Hide and catch: Parte I

Xander y yo estamos en el bar cuidando a los Castillo y a los Garcés (o bueno, se supone, yo me estoy durmiendo). No sé qué rayos hacemos en el bar a las tres de la tarde de un viernes pero aquí estamos.

Desde la tarde con Ethan, Eliah ha cambiado bastante: aunque sigue siendo un desastre humano, es mucho más tranquilo y analítico a la hora de actuar, podría decir que hasta prudente. Así que él y Úrsula están bailando en la pista mientras los hermanos Garcés pelean por algo.

—¿Semana pesada en el trabajo? —pregunta Xander cuando mi cabeza rebota en la mesa por tercera vez.

—No, insomnio —respondo a medio camino entre la vida real y los brazos de Morfeo.

Un estruendo de sillas y gritos me hacen abrir los ojos de golpe para ver a los mellizos Herrera hacerse paso entre los pocos clientes del bar y las mesas distribuidas alrededor.

—¡Karim! —grita Zoé al verme y pasa de largo junto a los Castillo, que son a quienes busca normalmente.

—¿Qué pasa, chimpancé? —pregunto frotando mis ojos y ganando una mirada de reproche de mi primo.

Xander se tapa la boca para no escupir el trago de refresco que se acaba de tomar y yo hago una suave sonrisa somnolienta. Zoé siempre ha sido —y será, probablemente— un chico muy hiperactivo y de pequeño tenía la rara costumbre de colgarse de cabeza de todos lados, así que le pusimos de apodo chimpancé. Dejamos de usarlo cuando Eliah tuvo la grandiosa idea de llamarlo así frente a quien, posiblemente, pudo haber sido su primera novia.

—Eso quedó en el pasado —reclama mi primo con los hombros tensos de enojo.

—Ya, lo siento —exclamo con una suave risa—. ¿Qué pasa?

—Papá y yo encontramos algunas casas que coinciden con la descripción que nos diste el otro día —anuncia mostrándome su tableta—. Papá dijo que seguirá buscando para tener más datos pero yo pensé que podrías reconocer alguna, tal vez.

Tomo la tableta entre mis manos y comienzo a pasar las imágenes hay casas de ladrillo y concreto con decorados de madera y casas hechas en su totalidad de madera. De pronto, una de las casas llama mi atención: la ventana del segundo piso da hacia un par de pinos y tiene un grueso marco de madera de donde fácilmente podría colgar una persona. Trato de hacer zoom cuando un destello me deslumbra de nuevo.

Estoy de rodillas en el piso, veo la misma ventana y los pinos, mis manos están encadenadas detrás de mi espalda en una posición increíblemente dolorosa. Escucho agua corriendo desde el jardín y, de la nada, un balde de agua hirviendo cae sobre mi cabeza. El grito que sale de mis labios es agudo y femenino.

Bajo la vista hacia mi cuerpo y veo una playera manchada de sangre. Las cadenas de mis manos se aprietan aún más y eso me hace voltear la vista hacia el techo donde la luz de la lámpara me deslumbra de nuevo. Entonces, todo se oscurece.

—¡Karim! ¡Karim!

Abro los ojos con cuidado. Estoy acostado en el suelo del bar, mi silla está tirada a mi lado y mis primos me rodean, siendo Xander el más cercano. Me cuesta mantener la vista enfocada y mi cabeza da vueltas como si la hubieran metido a una batidora.

—¿Qué pasó? —pregunta Zoé genuinamente asustado.

—Está en esa casa —murmuro apuntando hacia la mesa donde quedó la tableta.

Trato de incorporarme pero mi vista se oscurece y vuelvo a caer al suelo. Xander coloca su mano bajo mi cabeza para evitar que me golpee de nuevo.

—Ian, ve a la barra y pide alguna bebida con hielos —pide Xander con prisas. Escucho un par de pasos correr alejándose, asumo que son los hermanos Garcés.

El lugar queda en silencio un momento, salvo por la música de fondo propia del bar. De pronto, siento una bolsa fría sobre mi cabeza y abro los ojos de golpe.

—¿Les dieron una bolsa de hielos? —pregunto incrédulo mientras Xander sigue haciendo círculos con ella.

—Te sorprenderá saber que Eliah la traía en su mochila —responde Mikel junior apuntando al aludido.

Miro a Eliah con el ceño fruncido y él me da un pulgar arriba y una sonrisa.

—Cuando íbamos saliendo escuché que alguien se iba a caer y Úrsula vió una silla de la barra en el suelo —explica con calma—. Preferí traerla por cualquier cosa.

Le doy un pulgar arriba antes de cerrar los ojos de nuevo para que el mareo se me pase más rápido.

En estos días habíamos descubierto que Eliah y Úrsula tenían capacidades premonitorias. Con un rango aproximado de media hora, ambos podían tener pequeños destellos de eventos futuros; Eliah mediante el oído y Úrsula con la vista. Amelia había dicho que sus habilidades se llamaban Clariaudiencia y Clarividencia, respectivamente.

Aún no podían controlar en qué momento, o sobre qué eventos en específico, tener premoniciones pero habían descubierto que si se tomaban de las manos justo cuando tenían una, entre ambos podían dar la imágen completa del momento.

—¿Cómo te sientes, Karim? —pregunta Zuri y yo sólo doy un pulgar arriba.

Tras algunos análisis, supimos que Xander y yo no teníamos poderes pero a diferencia de Xander, yo sí era un superhumano, sólo que un Meta. Lo cual quería decir que las visiones que tenía no eran a causa mía, sino de Irina… y que probablemente una persona normal moriría después de recibir una.

Abro los ojos lentamente. La cabeza ya no me da vueltas y puedo enfocar mi vista. Me levanto con cuidado y Xander quita la bolsa de mi cabeza, el piso no se mueve; no veo puntos negros ni pixeles.

—Ya estoy bien —exclamo y sonrío con delicadeza.

Xander se levanta y me estira una mano para ayudarme a levantar y acepto sin duda. Sacudo mi pantalón y mi chamarra una vez que estoy de pie y sólo me apoyo en Xander para no perder el equilibrio.

—¿Qué viste? —pregunta Irene.

Cierro los ojos un momento para recopilar toda la información que me dio la visión y comienzo a hablar.

—Sigue en el mismo cuarto, la tienen encadenada, está herida y parece que la están torturando —detallo y abro los ojos, preocupado—. Tenemos que ir a buscarla.

—Estás de suerte, tengo la dirección —avisa Zoé y nos muestra la pantalla con una vista de la casa en vivo y en directo—. Está en Renacimiento y… nuestra mujer enmascarada acaba de tomar su auto para salir.

—¿Qué esperamos? ¡Vamos! —apremia Úrsula—. Tenemos que salvar a la única persona que podría haberse fijado en Karim.

Eliah suelta una fuerte carcajada y yo miro a Úrsula con reproche. Osea, no dice ninguna mentira, antes de Irina nadie se había fijado en mí y dudo que alguien lo haga después pero no era el momento para hacer ese comentario.

—¿Y vamos a ir así como así? —cuestiona Xander con una mueca—. Preparados para lo peor y esperando lo mejor.

—Mira, mi hermana y yo la hacemos de guardianes. Tú, Karim y los Castillo buscan a Irina y los Herrera buscan pistas sobre la mujer enmascarada. Tomamos sus autos y nos vamos en ellos, punto —declara Mikel con una facilidad impresionante.

—Estoy seguro de que debe haber como diez fallas en ese plan, el problema es que no se me ocurre ninguna en este momento —comento pensativo.

Mikel e Irene serían excelentes guardias y alarmas con su capacidad de grito sónico y control del sonido. La ansiedad por rescatar a Irina me hace creer que puede funcionar pero algo me dice que no saldrá bien.

—Vamos Karim, quien sabe si tu novia siga viva si esperas un día más —apunta Eliah y exhalo un suspiro.

—Bien, vamos —accedo.

Los menores de la familia salen corriendo del bar antes de ser seguidos por los hermanos Herrera. Xander y yo intercambiamos una mirada.

—¿Seguro que es buena idea? —inquiere Xander con nerviosismo.

—No, pero no tenemos otra por desgracia —respondo igual. Xander asiente.

Ambos salimos del bar y cada uno sube a su respectivo auto. Xander va adelante, con Zoé dándole las indicaciones para llegar a la casa de la mujer enmascarada.

Miro por el retrovisor y veo a Eliah abrazando a su hermana en un gesto protector y Mikel mira por la ventana pensando, seguramente, en todo y en nada como de costumbre.

Tras unos cinco minutos de conducción, Xander se estaciona junto a unos árboles grandes y yo lo imito parando un poco más atrás para permitir una salida rápida en caso de ser necesario. Cuando todos bajamos, escondo las llaves de mi auto en la llanta y Xander me imita.

—El primero que salga agarra las llaves y se sube al asiento del conductor —ordeno con mi voz un poco más aguda por los nervios.

—¿Y si la primera que sale es Irene? —pregunta Eliah aludiendo a qué es la única que no sabe conducir.

—¡Pues ni modo, nos arriesgamos! —reclamo mirándolo fijamente—. Prefiero estrellarme contra un poste de luz que ser atrapado por esa loca.

Todos asienten y empezamos a caminar hacia donde Zoé nos indica. La casa en cuestión está ubicada en una esquina, tiene dos pisos de pared de concreto y ladrillo y decorados de madera; desde donde vamos (que es lo que podríamos llama, el patio trasero) puedo ver la ventana del cuarto donde está Irina.

—Ahí está —exclamo señalando la ventana.

—Pues, a la carga —indica Zoé adelantándose hacia la puerta.

La puerta principal es de madera, con una chapa demasiado fácil de botar como para ser real… y sin embargo lo es. Zoé fuerza la chapa con facilidad usando un par de plumas que carga en el bolsillo y la puerta se abre.

La estancia que nos recibe es una amplia sala con un sólo sillón y las escaleras hacia arriba, la falta de muebles la hace extrañamente aterradora. Todos entramos y el suspiro de los hermanos Castillo nos hace girar la vista hacia ellos…

Llegamos a salvar a Irina pero... ¿Saldremos todos?

Lo averiguaremos mañana... Muajaja.

Espero les guste.
Atte: Ale Bautista.

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