Valentía.

Jina observo el espejo de su habitación mientras peinaba con lentitud su gris y corto cabello.  La mujer que le devolvió la mirada no se parecía a ella, esos ojos cansados y mejillas hundidas no eran de ella, la piel pálida donde solía haber color y los labios agrietados no podían ser de ella.

Su reflejo solo demostraba una parte de lo destrozada que estaba por la situación.

Con lentitud se puso un abrigo grande y luego, a pasos cortos, camino hacia la sala.  La imagen de Jimin y Hoseok llorando la hizo detenerse, rompiendo solo un poco más su cansado corazón. 

—No quiero que me dejes TaeHyungie —confesó Jimin abrazando con fuerzas el cuerpo del omega, sin poder respirar bien por los sollozos que salían de sus labios —no sé que voy a hacer sin ti...

Hoseok trataba de comportarse como alguien mas fuerte pero las lagrimas en los ojos del beta no se podían ocultar.

—Cuídate mucho TaeTae, ¿sí? —susurro acariciando con sus manos temblorosas el cabello del menor —No podría soportar que algo malo te suceda.

Pero Hoseok no pudo ser fuerte.  El beta rompió a llanto, escondiendo su rostro en el hombro de TaeHyung mientras este asentía con rapidez, abrazando a los mellizos con desesperación en sus movimientos, igual que como cuando era pequeño y no quería que los betas se fuesen a su casa.

Eso era hermandad.

Era hermandad y no era necesario ningún vínculo de sangre para afirmarlo. TaeHyung daría su vida por Hoseok y Jimin y los betas darían todo por ver al omega feliz, se protegían la espalda y se amaban de la forma más pura que existía, siempre jugando y riendo de un lado para otro, siendo confidentes, amigos, compañeros de aventuras y familia.

Era hermandad y porque era hermandad la despedida fue tan dolorosa.

—Los amo, los amo mucho —susurro TaeHyung —y aunque pasen años nunca dejare de hacerlo —aseguro —gracias por cuidarme todo este tiempo...

—Siempre estaremos para ti —dijo Hoseok —somos una familia, TaeTae...

El omega asintió sonriendo con tristeza.

—Lo sé —aseguró.

 ❅  

Jina encendió el auto mientras observaba la inocente curiosidad en los ojos de TaeHyung al ver el vehículo moverse, la mujer casi ríe al ver como el pequeño no pudiera ocultar su sorpresa ante el movil y no era para menos, el omega nunca habia subido a un auto.

Era un pequeño, su pequeño.

La sonrisa murió en los labios de la mujer.

—¿Sabes? El día que te conocí fue el día que la alegría volvió a mi vida —confesó volviendo la mirada a la carretera —tus ojos grandes me miraban con miedo y tus manitas pequeñas agarraban las mías con fuerza, al segundo que te vi supe que eras un ángel enviado para ayudarme.

—Recuerdo como jugábamos. —La mujer soltó una pequeña risa y TaeHyung no pudo evitar imitarla —o más bien tus travesuras —se corrigió —Pero por sobre todo recuerdo aquellos días lluviosos, cuando te leía un libro junto al fuego mientras tomábamos chocolate caliente, con tus ojitos soñolientos, luchando por quedarte despierto hasta el final de la historia. —Sonrió con añoranza, perdida en sus recuerdos.

—Pero desde hoy ya no tendremos esos días, ¿verdad? —preguntó con los ojos cristalizados, suspirando con dificultad —Ahora no queda más que decir adiós.

El omega miro a la mujer.

—Estaré bien, abu—dijo tratando que su voz no se quebrara —volveré con ustedes cuando todo se calme.

Pero no era verdad y eso ambos lo sabían.

—Esto no es tu culpa —aclaró la mujer luego de un momento —esta situación... es más grande que todos nosotros, es una ideología inhumana y por lo mismo las personas se refugian en ella —aseguro —Personas que pecan de ignorancia, empatía y amor —dijo ahora mirando fijamente los ojos del menor —hay que sentir pena por ese tipo de gente, TaeHyung.

El rubio la observó sin entender.

—¿Sientes penas por esos asesinos? —pregunto.

—¿Tú no? —Exclamó la alfa —alguien que odia con tanta intensidad nunca podrá vivir en paz, nunca será completamente feliz.

TaeHyung asintió dudoso, pensativo de lo dicho.

—Cachorro, toma la capucha roja que está en los asientos de atrás —pidió Jina.

El nombrado obedeció, tomando la capa roja entre sus manos, recordando cómo la tenía desde pequeño, usándola aunque esta le quedara extremadamente grande.

—Era de tu madre—afirmó la mujer antes que TaeHyung pidiese una explicación —cuando te encontramos la tenías puesta, era muy grande para ti en ese entonces pero logro abrigarte toda la noche.

El menor no supo qué decir, tomando con protección la tela entre sus manos y murmurando un pequeño "Gracias" que Jina alcanzó a escuchar.

—¿A dónde me llevas? —pregunto luego de un tiempo, no queriendo tocar el tema de su madre biológica, aunque fuera doloroso ella le recordaba a NamJoon.

Jina dudo.

—Conozco a un beta que podría darte cobijo, vive a las afueras de la ciudad vecina, en ese lugar hay pastizales llenos de flores, estoy segura que podrás entretenerte —informó luego de unos minutos de silencio —No he hablado con él en años —aclaro —pero me debe un par de favores.

—¿Él también estuvo en la resistencia? —pregunto TaeHyung.

La mujer asintió mirando la carretera.

—Era un hombre rudo, le daba buenas palizas a los alfas que se pasaban de listo con los omegas —dijo —puede que parezca un gorila pero tiene un corazón de oro.

TaeHyung sonrió ante esa descripción.

—Parece un gran hombre —opino mirando el oscuro cielo.

—Lo es —susurró para luego aparcar el auto —llegamos.

El omega miro por la ventana pero era puro bosque lo que encontró. Sin dudar ni preguntar se bajo del auto, tomando su mochila color celeste entre sus brazos mientras como un patito bebé seguía a Jina dentro del oscuro y algo tenebroso bosque.

A la distancia una vieja y gran casa de madera se mostró, sin pintar y con tenues luces saliendo de esta, demostrando que dentro de la casa si habitaban personas.

—Espera —ordenó Jina antes que el omega pudiese caminar hacia el lugar —déjame hablar con él, si algo malo sucede quiero que corras al auto y me esperes ahí —ordeno y sola se dirijo a la casa.

TaeHyung la miró alejarse.  La figura de la alfa era imponente pero caminando con lentitud, siendo muy tozuda para admitir que se estaba cansando.

Sin pensarlo el omega se acercó a la mujer y le tomó el brazo, haciendo que esta se apoye en él.

—Somos familia —recordó al notar el reproche en la mirada de Jina —Si hablaras con él estaré ahí para protegerte.

La mujer lo miró con sorpresa, como si recién se diera cuenta que su cachorro había crecido, que a pesar de ser omega él era capaz de proteger a sus seres queridos.  Antes que alguno pudiera hablar la puerta se abrió, mostrando a un gran y musculoso hombre detrás de esta.

  ❅  

Lo habían dejado quedarse.

TaeHyung no podía hablar de lo sorprendido que estaba, el beta ni siquiera necesito escuchar la mitad de la historia y ya lo había aceptado con los brazos abiertos a su casa.

—¿Prometes cuidar a mi cachorro? —Exigió saber Jina con seriedad —Lo dejo contigo porque sé que eres el único que lo puede proteger.

El hombre con corazón de oro se llamaba Minho y apresar de ser todo músculos su sonrisa llena de bondad era su rasgo más notable.

El pelirrojo asintió.

—Lo cuidare —afirmo —Yo y mi hijo lo ayudaremos a ambientarse, prometo que estará en buenas manos —aseguró.

—¿Hijo? —preguntó la mujer con preocupación.

Los ojos del beta se llenaron de orgullo.

—Es un alfa muy respetuoso, lo prometo —aseguro —ahora está en la casa de su novia pero ya llegará.

Jina se tranquilizó al escuchar aquello, si el alfa tenía novia no intentaría seducir a su cachorro, ¿verdad?

Un segundo de silencio.

Sabiendo lo que significaba el omega fue el primero en abrazar a la testaruda alfa, tomándola con protección y cariño.

—Les pedí a Hoseok y a Jimin que te cuiden pero sé que al final los cuidaras tú a ellos —confesó TaeHyung sacándole una risa a la mujer —manténgase a salvo, ¿sí?

La mujer besó la frente del omega.

—Lo haré, TaeTae —tranquilizo —y tú debes de llamarnos todos los días, Jimin se volvería loco si no supiera donde estas.

El menor asintió.

No hubo una despedida ni un adiós, ellos no lo necesitaban. Jina tan solo se alejo, con los ojos llorosos camino a la salida de aquella casa, sabiendo que si volvía el rostro para ver a su hijo no podría irse, que volvería para proteger a su cachorro. Por un segundo se preguntó si esto mismo había sentido la madre biológica de TaeHyung al dejarlo solo en el bosque, ese vació y el temor de que algo malo le sucedería al pequeño.

TaeHyung no la detuvo, mirando el cómo la mujer se perdía en ese oscuro bosque, sintiendo en cada musculo de su cuerpo la necesidad de volver con su amada abu, deseando regresar a aquellos días lluviosos que compartían.

De repente, un recuerdo llego a la mente de ambos y sonrieron con los ojos llenos de lágrimas, riendo entre sollozos mientras de a poco la madre partía y el hijo se quedaba.

<<—¡Jimin, Hoseok ya dejen por una vez a mi vaca en paz! Oh no... TaeHyung no te atrevas a seguirles el ejemplo... —Pero ya era muy tarde para que la abuela Jina pudiese continuar con su advertencia, el omega ya se había subido sobre la vaca, justo al lado de Jimin —¡Mocosos suicidas, creí que habíamos acabado con los años de andar molestando a mis animales!

La vaca mullo pero no se movió, ella ya estaba vieja, muy cansada de tratar que aquellos humanos dejaran de subirse a su lomo.

—Señora vaca —se quejo TaeHyung al ver que el animal no reaccionaba —usted era mucho más divertida antes.

Un mullido fue la única respuesta a lo que desanimados y esperando su regaño se bajaron del animal.

—¿A que jugaremos ahora? —Pregunto TaeHyung dedicándole un puchero a los hermanos —Podríamos molestar a las gallinas, ellas son más...

—¡Ni molestar a mis pobres gallinas ni nada! —Lo interrumpió la anciana —Ustedes se entran a la casa en este instante y cocinaran conmigo una sopa de carne.

Los más pequeños trataron de esconder su felicidad ante aquellas palabras, cocinar con la abuela Jina significaba comer mucho y prácticamente no cocinar nada ya que la mujer era muy testaruda y aunque lo negara le gustaba hacer el trabajo sola para luego recibir todos los cumplidos de su cachorro y los "mocosos malagradecidos".

—¡Prefiero sus tartas de chocolate y frambuesa! —confesó Hoseok ganándose una mala mirada por parte de la mujer pero al notar la ilusión en los tres rostros solo negó con la cabeza.

—Los dientes se les pondrán amarillos por comer tanta cochinada —informo con una pequeña sonrisa, aceptando cocinar aquello para sus cachorros.>>

TaeHyung sonrió y volvió a observar el bosque, buscando con la mirada a la mujer que consideraba su madre.

Pero sin que se hubiese dado cuenta ella ya se había ido.


Nota:

¡En el próximo capítulo veremos a JungKook! 

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