→ #15; Demonios.
Perdón la demora, pero tuve problemas familiares que atender... espero disfruten y entiendan este confuso capítulo:)
...
***Narra Stefan***
Abrí por completo los ojos cuando sentí los rayos del sol sobre mi rostro, iluminando cada mechón de cabello sobre él mismo. Tumbado me removí en la cama sobre mi propio cuerpo, esperando que con eso el sol se alejara, pero era en vano.
Con desdén tomé aliento para sacar las sábanas de mi cuerpo y levantarme poco a poco.
El día se veía espléndido; un hermoso sol estaba dando a entender que este sería un día. Oír cantar a los pájaros cada mañana como no lo hacía hace mucho tiempo, me recordaba esos días de niñez, cuando Damon solía jugar conmigo y mamá.
Me llevé ambas manos a los ojos para refregarlos y parpadear un par de veces, para darme cuenta que no estaba en casa.
- ¿En dónde estoy? – Pregunté mirando a todos lados, y cogiendo la sábana se ceda blanca. La cama en la que me encontraba era de una madera fina que solo encontrabas en Londres, 1940. Papá solía comprarla cuando iba a viajes de negocios, y cada vez nos fabricaba barcos de madera. Me asomé a la ventana, reflejándome en el vidrio de la ventana. Con los ojos bien abierto tomé mi cabello y lo jalé, lo tenía largo. Mucho más largo de lo que recordaba.
- Stefan, ¿qué haces? Deberías estar vestido ahora. – Habló una mujer desde el marco de la puerta. Giré sobre mis talones para darme cuenta que no era más que Lily con un atiendo que no veía hace años.
- ¿Lily? – Salió de mi boca y ella me miró confundida.
- ¿Qué dices, muchacho insolente? – Me miró con sus miradas fulminantes, pero llenas de amor. Amaba cuando hacía eso, porque luego de hacerse la enojada, me dedicaba una tierna sonrisa que solo una madre puede lograr calar tu corazón. - ¡Ve! Tu hermano te está esperando. – Repitió finalmente para salir de la habitación. Sin entender nada, preferí seguir las órdenes de... Lily, y averiguar todo esto. Porque si es un sueño, no me gusta nada tener que soñar con mi madre.
Abrí mi viejo clóset, para entender finalmente que me encontraba en la antigua mansión Salvatore. La auténtica y exclusiva bien trabajada mansión. Por un momento logré sonreír ante tanta confusión, pero terminé por darme cuenta que nada de esto calzaba a lo que estaba viviendo hasta ayer. Tomé uno de mis trajes favoritos y con entusiasmo me lo puse.
Extrañaba utilizar camisas rayadas, son cómodas y frescas. Volví a suspirar firmemente para bajar las escaleras a toda velocidad.
- Ya era hora. – Dijo Damon apoyado en la pared mientras jugaba con una moneda. – Hace media hora deberíamos habernos puesto en camino, Stefan. – Habló en un tono sutil e inestable. ¿Realmente es el Damon que conozco? Él no habla así, él no.
- ¿A dónde iremos? – Pregunté con curiosidad para seguirle el paso. Caminé lo más rápido que pude y me paré a su lado.
- Debemos recoger a las señoritas que vienen por los negocios con nuestra madre. – Terminó por decir, para subirse a su caballo y cabalgar a toda velocidad. Imité su acción sin importar que no lo haya hecho hace años, y le seguí el ritmo.
(...)
- ¡Cómo es posible que no hayan ido por las jóvenes! – Gritaba mi padre enojado. - ¡Esta es la última vez que me desobedecen! ¿Entendido?... – Asentimos con la cabeza abajo y con cierta vergüenza. Se nos pasó preguntar por dónde vendrían, y terminaron llegando antes que nosotros a casa. – Me han decepcionado. –
- Por favor señor Salvatore, no regañe a sus hijos. – Habló una dulce voz acercarse mientras sus tacones hacían ruido con cada paso que daba. – Ha sido nuestra culpa, no hemos avisado. – Se acercó para quedar entre Damon y yo. Disimuladamente la intenté mirar, pero solo se veía una espléndida figura. – Katherine y yo estamos arrepentidas por nuestro error. –
¿Katherine Pierce?
- Imposible. – Susurraron mis labios, y Damon me miró fijamente.
- Disculpe las molestias señorita Swan. – Se disculpó mi padre. – No volverá a pasar. –
- No se preocupe, señor Salvatore. – Imitó la acción de mi padre disculpándose. Me levanté de mi posición y miré a mi lado izquierdo. La hermosa mujer a la que mi padre nombró por apellido Swan, era exactamente igual a... Emma. –
Emma Swan...
- Como modo de disculpa, nos gustaría organizar un baile de bienvenida. – Propuso mi padre, elevando la sonrisa de Emma...
- No debería tomarse tantas molestias, pero acepto encantada. – Anunció su respuesta antes de decir algo. Mi padre asintió para salir de su despacho. El mismo despacho que se ha mantenido igual por décadas.
(...)
El día había transcurrido con normalidad, pero no pude evitar espiar a Emma durante todo el día.
Había estado sentada debajo de un árbol leyendo un gran libro. Desde mi ventana se veía perfectamente cuando ojeaba y dirigía su vista a mi hermano.
- ¿Estás listo? – Preguntó Damon al acercarse a un gran espejo que se encontraba colgado a la pared. – Porque no creo que vayas con ese atuendo tan... indecente. – Se excusó para mirarme con despecho. Rodee los ojos y me digné a buscar algo formal para la noche.
Damon ya se había ido, y noté lo interesado que se notaba por Katherine, desde siempre ha estado enamorado de ella, bueno, hasta que conoció a Isabella.
El salón principal fue delicadamente decorado por las sirvientas y supervisado por nuestra madre. A ella siempre le han gustado los bailes cuando se preparan en casa. Bajamos con Damon, encontrándonos con dos deslumbrantes mujeres. Él corrió instintivamente hacia Katherine, y Emma me dedicó una leve sonrisa. No pude evitar mirarla como a una mujer, sin darme cuenta que era el retrato exacto de Bella. ¿Por qué?
Caminé hacia el centro de la pista de baile, y Emma imitó mi acción, encontrándonos en el centro mientras los demás invitados bailaban a nuestro alrededor ignorándonos.
- Salvatore. – Me hizo una pequeña referencia por educación, tomando con ambas manos su amplio vestido delicadamente, y asintió. – Me alegra verlo por acá joven Stefan. – Sonrió torcidamente, dejando al descubierto la misma expresión que Isabella.
- El placer es todo mío. – Le respondí con una reverencia, también. La miré fijamente a sus ojos, como si esperara algo de mi parte. - ¿Desearía compartir esta pieza conmigo? – Pregunté sin más. Lo quisiera o no, fue lo que salió en el momento. Le extendí mi mano, para que ella la cogiera al instante.
Juntamos nuestros cuerpos, y pasé una de mis manos por su cintura, mientras que con la otra la sostenía al aire. La banda en vivo comenzó a sonar, y empezamos a bailar a la par. Podríamos haber durado horas así, como si el tiempo y el cansancio no se hicieran notar.
La giré una y otra vez, para que cayera en mis brazos cada vez que lo hacía. - Después de todo, no baila tan mal como mencionó su hermano. – Admitió, pero no hice más que rodar los ojos evitando el pensamiento de querer matar a Damon, sin olvidar que en este cuerpo soy un completo humano. –
- Debería tomarme eso como un cumplido. –
- Tal vez... - Inquirió. – Stefan, ¿me acompañarías a tomar un poco de aire? – Asentí para extenderle mi brazo, y ella lo aceptó con gusto. Nos dirigimos al patio trasero, manteniendo las miradas de todo el mundo sobre nosotros, cosa que ignoré en el momento. Aun sabiendo que esto no tiene sentido en mi vida.
El jardín estaba completamente oscuro, a excepción de un lugar fijo que iluminaba la luna llena. Sin darnos cuentas, terminamos parados ahí como en las películas suele suceder. - Así que... - Empezó a hablar ella para romper el hielo. - ¿En qué piensas Stefan? – La miré de reojo y no pude evitar sonreír ante mi pensamiento.
- ¿A qué te refieres? –
- A esto. ¿Qué sientes por Isabella? – Preguntó de la nada, parándose en seco y frente de mi rostro, tan cerca que podía sentir su respiración sobre la mía.
- ¿Isabella? ¿C-cómo la conoces? – Me alejé repentinamente de ella dando un paso hacia atrás.
- Sabes lo que sientes Stefan. Estás confundido, no quieres pasar por lo mismo otra vez. No quieres dañar a tu hermano, y te da miedo admitir que sientes algo por ella. – Señaló a la misma vez que daba la vuelta para darme la espalda.
- No. Te equivocas. – Empecé a hacer muecas con mis manos. Cerré los ojos por un segundo, solo fue uno. Y nos encontrábamos en una especie de acantilado, y llevábamos puestos otros atuendos.
Giré en mis talones, y me di cuenta que ella tenía por el cuello a ¿ella misma?
- Reacciona rápido. – Articuló con su voz rasposa. Cada vez ponía más a Isabella en la orilla a punto de caer, pero no gritaba, solo me miraba fijamente con su dulce rostro. Pero Emma no lo pensó, y la lanzó por el acantilado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top