La familia disfuncional

Estaciono mi auto afuera del local, giro la vista hacia mi primo a un lado mío, él mira el lugar con algo de nerviosismo mientras regula su respiración.

—¿Quieres pasar? —pregunto haciendo que gire sus claros ojos azules hacia mí —Siempre está la opción de irnos

—No, puedo hacerlo —afirma dándome una sonrisa.

—¿Seguro? —insisto con una mueca, él asiente —Bueno, vamos

Ambos bajamos del auto y le hago una seña para que él entre primero al lugar, pese a que soy más extrovertido, es un poco más sencillo encontrarlo entre la multitud gracias a su piel brillosa y cabello blanco.

Avanzamos entre la multitud que deja libre un pasillo, casi hasta el final de este, un chico de piel blanca, pecas rojizas, cabello negro y ojos marrones nos recibe con una sonrisa burlona.

—Miren quienes se dignan a llegar —exclama acercándose a nosotros —La monja y el abominable hombre de las nieves

Yo hago una mueca y el chico a mi lado solo se abraza por un momento antes de ponerse la capucha de su sudadera y bajar la mirada.

—Alejandro —se queja el chico —¿Qué no ese tema ya estaba superado?

—Que esté superado no significa que esté bien con tus burlas —reclama mi primo frunciendo el ceño y apretando los puños.

—¿Qué tienen de malo mis bromas? —pregunta burlón el chico y yo hago una mueca, entonces mi primo explota.

—¡Que tú no eres mi padre Eliah! ¡Y te comportas igual a él! —grita enojado con sus ojos tornándose violetas y el color subiendo peligrosamente a su rostro —¡Aún no superó el hecho de que por su culpa estoy aquí!

El chico (Eliah) frente a nosotros baja la vista avergonzado y yo coloco mi mano en el hombro de mi primo para tranquilizarlo.

—Xander, tranquilo —murmuro apretándolo suavemente.

—¿Xander? —inquiere Eliah confundido —¿Me perdí de algo?

Yo sonrío generando que mi primo me devuelva la sonrisa y el color en sus mejillas se desvanezca al igual que el tono en sus ojos.

—Me cambié el nombre —explica mi primo sonriente.

—Por eso nos tardamos —termino yo con una sonrisa, el chico frente a nosotros brilla de emoción.

—¡Primo! ¡Felicidades! —celebra dando brinquitos —¿Cuál es tu nombre?

—Xander Jean —contesta mi primo inflando su pecho orgulloso.

—Será algo complicado adaptarse pero bueno, ni modo —comenta el castaño encogiéndose de hombros —Felicidades… Xander

—Gracias —responde este.

—Bueno, vamos —exclama indicándonos que lo sigamos con la cabeza —El resto debe enterarse de la buena nueva

Eliah comienza a caminar y Xander y yo lo seguimos, nos adentramos más en el lugar hasta llegar a una amplia pista de baile y la barra. En esta última un chico delgado, de piel oscura y cabello casi al rape conversa animadamente con otro chico de piel blanca, rostro infantil y lacio cabello negro.

—¡Hey! —grita Eliah sobre la música llamando su atención y la de algunas personas alrededor.

Ambos chicos giran la vista y sonríen al vernos, cuando estamos junto a ellos nos saludan.

—¡Karim! —grita el castaño.

—¡Alejandro! —saluda el moreno.

—Mikel —responde Xander.

—Zoé —imito yo.

—¿Cómo están chicos? —pregunta Mikel —¿Cómo está el cumpleañero?

—Bien gracias —responde Xander —Tengo algo que contarles

—Cuenta, cuenta —apremia Zoé cómo un niño pequeño.

—Pero llamen a las niñas —interrumpe Eliah.

—Claro —afirma Mikel y las busca con la mirada.

Al otro lado de la pista, tres chicas bailan juntas al ritmo de la música mientras ríen, Mikel nos mira sonriente y coloca sus dos manos junto a su boca creando un megáfono, todos asentimos y él exhala un llamado que nadie escucha salvo las chicas al parecer, puesto que voltean y al vernos empiezan a acercarse.

Al frente viene una chica de cuerpo ancho y piel blanca, su cabello negro y un poco rizado cae hasta sus hombros con delicadeza, sobre sus ojos oscuros, hay un par de lentes de armazón; tras ella, a su izquierda una chica de cabello pelirrojo, piel amarillenta y ojos grises la sigue con una sonrisa bromista. Cerrando la comitiva, una chica de piel blanca, ojos cafés y ondulado cabello castaño se acerca con una sonrisa coqueta.

Al llegar, la de lentes se sienta en el banco que Mikel estaba ocupando y este se apoya en sus hombros, la castaña se sienta en las piernas de Zoé y se abraza de su cuello, por último, la pelirroja se apoya en el hombro de Eliah; aunque no lo parezca, cada una está con su respectivo hermano.

—¿Qué ocurre? —pregunta la pelirroja.

Súbitamente el sonido disminuye haciéndolo apto para hablar sin necesidad de gritar, sin embargo, a la gente parece no importarle.

—Cumpleañero —animo dándole un pequeño codazo para que hable.

—¿Por qué tardaron tanto? —pregunta la hermana de Eliah.

—Fuimos a reclamar mi regalo de cumpleaños —vacila Xander y yo exhalo una risa.

—¿Qué? —preguntan todos nuestros primos a excepción de Eliah.

—¡Ya me cambié el nombre! —celebra el ojiazul haciendo que todos suelten un grito de júbilo.

—¡Felicidades! —gritan emocionados todos los primos.

—¿Ahora cómo te llamas? —pregunta la castaña.

—Xander —responde serio —Xander Jean… Garcés, obviamente

—Jean —murmura Mikel —¿Como tu padre?

—Parecido —acepta el cumpleañero inclinando la cabeza —Pero en esencia es lo mismo

—Bueno, bienvenido a la familia oficialmente —comenta Irene alzando la mano, Xander asiente.

—Gracias —contesta.

—Bueno, esto merece una celebración —sentencia Eliah dando una palmada —Pidan una ronda

—¿Todos van a tomar? —pregunta Mikel señalandonos a Xander y a mí.

—Yo sí —afirma Xander —Un trago no me caería mal

—Supongo que eso me obliga a acompañar al cumpleañero —accedo resignado y levanto un dedo para responder a la pregunta.

Mikel sonríe y voltea hacia el cantinero para llamarlo con un gesto de mano.

—Una ronda de siete y un vaso de limonada por favor —pide amable.

—En un momento se los sirvo —responde el hombre.

Apenas nos da tiempo de hacer un par de comentarios cuando el cantinero nos empuja una charola con nuestra orden; el moreno toma la bandeja y la pasa al centro del grupo, todos tomamos uno de los caballitos e Irene toma la limonada.

—Feliz cumpleaños a ti… —empieza a entonar Mikel haciendo que Xander se ponga de color rojo semáforo instantáneamente y todos soltemos una pequeña risa.

—Feliz cumpleaños a ti —seguimos todos sonrientes —Feliz cumpleaños querido Xander, feliz cumpleaños a ti

—Porque eres un buen compañero —canta burlón Eliah mientras reímos y le seguimos la corriente.

—Porque eres un buen compañero, porque eres un buen compañero… —todos hacemos una pausa breve antes de terminar y asentimos para el último verso —Y nadie lo puede negar

—¡Salud! —grita la hermana de Eliah subiendo su vaso.

Todos la imitamos y hacemos chocar los vasos en el aire y vaciamos nuestros tragos en un santiamén, Irene solo da un trago largo para acompañarnos.

—¡Otra! —grita Eliah risueño.

—No, yo paso —declina Xander.

—Yo igual —concuerdo generando un bufido de parte del resto de los hombres del grupo.

—Par de aburridos —reclama Zoé.

Mikel nos mira con una sonrisa mientras pide otra ronda de tragos pero esta vez solo con cinco, Xander y yo intercambiamos una mirada y nos encogemos de hombros, así es y así ha sido siempre desde que tenemos memoria.

Y es que dentro de este grupo de primos tan disfuncional, los que llevaban la batuta de lo que se hacía no eran los más grandes, si no los que llevaban más tiempo en la familia; y esos eran los mellizos Castillo.

Eliah y Úrsula, hijos biológicos de mis tíos Uriel y Elías, ambos de 19 años, habían sido los primeros en conformar la "segunda generación" cómo nos solían llamar. Ambos habían heredado el carácter de mi tío Elías, risueños, burlones, encajosos y un poco abusivos, pero a diferencia de él, ambos sabían en qué momento ponerse un alto con sus burlas; siendo Úrsula un poco más empática al momento de expresarse.

En segundo lugar (tanto de edad como de llegada) estaban los mellizos Herrera; Zoé y Zuri, ambos de 23 años; a la fecha para todos seguía siendo un misterio si eran adoptados o eran hijos biológicos ya que, aunque ellos recordaban perfectamente el momento de su adopción, apenas unos meses después del nacimiento de los Castillo, la similitud física y psicológica que tenían con sus padres era indiscutible. Zoé, con su cabello lacio, piel blanca y rostro de niño y actitud optimista, hiperactiva e infantil se presumía de ser la copia de Omali, mientras que Zuri tenía el físico y la actitud seductora suficiente como para ser el orgullo de su madre y la envidia de la más exitosa actriz de contenido adulto.

El siguiente en llegar, apenas un año después, había sido Ian, Ian Mikel Garcés, hijo de mis tíos Mikel e Irene; con 18 años era la copia física de su padre, sin embargo, a diferencia de él, (y de toda su familia de hecho), era alegre, extrovertido, bromista y risueño; muchos decían, que ese era el efecto que habían tenido Zoé y Eliah sobre él.

Justo unos meses después, había llegado Xander coronandose como el mayor del grupo con sus 24 primaveras recién cumplidas, adoptado por mi tío Gyan, también era el que menos parecido físico tenía con sus padres, esto debido a la condición de albinismo con la que había nacido y qué por desgracia y negligencia de sus verdaderos padres no habían podido tratar. Él, al igual que su padre, era un chico tímido y taciturno; pero por influencia de su madre y nuestros primos había aprendido a ser expresivo y alegre.

Dos años después de su llegada, la pequeña Irene Garcés había entrado a la familia siendo la más pequeña de todos con 16 años; al igual que su hermano, ella era una copia física de su madre, pero a diferencia de este, ella mezclaba la seriedad y desinterés de su madre con la nula expresividad de su padre, haciendo prácticamente inexistente el parecido entre ambos hermanos.

En último lugar, estaba el mayor del grupo, osea yo.

Mi nombre es Karim Oliveira, hijo de los doctores Marcos Oliveira e Irán Castro, tengo 24 años, pero llegué a la familia hace apenas 11 años cuando ambos médicos me encontraron en un orfanato al que fueron a hacer una especie de actividad de servicio social; no soy físicamente muy parecido a ellos, tengo cabello negro algo quebradizo y piel quemada, además de unos grandes ojos miel, sin embargo, sí aprendí las mañas de orden y pulcritud de Marcos y el carácter de atención y paciencia de Irán.

Xander golpea mi brazo y me hace una seña para que nos alejemos de ahí, asiento y lo sigo hasta un lugar donde no hay tanto ruido y lo veo con atención.

—¿Listo para cuidar borrachos en tu cumpleaños? —pregunto burlón.

—Yo te diré —responde Xander —¿Alguna vez no lo he hecho?

Me encojo de hombros y ambos soltamos una pequeña risa.

Y los anormales siguen dando de qué hablar...

¿Qué tal está nueva generación?
¿Qué les parecen, qué opinan de ellos?

Descuiden, los detalles de sus llegadas a la familia se explicarán a lo largo de la historia

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Espero les guste.
Atte: Ale Bautista

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