PRETTY : ONE

PARTE UNO


—Es un friki. —había dicho YuBin, observando desde la distancia una de las mesas apartadas del resto, sin nadie más que un chico de cabello castaño y lentes gruesos negros— Debe oler tan mal... —sus amigas rieron, dándole la razón.

—Escuché que su madre es cajera en una tienda de conveniencia.

—Apenas debe tener para pagar el almuerzo. —dijo otra.

—Es un fracasado. —susurró a sus amigas.

Kim YuBin tiene diecisiete años y nació con unas enormes ganas de joderle la vida a Jeon JungKook. El pequeño Jeon había sido su compañero de salón desde principios de año, sin embargo, lo conocía desde hace, al menos, unos diez años atrás. Desde entonces la femenina no ha podido parar con su extraña fijación a molestarlo, le gusta ver aquella expresión afligida que coloca cada vez que lo hace caer en medio del pasillo, o como sus ojos gotean con cada insulto, la manera en que -pese a ser más pequeña corporalmente que él- se encoge en su lugar cuando es arrinconado. Tiembla, sufre, y solloza.

No debería molestarlo, sus padres han sido muy amables con los progenitores de él, eran amigos que se visitaban de vez en cuando. A YuBin no le desagrada la idea de ir a su casa, le gusta cuando los adultos están en la planta baja cenando y ella puede subir a la habitación de él. 'Ve a hablar con JungKook, cariño.' le dice su madre todas las veces.

Por supuesto, jamás ha podido negarse a ir a esa bendita habitación. ¿Qué es lo que la atrae tanto a ese idiota? No lo sabe, sólo... sabe que ya no puede negarse a la idea de ser follada por él.

' Con sus ojos negros analiza la figura masculina frente a ella, parado a un costado de la cama, ha estado pensando en algo ultimamente en esos días, es una pregunta estúpida si lo ve de otra forma. No debería siquiera tenerlo en su cabeza, se siente avergonzada de... bueno, hacerse la ilusión de que es así. Después de todo son adolescentes, tienen diecisiete años, cada vez más cerca de los dieciocho, no sería del todo extraño que un sentimiento tan feroz como la tensión del erotismo sea palpable entre ellos. Pasan mucho tiempo juntos, bueno o malo, lo hacen. Se miran mucho, en verano, sus cuerpos sudorosos chocan en la playa de Busan, donde sus familias comparten cabaña.

No iría a mentir, el castaño tiene un cuerpo bien formado. No sabe en qué momento se ha puesto tan guapo, de la nada, un día él ya era un hombre. Uno tímido, y del cual los chicos de la escuela disfrutan de molestar por sus extraños gustos a lo paranormal, sus buenas notas, o lo inadaptado que es ante la presencia de otras personas.

Yubin se siente avergonzada cada vez que lo oye hablar en clases, tartamudea, aunque al final su respuesta es correcta. El profesor suele felicitarlo, es un buen alumno, el mejor de hecho. Tiene la beca asegurada. Debido a que son tan diferentes, no tiene más opción que fingir no ser nada suyo, no son amigos, ni familia. ¿Qué son?

Él la saluda todas las veces que llega a su morada, con sus mejillas sonrojadas y mirada baja que -en su vano intento de ser disimulado- la analiza desde sus piernas largas hasta el inicio y final de su pecho. Entonces, allí las declaraciones de sus amigas tienen un poco más de sentido, será que, por más loco que suene: ¿JungKook... la desea?

Sus amigas suelen decirle que él la ve mucho durante el almuerzo, o en el salón de clases. YuBin lo aludió a que se conocen desde niños y que -en realidad- lo único que quiere es estrangularla por ser la mayor perra existente. Aunque, sí debe ser honesta por una vez en su puta vida, pues... JungKook es caliente.

Tiene una mandíbula tonificada que vuelve su cabeza un lío, quiere pasar su lengua por esas zonas marcadas, sentirlo bajo ella. No es virgen, desde hace unos meses comenzó a experimentar con Min YoonGi, el líder del equipo de Básquet masculino, él es bueno. Pero, ¿Y si JungKook es mejor? No quiere quedarse con la duda, tiene la leve sensación de que a pesar de ser un pequeño hijo de puta antisocial, sería bastante bueno con su lengua, y eso no la deja dormir tranquilamente por las noches.

Claro, es estúpida. No sería moral corromper a un niño bueno, mucho menos a él.

De pequeños, era una bola inestable de ansiedad que solía llorar a mares si alguien le elevaba la voz, o si su madre se iba más de tres segundos de su vista, él rompía en llanto. La única que podía tranquilizarlo era nadie más que YuBin, al parecer sus abrazos y besos en la frente hacían que JungKook pudiera detenerse. Era un niño débil, el cual, le producía la necesidad de: Primero, protegerlo. Y segundo, joderlo más cada día.

Ahora, viéndolo tan nervioso a un costado de la cama, jugando con sus dedos y dudando en si hablar o mantenerse callado. La chica remoja esos belfos de color rojo, la imagen de niña buena que da frente a sus padres ahora está rompiéndose. Su falda de tubo que va por encima de sus rodillas se estira a medida que sube sus piernas, JungKook se encuentra a sí mismo bajando la vista a las bragas blancas de encaje que se asoman.

No, no debe mirar. Aparta la vista.

¿Sucede algo? —preguntó, como si no fuera todo un intento por provocarlo.

Y-YuBin... nuestros padres... ellos...

—Dime, ¿Has llorado mucho esta semana?

Era cruel, demasiado cruel. Mientras que su buen amante Min YoonGi lo golpea a la salida junto a sus amigos matones, ella sigue acostándose con él y se lo recalca en la cara, disfruta de verlo sufrir. YuBin lo besa en los pasillos, cuando él pasa, sus labios se unen en un beso fogoso, sus manos se buscan en el apasionado momento y el resto sólo sueña con ser igual. JungKook se pregunta si el mayor estaría furioso al tener a 'su chica' acostada en su cama, abrazando su almohada, y mirando su cuerpo.

La última vez que lloró fue anoche, el viernes, al recordar a esos idiotas rompiendo toda la tarea que hizo. Vamos, los hombres no lloran. Piensa en mil formas de volverse más masculino, lo suficiente como para intimidar al Min y hacerlo alejarse de la malvada Kim.

No... —mintió al decir.

¿Recuerdas cuando te abrazaba para que dejaras de llorar en tus caprichos? Tú decías: 'Ah, YuBin-ssi es realmente cálida, quisiera estar siempre así.' Entonces me reía, pensaba en que eras un pequeño llorón.

¿Qué busca al decirle eso?

No soy —sus ojos suben a los de ella- un llorón.

Sí, lo eres. —su mano se extiende y lo toma por la muñeca— Estoy segura de que mueres por abrazarme. —sin aviso previo, es lanzado de sopetón a la cama, su cintura es tomada y su cabeza recargada en el abultado pecho de la femenina.

Oh, Dios... si hay ángeles en el cielo, ¿Ellos ven la escena? ¿Ellos notan lo pecaminoso que se vuelve con cada segundo pasado? Hay algo dentro suyo que se siente incorrecto, como un loco. No hay manera en que querer a esta mujer sea correcto, no hay hombre que merezca más sus insultos que él. Verla lo vuelve el fracasado que ella dice que es, se siente de esa forma, el mismo idiota de siempre obsesionado con imaginar escenas falsas donde ambos se funden en la pasión de un sólo amor. Un amor falso, después de todo, no son nada morales.

YuBin ha crecido bien, muy bien. Tiene el tipo de cuerpo que las demás chicas envidian, no es como el de una modelo, no es irreal. Ella es real en todo sentido, y eso lo vuelve un maníaco, fantaseo muchas noches en soledad con tenerla de esta forma, o más bien, que ella lo tenga de esta forma. Traga saliva nervioso al estar sintiendo sus pechos contra su cara, sus lentes fueron quitados por esas diminutas manos, delicadas como una flor del jardín más hermoso del mundo. 'No los necesitas.' es todo lo que susurró, la oreja le cosquilleo ante la sensación de su mentolado aliento acercándose.

Es joven aún, tiene mucho tiempo para conocer a otras personas e intentar enamorarse. Poder tener tan de cerca a Kim es extraño, no porque fueran distantes el uno con el otro, sino que, allí, él cree querer ir lejos.

Su mirada viaja de la piel expuesta por la playera de tirantes, a sus ojos negros, lo ven, parecen saber exactamente lo que piensa.

Una de las piernas sube a su cadera, provocando que la diminuta falda se enrolle en su cintura, exponiendo su ropa interior. Una exquisita tanga de encaje blanca, era hermosa. El castaño reprimió un gemido, odiaría admitir que es la primera vez que ve un cuerpo femenino tan expuesto en persona.

H-Hay que... bajar. —suspiró, la mano ajena bajaba hasta el borde de su camisa, estremeciéndolo.

No, ellos están muy entretenidos hablando.

YuBin metió una mano dentro de la camisa negra de JungKook, se estaba deleitando con una suave piel cremosa digna de un bebé recién nacido. Esos abdominales seguían ahí, no tan marcados como los hombres adultos de las revistas, pero eran maravillosos. Su centro se apretó en el aire con la simple imagen mental que le brindaban sus fantasías a ojos abiertos, todo lo que podía hacer con él en esas cuatro paredes.

Ah... —jadeo, su espalda se arqueó y sus ojos se cerraron cuando dos dedos pellizcaron sus pezones duros—. N-No toques ahí. —suplicó

No me dirás qué hacer. —chasqueo la lengua, molesta.

Se levantó de rodillas, dejándolo boca arriba en la cama. Un nervioso joven de manos sudorosas quiso soltar el aire retenido cuando el delgado cuerpo femenino se subió sobre su cintura, dejando ambas piernas a los costados. YuBin sonrió, y con sus dedos fríos fue subiendo en una apaciguadora lentitud la camisa. ¡Mierda! Se siente bien. Se estremece, quiere llorar, el roce de sus uñas en la piel es magnífico.

Algo dentro de sus pantalones choca con la parte trasera de YuBin, ambos se miran, ambos lo saben. Ella sigue sonriendo, pero está vez, le muestra sus dientes con orgullo.

No me digas que esto es lo que te provoca una simple caricia mía. —se burla— Eres tan patético, ¿Estás seguro que eres hombre? Joder, me da pena, estoy segura que no aguantaras ni diez minutos antes de correrte como un marica.

Pellizca sus pezones nuevamente con más brutalidad.

¡Ah! —jadea— ¡E-Espera!

No mentira, esas palabras hicieron que sus ojos se humedecieran, eso, y su erecto pene resguardado dentro de sus leggins. Ha escuchado muchas veces los insultos que tiene para darle, en esta ocasión es diferente, le gusta mucho más que antes. Muerde su labio, y abre los ojos.

El largo cabello negro de la Kim cae hacia adelante, va inclinándose, sus manos viajan hasta los costados de su cabeza. Nunca había estado tan de cerca, rostro contra rostro, sus alientos se mezclan cuando el labio inferior que tenía atrapado entre dos dientes de conejo son obligados a separarse, baja la vista a los labios de ella, tan malditamente carnosos, rosados, apetitosos.

Bésame. —exhala y felizmente obedece.

Es la primera persona que besa, ¿Cómo debería hacerlo? Oh, Dios Santo en el cielo. Le hubiera gustado leer un manual sobre cuál es la adecuada manera de besar a una chica tan linda como Kim YuBin, ella ya ha besado a otros chicos antes, y está seguro de que el beso que comparten será el peor de su vida. Aún así, atrapa sus labios con los de ella, es un suave rozamiento entre estos, luego, se mueve. Chupa y tira de su belfo inferior, es cálido, le gusta, le encanta, quiere más, no planea detenerse nunca.

Sus manos tímidamente suben al rostro de la chica, lo sostiene, pegandola más de cerca. Siente sus suaves labios, su lengua húmeda, sus dientes chocando ocasionalmente contra los suyos.

YuBin gimió contra su boca, sintiendo el calor arrastrándose hacia su centro. A ese punto, tiene las bragas transparentes. Permitiendo darle un poco más de placer, utiliza su lengua para lamer sus labios, son suaves y rosados, trabaja sobre ellos hasta que se vuelven un tono más oscuro, un rosado hinchado. Tiró de su labio inferior entre los dientes y la deja, se separan por segundos en los que él la mira con los ojos entornados, no era por haberlo mordido, más bien, era porque una escurridiza mano viajaba a través de los pantalones grises, lenta y escurridiza, sintiendo una longitud gruesa rogando por ser tocada sobre la tela de ropa.

Inhala bruscamente cuando sus dedos presionan la cabeza, sus labios se abren.

YuBin vuelve a adueñarse de ellos, sin detener sus movimientos en la circunferencia goteante.

Está segura de que ninguna otra chica lo hará sentirse mejor. Será la única, se encargará de eso.

Tenía la intención de introducir su mano dentro de los leggins si no fuera por unos toques en la puerta.

¡Niños, hay helado!

JungKook la ve temeroso, ella viaja un dedo por sobre sus labios en señal de silencio.

¡Ya vamos! —contesta, saliendo de encima suyo. Tras escuchar sus pisadas alejándose, vuelve al chico— La próxima semana te haré llegar, tenlo por seguro. —le dice.

Antes de levantarse deposita un beso en su mejilla. Esa chica... esta loca, y a JungKook le encanta, tanto, que volvió a tocarse recordando sus besos. '

- pedido de: alice567h

- grupo de wsp !

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