Hide and catch: Parte II
Una taza de té vacía cae al suelo y se rompe en pedazos. Un fuerte grito de alerta y, fuera de la casa, se escucha el motor de un auto blanco con vidrios polarizados, último modelo. Úrsula empuja a alguien y toma de la mano a su hermano.
—¡Hide and catch! —grita abriéndose paso hacia las escaleras. Todos empiezan a correr.
Los mellizos Castillo abren los ojos y se sueltan las manos para ver a sus primos frente a ellos. Todos los miran expectantes, listos para escuchar su premonición.
—Tengan cuidado, en el momento en que se rompa una taza, va a llegar el auto —exclama Elías respirando algo ajetreado.
—Es un auto blanco, último modelo de la marca Nexa One, vidrios polarizados y toldo removible —detalla Úrsula.
—Bien, Mikel, Irene, ya saben que buscar —indico señalando a los menores de la familia antes de que estos corran escaleras arriba hacia el techo—. Zoé, Zuri, manténganse alejados de las tazas, por favor.
—¡Sí, señor! —exclaman los Herrera antes de alejarse hacia la habitación a la izquierda.
—¿Todos subimos? —pregunta Xander.
—Pues… no se me ocurre por qué buscarías en el primer piso sabiendo que las visiones de Karim son en el segundo piso —comenta Elías y Karim asiente dándole la razón.
—Para arriba entonces —exclama Xander.
Los cuatro suben las escaleras para encontrar un pasillo nada angosto con cinco puertas de cada lado. El hecho de que toda la construcción parezca hecha de madera le da una percepción de inmensa longitud que es desmotivante desde el comienzo.
—Veamos, la ventana está de este lado —menciona Karim señalando hacia su lado izquierdo—. Así que debe ser uno de estos cuartos.
—Bien, somos cuatro, cada uno abra una puerta —indica Úrsula con fuerza.
Karim se acerca inmediatamente a la puerta más cercana y Xander, a la de al lado. Los mellizos Castillo se dirigen a las últimas dos puertas del pasillo. Todos abren su puerta al mismo tiempo sin éxito: Karim encuentra un cuarto lleno de cadenas y pesas; Xander, una recámara; Úrsula, un baño y Eliah, un cuarto increíblemente aterrador lleno de juguetes.
—¿Puede ser más absurdo y cliché el hecho de que hayamos omitido justamente la puerta en la que está Irina? —reclama Xander cuando todos cierran las puertas tras su fracaso.
—Lo bueno es que ya no hay oportunidad de fallar —apunta Karim y trata de abrir la puerta sólo para descubrir que está cerrada con seguro.
Eliah saca dos alambres de su bolsillo listo para forzar la puerta, está a punto de meterlos cuando se queda petrificado un momento.
—Nos pudimos haber ahorrado lo de las puertas si hubiéramos revisado primero si alguna tenía seguro —comenta.
—Muy tarde, ¡abre la maldita puerta! —reclama Karim con evidente estrés.
Eliah suelta un suspiro y comienza a trabajar en abrir la puerta. Está a punto de abrirla cuando un grito interrumpe el ambiente.
—¡Karim! ¡Baja, ahora! —llama la voz de Zuri.
—¡Agh! —reclama el mencionado dirigiéndose a la escalera—. ¡Más les vale que sea de vida o muerte!
Karim baja las escaleras apresurado y se dirige a la habitación donde se encuentran los mellizos Herrera, sólo para descubrir que es la cocina.
Zoé y Zuri están cada uno a un lado de la barra y hay un libro abierto sobre esta junto a varias hojas aparentemente sueltas. Ambos miran a Karim de una forma que, al mismo tiempo, parece decir que murió alguien y no pasa nada malo.
—¿Qué? —pregunta Karim estresado.
—Encontramos un álbum de fotos en uno de los cajones —exclama Zoé. Su voz se nota tensa pero Karim está demasiado presionado como para notarlo.
—¿Y luego?
—Encontramos esta —anuncia Zuri levantando una en particular antes de dársela—. ¿Eres tú? Digo, por la…
Zuri se interrumpe y traza un círculo sobre su ojo. Inconscientemente, Karim lleva su mano hacia su ojo derecho antes de revisar la foto.
La imágen muestra un lugar que, fácilmente, podría parecer un parque infantil de no ser por el alto enrejado y el edificio marrón que alcanza a verse difuminado en el fondo. En el centro de la imagen se ve un columpio de madera colgando de un árbol y un niño sentado sobre este.
El niño en cuestión usa un pantalón café que le queda muy corto y una playera blanca desgastada. En sus brazos, sostiene abrazada una pequeña marioneta de madera. Su piel es acaramelada; su cabello, negro y sus ojos, ambarinos. Sobre su ojo derecho se ve una intensa mancha roja.
Karim mira la foto y exhala algo que está a medio camino entre un sollozo y un suspiro. Sin poder evitarlo, trastabillea hacia atrás y debe agarrarse de la barra para no caer. Al barrer su mano por la barra, empuja algo y, al momento siguiente, se escucha algo romperse.
Todos dirigen la vista hacia el objeto caído: una taza de té, de porcelana blanca con decorados en diversos colores que le dan una apariencia de pintura.
—Karim… —murmura Zuri acercándose a él sin saber qué decir.
—Es… una semana antes de que me avisaran que mamá no iba a volver por mí —musita Karim. La mancha alrededor de su ojo comienza a notarse sutilmente y sus ojos se llenan de lágrimas.
Antes de que alguien pueda decir algo, un fuerte grito se escucha retumbar por toda la casa: Irene. Zoé guarda el álbum de nuevo en el cajón y sale de la cocina junto a su hermana. Karim se queda estático unos segundos mirando la foto en sus manos y la taza en el suelo, empieza a retroceder en modo automático.
—¿Karim? —Escucha de pronto tras él y se detiene en seco.
Karim gira lentamente hasta dar media vuelta. Frente a él, Xander sostiene a Irina con delicadeza. La chica tiene la playera llena de manchas de sangre, su cuerpo tiembla de forma incontrolable y su castaño y lacio cabello negro está recortado de forma dispareja a distintas alturas; sus ojos muestran tristeza y temor pero, al ver a Karim, se iluminan con su acostumbrado brillo de alegría y travesura.
—Irina —exhala Karim con el poco aire que quedaba en sus pulmones.
Como si la despertaran de un trance, Irina brinca como un resorte antes de lanzarse a los brazos del chico que la espera en estado de shock. Karim la recibe entre sus brazos y la aprieta en un abrazo nostálgico y aliviado antes de repartir besos en su mandíbula.
—Irina, mi amor —susurra oliendo su piel y apretándola con fuerza—. Estás bien, estás a salvo.
Irina se aleja un poco de Karim sólo para tomarle la cabeza entre las manos y acercarlo en un beso desesperado. Sus labios chocan y se separan con la ansiedad de dos amantes que no saben si es su primer o su último beso. Karim la toma de la cintura con fuerza inusual, como si temiera que sólo con soltarla pudiera perderla de nuevo mientras que Irina aprieta su cabello entre sus manos, angustiada por que pueda ser sólo un sueño cruel.
El sonido de un motor y unos pasos fuertes bajando las escaleras los hace separarse de golpe. Mikel e Irene bajan las escaleras atemorizados.
—¡Está aquí! —gritan ambos.
—Okey, ¿cuál es el plan? —pregunta Zoé brincando en su lugar preso del miedo.
Los mellizos Castillo intercambian una mirada rápida, Úrsula toma a su hermano de la mano y empuja a Xander para hacerse paso hacia la escalera.
—¡Hide and catch! —grita con urgencia.
—Ese es… de hecho un buen plan —murmura Karim antes de tomar a Irina y empezar a correr hacia la estancia tras las escaleras.
Xander sigue a los mellizos Castillo hacia arriba. Los mellizos Herrera corren de vuelta a la cocina. Mikel e Irene siguen a los novios, quienes encontraron una trampilla hacia el sótano y se metieron por ahí. En ese momento, se escuchan las llaves en la puerta.
—¿Qué es “hide and catch”? —pregunta Irina apoyándose en Karim una vez que han bajado las escaleras.
—Es un juego que jugábamos de niños —explica Karim—. Es como las escondidas pero el objetivo no es no ser encontrado sino que el que busca no te atrape.
—Los que se esconden deben distraer al que busca para que esté intente atraparlos y así todos, o al menos la mayoría, consiga llegar a la base sin haber sido atrapado —detalla Mikel con nerviosismo.
—Esta vez, la base son nuestros autos afuera y no debe ser “la mayoría”, sino todos —finaliza Karim. Irina asiente.
Unos pasos resuenan por la estancia de la sala. Los Castillo y Xander se asoman discretamente por el barandal de la escalera y ven la silueta de una mujer observando el entorno antes de clavar la vista en un trozo de porcelana rota. La mujer se dirige hacia la cocina, los tres chicos intercambian una mirada y, haciendo el mayor ruido posible, corren por el pasillo para ocultarse en las habitaciones. El ruido alerta a la mujer y se encamina hacia las escaleras. Xander entra a la única puerta abierta; los mellizos, al otro lado del pasillo.
Xander retrocede lentamente hasta percatarse d ellas cadenas en el suelo: está en la habitación donde estaba encerrada Irina. Por lógica, es el primer cuarto que la mujer va a registrar. El sonido de los pasos en el pasillo le hace saber que no tiene tiempo de salir.
Una puerta lateral se vuelve su salvación y se escabulle por ahí sólo para dar con el cuarto de baño. Sin más opciones, se mete a la tina y se hace un ovillo esperando que la mujer no se esfuerce en revisar. En ese momento, la mujer abre la puerta del cuarto encontradose con las cadenas tiradas y suelta un grito de rabia que resuena en toda la casa. Eliah y Úrsula se petrifican un momento.
—¡Xander! —exclaman en un susurro.
Eliah abre la puerta de la habitación con lentitud, el rechinido se disfraza con la puerta del baño que está siendo abierta de forma simultánea. Úrsula y él se asoman al pasillo e intercambian una mirada.
—Tú baja, yo cruzo el pasillo —indica Eliah en voz baja. Úrsula asiente.
Xander trata de hacerse más pequeño dentro de la tina al ver la sombra de la mujer acercándose cuando, de pronto, un grupo de pasos resuenan en el pasillo junto con el fuerte estruendo de una puerta. La mujer sale apresurada de la habitación y Xander corre a la puerta principal del baño, en el pasillo, se topa con Eliah.
Elías le indica que crucen al otro lado y Xander accede, entran a la habitación más cercana y cierran la puerta con lentitud. Xander mira la gran ventana del cuarto y la rama del árbol que los llama de una manera casi seductora.
Con un intercambio de miradas, ambos primos saben que están pensando en lo mismo. Xander abre la ventana para que Eliah salga primero y, después, lo sigue. Hay dos fuera de riesgo.
Mientras tanto, la mujer ha bajado las escaleras. Zoé está escondido bajo el mueble del fregadero; Zuri, detrás de las escaleras. Úrsula salió por la puerta principal tan pronto como bajó. La mujer ingresa de inmediato a la cocina y Zuri pega discretamente en el suelo dando aviso a los que están en el sótano.
—Bien, ella está aquí —murmura Karim al escuchar el zapateo—. Necesitamos bajarla para que los Herrera salgan, pero también necesitamos subir.
—Que baje y, mientras busca aquí, nosotros nos damos a la fuga —suelta Irene como si fuera lo más lógico del mundo.
—Buen plan —aceptan Mikel y Karim.
—Irina, Irene, tras la escalera, ustedes salen primero —indica Karim—. Mikel, tú y yo la distraemos.
—Hecho.
Karim sube por la escalera del sótano y, al abrir la trampilla, ve a Zuri oculta ahí. Con un gesto, le indica que se vaya y la chica asiente. Zuri corre hacia la puerta principal y la cierra con un estruendo llamando la atención de la mujer.
Karim espera a ver su silueta para dar dos golpes en el suelo y azotar la trampilla antes de bajar las escaleras. Irina tapa la boca de Irene para que no haga ningún ruido mientras los hombres se encierran en habitaciones distintas del sótano y los pasos descienden.
La mujer abre primero la puerta de la habitación en la que ninguno de los dos se ocultó y las chicas aprovechan para subir discretamente a toda prisa y salir.
Karim abre un poco su puerta y ve a la mujer dirigirse hacia la habitación de Mikel. Sin dudarlo, toma uno de los pesados libros en las estanterías y lo deja caer al suelo llamando la atención antes de abrir la puerta que conduce a la habitación lateral. La mujer se encamina hacia él y Mikel sale a toda velocidad del sótano.
Karim lo sigue con prisas, el ruido alerta a la mujer pero para cuando ella sale, es muy tarde. El mayor de los primos ha salido de casa y corre a toda velocidad al auto más cercano: el de Xander. Tan pronto como sube, ambos autos arrancan a una velocidad digna de competencia de automovilismo y se pierden por las calles.
Tras manejar por varias calles pequeñas, llegan a un parque del sector central y ambos carros se estacionan. Todos se recuestan contra los asientos del auto para bajar la adrenalina y no es hasta que se escucha el grito de emoción de Eliah y la risa eufórica de Úrsula que todos se dan el gusto de celebrar.
Karim baja del auto seguido de Xander y todos comienzan a imitarlos. Irina corre a los brazos de Karim y ambos se dan el gusto de besarse con la emoción y adrenalina de dos corazones separados por demasiado tiempo. Xander pasea la vista por todo el grupo para asegurarse de que no hayan olvidado a nadie.
—¿Están todos bien? —pregunta Xander al comprobar que, efectivamente, están todos.
Varios murmullos de aprobación y pulgares levantados se ven en el grupo. Karim e Irina se separan y la chica no puede contener el llanto que escapa de su garganta antes de abrazarse a su novio.
—Cigarra, mi pequeña —murmura Karim apretándola como si tuviera entre sus brazos a una niña asustada—. Ya pasó, ya estás bien, estás a salvo.
—Tenía mucho miedo —llora Irina con la cara escondida en su pecho.
—Lo sé, lo sé, pero ya estás en casa —asegura Karim meciéndola de un lado a otro para calmarla—. No volverá a hacerte daño, lo prometo.
Irina sigue llorando mientras Karim le acaricia el cabello y la mece con cuidado. Cuando empieza a calmarse, él la aparta con delicadeza y le seca las lágrimas de sus cálidos ojos.
—Ya estás bien, cigarra —susurra antes de dejar un beso en sus labios—. Calma, que hay alguien más que seguro estará muy feliz de verte.
—Y que lo digas. —Se escucha de pronto tras ellos y todos quedan petrificados antes de voltear.
—Papá… —exhala Karim al ver a Marcos mirándolos con reproche.
—Una cosa les pedimos, una: cualquier cosa que vayan a hacer, avisen —reclama el mayor con los brazos cruzados—. Y les entró por un oído y les salió por el otro.
—Perdón —murmuran todos avergonzados.
—¿Cómo nos encontraron? —pregunta Xander al ver que el resto empieza a llegar. Marcos señala a Amélie que acaba de llegar con su hija.
—¡Olvidamos a Carmi! —exclama Eliah al ver a la chica mirándolos con el ceño fruncido.
—No fue buena idea dejar al “ojo que todo lo ve” —comenta Amélie apretando el hombro de su hija.
Carmi tenía la habilidad de poder observar cualquier evento que estuviera sucediendo en ese mismo momento con sólo buscar a una persona o lugar que conociera, por eso era “el ojo que todo lo ve”.
—Irina —llama de pronto una voz y la aludida voltea.
—¡Mamá! —grita antes de soltarse del abrazo de Karim para correr al de su madre entre lágrimas—. ¡Mami! ¡Mamá, viniste por mí!
—Claro que vine, ¿creíste que dejaría a mi pequeña sola? —responde Amelia apretando a su hija.
Todos miran el reencuentro con alegría y los hijos comienzan a acercarse a sus respectivos padres. Marcos se apoya en los hombros de Karim y deja un suave beso en su coronilla.
—Hora de irnos, chicos —indica el médico—. Ya no tenemos nada que hacer aquí.
—Al menos por ahora —comenta Amelia—. América no va a quedarse tranquila sabiendo que perdió a su única ventaja.
—Nos prepararemos para la guerra —asegura Amélie con firmeza—. Pero dejémoslo, para mañana.
Todos desaparecen rumbo a sus casas menos Xander y Karim que suben a sus autos para conducir.
¡Irina está de vuelta! Pobre de mi niña, me la desgraciaron bien feo.
Ya lo dijo Amelia: América no va a estar nada feliz con esto... ¿Qué creen que pase ahora?
Espero les guste.
Atte: Ale Bautista.
Maratón navideño 5/8
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