Ataque novedoso

—Las pruebas de la producción están resultando bastante beneficiosas, pero parece que el contenedor tiene un límite enérgico que va más allá de su resistencia, no funciona adecuadamente si está lleno hasta el tope.

—Bueno, eso es fácil de arreglar —afirma Elías—. Coloquen una placa aislante en el límite medio permitido del contenedor, así los desechos no podrán excederse de ese punto y el mecanismo funcionará con normalidad.

—Sí señor, ese era todo nuestro reporte.

—Bien chicos, pueden descansar por hoy —concede Uriel haciendo que mis dos compañeros y yo celebremos.

—Oliveira —llama Elías haciéndome voltear a verlo—, ¿puedes quedarte un momento?

Mis compañeros me miran con un poco de preocupación pero les indico que no hay ningún problema y los dejo que se vayan antes de mirar a mis tíos de frente.

—¿Es llamado como empleado o como familia? —pregunto con la postura algo tensa.

—Como ambas, de hecho —responde Elías apoyándose en el respaldo de su silla—. ¿Has usado la impresora 3D?

—Ah… sí, necesitábamos una pieza para terminar el modelo —explico con un ligero temblor en mi voz—. Me dijeron que tenía acceso libre a ella.

—Y lo tienes —asegura Uriel —, pero las piezas de más de diez centímetros cuadrados deben ser notificadas a la jefatura.

—Oh… lo siento —murmuro apenado.

—No te preocupes, le pasa a casi todos los nuevos —tranquiliza Elías con una sonrisa burlona—. Eso pasa cuando nadie lee los derechos y obligaciones de su contrato.

Suelto una risa apenada antes de alzar la vista hacia ellos con las manos cruzadas tras mi espalda, no hay reproche en la mirada de ninguno de los dos y eso me da tranquilidad.

—Ahora, como nuestro sobrino —anuncia Uriel quitándole seriedad al asunto—, ¿cómo te estás adaptando?

—Me gusta mucho estar aquí, la verdad —respondo con una sonrisa amplia mirando a mi alrededor—. Gracias por haberme dado una oportunidad.

—No damos oportunidades, adoptamos talentos —repone Elías—. No estás aquí porque te hayamos elegido, estás aquí porque te lo ganaste.

Siento mi pecho llenarse de orgullo ante sus palabras, inhalo profundo antes de dar un asentimiento firme y sacudir mi cuerpo de forma alegre.

—¿Qué tal el trabajo con tu equipo y tu proyecto? —inquiere Uriel con genuino interés.

—Mi proyecto va un poco más lento de lo que esperaba, pero está funcionando bastante bien. ¡Me encanta que haya sido uno de los elegidos! —celebro dando un brinco de emoción—. Y mis compañeros de equipo son geniales, creo que hasta podría considerarlos mis amigos.

—Eso es bueno niño —asegura Elías girando en su silla—. Necesitabas más amigos que solo tus primos.

Los tres soltamos una pequeña risa y el teléfono de la oficina comienza a sonar, Elías responde con calma, activando el altavoz.

—¿Qué pasa, Irene? —cuestiona Uriel cuando la llamada se conecta.

—¿Está Elías por ahí? —interroga mi tía de vuelta.

—Aquí estoy —anuncia Elías con el ceño levemente fruncido—. ¿Qué pasa?

—Hay un hombre al teléfono preguntando por tí —informa mi tía haciendo que ambos hombres abran los ojos con sorpresa.

—¿Por mí? —exclama Elías confundido—. ¿Qué quiere?

—No me dijo —responde mi tía dejándonos más confundidos—. Dijo que ya había hablado antes contigo y que tú sabrías de quién se trataba.

»Me parece que dijo que su nombre era Alejandro Gallardo.

Uriel mira a su esposo con los brazos cruzados sobre el pecho y una mirada de reproche, Elías lo mira con nerviosismo mientras responde.

—Ah… pásanos la llamada, en altavoz por favor.

—Hecho.

Tan pronto como la línea queda en espera, Elías voltea a ver a su esposo y levanta las manos en un gesto inocente.

—Uriel, te juro que no tengo idea de de qué está hablando —murmura Elías con nerviosismo.

—Pues más te vale que tengas una muy buena explicación para esto, Elías —reprocha Uriel con fuego en su mirada, Elías asiente repetidas veces antes de que suene el teléfono informando que la llamada ha sido conectada.

Elías gira hacia el teléfono para responder la llamada, acerca su cabeza al intercomunicador y responde con voz temblorosa.

—¿Bueno?

—Buenas tardes —saluda una voz gruesa y profunda al otro lado de la línea, Elías está a punto de responder cuando frunce el ceño y se levanta para vernos.

—Esperen, ¿qué nombre dijo?

Antes de que alguno pueda responder, una risa calculadora se escucha en la línea.

—Bien hecho, gatito —responde la voz con malicia.

Elías abre los ojos con horror y se empuja en la silla hasta chocar con la pared, Uriel varía su postura de reproche a preocupación, mirando atentamente a Elías y preparado para intervenir si es necesario.

—Ethan —exhala Elías sin dejar de mirar el teléfono.

—¿Creíste que podías librarte de mí? —se burla la voz con crueldad—. Eres mi juguete favorito y lo sabes.

—¿Cómo…? ¿Cómo…?

Elías parece a punto de tener un ataque de pánico, se sostiene de la silla con fuerza, sus nudillos poniéndose blancos mientras el hombre sigue hablando con malicia una sarta de obscenidades que me traen malos recuerdos, pero ignoro la sensación mientras veo a mis tíos. Uriel trata de intervenir, pero Elías no se lo permite.

—Volverás a mis manos muy pronto, gatito, y esta vez no te dejaré ir hasta que la muerte te reclame —advierte la voz con una morbosidad que casi marea—. Pero mientras consigo tenerte, me conformaré con un pequeño vástago que se parece mucho a ti…

Elías cuelga el teléfono con fuerza antes de dejarse caer en los brazos de su esposo, temblando y apretando sus manos con fuerza, en un estado que oscila entre la ansiedad y la frustración.

—¿Qué pasó? —pregunta la voz de mi tía Irene desde el teléfono.

—¡Irene, bloquea ese número! —ordena Uriel apretando a Elías contra su pecho en un abrazo protector—. Y si lo necesitas llama a Omali para que te ayude a rastrearlo.

—¿Por qué?, ¿qué pasó? —inquiere mi tía con completa confusión—. ¿Quién era?

—Ethan —murmura Elías entre temblores.

—¿Llamo a Gyan? —propone Irene con duda. Uriel toma a Elías por la barbilla y el más bajo asiente un par de veces antes de volver a abrazarse a él.

—Por favor —afirma Uriel.

Quiero acercarme a brindar apoyo a mi tío Elías, pero Uriel me detiene con un gesto de mano y me indica que guarde silencio mientras lo abraza y coloca sus labios en su coronilla. Los temblores de Elías se vuelven más tensos y frenéticos, evidenciando que su sociopatía comienza a trabajar y está pasando del miedo al enojo.

—¿Bueno? —habla de pronto mi tío Gyan desde la línea—. ¿Qué pasó?

—Ethan Valmore —respondo suavemente causando un silencio inquieto.

—¿Elías está bien? —termina preguntando Gyan.

—Sí, baboso, te llamé a tí específicamente solo para avisarte —reclama Uriel ayudando a Elías a sentarse—. ¡No seas imbécil, Gyan!, ¿tú qué crees?

»¿Puedes venir?

—Ah… —Gyan duda unos momentos y se escuchan sus dedos tamborilear sobre su escritorio—. ¿Qué tan urgente es?

—No tanto como para considerarme en riesgo, pero igual es alto —responde Uriel.

—Es que no fue el único ataque —comenta Gyan haciendo que Uriel y yo miremos preocupados el teléfono.

—Gyan, vete, yo cuido a Xander.

—¿Papá? —exclamo confundido al escuchar a Marcos al otro lado de la línea.

—Hola, Karim —saluda mi papá con ligera tensión en su voz.

—Voy para allá —acepta Gyan con algo de duda—. Pero… ¿Karim puede venir?

—Sí, claro, ya acabó su turno —afirma Uriel.

—Marcos, cuida a Xander, por favor —advierte Gyan y se escucha el movimiento de un escritorio—. Karim…

—Voy para allá —interrumpo antes de que la llamada se corte.

—Corre, Xander te necesita —apremia Uriel mientras sostiene las manos de Elías quien se nota tenso a un grado que ni siquiera sabía que fuera humanamente posible.

—¿Vas a estar bien? —pregunto con recelo, Elías no me preocupa tanto, él estará bien, pero si no logra contenerse y explota, mi tío Uriel estaría en peligro.

—Es mi esposo, sé cómo lidiar con esto —afirma Uriel con calma—. Ahora ve, corre.

Sonrío aún no muy seguro antes de echar a correr para salir del edificio, subir a mi auto y conducir hasta el hospital.

Hago el recorrido hasta la oficina de mi tío Gyan en tiempo record, casi podría apostar que acabo de romper el récord Guinness de Usain Bolt y mis pulmones exigen una jubilación por ello, pero no hay tiempo de recuperación, abro lentamente la puerta y siento mi mundo sacudirse con lo que veo frente a mí.

Xander se sacude entre sollozos abrazando con fuerza a Marcos, quien lo sostiene con cariño y calma, meciéndose de un lado a otro en un gesto tranquilizador mientras le murmura promesas de seguridad al oído.

Aprieto los puños de rabia y dolor, la última vez que yo había recibido un abrazo así de parte de Marcos, tenía quince años. Yo soy su hijo, yo soy quien merece esa clase de demostraciones de afecto, (o al menos creo que me las merezco), ¿por qué es Xander quien las recibe? La rabia y la envidia bullen dentro de mí y siento ganas de golpear a ambos, pero entonces, Marcos abre los ojos y me ve, estoy seguro de que nota lo que estoy pensando, porque con un gesto me indica que guarde silencio antes de apartarse suavemente de Xander.

—Alguien quiere verte —avisa haciendo que mi primo voltee a verme y de forma inmediata corra hacia mí para abrazarme.

—Karim —solloza apretándome entre sus brazos y colocando la cabeza en mi hombro.

Exhalo un suspiro antes de abrazar a mi primo con calma, Xander no tiene la culpa de que Marcos no quiera demostrarme cariño, eso si es cierto que me quiere, no puedo enojarme con él por algo que es problema mío y de mi padre, así que solo lo sostengo y lo dejo llorar.

—Tranquilo, Xander, estás a salvo —aseguro con calma acariciando su cabello.

—Karim, tengo miedo —hipa mi primo entre temblores—. Viene por mí, quiere lastimarme.

—Sobre mi cadáver, ¿recuerdas? —sentencio apretando sus hombros y apartándolo para mirarlo a los ojos—. No dejaré que ese hombre vuelva a ponerte ni un ojo encima.

Xander vuelve a abrazarme un poco más tranquilo y yo suelto un suspiro contra la piel de su cuello antes de mirar a mi padre que me ve con aprobación y orgullo.

—¿Cómo está Elías? —pregunta metiendo sus manos en los bolsillos de su bata.

—Asustado, frustrado —enlisto encogiéndome de hombros—. Pero bien, creo.

—¿Qué pasó?

—Ethan Valmore consiguió el número de su oficina de algún modo.

—¿Quién? —interviene Xander de pronto con seriedad.

—Nadie importante, Xander —tranquilizo. No me parece sustancial ni prudente que lo sepa.

—No, sí es importante —sentencia mi primo con una seriedad sorprendente—. ¿Qué nombre dijiste?

—Ethan.

—¿Ethan qué?

—¿Por qué te importa?

—¡Solo contesta! —reprocha elevando la voz y pataleando.

—Ethan Valmore —respondo alzando las manos en un gesto inocente.

—¿Qué tiene que ver Ethan Valmore con mi tío Elías? —cuestiona con el ceño levemente fruncido.

—Tienen una… historia —contesta Marcos con simpleza—. ¿Qué tiene que ver contigo?, ¿o por qué la pregunta?

—Es mi padre —escupe con seriedad.

—¿Qué? —exclamamos Marcos y yo al unísono.

—Ethan Valmore es mi padre.

—No, no, no puedes estar hablando en serio —murmura Marcos tapándose la boca con las manos y retrocediendo un par de pasos—. O no puede ser el mismo Valmore, no sé, pero no.

—Pero, tu apellido es… Atxa —comento recordando su expediente.

—Sí, Atxa Valmore —repone. Mi padre pasa sus manos por su cabello mientras comienza a dar vueltas por la oficina.

—No, esto no puede ser cierto —musita Marcos estresado—. No puedes ser hijo de ese monstruo.

—Lo soy —afirma Xander con tristeza—. Ethan Alejandro Valmore Gallardo, es el nombre de mi padre.

Marcos lo mira con tristeza y preocupación un momento antes de acercarse al escritorio de Gyan y tomar el teléfono para marcar un número, a los pocos segundos se escucha que toman la llamada.

—¿Qué pasó, Marcos? —cuestiona Gyan—. ¿Todo está bien?

—Tu hijo está bien, Gyan, no te preocupes —asegura Marcos tamborileando con sus dedos en el escritorio.

—¡Perdón por la patada, papá! —exclama Xander con fuerza para hacerse oír hasta el teléfono.

—Está bien, hijo, no pasa nada —tranquiliza Gyan con calma—. ¿Qué pasó?

—¿Cómo está Elías? —pregunta Marcos con una calma tensa.

—Mejor —afirma Gyan.

—¿Lo suficiente como para hablar?

—¿Qué pasa, Marcos? —inquiere la voz temblorosa de mi tío Elías.

—¿Estás bien?

—Pues…

—Lo siento —dice mi padre entre dientes—. Oye, ¿te puedo hacer una pregunta, rápido?

—Supongo, ¿qué pasa?

—¿Cuál es el nombre de Ethan?

—Ethan Valmore.

—Completo.

—Oh, este… —Elías se queda en silencio unos segundos antes de exhalar un suspiro—. Ethan Alejandro Valmore Gallardo.

Mi padre y yo intercambiamos una mirada preocupada antes de mirar a Xander, quien solo mantiene la vista agachada.

—¿Por qué? —pregunta la voz de Elías.

—Ah… no, por nada —responde Marcos de forma apresurada evidenciando su falta de habilidad para mentir—. Amelia querrá enterarse de esto.

Y esa es la mejor forma de mi papá para no ser cuestionado por un intento de mentira, cambiar abruptamente de tema pero a algo que parece estar relacionado.

—Sí, claro —exhala Elías con cansancio evidente.

—Oye, solo por preguntar —comenta de pronto mi padre, como si acabara de tener una idea—, ¿Ethan no mencionó algo sobre qué planes tiene, o qué hace aquí?

—La verdad es que no le puse atención —contesta Elías derrotado—, solo traté de mantener el control y pensar en cómo confrontarlo.

—Mm… ¿Uriel?

—No escuché tampoco, Marcos —interviene el aludido con decepción—. Dijo muchas obscenidades, así que me concentré solo en Elías.

De pronto, mi cerebro recuerda el comentario final que hizo el hombre antes de que Elías colgara el teléfono y doy un brinco en mi lugar mientras exhalo un hipido, sobresaltando a Xander y a mi padre.

—Sí dijo algo —balbuceo con los ojos abiertos de miedo—. Dijo algo como “mientras no pueda tenerte, tendré que conformarme con un pequeño vástago que se parece mucho a ti”.

—¡Eliah! —grita Uriel preocupado.

—¡No! —clama Elías—. ¡Mi hijo no puede caer en manos de ese bastardo!

—De acuerdo, cálmense —ordena Marcos, aunque también está nervioso—. ¿Dónde están sus hijos?

—¡No sabemos! —responde el matrimonio al unísono.

—¿Cómo que no lo saben! —reprocha Marcos.

—Deberían estar en la escuela, pero son vacaciones, así que podrían estar en cualquier lado —explica Uriel.

—Genial —resopla Marcos con frustración—. De acuerdo. Uriel, Elías, traten de rastrearlos de alguna manera; Xander, Karim, traten de llamarlos; yo le preguntaré a Omali si sus hijos los han visto.

—¿Necesitas que yo haga algo? —pregunta Gyan.

—No por ahora, amigo —repone mi padre sacando su teléfono—Solo estate atento.

Mi padre cuelga el teléfono mientras marca en el suyo el número de Omali, a la par, Xander y yo marcamos en nuestros teléfonos el número de uno de los mellizos Castillo.

—Brillante, el teléfono de Eliah está apagado —reprocho en cuanto se escucha que la llamada es denegada.

—Responde, Úrsula, por favor, responde —suplica Xander con estrés evidente—. ¡Tu puta madre, Úrsula!

Xander mira su teléfono con rabia, seguramente nuestra prima le colgó o no respondió, Marcos y yo miramos a mi primo con sorpresa, no es muy normal escuchar a Xander decir groserías y él se da cuenta.

—No le digan a mi padre que dije eso —pide avergonzado.

Yo hago un gesto de silencio como respuesta, mi padre está por responder cuando Omali le toma la llamada.

Mientras mi papá habla con mi tío, Xander y yo volvemos a tratar de llamar a Úrsula, aunque nos cuelga varias veces antes de responder mi llamada.

—¿Qué? —reclama con molestia.

—Úrsula, Úrsula, necesito que me escuches —pido con prisas mientras le pongo el altavoz a mi teléfono para que mi padre y Xander escuchen.

—¿Qué quieres?

—¿Dónde está tu hermano?

—Aquí, conmigo, lo estoy viendo —reprocha ella con fastidio.

—¿Dónde están?

—En la discoteca —repone con obviedad.

—Úrsula, amenazaron a tu padre —anuncio con firmeza causando un breve silencio en la línea.

—¿A cuál?

—A Elías.

—¿Qué? —exclama con sorpresa y evidente nerviosismo—. ¿Cómo está?

—Está bien… por ahora —comento haciendo una mueca—, pero la amenaza fue clara, mientras el atacante no consiga llegar a tu padre, irá por tu hermano, así que Úrsula, por favor, no le quites la vista de encima. Que no tome nada, que no vaya a ningún lado solo, que no hable con nadie extraño, es más, si pueden, de preferencia salgan de ahí.

—Sí, sí, claro, espera… ¿Eliah? —La voz de Úrsula duda un momento y en eso se escuchan varias exclamaciones de sorpresa y un fuerte golpe—. Eliah, ¡Eliah!

—Úrsula, ¿qué pasó? —pregunto ansioso mirando a Xander.

—No… no lo sé —responde ella, parece haber entrado como en shock—. E… e… estaba bien, estaba aquí y… se cayó, se desmayó. No responde, ¿Eliah?

Volteo a ver a mi padre con prisa, está tecleando algo en su teléfono y se acerca para poder hablar por la bocina.

—Úrsula, necesito que te calmes, ¿de acuerdo? —solicita con firmeza—. ¿Están con alguien que conozcan?

—Sí… sí, unos amigos —tartamudea la chica.

—De acuerdo, pídeles que se queden ahí, a su lado, que los resguarden, no trates de moverlo ni de irte —indica con precisión—. La ayuda va en camino.

—Okey…

La llamada se corta y miro a mi padre con preocupación, buscando una explicación para el último comentario.

—Van para allá Amélie y Omali —explica con prisas—. Espero que alguien llame a una ambulancia también.

Como si lo hubiera manifestado, la alarma de emergencias comienza a sonar, pero no de forma escandalosa, solo indicando que una ambulancia salió y traerá pronto a algún paciente.

—Bien, vamos, tenemos que recibir a Eliah —indica mi padre tomando camino hacia la puerta. Antes de salir, voltea a ver a mi primo—. Xander, será mejor que omitas el hecho de que eres hijo de un Valmore.

—Sí, no iba a decirlo igualmente —murmura mi primo. Marcos asiente rápido antes de echar a correr hacia abajo.

Mi primo y yo intercambiamos una mirada rápida antes de seguir a mi padre. En el piso de recepción, mis padres esperan la ambulancia junto con un equipo pequeño de médicos, la tensión es palpable mientras se espera el sonido de la sirena.

El llegar de la ambulancia moviliza a todos, un par de paramédicos entran corriendo empujando una camilla dónde está recostado Eliah con los ojos cerrados, una mascarilla de oxígeno y la piel sumamente pálida.

—Varón, aproximadamente dieciocho años, frecuencia cardíaca elevada y shock anafiláctico —informa uno de los paramédicos. Marcos recibe la camilla con prisas y comienza a empujarlo hacia su equipo.

—¡Código azul! —anuncia aplaudiendo para marcar prisa—. Intuben y preparen para cirugía.

El equipo lleva a Eliah a emergencias mientras trabajan, Marcos está a punto de seguirlos cuando llegan Úrsula y mis tíos Elías, Uriel y Gyan.

—¿Cómo está? —pregunta Elías inmediatamente al ver a mi padre.

—Mal, necesito saber qué bebió —solicita Marcos. Elías y Uriel apuntan a Úrsula, evidenciando que mi prima no está en condiciones de hablar.

Úrsula tiene los ojos desencajados, su respiración es irregular y pesada y se sostiene el cabello con fuerza, despeinandose con cada movimiento.

—Alguien cálmela porque necesito que hable —ordena Marcos apresurado por irse—. ¿Hay algo a lo que su hijo sea alérgico que pueda haber comido?

—Menta —responden mis tíos al unísono.

—De acuerdo… —Marcos está a punto de irse cuando recuerda algo y se queda a la mitad—. Necesito que llenen…

—Yo les doy el formulario, Marcos —anuncia Gyan con calma—. Tú ve y salva a Eliah.

Marcos le da una sonrisa nerviosa a su amigo y corre hacia los quirófanos.

Tienen que pasar varias horas para que finalmente Marcos e Irán salgan a darnos noticias. Úrsula apenas está despertando después de que Xander y mi tío Gyan tuvieran que sedarla ya que su shock fue tan intenso que no podían tranquilizarla.

—¿Cómo está mi hijo? —pregunta Elías con evidente ansiedad.

—Está estable —afirma Marcos con seriedad—. Tiene que estar en observación unas horas para asegurar que no le pase nada y si todo sale bien lo pasaremos a una sala de recuperación para que lo vean.

Mis tíos exhalan un suspiro de alivio y se dan un abrazo fuerte, en los asientos se escucha un sollozo y al voltear, vemos a Úrsula cubriéndose la cara con las manos, Marcos se acerca a ella con cuidado, se arrodilla para quedar a su altura y toma su mentón con sus dedos de forma suave y tranquilizadora.

—Úrsula, tranquila, tu hermano está bien —asegura mi padre secando con suavidad las lágrimas de mi prima.

—Gracias —exclama mi prima entre sollozos—. Gracias, tío, gracias.

—No hay de que, es mi trabajo.

Úrsula se abraza del cuello de Marcos con fuerza y mi padre solo palmea suavemente su espalda esperando a que se calme. En cuanto siente que la intensidad de sus sollozos disminuye, la aleja de él.

—Úrsula, necesitamos que nos digas qué bebió tu hermano porque algo no tiene sentido —pide con firmeza tomándola por los hombros.

—Solo tomó refresco de manzana —solloza mi prima, su llanto tomando fuerza de nuevo.

—¿Segura? —insiste mi padre, Úrsula asiente—. ¿Quien se los dió pudo haberle puesto algo a sus vasos?

—¡Yo le dí todos! —grita antes de soltarse a llorar de nuevo con fuerza renovada.

Marcos hace una mueca avergonzada y se aleja para dejar que Guan y Uriel se acerquen a calmarla, la culpa y la tristeza son evidentes en el rostro de la chiquilla.

—¿Qué pasó con Eliah? —pregunta Elías viendo de lejos a su hija.

—Básicamente, sus órganos estaban peleando por ver quién lo mataría primero —explica mi padre de forma muy burda—. Tenía una intensa taquicardia, su presión estaba por los cielos y sus niveles de adrenalina eran equivalentes a haber consumido kilos de azúcar junto a algún estimulante, pero como estaba en shock anafiláctico sus pulmones estaban cerrados y su cerebro se estaba asfixiando. No podíamos arreglar uno sin descompensar al otro.

—Pero, ¿ya está bien?

—Fue muy complicado, y no hay garantía de que no pueda recaer —advierte Irán—. Pero de momento está a salvo.

—Gracias, chicos —susurra Elías con una sonrisa de alivio antes de acercarse a su hija—. Princesa, ven acá.

Mis padres intercambian una mirada antes de volver a urgencias, seguramente para garantizar que Eliah esté a salvo.

Y esto solo es la antesala de los problemas.

¿Qué les pareció el capítulo?
¿Qué creen que pase ahora?
¿Qué pasará con Xander, Elías y Eliah?

N/A: En la Sociopatía, (trastorno que padece Elías), no son muy comunes los ataques de ansiedad o pánico porque el cerebro bloquea ese tipo de estímulos/reacciones, pero que no sea común, no quiere decir, que no pase.

Espero les guste.
Atte: Ale Bautista

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top