga, no quiero que me alcance. En este momento, ella ya no es parte del juego, no puedo confiar, y no quiero lastimarla. Mattias, quien ya la estaba asfixiando, la suelta pasados unos minutos. Ya no estoy presente, por lo que, a partir de ahora contaré lo que a mí me contaron. Vennus, mira con ira y rabia a Mattias, la lastimó, pero sabe que no puede hacer nada con una puerta de metal por en medio. Se quedan en silencio, ella no trata de ir tras de mí, puede que haya entendido el concepto de huir, y sabe que resulta innecesario perseguirme. Retoma el aire, se reincorpora, y mira detenidamente el rostro de Mattias, desfigurado por castigos y sus manos, malformadas. Deja de verlo con odio y comienza a verlo con pena, se imagina ahí, pues si Vertta pudo hacer esto con él, ¿qué no hubiese hecho con ella?

—Siendo mucho hacerte daño, tenía que hacerlo —dice Mattias, disculpándose, está realmente arrepentido. Como perro castigado, se va a su rincón, y se queda ahí, traumado, triste, desesperado.

—¿Es cierto Mattias?, ¿somos hermanos? —pregunta Vennus, quien casi rompe en llanto al hacer la pregunta.

—Sí, hermanos gemelos, por siempre. —Vennus, hasta ahora nunca había sentido algo igual por alguien, no a tal punto. Compasión, un sentimiento muy poderoso, y peligroso en ciertas situaciones. Se retira, dejando a Mattias quien, al verse solo, llora en silencio. Vennus, camina por los pasillos, viendo tales horrores, sin saber que hacer exactamente. Pero también sabe, que algunos están mejor allí, por lo que busca en todos sitios, las llaves de las celdas. Encuentra una habitación, la cual tiene un guarda, o algo así, es más un cadáver en descomposición, lleva años muerto. Y como nadie baja, y tampoco nadie quiere las llaves, seguramente fue olvidado ahí. A Vennus esto ya le parece cotidiano, está acostumbrada a este pueblo, aunque acude a una escuela en un pueblo vecino. Las burlas en su contra son constantes, cosas como «¡Cuidado!, ahí viene la loca, nos asesinará y será libre de todo crimen» o «No te acerques a mi fenómeno, quiero vivir».

Ella no tenía novio, porque todos aquellos que se acercaban, no estaban interesados en sus sentimientos, tampoco en su cuerpo especialmente. Estaban interesados en la situación. Débil, indefensa, triste y aislada, una chica perfecta para cualquier depredador. Entre ellos, alumnos y profesores. Totalmente sola, guapa, sexy, sedienta de cariño y atención. Victima fácil a cualquier nivel, con darle un poco de humanidad, te lo entregaría todo, su cuerpo, alma, dinero y todo lo que tú desees. Sin embargo, hay un problema; ella es Vennus, y no requiere de falsas amistades o depredadores tras de ella. Aun la lastimaran, no le importaba. Lo tomaba, lo escribía, lo arrugaba, lo metía en una botella, y estrellaba la misma botella al suelo o en sus cabezas. A cualquier chico listo, los usaba, diente por diente; y al pensar en ella como una presa, nunca se dan cuenta que es una trampa, de un cazador más peligroso.

Con las llaves en las manos, Vennus acude a la celda de Mattias, quien, extrañado, escucha por primera vez el sonido de la victoria, un sonido que solo había soñado, pero deseaba, imploraba, rezaba, por algún día, poder escuchar realmente. La puerta, rechina y se abre, dejando entrar aire un tanto más fresco, y al mismo tiempo, su libertad. Aquí es cuando el loco asesinó a la chica, libera a los demás y realiza una rebelión, pero no. Mattias no está loco, vivió algo muy distinto, y eso solo lo hizo más duro sin perder su inocencia. Agradecido, abraza a Vennus y ama como su hermana, ella, aunque tratando de contener la respiración, pues no olía muy bien, lo abraza igual y le importa poco. Es su hermano, y ella no será igual a nadie más en esta familia, incluyéndome.

—Huye, vete muy lejos de aquí, busca la libertad afuera. El mundo no es mejor que esta celda, pero al menos tendrás opciones. Y podrás elegir tu propio camino —dice Vennus, Mattias no quiere dejarla sola, pero ella se lo pide con la mirada. Lo entiende, caminando extrañamente, como un troll o un simio, se va, evade a guardias y médicos, para finalmente irse por la tarde, hacía lo que sería su propia historia. Vennus le dio esa oportunidad, y sabe que no la desaprovechará. «Gracias hermanita», las palabras que susurró Mattias al irse, palabras que ella recordará con cariño. Apenas lo conoce, pero siente que se conocen desde hace años, y un inexplicable apego nació hacia él. Al verlo, se imaginaba a mí, cuando pequeños, añorando mi antigua inocencia, del cómo fue mi heroína en muchas ocasiones, y también mi verdugo en algunas. Pero el calor se consume, se disipa, y termina por irse. Es de noche, Vennus sale del hospital y el frio invernal cala en sus huesos. No tiene abrigo, y nadie le prestaría uno. Regresa a casa caminando, tratando de olvidar el frio con el calor que sintió hace poco. Resulta casi inútil, la temperatura está más baja que ayer. Además, está nevando. Vennus ve caer la nieve, extrañada, le recuerda aquella navidad que pasamos en mi casa, una blanca navidad. Decoramos el árbol, y ambos jugamos en la nieve durante horas, hicimos muñecos de nieve, fuertes, guerras, combates e incluso castillos. Y recuerda que ese día, vio en la nieve sangre. Al mirar arriba, en el árbol donde aún no estaba mi casa del árbol. Había un nido de pájaros, que fue atacado por algún depredador. Uno de los pajaritos, estaba en la nieve, perfectamente conservado por el frio, pero estaba totalmente despedazado y muerto. El nido, destruido, y al subir con dificultad, vio que los huevos, habían desaparecido, excepto uno.

Ese lo tomó y lo llevó a casa, trató de conservarlo caliente para evitar que muriera. Hizo todo lo que pudo, lloró incluso, pero pasaron meses, y el huevo se pudrió, nada nació de él. Ella estaba triste porque, sintió que ese pajarito nunca tuvo la posibilidad de volar, vivir, amar, nacer. Pero luego, vio que tampoco era del todo hermoso lo antes mencionado. Sus padres murieron, y eso es parte de vivir, amar y nacer. Su inocencia se perdió en algún despiste, y todo lo impuesto por la sociedad como la moral o ética, nunca fue implantado en ella. Se preguntaba, el verdadero objetivo de su vida. Prefiriendo en ocasiones, haber sido abortada. Cada noche algo la consolaba, ese pajarito, nunca nació para ver el horror que puede ser la vida, y a la vez, murió en ignorancia, algo que consideraba hermoso. Al crecer, su vida comenzó a cobrar sentido, ya sentía que vivía por algo, una pasión, una idea. Pero esta navidad, lo volvió a perder todo.

Llega a la mansión con dificultad, no hay luces prendidas. Ella tiene la sincera esperanza, que, al entrar, todos enciendan las luces, y griten «!Sorpresa!». Su familia reunida, comiendo pastel, aunque no sea ni su cumpleaños, le hace ilusión sentir ese calor otra vez. Mirar a todos, y ver la felicidad de una familia junta. Querer despertar de la cama de Danniel, ver su vestido y peinado arruinados, bajar y su familia, reunida en la mesa para cenar. No hay granada, no hay mentiras, no hay dolor, no hay penas. Solo sonrisas, júbilo, gracia, y diversión. Eso es lo que desea con toda su alma, pero al entrar a la mansión, no hay nada más que un silencio que destruye, y un frio que asesina. No hay nadie, ni vida, ni calor, está sola otra vez, y ese siempre ha sido su mayor temor.

—Deseo... —dice, con lágrimas escurriendo por su rostro, como ríos de penas, que tratan de aliviar una herida abierta, dolorosa, muy incómoda, y agobiante—. Deseo poder vivir así, ya no quiero sentir nada... ni por papá, la familia, o Danniel. Ya no quiero seguir sintiéndome así, ya no. Duele, no puedo respirar, ya no quiero...

No hay nadie para escuchar su lamento. Sube a su habitación, igual, fría y oscura. Enciende la luz, la única. Y se recuesta en su cama, solo para seguir llorando, hasta quedarse dormida. El frio es más intenso, la tormenta se hace más fuerte, y la nieve, no es del todo blanca. En sus memorias, recuerda que siempre fue así. Solo con Danniel, sentía ese calor, que confundió con amor. Lo es, pero no uno que sientes hacía tu pareja, es menos intenso, aunque más cálido. Conmigo, ella tenía una familia, y yo una con ella. Somos familia, la única que nos queda.

La tormenta pasó, su almohada queda empapada, el sol sale y revela un blancuzco paisaje. Ya no hace tanto frio. Vennus se levanta, va al baño, se prepara, y baja a desayunar. Una mansión de ese tamaño, para ella sola. Cualquiera pensaría en mil cosas que hacer, pero ya las hizo todas, múltiples veces. En su habitación, esta ese vestido verde, arrugado y maltratado. Recuerda la ilusión y felicidad que le dio al comprarlo, pensando «Mi familia quedará encantada con mi vestimenta, espero les guste». Estaba tan emocionada por verlos y pasar una navidad increíble juntos. ¿Qué sucedió?, ¿por qué no fue así?, siente como si le hubiesen robado algo muy valioso, y esta furiosa, al mismo tiempo que frustrada. Grita, ya da igual, está sola. Grita con toda su fuerza, como si sus pulmones explotaran, su voz se rasgara, y su cabeza se llenara de todo eso, sentimientos felices, destrozados, aplastados y pisoteados. Rompe el vestido, lo destruye por completo. Al verlo, solo recuerda la felicidad que le dio, el pensar que todo iría bien.

—Lo siento —dice alguien. Vennus voltea y es Vertta, quien entró muy silenciosa, y no quiso interrumpir el desahogo de Vennus.

—¿Lo sientes? —pregunta con una risa ahogada, su rostro muestra ira, y decepción—. Abandonar a tu hija, encerrar a mi hermano, y permitir que todo esto sucediera, ocultándolo. ¿Lo sientes?, tus disculpas no me sirven de nada. Devuélveme la navidad, regrésame a mi familia, dame lo que me robaste.

—No puedo —dice Vertta resignada.

—Lo sé, yo tampoco puedo. Es algo que compartimos las dos —dice Vennus mientras se retira.

—Vennus, yo... —Vertta trata de detenerla, pero no puede, Vennus no lo permite.

—No, los hijos son la mayor responsabilidad para cualquier persona. Antes eras alguien para mí, y ahora, aunque sé que eres mi madre, ya no vales nada. De ser así, de no querernos, mejor hubieses abortado. Pero permitiste que depredadores nos comieran, y ahora el huevo está podrido —replica Vennus, quien trata de contener gritar o golpearla con toda su fuerza. Vertta se queda anonadada, no sabe que decir ni hacer. El silencio recorre la mansión entera, hasta que Vennus le da un final, dando la vuelta para irse lo más lejos posible, quizá escapar y no volver.

—El juicio de Danniel se adelantó para hoy —dice Vertta, provocando que Vennus se detenga, solo con la noticia—. Se que no podrás perdonarme, pero jamás me pidas que acabe con tu vida. Eso decidí regalártelo, aunque haya fallado.

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