9. Baile. [Higuel]
Me hubiera saltado este dia de no ser que, mientras practicaba poses, se me ocurrió una idea para este.
¡Comencemos!
•♥•
De no ser por Tadashi él seguiría en cama acumulando diabetes por tantos dulces que se la pasaba tragando. Pero es que no es su culpa que el gimnasio habrá de lunes a viernes, además bien que le habian dicho que los sábados se hacía oficio en casa, entonces ¿Por qué Tadashi insistía tanto en que hiciera algo productivo los sábados cuando estos se hicieron para hacer nada?
A veces odiaba la moral persistente del pelinegro.
Y es por eso que ahora, todos los sábados, asistía a clases de danza.
Excelente.
No lo malinterpreten, no estaba molesto por desperdiciar su preciado sábado en estúpidas clases de danza que no le servirían para nada (No, nada que ver), el problema era el instructor que se la pasaba de alcahueta tratando de enseñarle algo con palabras que no se entendían un carajo.
Es decir, entendía que el sujeto era latino y por ende hablar así era algo que no podía evitar, o sea, él ha tratado con alumnos de otras nacionalidades que hablaban peor. Un consejo, nunca intenten seguirle la jerga a un escoses por lo que más quieran, da dolor de cabeza.
Pero volviendo al caso, ¿Qué tanto le costaba a su instructor hablarle como gente normal?, es decir, ¿Qué con eso de seguir el ritmo cuando no hay música sonando?
¿Qué cojones?
No, y lo peor era su actitud. Hiro no era quien para juzgar a los latinos ya que lo más cercano que ha estado de uno fue con la amiga de su hermano, Honey Lemon, quien era de descendencia latina.
Sin embargo, y siendo honestos, ¿Qué había de normal con que su instructor le quedara viendo el trasero cada que se movía?
Entendía que tal vez las mallas que estaba usando se ceñían mucho a sus piernas dejando nada a la imaginación, algo que lo molestaba de por sí, pero si quiera ¿No podía al menos disimular?, ¡Por favor! Que hasta un ciego se daría cuenta.
Y lo peor fue en una ocasión en donde Miguel, nombre del susodicho instructor, se había pasado de la raya.
- Ahora trata de mover tus caderas conforme a las piernas, en un mismo lugar. – Explicaba el castaño, o al menos eso entendía Hiro, mientras le demostraba el paso que estaban practicando.
Apenas si entendía la idea, lo malo es que sus pies no cooperaban.
Escuchó al latino lanzar una carcajada antes de tomarlo de las caderas, deteniendo entonces su vergonzoso intento de baile. – Pareces una lombriz con ganas de orinar. – Comentó en un tono burlesco avergonzando aún más al nipón, si eso era posible.
Después de la primera fase de vergüenza el nipón se dejó llevar por los movimientos del moreno ya conociendo lo atrevido que podía llegar a ser.
Con movimientos suaves el mexicano le guiaba cuidadosamente mientras sostenía con su brazo derecho la cadera del muchacho y con la mano izquierda sostenía la muñeca del pelinegro.
Iban de izquierda a derecha en un suave baile con el japonés dándole la espalda a su profesor. Sin música, sin nadie que los viera.
Para el mexicano era como un sueño.
Miguel, de un momento a otro, empezó a girar en su eje a su alumno mientras lo guiaba movidamente por el salón, enfrascándose en el ambiente. Por otro lado, Hiro solo se dejaba llevar tratando de seguirle los pasos al más alto entre ellos, aunque parecía complicado.
Ambos parecían estar en una burbuja, o al menos así lo sentía Miguel, quien bailaba con pasión sosteniendo al pelinegro con tanta vehemencia como se podía.
De algún modo terminaron en la posición inicial, con el latino sometiendo al nipón de espaldas mientras este último solo se observaba a sí mismo y a su maestro a través del espejo.
Ambos se sentían en las nubes, por muy extraño y loco que pareciera.
Y luego Miguel la tuvo que cagar.
En un acto atrevido el latino se le dio por besar el cuello del de menor estatura.
Grave error.
El japo-americano pareció reaccionar ante esa acción, ya que de manera sorprendentemente rápida le dio un codazo a Miguel en las costillas haciendo que lo soltara y retrocediera unos pasos, dándole pase libre al nipón para encestarle una patada en la mandíbula con su pierna izquierda en un giro equilibrado.
Algo que Tadashi no sabía era que al lado del gimnasio había una sala de entrenamiento sobre defensa personal dentro del mismo establecimiento. Por lo que Hiro, cuando no tenía una rutina planeada para ese día, se iba a esa sala y entrenaba todo lo que le tocaba quedarse ese día en específico.
Dicho dato le pasó factura al latino esa fatídica tarde.
•♥•
Y por esto mis niños, es mejor estar bien informado.
No sea que terminemos peor que Miguel.
Sin más me despido~
Bye~♥
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