Redecoración


Las ideas se agotaron para cuando la llamada con Chorong culminó. Al principio ninguno de los dos dijo palabra alguna, ni siquiera el gato del dueño del apartamento maulló y se frotó en las piernas de los presentes, todo parecía guardar un silencio sepulcral por el futuro incierto que tenía Junmyeon.

-Ehm... -el chino apenas podía con el ambiente tan tenso- ¿Q-Qué haremos?

-No lo sé.

Desvió sus ojos a un lado nervioso.

Unos minutos más cargados de bastante incomodidad de parte de ambos bastaron para poder enfriarse un poco la cabeza luego de tal sentencia.

-Creo que sé que hacer.

. . .

Yixing apoyó la caja de cartón en su rodilla izquierda, alzando en consecuencia esa pierna para tener mejor acceso al contenedor. Colocó el cargador de su celular dentro y unos anotadores, los más presentables que tenía. Aunque el chino le encantaban todos los que poseía.

La caja contenía diferentes cosas personales tales como su cepillo de dientes, peine, libros, gorras, prendas de vestir y lo último agregado. Había uno que otro cachivache por ahí, pero aún el espacio no era excedido.

Fue directo a su cuarto, guardando unos palillos para tejer junto a unos cuantos ovillos de lana de distintos colores. Su pasatiempo favorito era tejer y gracias a ello tenía un número considerable de suéteres, chalinas y gorros. Había comenzado con eso desde hace unos años, teniendo como sueño tener su propia marca de chompas. "Unicorn's", se venderían por todo el mundo.

Varios golpes lo sacaron de su ensoñación, haciendo debilitar el agarre en el contendor.

-¡Joven Zhang! ¿¡Está ahí!?

El dueño del edificio, sin duda esa era su voz.

-¡Joven Zhang! ¡Necesito la renta de este mes!

El rostro del pelinegro palideció, tomando la caja de cartón rápidamente y caminando en dirección opuesta a la puerta de entrada.

-¡Joven Zhang! ¡Sus recibos de luz y agua también están vencidos!

Con suma delicadeza tomó el borde de la ventana que daba con la calle, subiéndola sin hacer ruido y escapando por ahí.

Una salida de incendios había sido instalada en ese lugar gracias a la gran suerte del chino, puesto que así podía escapar del arrendador cuando no tenía dinero para pagar sus deudas, lo cual era usual. La manera de evitar sus problemas económicos era esa; escabullirse.

Ya cuando estuvo en la acera de la calle comenzó a caminar con el contendor en manos, sujetándolo por la base y observando las casas a su alrededor. No tenía el dinero para pagar un taxi, y aunque lo hubiese tenido no lo gastaría en ese tipo de comodidades, no se lo permitiría.

Avanzó a paso normal por el camino, dejando que sus pies lo guiaran hasta que las casas de colores desgastados fueran reemplazadas por blancos deslumbrantes, las estructuras sin terminar pronto fueron condominios de ventanas relucientes con balcones que lucían enredaderas en estos.

Llegó a la edificación más pomposa de la calle luego de pasar al costado de unas señoras de aproximadamente 50 años que paseaban a sus perros de bolso, estas lo miraron como si de un indigente se tratase. A esa altura, y luego de tanto tiempo caminando, le importaba una esponja lo que pensaran de él.

Una vez dentro en vez de ir al ascensor caminó hacia las escaleras puesto que no podía evitar sentirse atacado por las miradas ajenas, todas como las dos anteriores.

Empujó la puerta transparente para subir hasta el piso de su esposo, y aunque era deducible que la gente que pagaba su alquiler en aquel lugar no usaba comúnmente las escaleras, estas estaban relucientes. No había mucha diferencia con lo demás.

Algo agotado logró llegar a la puerta indicada, tocando suavemente, ya había recibido un regaño del dueño por el escándalo de hace unos días.

-Hola -saludó nervioso cuando el castaño le abrió.

-Hola, por favor pasa.

El apartamento ajeno seguía como antes.

-Coloca las cosas donde hay lugares vacíos o según tu criterio, solo te pido que no muevas ningún mueble. Ya sabes dónde está la cocina y las cuatro puertas del pasillo final son pertenecientes al baño, un armario, mi oficina y por último mi habitación -indicó frotándose una sien-. Tengo trabajo, si necesitas ayuda solo llámame.

Yixing no pudo decir ni gracias cuando el mayor desapareció a través del pasillo.

Soltó una bocanada de aire, abriendo la caja de cartón y comenzando con su tarea de aparentar que vivía ahí.

Dejó unas fotos enmarcadas en las mesitas de centro, un anotador, libros y algunas cosas al azar. Fue a la cocina y dejó su envase multicolor con cañita ondulada incluida, era de sus favoritos y no soportaría pasar un solo día sin él, ¿qué pasaría si se enteraba que había tomado en un vaso normal? No podría serle infiel.

Terminó con lo externo, sintiendo la caja más liviana y fácil de cargar, así que se dirigió al pasillo que antes había mencionado el mayor.

-Oh no.

Las cuatro puertas eran exactamente iguales, viese como las viese, ni siquiera podía deducir cuál era el armario porque todas eran del mismo tamaño, además de estar separadas por la misma longitud.

Avanzó con miedo a la primera de la derecha; el baño.

Suspiró aliviado, examinando el sector nada pequeño.

Todo parecía haber sido lustrado unas cien veces para que reluciera tanto, o tal vez al dueño sí le servían los productos de limpieza como en los comerciales de estos, pero lo dudaba, él durante un tiempo fue fanático del aseo y nunca tuvo un baño tan reluciente.

Pero ese era el aspecto menos resaltante.

En toda su vida Yixing no había tenido un cuarto del mismo tamaño que ese baño, tal vez ni su propia casa de la infancia había tenido esas dimensiones. Los detalles de madera oscura hacían todo verse más refinado, sobre todo por las toallas perfectamente colgadas en sus respectivos ganchos al costado del lavamanos. ¡Las toallas también eran ridículamente blancas!

-¡Todo aquí es ridículo!

Dejó su cepillo dentro del mismo recipiente que el ajeno. Parecía hecho a medida de la dentadura reluciente del coreano, sin mencionar que aún tenía la apariencia de ser completamente nuevo. Sintió algo de vergüenza que se apresuró en esconder, el suyo parecía comprado en algún mercado de pulgas y luego pasado por el cerro.

Observó un poco más el lugar curioseando como si fuese un niño pequeño.

Se acercó a la ducha, abriendo la puerta transparente y revisando su interior.

-Yo podría hacer una fiesta aquí -asintió con la cabeza- Sí, debería hacer una fiesta aquí.

Por último miró embelesado la tina impecable frente al lavabo. Yixing en su vida había tenido una bañera así, a no ser que contara la de plástico celeste que su madre había comprado hace varios años para bañarlo cuando apenas tenía unos meses de nacido. Alguna vez vio en el baño de sus amigos una pero no se comparaba con la belleza que tenía al frente.

¿Por qué no había utilizado el baño antes?

Cerró la puerta del ya mencionado cuarto, volviendo al laberinto anterior. Tenía que ir en orden lo cual indicaba abrir la siguiente puerta, segunda a la derecha; el armario.

-¿¡Por dónde esto es un armario!?

Estaba de más recalcar que todo ahí era más grande y lujoso que cualquier pertenencia anterior o actual del pelinegro, pero era tanta la insistencia del apartamento de restregárselo a Yixing que no podía evitar seguir deprimiéndose con ello.

Había una casita de gato, o mejor dicho, trepadora. Por un momento olvidó que había un minino en el lugar. Lo demás estaba en cajas perfectamente ordenadas, ni siquiera había un rastro de polvo en ellas. Una pila de periódicos en un cubo transparente y otros contenedores bastantes llamativos, pero sería muy notorio si los revisara. Las habilidades de orden del chino no eran las mejores.

Ahora el dilema era otro.

-Debería...

Yixing no recordaba qué eran las dos puertas restantes.

-Una tiene que ser su habitación -razonó-, a no ser que haya comprado un departamento entero para mayor comodidad -soltó un bufido.

Tomó la perilla de la primera a la izquierda, los nervios hacían que los oídos le zumbaran.

La recámara estaba bastante ordenada, tenía buena iluminación y lo que más resaltaba era un gran escritorio a un extremo. Su sangre se heló; la oficina.

Junmyeon giró con ayuda de sus pies aún sentado en la silla negra, mirando con un aura oscura a su alrededor a la persona que acababa de entrar sin permiso a su lugar de trabajo. Su expresión ya explicaba la molestia que sentía.

-L-L-Lo siento, no recordé... Lo lamento, Junmyeon -dijo al borde del llanto.

-No te he dado confianza para que me llames Junmyeon -masculló.

-Lo siento, Kim.

-No me gustan los formalismos.

-¿¡Entonces cómo pretendes que te llame!?

-¿Me estás gritando?

-No, disculpa.

El dueño del lugar suspiró frotándose el rostro con ambas manos.

-Junmyeon-sunbae.

-¿Ah?

-Junmyeon-sunbae, así puedes llamarme.

-Claro, Junmyeon.

Le dirigió una mirada severa.

-¡D-Digo! ¡Junmyeon-sumbae!

-Tienes algo con gritar.

-Lo siento.

-¡Deja de disculparte que me desesperas!

Se levantó de golpe, frunciendo el ceño. Kim Junmyeon era peligroso cuando estaba molesto, aunque en ese momento Yixing no podía decir con seguridad que estuviese enojado. Tal vez así actuaba siempre. ¡Qué lio!

Observó el interior de la caja de cartón, enarcando una ceja.

-¿Con cuántos cachivaches pretendes llenar mi departamento?

-¡No son cachivaches! -abrazó el contenedor.

-¿Hay un sinónimo más elegante?

Apretó la mandíbula, sintiéndose más que ofendido.

-¿Y esto qué se supone que es?

Tomó una de las prendas hechas por el menor.

-Son mis creaciones -sonrió orgulloso.

-No me digas -pensó-. Un suéter hecho por un chino en china -aguantó una carcajada.

-¡No te burles! Unicorn's será una marca vendida por todo el mundo, además de ser ¡lo mejor de lo mejor!

El castaño volvió a aguantarse una carcajada.

-¿Cómo un trapo de cocina puede ser "lo mejor de lo mejor"?

-¡No insultes mis diseños!

-Lo lamento por todos los trapos de cocina -negó con la cabeza.

Ni siquiera le dio tiempo al contrario de responderle, pues avanzó en dirección contraria dirigiéndose a la última puerta; su habitación.

-Apresúrate y deja de llorar por tus mopas de trapeador.

Mordió la parte interna de sus mejillas, pisando con fuerza y siguiendo el paso ajeno.

Quedó deslumbrado con la pieza frente a él que su molestia redujo la presión que ejercía sobre sus hombros.

La cama de dos plazas estaba perfectamente tendida con cobertores blancos además de las cuatro almohadas que parecían rellenas con plumas de ganso dorado, porque ahí fue a parar la gallina que pone huevos de oro. El color negro predominaba en el cuarto, lo que hacía resaltar mucho el lecho de descanso. Dos puertas de vidrio con cortinas del mismo tono que el ropero daba al exterior, mostrando un muy hermoso paisaje. Y no era solo eso, sino que el tamaño del mirador no era nada reducido, sino lo suficientemente amplio como para colocar unas sillas y disfrutar del atardecer desde aquel lugar.

Por la impresión la caja resbaló de sus manos, estando al borde de caerse de no ser por sus reflejos.

-Desocupé un par de cajones para que coloques algo de tu ropa y por ahí también unos percheros -explicó abriendo los lugares disponibles-. Adelante.

Con algo de miedo comenzó con la labor de rellenar esos espacios, dejando una a una las prendas. Desde los pantalones más nuevos que tenía hasta la ropa que había usado en la fiesta de reencuentro.

-Hey, espera un segundo.

Yixing se giró entre confundido y aterrado hacia el coreano que se hallaba en el umbral de la puerta desde hace unos minutos.

-¿Sucede algo? -tragó saliva.

-No pondrás esas abominaciones en mis roperos -señaló las chompas de lana hechas por el menor.

-¿A qué te refieres? -achicó los ojos.

-Creo que eres lo suficientemente letrado para entender qué es lo que digo.

«¿A dónde se había ido ese amable chico de la fiesta de reencuentro? ¡Ah! ¡TAL VEZ NUNCA EXISTIÓ!»

En parte la vocecita del subconsciente de Yixing tenía algo de razón. Kim Junmyeon era demasiado amargado como para saber de modales, al menos no con el pelinegro. No es que fuese irrespetuoso o algo parecido, sabía comportarse cuando lo ameritaba gracias a su buena educación, pero todo eso era reemplazado y pisoteado por su pasatiempo preferido; joder a las personas.

Sí, hay más de un sentido en esa afirmación.

-¡No pondré mis creaciones en la basura!

-Yo solo daba ideas.

-¡No son ideas!

-Entonces si no queda otro remedio dáselas al gato.

-¿¡Al gato!?

-¿Eres sordo? Porque no tolero repetir las cosas dos veces.

-¡No soy--- ¡YO NO TE HE DICHO QUE SE LAS DES AL GATO!

-¿¡Me estás gritando!?

-Lo siento, Junmyeon-sumbae.

Oh, Yixing también era un blanco perfecto.



[***]

¡Hola!

Lo sé, lo sé, pueden pegarme.
He tardado meses en actualizar y ha sido una total maldad de mi parte, lo lamento.

Es que con mis estudios no podía faltar, tenía que mantener un promedio y mis padres apenas me dejaban acercarme a la tecnología.

De cualquier modo, he vuelto.

Ya tengo el siguiente capítulo avanzado, así que no tardaré en actualizar.

Dejen sus comentarios, porque volví y siempre las he querido.

¡¡Nos leemos!!

Atte. Misaki116

Post - data:

¿Revisaron las etiquetas? ¿Han visto la etiqueta "Lemon"? Siempre ha estado ahí.

No sé... el adelanto merece un comentario... yo solo digo...

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