Un paso por delante

Tras tres días de calma después de rescatar a Xander y que él y Elías finalmente denunciaran al último Valmore en pie, fue necesario que nos reuniéramos para arreglar el último asunto pendiente: Irina.

—Para no variar, yo les organizo y resuelvo todo y para lo que vine es lo único que no se ha resuelto —reclama Amelia cuando están todos reunidos—. ¿Dónde está mi hija?

—Bueno, sabemos que está encerrada en una casa en los sectores Renacimiento y Hospital.

—Eso son casi 200 kilómetros cuadrados, Eliah —apunto con una mueca—. No es un parámetro muy útil.

—Yo tengo algo que puede ayudar, creo —anuncia Xander con algo de timidez.

Mi primo había estado bastante tranquilo desde que había vuelto: durante sus casi veinticuatro horas con su padre, el hombre no le había hecho más que dejarlo atado y asustarlo, lo cual había evitado que colapsara. Además, después de la denuncia, parecía sentirse más libre y seguro pues había cambiado sus sudaderas por playeras holgadas de manga larga.

—Mi padre habló dos o tres veces con alguien al mando, supongo que la famosa “jefa”...

—Que seguramente es América —comenta Amélie y su hermana asiente.

—Bueno, el punto es que llegó a mencionar algo de una chica y apuntó cosas en un papel. —Busca en las bolsas de su pantalón hasta sacar un pedazo de papel doblado y arrugado—. Está en una especie de código, supongo, porque no entiendo qué dice pero logré quitárselo así que espero pueda ser útil.

—Amelia, tú eres la experta en acertijos —exclama Elías pasándole el papel a la aludida.

Amelia abre el papel y frunce el ceño inmediatamente, la da un par de vueltas hasta decidir que ya está la hoja al derecho pero su mueca de confusión no cambia.

—Esa cara no me gusta —comenta Marcos con sutileza, Amelia levanta la vista.

—Es que dime tú, ¡¿qué diablos es esto?! —reclama volteando la hoja donde lo único que se ven son puntos trazados con tinta.

—¿Qué rayos? —exclama Mikel—. ¿Es alguna especie de representación de braille?

—Honestamente, dudo que los Valmore supieran braille —apunta Elías con una mueca.

Tras unos momentos de silencio, Marcos estira la mano para pedir la hoja y Amelia se la entrega. Mi padre arruga un poco el entrecejo antes de morderse el labio y asentir.

—¿Alguien tiene un lápiz que me preste? —pide esturando la mano.

Omali saca del bolsillo de su camisa un lápiz y se lo entrega sin dudar. Marcos acepta y empieza a buscar a su alrededor, Amelia exhala un suspiro y se da la vuelta para permitirle que se apoye en su espalda.

Marcos coloca la hoja en la espalda de ella y comienza a escribir concentrado mientras con su otra mano traza caminos como si estuviera tecleando cosas.

—Lo tengo: Av. Lecter —exclama cuando termina y le muestra el papel a Amelia—. Es código Morse.

Todos miramos a mi padre con confusión y él pasea la mirada por todos.

—¿Qué?

—¿Por qué sabes código Morse? —pregunta mi tío Gyan.

—Es cultura general —repone mi padre.

—Cultura general es el código que es de puntos y líneas —menciona Uriel con seriedad—. Ese es el código de las fuerzas armadas y no cualquiera puede aprenderlo para empezar.

Todos nos quedamos viendo a mi padre esperando una respuesta. Marcos abre la boca con una pose petrificada, evidentemente encerrado y presionado. Comienza a tartamudear.

—Eh… yo… ah… —Irán toma las manos de Marcos para que deje de temblar pero él se suelta—. Lo… lo aprendí en la escuela. Antes de aquí.

—¿En dónde ibas a la escuela? —cuestiona Elías—. ¿En una Academia militar?

Marcos se queda en silencio, con los ojos muy abiertos y las manos tensas. Varios, incluidos Irán y yo, arqueamos las cejas mientras esperamos la respuesta.

—¿Sí fuiste a una academia militar? —exclama Mikel incrédulo.

—Tal vez… ¿Qué importa? Ya sabemos dónde buscar.

Amelia respira profundo y exhala lentamente para calmarse antes de tomar de nuevo el papel y pretender que no pasa nada. Todos toman la misma actitud.

—Avenida Lecter entonces —exhala Amelia.

—Esa es la avenida principal de la zona sur de la ciudad —comenta Gyan con una mueca—. Atraviesa los cuatro sectores del sur por completo.

—Bueno, podemos reducirla a sólo dos sectores —comenta Eliah—. Eso nos deja para registrar veinte kilómetros de carretera.

—¿Y eso a cuántas casas equivale? —pregunta Xander con las manos en los bolsillos—. Digo, sabemos que buscamos una casa en una avenida de veinte kilómetros debe haber miles de casas que cumplan esa descripción, tardaremos años.

Empiezo a hacer cálculos en mi mente recordando los planos de las calles y todos los elementos de la ciudad.

—Hay que ir eliminando posibilidades para reducir el campo de búsqueda —menciono mientras mi cerebro trabaja—. Quitar calles, esquinas, locales…

»Son siete metros y medio por calle y una calle por cuadra. Hay una cuadra cada cien metros, lo cual quiere decir que hay diez cuadras por kilómetro. En cada kilómetro pierdes 75 metros de calle, lo que quiere decir que en veinte kilómetros de avenida pierdes un total de kilómetro y medio en calles. Eso nos deja 18 kilómetros y medio de casas.

»En el sector Hospital tenemos que descontar un aproximado de dos kilómetros: no hay casas como tal, son laboratorios, farmacias y comercios. En Renacimiento, la mitad del sector es de puros locales, tenemos siete kilómetros menos. Eso nos deja con 11 kilómetros y medio.

»Son casas de avenida principal, aproximadamente 25 metros de largo cada una con jardín incluído, lo cual quiere decir que hay, más o menos, cuatro casas por cuadra y tenemos un aproximado de 115 cuadras, lo que nos deja, alrededor de 460 casas para registrar.

—Y eso, por lado de la avenida —apunta Elías asintiendo—. Son 920 casas, en total, para buscar.

—¿Cómo rayos hiciste esas cuentas tan rápido? —me pregunta Zoé.

—Soy ingeniero —respondo con simpleza.

—¡Yo igual! —reclaman Uriel, Omali y Zoé.

—¿Hay tantos ingenieros aquí? —exclama Xander con sorpresa.

—Tal parece que sí —repone Marcos encogiéndose de hombros.

—Bien, ¿alguien sabe alguna forma de reducir el parámetro de búsqueda? —cuestiona Amelia—. Novecientas casas siguen siendo mucho para buscar.

Todos nos quedamos en silencio y de pronto, escucho un grito. Giro la cabeza tratando de encontrar su origen cuando se escucha más claro: es mi nombre, una chica grita mi nombre. Entonces, algo me deslumbra y me tira al piso.

Siento mis tobillos encadenados y mi pecho arde. Mis manos están en mi cabeza y algún líquido caliente fluye en ellas. Se escucha agua corriendo y, al abrir los ojos, veo un techo de madera y una ventana. Después, todo se oscurece.

—Karim, ¡Karim! —Abro los ojos y veo a Marcos frente a mí mirándome con preocupación.

Parpadeo algunas veces y luego dirijo mis manos hacia mi cabeza, no hay nada manando de ella y tampoco hay líquido en mis manos.

—Irina —murmuro antes de incorporarme. El mareo me tira de nuevo al suelo—. Está en una casa de techo de madera, segundo piso, cerca hay árboles. Está herida.

Cierro los ojos, agotado, y siento como soy levantado en brazos. No abro los ojos hasta que dejo de moverme y, al abrirlos, veo a mi papá Marcos acunandome en sus piernas. No tengo fuerzas para moverme así que sólo pongo mi cabeza en su hombro y mantengo los ojos abiertos para ver lo que pasa.

—¿Cómo sabes eso? —pregunta Elías.

—Lo ví, lo sentí —musito buscando más calor de papá—. No sé cómo.

—Tienes alguna extraña conexión con mi hija —exclama Amelia—. Porque eres quien la escucha pedir ayuda.

—¿Eso es malo? —pregunto apagado.

—No, pero es extraño cómo lo hace.

—Oh, hablando de eso —exclama Marcos apretándome con fuerza antes de buscar algo en su bata—. Tenemos información sobre nuestra segunda generación.

—Ah sí —exclama Irán tomando la tablet portátil que le pasa Marcos—. Salieron los resultados de sus análisis.

Irán saca una segunda tableta de su chamarra y Gyan lo imita. Gyan le da su tableta a su hermano e Irán, una a Elías y otra a Omali. Los tres abren la tablet y muestran los resultados: todos tienen alteraciones en sus genes y su composición cerebral y sanguínea.

—Les presentamos… a los Superhumanos Delta —exclama Gyan apuntando a los resultados.

—¿Delta? —cuestiona Amelia.

—Son más fuertes que nosotros los Gamma, pero no son tan poderosos como se supone lo son los X —explica Marcos—. Delta es la siguiente letra en el alfabeto griego después de Gamma.

—Fue un buen razonamiento —acepta Amelia inclinando la cabeza—. ¿Qué poderes tienen?

—Los Castillo tienen algo perceptivo, Úrsula tiene muy desarrollada la visión y Eliah, el oído —explica Irán.

—Los Herrera tienen algo genético, su ADN parece capaz de mutar —habla Marcos.

—Y los Garcés tienen algo sónico. Mikel es muy extraño pero la potencia de las cuerdas vocales de Irene es impresionante —detalla Gyan.

—Ian, la clave —menciona Xander y eso me hace incorporarme.

Mikel junior abre los ojos con sorpresa antes de asentir. Los adultos fruncen el ceño sin saber de qué hablamos.

Mikel inhala profundamente y pone las manos alrededor de su boca y exhala pero nada se escucha. Entonces, el chico abre sus manos y un grito, demasiado fuerte para ser soltado por un humano, retumba en todo el lugar.

—Echokinesis —exclama Amelia cuando pasa el aturdimiento.

—Esto nos pone en ventaja —comenta Amélie—. Ellos tienen poderes y eso ellas no lo saben.

—¿Y yo qué? —pregunta de pronto la pequeña Araceli.

—Podemos analizarte, no hay problema —afirma Marcos—. Pero hay que averiguar qué poderes tiene el resto.

—Sean los poderes que sean, hay que entrenarlos y aprovecharlos —menciona Amelia—. Omali, busca qué casa coincide con la descripción de Karim y los demás veremos qué averiguamos de estos niños.

Nuestros Superhumanos están de ventaja. Ey ey ey

Vamos a buscar a Irina.
¿Creen que la encontremos?
¿Cómo creen que está?

Dejen sus teorías.

Espero les guste.
Atte: Ale Bautista.

Maratón navideño 3/8

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