18
Tessa despertó sobresaltada, había tenido un sueño agitado y extraño, en donde ella corría por un bosque siendo perseguida por una sombra que cada vez se acercaba más y más a ella.
Miro desorientada en todas direcciones hasta que sus ojos se encontraron los los de Ethan, quien la miraba y le sonreía sentado junto a ella sobre la alfombra.
―Hola.
La saludo sonriendo.
―Q-que haces aquí Ethan.
Miro hacia lo alto de las escaleras pero no había nadie y Aleza continuaba durmiendo.
―Desperté sobresaltado de un sueño ―le contesto ―estaba en un bosque y corría escapando...
―... de una sombra que te perseguía y que te estaba alcanzando ―lo interrumpió Tessa sorprendida.
―Si... ¿Como lo sabes?
―Acabo de tener el mismo sueño.
―Interesante... y eso que podría significar.
Tessa no respondió, se sentó con cuidado para no despertar a Aleza y lo miro dubitativa.
―¿Que es lo que haces aquí Ethan? ― volvió a preguntar Tess.
―No lo sé con exactitud, desperté de ese sueño y por impulso te busqué.
―No te amo ―fue directa Tessa ― creo que estoy enamorada de Lyon.
Ethan lejos de enfadarse o sentir dolor por sus palabras, sonrió y asintió, acomodando la cabeza sobre sus rodillas mientras la contemplaba.
―Tampoco te amo, sabes que amo a Eydha.
―Entonces...
―Tessa esto es tan nuevo para mi como lo es para ti, no entiendo que es lo que me impulsa a buscarte, solo se que me siento aliviado si estas cerca ¿Tiene eso sentido? ¿Tiene sentido todo lo que esta sucediendo hasta el momento?
―Tienes razón... ―suspiro abrumada ― cada día que pasa me siento más alejada de la realidad.
―Créeme, todos sentimos lo mismo.
―Tessa...
La chica desvió la mirada hacia la puerta donde Lyon se encontraba de pie mirándolos fijamente.
―Lyon... despertaste.
―Si, ¿Descansaste bien?
―Si y tú.
―Digamos que si, buenos días Ethan.
―Lyon.
La atmósfera era tan tensa que Tessa se mordió el labio inferior, poniéndose en pie, carraspeo y miro a Lyon con una trémula sonrisa.
―Tengo apetito, ¿Vemos que hay de desayunar?
―Si, pero antes me encantaría encontrar un baño para darme una ducha.
―Por ese corredor encontrarás uno ―le dijo Lyon señalando hacia el sitio del que venia el mismo ―aunque no lo creas hasta cepillos dentales de más tienen, supongo que la dueña de casa de algún modo esperaba visitas.
―Bien por mí, deseo cepillar mis dientes y por dios necesito pasar al baño.
Su broma solo provoco una leve sonrisa en los dos muchachos.
Con un mohín paso entre ellos y se metió en el cuarto de baño, no muy segura de hacer lo correcto en dejarlos solos.
Lyon se paro frente a Ethan cuando este intento pasar con dirección a la cocina.
―Escucha Lyon, no es lo que piensas.
―¿Que es lo que pienso según tú?
―Tessa y yo, no pasa nada, solo somos amigos.
―Es mi novia.
―¿Lo es?
―Si.
―Bien por ti amigo ―le sonrió palmeando su hombro.
Lyon tomo su mano y lo aparto bruscamente, sus ojos brillaron y la tensión se intensifico.
Un cambio se produjo en ambos casi de manera imperceptible.
―No soy tú amigo, mantente alejado de mi mujer ―advirtió Lyon con tono duro.
En la espalda de Ethan aparecio el carcaj, este tenia labrados intrincados en todo el contorno, dibujando una luna y un sol enlazados, era de color blanco marfil con pequeñas incrustasiones de cristales celestes, como diminutos diamantes. Así mismo en la mano de Lyon una espada larga, de doble filo brillaba con los rayos del sol que se filtraban por la ventana, el labrado era similar el del carcaj, pero el metal era preponderante en esta arma, en el cabo junto a la mano del muchacho un roja piedra estaba titilando, como si el ardor del enfado de Lyon la encendiera como una mecha.
―¿Tú mujer Ares?
El dios elevo una ceja con sarcasmo.
―¿Acaso sabes lo que eso significa Eros? ¿No eres tú el que todas rechazan? El que ama y no puede ser amado ― aventuro entre risas.
―Sabes que eso es un cuento.
Ares sonrió.
―Hablo en serio hermano, alejate de mi mujer.
―No me interesa tu mujer ya lo sabes, deja de ser tan bruto.
El dios tenso la mandíbula, pero después relajo la expresión, miro a su alrededor y guardo la espada en el estuche que colgaba de su cintura, todo esto apareció junto con sus armas y sus personalidades.
―Así que... esto es la vida de la actualidad.
Eros también se relajo y asintió.
―Cuerpos jóvenes, sanos y fuertes pero conflictivos, en nuestros tiempos todo era más sencillo.
Ares rio atronadoramente despertando a Aleza.
―En nuestros tiempos era morir o vivir.
―No recuerdo que te quejaras ―le dijo Eros.
―Me pregunto... los demás donde están.
―Tienes razón...
Miro en todas direcciones, entonces sus ojos se quedaron fijos en Aleza que se dirigía hacia ellos, rascándose la cabeza somnolienta.
―¿Porque hacen tanto escándalo?
―¡Éride! ―soltó con tono alegre Eros.
―¿Perdón? ―miro hacia atrás girando apenas la cabeza, volvió la vista hacia ellos prestando atención al leve cambio producido en su postura, en las armas que tenían y en el tono de sus ojos.
―Ethan... ¿A quien le dices eso? ¿De dónde sacaron esas...? ―interrogó confusa.
―No soy Ethan... bueno si pero... ―se acerco y la miro con una amplia sonrisa en los labios ―Soy Eros.
Aleza elevo una ceja, retrocedió un paso.
―¡Ayuda! ―llamo retrocediendo otro paso.
Eros volteo a mirar a Ares, este se encogió de hombros y se cruzo de brazos mientras se recostaba contra la pared más cercana.
Ante el grito de Aleza, los adultos fueron los primeros en aparecer.
Todos se quedaron mirando a los dos muchachos y a Aleza que los miraba entre fascinada y al mismo tiempo atemorizada.
―Están... están extraños estos dos... no sé que les pasa, hablan raro y sin sentido ―balbuceo cuando Jason llego hasta ella.
―Ares ―dijo mirando a su hijo.
Este sonrió y elevo una ceja moviendo apenas la cabeza en respuesta.
―Y tú eres...
―¡Oh, vamos! ―se quejo mirando a todos los presentes con cierto enfado ―¿Como es que nadie me reconoce?
―Dice que es Eros ―intervino Aleza.
―Eso es trampa ―bromeo riendo ―debes permitir que los demás niños participen en la clase.
―Y tiene una personalidad un poco extraña ―añadió Aleza subiendo unos peldaños de la escalera a su lado, para poner más distancia entre esos dos y ella.
―¿Donde esta ella? ―pregunto Eros ignorando las palabras de Aleza.
―¿Quien?
―Afrodita por supuesto, si yo estoy aquí eso significa que ella está cerca.
―Era obvio que la buscaría ―intervino Derek mirando atento a los dos que ahora eran tan diferente a lo que antes fueron.
El resto de los que estaban en la casa se reunieron a los pies de la escalera a medida que iban despertando por el repentino tumulto.
―¡Como se supone pueda reponer mi...! ¿Que sucede? ―pregunto Eydha bajando las escaleras seguida de Lenna.
―Madre que pasa ―musito Lenna mirando a todos con extrañeza.
―¡Allí estas! ―replico contento Eros encaminándose hacia las escaleras... mi preciosa Afrodita.
Continuara...
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