La paz
Un día de calma no se le niega a nadie y, después de toda la adrenalina que han pasado los superhumanos, menos. Todos se reúnen una tarde en los baldíos para recordar sus tardes de juventud y locura… aunque sin más juventud que la de sus hijos.
Cuando Karim baja del auto de sus padres, Xander y sus primos varones lo reciben con sonrisas traviesas que, en opinión de Karim, no presagian nada bueno.
—Irina te tiene una sorpresa, así que ven —exclama Xander dándole un tirón antes de taparle los ojos.
—Uh, okey —murmura Karim caminando con paso dubitativo mientras es guiado por Xander.
Avanzan varios pasos hasta detenerse y, tras unos segundos, Xander le destapa los ojos. Karim se adapta a la luz y ve a Irina. La chica frente a él tiene el cabello recortado de forma cuadrada hasta la altura de la mandíbula y sobre sus ojos hay un nuevo par de lentes… aunque tan ridículamente pequeño que parecen de abuela de caricatura.
—¿Acaso es competencia de qué par de lentes es más horrible? —suelta sin filtros ganándose un coco de parte de Xander.
—Ah, pero si serás pendejo —reprocha el más alto.
—¡Xander! —regaña Gyan.
—Perdón —exclama Xander haciendo una leve mueca de incomodidad—. Pero es que en serio, ¡ese no puede ser su primer comentario después de no haber visto a su novia por un mes!
—¡Sí, osea! —secunda Eliah—. Ella desaparece por más de un mes, la ve toda lastimada y desgraciada, ella se arregla para él… ¡¿y lo primero que dice es que tiene un par de lentes horribles?!
»Digo, que no es mentira pero, ¿tenía que ser su primer comentario?
Karim se queda callado sin saber qué decir y Marcos le da un empujón en la espalda para indicarle que arregle la tontería que acaba de hacer.
—Bueno… es que, yo, ah…
Karim se queda callado sin saber qué decir para justificar que lo primero que vio fueron los horribles lentes de su novia. Sin embargo, al darle una nueva mirada, queda prendado del brillo cálido y travieso de los ojos de Irina y sonríe como un idiota.
—Es que no importa cómo se arregle —murmura, encantado con su mirada—: lo primero que voy a ver de ella, siempre serán sus ojos.
Irina sonríe ampliamente. Los primos levantan las manos al cielo, agradecidos de escuchar un comentario coherente, y las primas exhalan un “awww”.
Irina se acerca a él con pasos lentos y da una vuelta frente a él para dejarlo ver el panorama completo. Karim aparta la mirada de sus ojos para ver toda la imágen: su cabello se ve brilloso y sedoso; vuela con una elegancia que ni pareciera que es de la mitad de su largo original. Su vestido se ajusta en los puntos exactos para resaltar las curvas naturales de su cuerpo y el tono verde claro destaca su piel haciéndola parecer un hada del bosque. Su sonrisa juguetona parece iluminar el mundo entero y, al mismo tiempo, desvanecerlo todo para que sólo queden ellos dos.
—¿Qué opinas? —pregunta Irina acercándose un paso más. Karim agacha la cabeza y sus alientos se mezclan.
—Te ves preciosa, cigarra —murmura él, completamente idiotizado con ella y, sin dudarlo, toma su cara entre sus manos y la besa.
El beso es lento y delicado, casi tímido, casi infantil. Ella pone las manos sobre sus hombros y él mueve sus pulgares para recorrer los mechones de su cabello. Hay un pequeño asomo de una lengua, una mordida traviesa en un labio y una risa nerviosa que no detiene nada.
Karim se aleja de ella, mira sus ojos, la suave curva que hace su cabello al pasarlo tras su oreja, el lunar en la comisura de sus labios… esos ridículos y horribles lentes de caricatura. Su nariz viaja hacia sus mejillas donde obtiene olor a algún aceite extraño de esos que se usan como sustitutos del agua y el jabón en la cara. Baja un poco más hasta su cuello: perfume de cítricos.
—Hueles delicioso —murmura dejando un beso en la curva de su clavícula—. Estás muy hermosa.
Su rostro sube otra vez para atrapar sus labios en un beso explosivo, de esos que roban el aliento y te llevan a las nubes. Toma su cintura entre sus manos para pegarla por completo a su cuerpo y ella juega con los mechones de su cabello. Cuando el beso termina, él regresa a su cuello.
—Podría quedarme aquí toda la vida —musita con una sonrisa antes de dejar un suave beso en la curva de su cuello—. Me gusta tu perfume.
—No uso perfume.
—Me gusta tu olor, entonces.
—¡Mucha miel! —se burla Elías haciendo que los novios se separen y todos los adultos lo miren con ironía—. ¿Qué?
—Mira quien viene a hablar de demasiada miel —reprocha Marcos con las cejas levantadas de incredulidad.
—¡Ah, no! Yo no era el más meloso.
—Elías se volvió meloso después de la primera vez que Uriel le dio una buena cogida —exclama Omali risueño y todos sueltan una carcajada.
Elías mira a su amigo con las mejillas encendidas de coraje y, sin dudarlo, se quita uno de sus tenis para aventarselo a la cabeza.
—¿Elías meloso? —pregunta Karim abrazando a Irina—. Más fácil que vea a Marcos en esa categoría, que a Elías.
—Tu padre qué va a ser meloso si su mayor acto de romanticismo es quemar la cocina —reclama Irán haciendo un gesto similar a lanzar algo hacia su esposo.
—¡Sólo lo hice una vez! ¡Y no quemé la cocina! —reprocha Marcos con la mejillas coloreadas de vergüenza.
—¡Quemaste un sartén, Marcos! —apunta Irán elevando la voz de incredulidad—. ¿Cómo mierda quemas una sartén?
—¡No lo sé! Si supiera, no lo habría hecho probablemente.
—Me quedé con la duda —exhala Ian Mikel llamando la atención—. ¿Quién era el más meloso?
Los adultos intercambian miradas tratando de responder la pregunta. Elías y Uriel apuntan a Mikel; las hermanas Martinez, a Irán; Marcos, Irán y Gyan, a Omali. El resto no sabe a quien señalar.
—¡Yo no era! —reclama Mikel dándole un manotazo a Elías.
—Tal vez no pero, ¿Omali? —apunta Elías señalando a su mejor amigo.
—Elías —llama Marcos con los brazos cruzados—. Descripción gráfica de Omali.
Marcos procede a agacharse y “caminar” con pasos de dibujo animado detrás de Zoraya como una cría persiguiendo a su madre. Todos exhalan sonoras carcajadas menos Omali que mira a Marcos apretando entre sus manos el zapato de Elías.
—No puedes enojarte, Omali —tranquiliza Elías quitándole al aludido su zapato—. No dijo ninguna mentira.
—Ya lo sé —refunfuña Omali.
Marcos se levanta para volver junto a su esposo, pero tras dar un par de pasos, exhala un grito de dolor y se toma la parte baja de la espalda.
—¡Agh, mi espalda! —exhala antes de tomarse del hombro de su esposo para no perder el equilibrio mientras todos estallan en carcajadas.
—¡Karma! —celebra Omali aplaudiendo. Marcos le muestra el dedo medio.
—Es una vergüenza que nuestro bailarín estrella sea el que está más jodido —declara Gyan negando con la cabeza en una mueca decepcionada.
—¿Bailarín? —pregunta Karim incrédulo—. ¡Si Marcos ni bailar sabe!
—¡Claro que sí! —exclaman todos los adultos mirando al chico.
—Sé bailar, y me gusta mucho —expresa Marcos con la boca fruncida—. Lo que no me gusta es escuchar música.
—No me creo eso —sentencia Karim. Por su cabeza pasan miles de imágenes pero ninguna de Marcos bailando.
—Baila, Marcos, anda —pide Maldita dándole un empujón al aludido.
—No —responde este.
—¡Sí, que baile! —grita Elías haciendo que los demás empiecen a gritar a coro “¡que baile, que baile!”.
—¡No! —reclama Marcos con fuerza—. Que bailar ni que abuelita de ochenta años en tanga desfilandole a su marido.
Todo el grupo estalla en carcajadas tras el comentario de Marcos. Eliah incluso se va de espaldas de la risa y se queda riéndose en el suelo como un niño.
—Anda, Marcos, baila —insiste Xitlali cuando las risas cesan—. Aunque sea para que tu hijo vea que sí sabes.
—No, mi cadera ya no está para esas cosas.
—Si sólo es un baile casual, no la danza rusa —reclama Gyan con firmeza. Marcos niega.
—¡El video de su graduación! —exclama Elías de pronto—. ¿Quién lo tiene?
—¡Yo! —anuncia Amelia buscando su teléfono. Marcos exhala un grito de frustración y se cubre la cara con las manos.
—El punto es dejarme en ridículo sin importar de qué estemos hablando, ¿verdad? —reprocha Marcos con resignación.
Amelia pasa su teléfono y Marcos lo pone en el piso en medio del grupo para que se proyecte y todos puedan ver.
En medio de la pantalla holográfica se ve un amplio salón de fiestas lleno de chicas con bonitos vestidos y chicos con trajes de distintos colores. Al darle play, se escuchan las risas de Elías, Omali y Zoraya. De pronto, la cara de una Amelia de 25 años, aproximadamente, aparece en pantalla.
—Algún día se nos va a olvidar qué estábamos haciendo así que rápido: es la graduación de Marcos y acaban de llamar a un concurso de baile. Él no está, así que lo vamos a aventar sin que sepa.
En eso, Amelia desaparece mientras los gritos de todos se empiezan a escuchar y un joven y confundido Marcos aparece en pantalla abrochando su chaleco mientras se acerca apresurado al grupo.
—Marcos, rápido —apremia Elías—. Llaman al centro a los mejores promedios de la carrera.
—¿Qué? ¿Para qué?
—¡Tú ve! —insiste Zoraya—. ¿No estabas cogiendo con Irán en el baño, verdad?
Marcos se pone de todos los tonos de rojo existentes y mira a su hermana con una ceja arqueada y la boca fruncida. La risa burlona de Elías y las manos en las caderas de Zoraya lo hacen quitar su mueca.
—Vale, es algo que podría pasar, lo acepto —resopla Marcos con vergüenza—. ¡Pero no esta vez!
—¡Pues ve! —apuran todos y Marcos corre hacia el centro de la pista.
La cámara enfoca a Marcos acercándose a la pista y al resto de los chicos ahí reunidos. La chica que estaba llamando concursantes para el baile anuncia que Marcos es el último participante y el chico voltea la mirada hacia sus amigos, que ríen a carcajadas, como diciendo “los mataré en cuanto esto acabe”.
Hay un corte en el video y la cara de Amelia vuelve a aparecer en pantalla.
—Marcos está a punto de participar… está allá, escogiendo su canción.
La cámara enfoca a la lejanía, donde se ve a un chico hablando con el encargado del equipo de sonido.
—Todos sabemos que no va a ganar pero, aún si quisiera intentarlo, necesitaría hacer algo muy impresionante para ganarle al chico que hizo break dance.
—Mataría por ver a Marcos haciendo twerking, con eso seguro gana.
—Eso no lo verás ni muerto, Elías.
—Lo sé —exhala Elías risueño antes de voltear a ver a alguien tras él—. ¡Eh, Irán! ¿Qué va a bailar tu novio?
La cámara enfoca a un joven Irán, con su amplia melena de cabello rizado casi naranjo, que tiene una ceja arqueada y los hombros encogidos.
—Sepa, rock’n roll, probablemente.
—Yo quiero ver eso —afirma Elías jalando una silla para sentarse y tener una excelente vista de la pista de baile.
Marcos se acerca a la pista y se coloca en las orejas un par de audífonos antes de mirar hacia la cámara y mostrar un dedo medio. Todos ríen y, los que se alcanzan a ver, le dan pulgares arriba.
Marcos se quita uno de los audífonos cuando la música comienza a sonar, la pista empieza con una gaita irlandesa. El chico se queda estático hasta que empieza a sonar un flautín y mueve su pie derecho de adelante hacia atrás en un suave vaivén. Cuando la música comienza a tomar velocidad, se coloca de nuevo el audífono y comienza a hacer rápidos cliqués.
—¿Qué está bailando? —pregunta Elías.
—Parece… danza irlandesa con algunos golpes de tap —responde Amelia.
—¿Marcos sabe bailar danza irlandesa?
—¡Hasta hace diez segundos ni siquiera sabía que sabía bailar!
Marcos sigue con su baile. Las vueltas y las cabriolas las domina con una soltura que pareciera que baila así todos los días y la improvisación con el zapateado de tap hace que no sea tan notorio que está haciendo un baile que no debería realizarse solo.
El video termina y todos los primos miran a Marcos con impresión. El mayor sonríe con algo de vergüenza y sólo da un pulgar arriba.
—¿Sabes bailar danza irlandesa? —exclama Karim sorprendido.
—Yep —exhala Marcos con una sonrisa incómoda—. Entre otras cosas.
—¿Y por qué? —pregunta de pronto Mikel—. Digo, rock’n roll, salsa, cumbia y esas cosas me parece lógico que sepas, ¿pero por qué danza irlandesa?
—Emm… mi mamá me enseñó —murmura el castaño con una cara torcida y un encogimiento de hombros.
—¿Me enseñas, papá?
—Ahm….
Marcos cierra los ojos y puede sentir los apretados zapatos de baile. Recuerda el suelo de madera del salón y el sonido del látigo cayendo frente a sus pies para obligarlo a brincar rápido. Un escalofrío le recorre la espalda y sacude la cabeza antes de abrir los ojos rápidamente.
—Eh… seh, estoy seguro que aún recuerdo cómo se hace —menciona con un ligero temblor en la voz—. Aunque no creo tener la fuerza para que me veas hacerlo.
—Pero hay que verlo, ¿qué lecciones son esas? —se queja Eliah haciendo reír al grupo.
La charla continúa entre burlas y bromas, la mayoría hacia Marcos, hasta que los mellizos Castillo deciden que quieren ir al bar.
Karim tiene a Irina abrazada por la cintura, recostada contra una pared del bar, mientras ambos se besan con fervor. No hay pasión en su beso, sólo una intensa explosión de las emociones contenidas durante su separación. Un carraspeo tras ellos los hace separarse.
—Karim, pensé que eras decente —reprocha Mikel junior—. Para esas cosas mejor vayanse al baño, de perdida.
—Oye, no estamos haciendo nada malo —reclama Karim. En eso, se escucha un ajetreo al otro lado del bar.
Todos giran la vista hacia el barullo y ven a una pareja… no particularmente joven, besándose con demasiada pasión. Ella rasguña la tela de su camisa y él mete las manos debajo de la falda sin vergüenza alguna. Las personas a su alrededor se dividen entre chiflidos de morboso y exclamaciones de queja.
—Bueno, hay gente que no tiene vergüenza, claramente —exclama Mikel con asco—. Pero espero que ustedes no entren en esa categoría.
—Mikel… —Karim mira a su primo con una ceja arqueada. Mikel se queda quieto un segundo hasta que entiende lo que su primo le trata de decir.
—Oh… claro, perdón, lo siento —exhala el menor antes de dar media vuelta e irse.
Karim rueda los ojos con una sonrisa antes de abrazar a Irina para oler de nuevo la piel de su cuello.
—Tu olor me fascina —murmura antes de dar un suave lenguetazo en la curva de su hombro.
—Lo tengo claro —afirma Irina con una suave risa—. Vamos a sentarnos antes de que tus primos vuelvan.
Karim obedece y se acerca a la barra, ayuda a Irina a sentarse para después hacerlo él a su lado. Los hermanos Garcés están sentados frente a ellos. Karim nota en los ojos de Mikel que ya hay ciertos indicios de alcohol y entiende el por qué de sus comentarios anteriores.
En la pista, Eliah baila con Úrsula y, tirados en un sillón, los mellizos Herrera se están quedando dormidos tras quién sabe cuántos vasos de alcohol.
Una risa, que es al mismo tiempo tímida y ridícula, llama la atención de todos en la mesa. Desde la barra, Xander se acerca caminando hacia ellos con pasos vacilantes y una botella de cerveza en la mano. Sus ojos están cerrados mientras él sigue riendo de todo y de nada, el sudor perla su frente y sus mejillas están enrojecidas al igual que la punta de su nariz.
—¿Acaso está…?
—Borracho, sí —finaliza Karim ante la incredulidad de su novia.
—¿Es normal? —pregunta Irina.
—Es la primera vez que Xander se emborracha —contesta Irene.
—Al menos se ve feliz —comenta Karim encogiéndose de hombros sin poder evitar exhalar una suave risa ante la actitud de su primo.
—Hola —saluda Xander, al sentarse a su lado, entre risas.
—Hola —responde Karim—. ¿Cuántas cervezas llevas?
—No lo sé… dos, tal vez tres. —Xander hace un ademán vago con la mano para quitarle importancia—. ¿A quién le importa? Me siento libre.
—Está bien, primo —concede el mayor dándole una palmada en la espalda antes de voltear hacia su novia.
—¡Eliah! —llama de pronto Mikel, con fuerza. El aludido voltea hacia la mesa pero no se acerca—. ¿Estás sobrio?
Eliah da un pulgar arriba antes de empezar a acercarse, Karim lo mira con el ceño fruncido.
—¿No has tomado nada? —pregunta incrédulo.
—Tomé un trago, pero te aseguro que no estoy borracho por un trago —asegura el chico encogiéndose de hombros—. ¿Por qué?
Mikel señala a Xander que sigue riendo mientras bebe de su botella y después a los hermanos Herrera: Zuri está en calidad de cadáver y Zoé aún está luchando contra el sueño, aunque va perdiendo épicamente.
—Vale, yo conduzco —afirma Eliah con una risa tras ver eso.
Karim le da un pulgar arriba antes de volver la vista hacia su novia. Con cuidado, acerca su nariz hacia su mejilla para oler su rostro y después lleva su boca a su oído.
—Te amo, cigarra —susurra como si fuera un secreto que es de vital importancia mantener oculto.
—¿Por qué me dices “cigarra”? —pregunta Irina entre risitas.
Karim se queda petrificado un momento, la mira a los ojos y recuerda todas las veces que su cerebro la llamó “cigarra de ojos tristes”. Observa sus ojos grandes y brillantes y siente su corazón latir con tanta fuerza que amenaza con salirsele del pecho.
—Ahm… porque eres pequeña, tierna, tienes ojos muy bonitos y eres increíblemente irritante —responde Karim y se escuchan varios reclamos en la mesa.
—Ibas tan bien —se queja Xander decepcionado antes de darle otro trago a su cerveza.
—¡¿Cómo se te ocurre decir eso?! —regañan los Castillo y los Garcés.
—¡¿Y ustedes qué hacen aquí de chismosos?! Largo —reclama Karim con las mejillas encendidas de vergüenza.
Todos se alejan del lugar menos Xander que sigue muy ocupado bebiendo. Karim exhala una risa avergonzada mientras se tapa la cara con las manos e Irina le da un abrazo suave.
—Bueno, si yo tengo un apodo así, lo justo es que tú también lo tengas, ¿no crees? —murmura con travesura. Karim voltea a verla con una ceja arqueada.
—¿Qué tienes en mente? —pregunta interesado.
—Mmmm… ¡Un panda!
—¿Panda?
—Sí, eres adorable, juguetón, tiernito, pero bastante torpe.
Xander escupe su trago de cerveza y estalla en carcajadas mientras apoya la frente en la mesa para seguir riendo.
—Mmm… no me quejo por los calificativos pero… ¿te importaría no llamarme como un animal que tenga manchas? —pide con una mueca de incomodidad—. Me da algo de… inseguridad.
—¿Por qué?
—Ah…
Karim se queda en silencio sin saber cómo explicarle lo de la mancha en su ojo pues ella jamás la ha visto. Se muerde el labio inferior buscando las palabras adecuadas y, de pronto, siente algo ser jalado de la bolsa trasera de su pantalón. Al voltear, Xander le estira la foto que encontraron los Herrera en la casa donde encontraron a Irina.
—Gracias —murmura Karim entre dientes antes de quitarle la foto y mostrársela a Irina—. Este soy yo de niño.
Irina mira la foto y alterna la vista entre esta y Karim, notando la mancha en el ojo del niño y, con un poco de atención, alcanza a distinguir el contorno de la misma en su piel actual.
—Oh, claro —exclama al comprender—. Lo siento.
—Está bien, no te preocupes —afirma Karim tratando de restarle importancia.
—No sé casi de animales —admite la chica con una mueca.
—Voy a arrepentirme de esto el resto de mi vida —suspira Karim antes de tomar aire—. ¡Eliah, ven!
El aludido da la vuelta en la pista para verlo y se acerca con prisa y duda.
—¿Qué pasa? —pregunta confundido.
—Puedes ayudarle a Irina a ponerme un apodo como el que yo le puse —pide con resignación, ya arrepintiéndose de su decisión.
Eliah celebra con un brinco y procede a sacar su teléfono. Además de ser un experto en fastidiar a la gente y ser bastante creativo con los apodos, Eliah estudiaba biología, así que tenía un amplio catálogo de animales a su disposición.
—¿Qué te gusta de él? —pregunta Eliah buscando en su teléfono.
—Pues… es tímido, su aire taciturno, su sonrisa —ennumera Irina enredado un mechón de cabello de Karim entre sus dedos.
Eliah empieza a buscar rápidamente entre su teléfono con una mueca concentrada hasta que, de repente, suelta un grito de alegría acompañado de una risa burlona. Mikel, Irene y Úrsula llegan ese momento.
—A partir de ahora eres… ¡Un tlacuache! —sentencia Eliah.
—¿Qué?, ¡¿por qué un tlacuache?! —reclama Karim con la nariz arrugada.
—Este menso no puede cargar ni su vida y tú lo quieres poner a cargar costales —se burla Xander ganándose miradas confundidas de parte de todos—. Ahí viene el tlacuache, cargando un tambache, por todas las calles de la gran ciudad.
»El señor tlacuache, compra cachivaches, y para comprarlos suele pregonar…
Karim mira a su primo con una ceja arqueada mientras este sigue cantando “El ropavejero” de Cri-cri, completamente perdido en su delirio de borracho.
—Estoy totalmente seguro de que eso no es normal —menciona Mikel mirando a Xander con una sonrisa risueña.
—No, claro que no —afirma Karim—. Recuerdenme no volver a dejarlo tomar cerveza.
El grupo ríe mientras Xander sigue tarareando y riéndose solo. Karim toma discretamente la botella de cerveza a medio terminar y se la pasa a Mikel para evitar que Xander siga tomando.
—¿Por qué un tlacuache? —pregunta Irina con interés.
—Son animales pequeños, bastante tiernos pero muy tímidos, por eso son nocturnos. Son muy solitarios y tienden a ser poco territoriales, son poco agresivos y cuando se sienten en peligro se vuelven los animales más dramáticos del planeta —explica Eliah.
—¡Sí eres un tlacuache! —grita Irina emocionada y Karim se tapa la cara con las manos completamente avergonzado.
—¿No había un animal con un nombre más feo? —reclama Karim mirando a su primo.
—También se llaman zarigüeyas, si te sirve —responde Eliah con un encogimiento de hombros antes de irse.
—¿Zarigüeya, mejor? —propone Irina con una sonrisa.
—Por favor, lo preferiría —admite Karim.
—De acuerdo, mi zarigüeya.
Irina abraza a Karim por el cuello y lo atrae en un beso. Sus sonrisas chocan y se separan, los dientes se estrellan y las lenguas dan paseos dentro de la boca del otro. Unas manos enredan cabello quebradizo y otras acarician la curva delicada de una cintura.
De pronto, unas rodillas se abren para quedar a los costados de otras y que su dueña pueda sentarse sobre el regazo de su novio. Un par de manos baja a la altura del pecho; otro, a la curvatura de unos muslos. Las caderas se acercan… tal vez demasiado.
Karim e Irina se separan de golpe al sentirse demasiado cerca. Irina baja de su regazo y vuelve a sentarse en su silla. Los rostros de ambos están sonrojados. Irina pasa su pulgar por sus labios, como queriendo limpiar los restos del lápiz labial que no usa. Karim se rasca la cabeza y vuelve la vista atrás sólo para descubrir que Xander se ha movido a la silla de la esquina de la mesa.
—¿Quieres bailar? —propone Irina y Karim exhala una risa.
—Vamos —acepta Karim siguiéndola a la pista para bailar junto a ella.
Esa noche, al llegar a casa, Karim se balancea hasta su habitación drogado de dopamina y serotonina, ebrio de nada y borracho de alegría. Al entrar a su cuarto, se tira en la cama con una sonrisa estúpida, casi infantil.
Por su mente pasan todos los momentos del día: las burlas de sus tíos, las bromas de los Castillo, la borrachera de Xander… las risas de Irina. Irina, con su sonrisa preciosa, sus mejillas sonrojadas y sus hermosos ojos de cervatillo. Sus besos adictivos y el embriagante olor de su piel lo tienen enloquecido.
Cada detalle de ella le hace darse cuenta lo perdido que está por esa fastidiosa chica de lentes horribles y, sin poderlo evitar, empieza a reír como un loco. Dopado por la euforia, y con el corazón latiendo a la velocidad de las alas de un colibrí, no piensa en que su repentino estallido de emoción puede despertar a más de uno pero, en ese momento, eso parece no importar.
La risa cesa cuando el sueño vence.
Después de todo el circo, nos mereciamos un descansito ¿No?
Pero si la paz es larga... La guerra será intensa.
Espero les guste.
Atte: Ale Bautista.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top