En la casa de mí abuela habían tres gatos, dos de mí abuela y uno técnicamente mío, fue un regalo de cumpleaños pero mí mamá no lo quería en casa así que quedó en lo de mí abuela.

Nunca fui muy cercano a ninguno, un día uno se escapó y no volvió, todos se lamentaron mientras que yo seguí como si nada.

Mí gato solía meterse en mí camino, por su culpa muchas veces caía de cara o espalda al piso. Una de esas veces me agarró en un momento especialmente colérico, sin pensar lo que hacía lo pateé hacia el otro lado de la habitación...

Mí gato no se acercó más a mí desde ese momento, al principio no le di importancia pero luego empecé a sentir su ausencia, aún así no volvimos a cruzar caminos.

Un par de años después estaba saliendo de clases cuando un mensaje de mí papá me avisó de la muerte del gato... Nunca pude disculparme con ese animal.

Ahora convivo con el gato que queda, uno que parece contagiado por el mismo miedo hacia mí que mí gato, es comprensible, aún así poco a poco intento acercarme a él.

Tal vez no pude pedirle perdón a mí gato, pero estoy cuidando y mimando a quien sería su hermana menor.

FIN

Lamentablemente una historia basada en hechos reales... No soy muy bueno cuidado animales, nada bueno...

Este escrito lo hice para un ejercicio de la universidad (junto con el próximo) por eso es así de breve, no quería extenderme más de lo necesario, además de que si me trae malos recuerdos pensar en esto...