El encendedor y yo
Son las 2 de la tarde y aún no he comido, miro al horno sosteniendo el encendedor, su plástico está frío pese a que el invierno ya está dando sus últimos pasos, el butano líquido dentro del objeto se agita con la felicidad de que está por cumplir su función.
Mí dedo raspa contra la circunferencia de ese metal rasposo, ferrocerio, que acciona el mechero pero ninguna llama hace acto de aparición, el butano se entristece.
En veintidós años nunca había podido encenderlo a la primera, por eso solía utilizar un chispero pero no tengo de esos en casa.
Volví a girar la rueda y el butano se vuelve a animar, salpicando hacia arriba de su tanque. La llama se prende, pero el haberlo conseguido me impacta y se me cae. Cayendo al suelo la llama se apaga, el butano llora. El mechero cae al suelo con un golpe sordo.
Suspiro, la tercera es la vencida ¿No? Me agacho para tomar el encendedor del suelo, me incorporo sin alejar la vista del tanque de butano dentro del mechero. Ahora sí.
Aprieto la rueda, el butano ya está chillando en celebración, pero nuevamente no hay llama. Chasqueo mí lengua, el butano hizo lo mismo.
Miro mí dedo, el pulpejo del pulgar estaba duro, una consecuencia de los tres intentos de encender el mechero.
Tengo hambre y quiero comer pero no puedo ni siquiera prender el encendedor para calentar el horno. Me molesto por mí propia inutilidad, ¿Cómo me puede costar tanto encender un tonto mechero?
Ya solo para demostrarme a mí mismo que no soy tan inútil miro el encendedor y vuelvo a pasar mí dedo por el rugoso ferrocerio. Una vez más, aunque ya sin esperanzas, el butano se asoma a ver si esta vez consigo que la llama se quede encendida.
El tubito que conecta el tanque de butano con la presión atmosférica se abre permitiendo que parte del butano se vaporice y se convierta en gas que se enciende por la fricción con el ferrocerio.
La llama hace presencia, imponente, un anaranjado fuego que finalmente había podido hacer aparecer. Aunque no había notado que, de alguna manera que no puedo entender, mí pulgar había quedado dentro del fuego.
En cuanto lo noté solté el encendedor cuya llama se apagó en un grito desgarrador como si hubiera sido testigo de un asesinato. Me mordí el labio y sumergí mí dedo en agua fría.
Mientras la fresca sensación del agua invade mí mano miro el encendedor, nuevamente en el suelo, lo miro con rencor como si me hubiera quemado a propósito, para mí lo hizo a propósito.
Me seco la mano y vuelvo a tomar el encendedor, lo miro con rechazo, siento que el mechero me rechaza como su portador. En el tanque, el butano se mueve de un lado al otro como queriendo negar mis pensamientos pero hago caso omiso y simplemente dejo el encendedor en un cajón esperando que acepte a alguien más pueda usarlo.
Después de todo siempre es más fácil pedir por delivery.
FIN
Este también lo hice para mí universidad... Y este es mí favorito de todos los que me hicieron escribir.
Me encanta la simpleza que tiene, la idea, el final me parece peak, bien a mí estilo, dejando de lado el conflicto principal.
A este le dedique mucho laburo, no lo escribí en 5 minutos así nomás... Este se me resistió durante una semana entera y de hecho lo entregué tarde porque no estaba terminado a tiempo.
Es un escrito sencillo pero poderoso.
Qué les pareció esta recopilación de historias cortas?
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