Abrió su casillero con entusiasmo, feliz de que las clases nuevamente empezarán y poder admirar aquellos bellos regalos que cada día recibía.

Se encontró con una gran caja de chocolates y una carta la cual estaba decorada con un hermoso listón rojo.

Gracias al cielo las clases han comenzado y puedo volverte a ver más seguido (a excepción de las tareas, profesores y proyectos pero bueno ¿Todo tiene su precio no?).
¿Que tal estuvieron tus vacaciones en la gran manzana?
Escuché que te enfermaste durante ese viaje, no sabes lo preocupado que estaba por ti hasta que te vi llegar con un cachorro en brazos.
Por cierto ¿Como se llama? La verdad es bastante tierno.
Espero que te gusten los chocolates, se que tu favorito es el chocolate blanco pero ya no había en la tienda así que espero eu te gusten los oscuros.
Espero verte mañana.
Te quiero.
Atte: Anónimo

De verdad que estaba contento e ansioso, aquél bello chico nuevamente había hecho de las suyas.

Sí, así es, aquella persona que le deja bellos regalos desde hace un año entero es un chico.

Se lo confesó hace ya varias cartas atrás pero eso no le ha impedido seguir dejando aquellos esperados regalos de todos los días.

Dejo a un lado aquel delicioso regalo para arrancar una hoja de su cuaderno de matemáticas para comenzar a escribir.

Sabes no se quién eres pero te agradezco por todo lo que haces, quiero conocerte, no se si seas mayor que yo o menor pero quiero saber quién eres.

Con un suspiro hondo colocó el pequeña hoja dentro de su casillero asegurándose que aquella persona incógnita lo viera al día siguiente, estába nervioso, nunca creyó que llegaría tan lejos aquella hermosa y bella persona.

Bueno suponiendo claro está.

Salió del instituto con una sonrisa en su rostro, por una parte se preguntaba si aquella persona de verdad existía.

Alguien que se preocupara por él, pero por otra parte esperaba a que fuera una tonta broma de parte de sus compañeros que tardó bastante tiempo en caer en la trampa.

—Por favor dime que eres real...