Epilogo.
—¿Y las pastillas? Eres un alfa terco, ya dije que debías tomártelas para tus dolores de espalda porque yo no soportare otro de tus quejidos de viejo senil.
Un gruñido escapo de la boca del hombre, molesto de ser interrumpido en su sueño y a la vez algo ofendido.
—Mujer, déjame en paz, que de lo único que me quejo es de ti y tus gritos insoportables.
El rostro de Jina se puso rojo casi de inmediato y en un acto de costumbre posiciono sus manos sobre las caderas, dispuesta a dar un gran monologo de quejas, pero, fue interrumpida por unas pesadas y desordenadas pisadas que indicaban la entrada de alguien a la casa.
—¡Señora Kim! ¡TaeHyung envió una carta! ¡Está firmada por nuestro TaeTae! —grito Hoseok a la par que junto a Jimin entraban a la habitación, teniendo ambos la carta entre sus manos, tironeando de esta para ver quien la leía primero.
La mujer se levantó, olvidando su molestia y algo sorprendida.
—N-no digan tonterías —siseo luego de salir del asombro, por primera vez dejando al descubierto un pequeño temblor en su voz —¿No ven que dañan el corazón de esta anciana?
—Es verdad, Jina —afirmo Jimin, al fin arrebatando la carta de las manos de su hermano para mostrársela a la alfa —Esta es la letra de TaeHyung, yo mismo fui quien le enseño a escribir, podría reconocerlo donde sea.
La mujer tomo el papel algo arrugado entre sus manos y lo sostuvo con cuidado, cómo si aquello fuese lo más preciado que hubiese en el mundo.
Los betas no la detuvieron y nerviosos se acercaron. El ambiente de la habitación cambio y el silencio reino, teniendo a todos expectantes de esta nueva situación.
Los dedos de Jina temblaron cuando intento abrir la carta, maldiciendo por lo bajo ante su propia emoción.
No había sabido de TaeHyung desde hace ya dos años, después que el omega escapara del país junto a JungKook y no podía decir que estaba del todo alegre de recibir noticias de su hijo ahora. A veces uno prefiere vivir en la ignorancia, pensando que al fin su pequeño había logrado adaptarse, vivir su final feliz.
Porque si no era así Kim Jina estaba segura que volaría por todo el mundo en busca de su cachorro.
Ante su nerviosismo casi rasga el papel pero las manos de YoonGi la detuvieron, tomando las de la anciana y apretando estas, entregándole la fuerza y confianza que necesitaba.
—Vamos, mujer —susurro este —Que también necesito ver cómo está mi JungKook.
Se miraron para luego abrir el sobre juntos, cada uno tomando uno de los papeles que se deslizaron de este. Jina miro el contenido de su hoja, era una imagen que mostraba a un bebé de ojos grandes y mejillas abultadas, siendo abrazado por una chica de cómo catorce años, sentados sobre una cama que tenía múltiples juguetes infantiles.
Querida abu: Jeon SeokJin nació hace ya un año, es un bebé muy celoso y rezongón, suele gruñir aunque suena más cómo un maullido y por una razón que aún no logro descubrir le divierte comer flores. No puede hablar muy bien pero eso no quita que ya este murmurando quejidos por la más mínima cosa y es de lo más exigente a la hora de los mimos, le gusta quedarse en mis brazos por mucho tiempo, que acaricie mi nariz contra la suya y bese su frente, tal como tú hacías conmigo.
Se parece tanto a ti a veces que cuando está dormido suelo llorar un poco, imaginando la forma en que lo malcriarías o lo gordito que lo tendrías gracias a tus deliciosas comidas. Pienso cómo hubiesen actuado Jimin y Hoseok con él, tal vez mi pequeño hijo intentaría apretar las mejillas de Jimin, regañándose mutuamente por quien sabe qué o imitar todos los ruidos que suelta Hoseok, moviendo sus bracitos al son de los bailes de su tío.
Y no es justo pero tal vez, tal vez en otro mundo si pudimos llegar a tener a toda la familia junta, jugando con los animales o contando las estrellas mientras nos sentamos en el pasto.
Los extraño mucho, tanto que a veces duele pero JungKook y mis niños hacen que esta carga se haga soportable. Abu, mi alfa cumplió su promesa, a pesar de que este tan asustado cómo yo, a pesar de temer a las libertades de este nuevo mundo, prometió que me daría razones para continuar viviendo y todos los días lo está cumpliendo.
Él me hace feliz, no es todo perfecto pero al menos creo que soy creo feliz.
Mi casa esta donde él esta y solo entre sus brazos continuar no suena cómo algo tan temible.
Gracias por darme la oportunidad de vivir, abu, gracias por darle la oportunidad a este omega de ser alguien.
Tu siempre amado hijo, TaeTae.
YoonGi tomo la otra imagen y una sonrisa floja escapo de sus labios.
—Creo que están más que bien —susurro para luego mostrarle la otra foto a la mujer.
Eran JungKook y TaeHyung, el omega tomaba entre sus brazos al pequeño Jeon SeokJin mientras que el alfa besaba a su amado, usando su otro brazo para sostener un libro de cuentos infantiles, teniendo a su lado a la joven Dahyun, quien ojeaba las páginas del cuaderno casi a escondidas.
Estaban acostados en el sofá, frente a la flamante chimenea, con la ventana empañada gracias a la lluvia y la imaginación volando culpa de los cuentos que tanto se susurraban. Cuentos sobre un omega y un alfa, que se amaban más de lo que cualquiera se imaginaba.
Y por fin, Jina también sonrió, con lágrimas en sus ojos y añoranza en el corazón.
Si, su TaeTae estaba en buenas manos.
—¿Cual es el nombre de estas?
TaeHyung miro las flores blanquecinas que le apuntaba la mujer mientras subía al mostrador al pequeño SeokJin, mismo que casi ronroneo de alegría al ser tomado entre los brazos de su appa.
—Esas son Lirios —afirmo con un francés algo fluido para luego besar la frente de su bebé mientras le hacía pequeñas muecas graciosas —Simbolizan inocencia.
Ella sonrió, era su clienta más fiel, venía una vez a la semana para recoger un par de flores y alagar al omega dueño de la tienda, mismo que solo aveces le entendía aquellos piropos al no manejar tan bien el idioma.
—Me hace falta un poco de inocencia en mi vida, tal vez con eso mi esposo vuelva a casa —dijo de manera desinteresada, casi como si en realidad no le importara —¡La llevo!
El omega rió pero su postura tensa no se desenvolvió, ya siéndole una costumbre aquella posición algo a la defensiva a la hora de enfrentar a un alfa que no fuese su pareja. Aveces ni el mismo JungKook confiaba de las personas que venían a la tienda, tan acostumbrado a la educación en Corea que no podían creer lo amables que eran todos en aquel país, hablando de igual a igual, cómo si TaeHyung no fuese alguien diferente o menos que los demás.
—Tenga una linda tarde —dijo la mujer, despidiéndose mientras pagaba, guiñándole un ojo al omega con coquetería.
Tal vez a ella los lirios no les servirían del todo.
—Igualmente.
La alfa se fue y TaeHyung suspiro, dispuesto a cerrar la florería, esperando que JungKook apareciera pronto para darle unos buenos besos, llevándolo a su hogar para poder acurrucarse en su cama y mimarse mutuamente un tiempo, convenciéndolo con unos pucheros de niño caprichoso a los cuales el pelinegro nunca se negaba.
Tink, Tink.
El rubio levanto la cabeza y Dahyun apareció por la puerta, con una sonrisa traviesa en sus labios y saltando sobre sus pies.
—¿Qué pasa, cariño? —pregunto TaeHyung, notando la emoción de la chica.
<<Appa, debes venir conmigo, ahora.>>
Respondió, moviendo las manos con tanta rapidez que al omega le costo un segundo procesarlo.
—¿Ahora? —pregunto —Pero estoy cerrando y Jin aún no toma su merienda.
Ella negó, caminando con rapidez hacía el bebé y lo cargándolo entre sus delgados brazos, ganándose un pequeño quejido por parte del menor.
<<Yo me encargo de Jinnie, tú me acompañas.>>
Ante esa orden TaeHyung no tuvo otra que obedecer, cerrando la florería con precaución para luego acompañar a la decidida castaña, concentrándose simplemente en ella y tratando de no mirar mucho a los demás transeúntes, intentando no ponerse del todo nervioso.
Podía manejar hablar con un desconocido cuando atendía la tienda pero tantas personas en un mismo lugar lo asustaban, aún más si se encontraba caminando por la calle. Se avergonzaba en admitir que en estos dos años nunca había salido a pasear sólo, siempre necesitando a alguien que lo acompañara para no terminar llorando en la calle o con un ataque de pánico.
Los demonios no se iban y las memorias tampoco, la sangre que cubría sus manos estaba seca, pegada a su piel y manchando su espíritu pero aún así esta nunca lo había corrompido.
A pesar de sus miedos el omega apreciaba la belleza de aquella ciudad, la etéreo arquitectura y lo pequeño que se sentía frente a todo lo que lo rodeaba. JungKook decía que nada de lo que había visto en Seúl se comparaba con París y le había creído, mirando las extravagantes ropas de algunos o lo artístico que se sentía todo, tal cómo en tantos libros había leído.
<<Disfruta tu velada, appa.>>
TaeHyung frunció el ceño con confusión pero luego miro el lugar que Dahyun —con clara dificultad, al tener al bebé en brazos— le apuntaba.
Y ahí estaba JungKook, frente a un local de café y siendo tocado por los rayos del atardecer, vestido con un traje de gala y con una sonrisa tímida en los labios, misma que demostraba lo nervioso que estaba por al fin cumplir su promesa tardía.
—¿Que es esto? —susurro el omega, acercándose a su marido.
—¿No lo recuerdas, amor mío? —pregunto de vuelta el pelinegro —Me debías aquella cita en el café, después de todo —dijo pero el rubio no respondió, poniendo aún más inquieto al pobre alfa —Lamento la tardanza pero quería que estuvieses listo, que ambos lo estuviéramos, de hecho y luego estuvo la casa, nuestra etapa de embarazo donde estaba tan asustado de perderte y...
El omega lo abrazo, interrumpiendo cualquier palabra, besando los labios de su amante y esposo, juntando ambas narices para crear un infantil toque.
—Esta perfecto —murmuro —Eres tan perfecto para mi.
La radio tocaba una música jazz y TaeHyung sólo quería llorar, sin esperar aquel acto que ni en sus fantasías más locas pudo imaginar.
—Y tú lo eres para mi —afirmo JungKook, separándose de su pareja para luego carraspear, casi temeroso de hablar —Pero te tengo preparado un discurso así que por favor, no me distraigas con más besos.
El de piel acaramelada levanto una ceja en un acto de diversión.
—Entendido, señor —afirmo, mordiéndose un poco el labio solo para molestar.
JungKook bufo y con una sonrisa boba comenzó:
—Mi omega, te ame cuando no sabía que era amar, te ame cuando supe que lo nuestro era imposible de lograr y ahora te amo aún más cuando ya no queda más por lo que luchar, esperando una vida donde se que sólo tú me podrás complementar —dijo, dejando que la nostalgia lo embargara de apoco, haciendo cristalizar sus ojos y provocando que se moviese con aún más timidez —Kim TaeHyung, espero que ya no queden dudas en tu corazón y que sepas el significado de mi amor... —afirmo —Porque ahora que ya casi todo esta cumplido, que lo malo ya se a ido, creo que merezco que tengas esta pieza conmigo.
El omega asintió, riendo con pequeñas lagrimas bañando su rostro y tomando la mano de su alfa con un deje delicado.
El sonido del saxofón complementaba a la pareja de una forma natural, entrelazando los dedos mientras se balanceaban con lentitud. El ambiente era casi mágico, a las afuera de un café en París, empezando una historia que al parecer no tenía fin.
Hay muchas cosas que debería decirte pero las palabras pueden esperar hasta otro día.
Juntaron sus frentes sin dejar de mirar los ojos ajenos, tan cerca que sus pestañas se rozaban pero tan lejos que sus labios aún no se alcanzaban.
Así que bésame una vez, luego bésame dos veces, luego bésame una vez mas porque a sido un largo, largo tiempo.
Estaban sonrojados y las memorias los estaban embriagando. Eran dos niños jugando a las escondidas, robando su primer beso en lo que parecía el punto más alto del medio día pero también eran una pareja de adolescentes, haciendo el amor para sellar pactos sin dejar de parecer castos. Eran dos enamorados, sin etiquetas o fronteras, acariciándose para sanar las viejas heridas, olvidándose del mundo en donde ellos solo eran una fantasía.
No era perfecto, había noches en donde ni los besos de JungKook podían calmarlo, donde lloraba mirando las marcas en su espalda o al ver mucha gente en un solo lugar, perdido de la sociedad o los códigos de esta.
Pero valía la pena, con tal en estar en los brazos del contrario todo parecía valer la pena, ver a su pequeño hijo reír o ser un alfa celoso de JungKook, intentando ganar la atención de su papi TaeTae a toda costa, valía la pena.
No me sentía así, querido, ya ni siquiera recuerdo desde cuando porque ha sido un largo, largo tiempo.
Tararearon la música contra los labios ajenos, tan perdidos en su mundo que no notaban cómo llamaban la atención de la demás clientela, curiosos de lo intimido que parecía aquel momento.
Nunca sabrás cuantos sueños he soñado contigo o solo lo vacíos que se veían sin ti.
Se veían tan... solitarios, fuera de este planeta. Abrazándose mutuamente cómo si nunca lo pudiesen hacer de nuevo, el omega apretaba la camisa por sobre los hombros del alfa, tan fuerte que sus uñas se enterraban y el pelinegro tenía sus brazos en la cintura del rubio, sosteniéndolo en un abrazo desesperado, que quitaba el aire pero al menos los mantenía unidos.
—Oh, mi chico de las mil fantasías, hemos escapado para robarnos hasta la última de las utopías —susurro JungKook.
El omega beso la mejilla de su alfa, un secreto agradecimiento ante todo lo que le estaba entregando, la promesa que se estaba cumpliendo.
Así que bésame una vez, luego bésame dos veces, luego bésame una vez mas porque a sido un largo, largo tiempo.
Porque habían estado separados tanto tiempo.
Cinco años, cinco días, un mes, un segunda y ahora nunca más en la vida.
—Porque se que en este mundo no cabe nuestro amor y por eso crearemos galaxias con esta canción —afirmo TaeHyung.
Fin.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top