→ 11. Rainy Day
Capítulo editado.
***Narra Bella***
"Siempre fue el chico que hace sufrir a las mujeres y las utiliza por una noche de buen sexo y nada más... No quiero que sufras por Damon."
Sinceramente era una de las frases que más se me había quedado grabada. Elena parecía tener la razón de cierto modo, pero una parte de mí no quería asimilar eso, pues la 'chica perfecta' no tenía que siempre acertar, también se podía equivocar.
Podría haber conocido a cien chicos más, pero justamente decidí fijarme en el más narcisista del pueblo, diablos. Siempre dándole mi atención a quiénes de cierta manera, no lo merecen.
Sin darle más vueltas al asunto preferí por realizar mi rutina diaria, pero cuando estaba por partir al instituto me detuve al oír que mi móvil comenzaba a sonar, obviamente era una llamada. Lo cogí desde el bolsillo trasero de mi pantalón y me fijé en la pantalla. Alice.
¿Alice? Pero que...
Me quedé intacta unos cuantos segundos, debatiéndome mentalmente en si era correcto responder o dejar que el móvil solo sonara. Cuando intento alejarme de mi pasado, éste me persigue.
Evidentemente mi acción fue más concreta. Mi dedo se deslizó hacia la parte verde de la llamada e inmediatamente me llevé el móvil hacia mi oído.
—¿Sí? —contesté la llamada lo más cortante posible. Hacía bastante tiempo que haía dejado de hablar con Alice, y realmente sabía que nada iba a ser igual por más que así lo quisiéramos.
La última noticia que tuve de ella fue a través de Carl, quien me dijo que tuvo miedo por lo que pensaría de ella, claro, Edward era prácticamente su hermano y no podía traicionarlo. En el fondo, sé que es inocente, pero debería haberse puesto un momento en mi lugar y no apoyar a Edward o simplemente detenerlo, pero no.
—¡Isabella, gracias a Dios que me respondes! Estaba preocupada por ti —comenzó a decir a través de la línea. Alice me respondió con esa voz tan... de ella.
Se oía realmente aliviada.
—¿Por qué? —mi voz era tosca, y mis facciones rígidas, casi como si ella pudiera observarme. —¿Tuviste una visión? —pregunté de inmediato, no pensaba quedarme con esa duda.
—Bella, estoy en Mystic Falls —omitió la pregunta que le hice—, vine lo más rápido que pude —suspira pesadamente. —Pensé que te pasaría algo, lo siento. No debí preocuparte.
—No, no, descuida —por una parte escucharla a ella me daba seguridad, es decir, cada vez que Alice llamaba era para malas noticias. Además, por otro lado, me seguía preocupando que Jane esté tan cerca de nosotros.
—Bella, si tienes tiempo me gustaría que nos viéramos para conversar... como antes.
—No lo sé... —me interrumpe rápidamente ante mi tentativa negación.
—Por favor, Bella. Debemos charlar, si no lo haces por mí... hazlo por la amistad que nos tuvimos —bufé por lo bajo.
—Está bien —finalmente me rendí ante su petición, nada perdía en intentarlo. —Pero debe ser después del instituto, ahora tengo que irme. Nos vemos —me despedí cortantemente y colgué sin esperar respuesta de ella.
¿Les ha pasado alguna vez que pelean con su mejor amiga, y la que comete el error intenta remediarlo? Pues, este no es el caso.
Para mí, Alice hizo algo imperdonable, se cuestionó y eso pudo haberme costado la vida y no estaría aquí contando mi historia, pero en fin... son cosas del pasado.
Respiré profundo para tomar las llaves de la camioneta e irme rápidamente a clases, pero observé a través del rabillo de mis ojos que por debajo de la puerta se asomaba una carta de papel quemado, para parecer antiguo.
Eso logró llamar mi atención, así que dejé las llaves a un lado y cogí aquella carta con curiosidad. Acerqué mi mano a la manilla y abrí la puerta para cerciorarme que no fuera una broma o si había alguien fuera, pero no, la calle estaba completamente vacía.
Una vez más observé la carta con sutileza, la olí y sí, tenía un aroma a virilidad, lo que cautivó a mis fosas nasales. La curiosidad me estaba matando literalmente, así que rápidamente leí el remitente. Evidentemente era para mí, por lo que en acto seguido abrí la carta con precaución de no romperla.
Estaba escrita a mano.
"Mi querida Isabella.
En tan poco tiempo te has convertido en alguien importante para mí. La primera vez que te vi, supe que no sería la última.
Tu rostro inocente, de alma frágil y cautivadora, con las garras necesarias para luchar cuando así lo requieres. Me has demostrado tu fortaleza, y en ninguna mujer había visto eso.
Es muy pronto para decir que me gustas, lo sé. También sé que en estos momentos estás sonriendo por estas letras tan cursis que lees, pero en el fondo es lo que siento. Quería decirlo frente a frente, pero el miedo y el temor al rechazo nuevamente me lo impidió.
No me he comportado como un vampiro 'viejo', pues deberás entender que en el fondo soy un 'hombre' con mente de niño, pero este ser te quiere más que a su propia vida. Por lo que te prometo que te protegeré como sea, de quien sea... Y si te preguntas, sí. Estoy detrás de la puerta, esperando alguna respuesta.
Esperando que sea algo positivo."
Es inevitable no tener una sonrisa de oreja a oreja, cerré con delicadeza aquella carta con esa escritura tan preciosa. Jamás me habían regalado una carta, y menos escrita a puño y letra. La dejé sobre la mesa de centro y fui rápido a abrir la puerta.
¿Quién era?, la duda me estaba desintegrando el alma, pues era quien menos me esperaba.
Afuera llovía torrencialmente, pero nada de eso le importó. Estaba parado frente a la entrada con un ramo de rosas rojas y el ceño fruncido. Lo observé directamente a sus penetrantes ojos azules desde el umbral de la puerta principal, y sin querer comencé a sonreír nuevamente.
No lo pensé dos veces, así que sin más comencé a caminar hacia su dirección con seguridad de lo que sentía, sin importarme lo mucho que me empapara.
—¿Y esto qué significa? —pregunté acortando proximidad entre ambos, con mi 'sutil' sonrisa.
—Es mi momento de cursilería —sonrió de lado, con esa sonrisa que lo hace ver tan inocente y sensual. —Es para ti —extendió los brazos con ese ramo precioso.
—No debías molestarte, Damon —cogí el ramo de rosas e inundé mis fosas nasales con su maravilloso aroma. —Son hermosas —piropeé sin dejar de mirarlas, porque realmente no estaba segura de levantar la vista.
—No más que tú —lo miré fijamente a los ojos. En ese momento no me importó la lluvia ni estar bajo ella, empapándome ni faltar al instituto. Era como si todo nuestro alrededor ya no existiera, éramos solo él y yo, y eso me agradaba. —Bella..., esto es inexplicable. Sabes, sé que me odiarás por la comparación que haré, pero después de Elena, no volví a sentir esto hasta que te conocí —tragué saliva inconscientemente, y me dejé llevar por el momento. Damon tomó mis manos con cuidado para no botar al piso el ramo y continuó. —No sé cómo, ni de qué manera pero, me gustas, y siento la necesidad de protegerte de quien sea y cuando sea. Quiero ser el que te ayude olvidar tu pasado, y que solo vivamos el presente.
¿Este era el Damon que todos conocían?, ¿por qué nadie se dedicó a conocer sus profundos sentimientos?, por eso dicen que es frío y superficial. Pero sé, y estoy segura que bajo esa coraza tan seria y narcisista, hay un alma noble y dispuesta a querer y amar.
Automáticamente una sonrisa más grande a la anterior se dibujó en mi rostro, no podía explicar lo que sentía en ese momento. Nadie, siquiera Edward se había atrevido tanto por mí. Nuestras respiraciones eran agitadas, hasta en un momento llegué a pensar que nos daría alguna clase de paro cardiaco o algo parecido.
Lo miré fijamente, dejándome llevar por el momento, hasta que mi cabeza dejó de funcionar y solo se guio por sentimientos. Me acerqué a él deliberadamente para cruzar nuestros labios en un cálido beso, llenando el vacío que existía en mi interior. Nuestros labios lo pedían a gritos, deseaban sentirse el uno del otro.
En un par de instantes no nos habíamos percatado de la dirección que nuestros pies iban. El beso continuó con pasión dentro de la casa, por lo que cerré la puerta de entrada por detrás, y lancé el ramo de rosas al sillón. Damon me acorraló entre la pared y la escalera, por lo que al instante coge mi cintura con firmeza, pero nos separamos un instante para poder tomar un poco de aire, me miró con lujuria, y de reojo observó hacia el piso de arriba.
Nuevamente me apegó hacia él, tomándome con fuerza a velocidad vampírica, subimos al segundo piso y sin darnos cuenta ya estábamos en mi habitación. Me separó de él para poder respirar de nuevo, cerré la puerta de mi alcoba, pues, sé que Charlie no regresará hasta la noche, pero hay que tener precaución.
Damon me besó con más pasión que antes, la respiración de ambos era áspera. Lentamente me acariciaba con delicadeza, observando cada rincón de mi cuerpo. Sentía que explotaba. Con Edward jamás experimenté esta sensación. Le continué respondiendo a sus besos y caricias, de una manera que hasta yo misma me sorprendí. Intenté relajarme, le rodé el cuello con los brazos y me aferré con las piernas en su cintura, cayendo lentamente en la cama.
Por la mente, se me pasó una imagen de Damon con cualquier otra chica, pero no. Él había cambiado, hizo todas estas cosas lindas por mí, me quiere, me lo ha demostrado.
Sin querer pensar en nada más, le levanté la camisa que llevaba puesta para quedar en evidencia su cuerpo tonificado. Embargada por un deseo que jamás había sentido tan intensamente, dejé que me siguiera besando como si se acabara el mundo mientras quitaba mis prendas y yo las de él.
Se separó de mí para respirar y enseguida bajó la cabeza para seguir besándome, pero esta vez fue un beso frenético, intenso y en ese momento terminé por entregarme a él por completo al sentir su cuerpo rozar con mi piel.
Con la respiración entrecortada y el cuerpo zumbando, lo observé separando mis piernas, y en ese momento me estremecí. Arqué las caderas hacia él, dejándome llevar por lo que sentíamos en el momento... El movimiento se hizo cada vez más acompasado y cuando estaba al borde del éxtasis, supe que habíamos llegado a nuestro punto máximo.
Al terminar lo que había sido el acto más gratificante y significativo para mí, me recosté encima de su pecho mientras que él acariciaba mi cabello con sutileza. En ese momento me sentía irresponsable por haber faltado al instituto, pero sabía que todo había valido la pena. No me arrepentía de absolutamente nada.
Mis ojos se cerraron en un par de minutos, y alcanzamos a dormir no más de dos horas, cuando mi móvil nos despertó al sonar, nuevamente era Alice.
—¡Mierda!
Debía juntarme con ella hace 15 minutos, por lo que me levanté y me vestí lo más rápido que pude, evidentemente me cambié, ya que el otro atuendo quedó toda empapado.
Damon sin entender cuál era el apuro me miró con el ceño fruncido, rápidamente tuve que explicarle lo que ocurría, pero por su expresión noté que algo le molestaba.
El azabache se acomodó en la cama, recostando su espalda sobre el respaldar de esta, dejando su dorso al descubierto.
—¿Y es necesario que te juntes específicamente con la "hermana" de tu ex? —hizo muecas de desprecio.
—¡Vamos, Damon! No me digas que después de todo lo que pasó hoy sigues celoso —lo miré de reojo mientras me colocaba las botas.
—¿Tú que crees? —me seguía observando fijamente, hipnotizándome con esos ojos azules que tanto me fascinaban.
—No te enfades —le pedí—, solo será un momento ¿sí? —me acerqué a él y le deposité un beso en la comisura de sus labios hinchados. —Pero por ahora debes irte, no vaya a ser que Charlie llegue de improviso y te pille aquí. Ese sería nuestro funeral, literalmente.
—Me niego —bromeó graciosamente. —¿Y si mejor te espero aquí para un segundo round? —lamió sus labios de forma sensual, pero mi mente rápidamente reaccionó.
—Ni lo sueñes —le lancé la ropa en su rostro y sonreí—, ahora vístete.
—Eres una aguafiestas —rezongó, luego de coger su ropa a regañadientes.
(...)
El momento que tanto temía había llegado, era hora de encontrarme con Alice después de varios meses.
Debía admitir que no fue fácil "deshacerme" de Damon, pues insistía en querer acompañarme, pero lo logré convencer quedamos en vernos después.
Caroline estuvo llamándome, pero traté de ignorar sus llamados. Digamos que, 'no sentí el móvil'.
Frené en seco frente al Grill, sí. Siempre me junto con todo el mundo aquí, es el lugar más público del pueblo y no encuentro un mejor lugar que este, digamos que tampoco existen muchos.
Me bajé de la camioneta y entré en su rápida búsqueda, pero al parecer no había llegado aún, por lo que me dirigí a la barra como de costumbre para pedir un Bourbon. Debo agradecerle a Damon, ya que puedo decir que lo probé por primera vez gracias a él.
En esta ocasión me atendió Jeremy, el hermano menor de Elena.
Cuando Alice llegó ya había acabado con mi segundo vaso de Bourbon, y ella llega un poco alterada y empapada.
—¡Bella!, siento el atraso —se disculpa inmediatamente—, es solo que me perdí en este pueblo. Es primera vez que vengo aquí —recorrió el lugar con la vista. Me sonrió y me abrazó con fuerza, como solía hacerlo cuando éramos amigas.
Obviamente no le respondí aquel fraternal saludo.
— Alice —sonreí sutilmente, pues el bourbon comenzaba a hacer efecto—, siéntate —le pedí.
Ella asiente, y hace lo que le ordeno.
—Tenía tantas ganas de verte, no sabes lo preocupada que he estado por ti, y por supuesto también te he echado de menos —sólo asentí mirando un punto fijo en el vaso, como si fuera lo más maravilloso del mundo.
—Claro.
—Bella, por favor. No puedes seguir con esto. Sabes que no fui la culpable por todo lo que pasó, intenté evitarlo, pero... —la interrumpí.
—Pero ¿qué? —mi voz comenzaba a sonar molesta, porque claro, lo estaba. Bastante. —¿Edward te lo impidió? —sonreí sin gracia.
—No. Es solo que... pensé que en el último momento dudaría y no lo haría. Me equivoqué, Bella. Lo siento —poco a poco mis ojos comenzaron a humedecerse. Ya no sabía cuánto podría aguantar más esta sensación de querer llorar, pero traté de contenerme lo más que pude. —No llores... —suplicó—, perdóname.
—¿Llorar? —bufé tratando de hacerme la fuerte. —Desde hace tiempo que mis ojos no derraman una lágrima por quién no lo merece —la observé detenidamente. —Sabes, te consideraba mi mejor amiga, mi hermana del alma. Siempre pensé que estabas del lado de Edward, pero la otra vez que me reuní con él, me dijo lo mismo que tú. Y no sé... por un lado me gustaría perdonarte, porque fuera de todo, me has apoyado siempre, pero por otro lado me costaría volver a confiar en ti.
—Entiendo, pero optaré por la segunda opción, aunque sea el camino más largo —sonrió. —Tengo el presentimiento que volveremos a ser las amigas de siempre. Bueno, no las únicas, sino que ahora seremos cinco.
—¿Cinco? —sonreí limpiando el rastro de lágrimas que comenzaban a asomarse con el dorso de mi mano. —¿A qué te refieres?
—¡Oh, no, no! —bromeó. —Sabes que no es mi intención revelar el futuro, tú futuro —me guiñó el ojo. —Lo único que te diré Bella, es que te cuides, si bien se vienen cosas buenas, también habrá personas que te querrán hacer daño.
—Claro, eso ya lo sabía —encogí los hombros, dándole poca importancia.
—Vamos, Bell... no quiero que sigamos peleadas por un hombre, no lo vale, por más que sea Edward.
Suspiré profundamente, y asentí.
—De acuerdo... pero esto será difícil, sin presiones.
—Así será —nuevamente sonrió ampliamente, y me abrazó cálidamente.
De alguna forma sabía que podía confiar en ella a pesar de todo, pues no ganaba nada engañándome.
Definitivamente nos debíamos esa conversación con la persona que alguna vez fue mi mejor amiga, y posiblemente lo siga siendo. Solo espero que esta vez sea totalmente sincera conmigo y me diga antes las cosas, ya que tiene el don de ver lo que pasará en el futuro.
Al casi término de la conversación, me habló sobre los Vulturi, aclarando que por el momento no tienen planeado aparecer directamente por nuestras vidas, sino, que otra amenaza es la que se acerca. Pero no es cualquier amenaza, y tampoco tiene relación directa conmigo, aunque obviamente debo tener cuidado y proteger a las personas que quiero.
¿A qué se referirá Alice con eso? ¿Bella Sólo fue una más para Damon? ¿Dónde está Stefan, Caroline & Bonnie? ¿Sucede algo que no todos saben? :O ¡COMENTEN!
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