Nube
- Insisto en que a pesar de ser tu mejor amigo, deberías ir con un polo que se vea bien.
- Que gracioso, Junmyeon-sumbae.
Yixing terminaba de acomodarse un suéter de Unicorn's, parte de la colección de primavera, quitándole unas pelusas que tenía gracias a la lana con la que estaba hecho.
- Pobre Minseok, tendrá que ver eso – el mayor negó con la cabeza, cruzándose de brazos.
- Soy feliz, estoy feliz y nada puede arruinarme el día – se repitió a sí mismo sonriendo frente al espejo.
- Eres jodible, estás jodido y puedo joderte el día – rió divertido.
- ¡Deja de hacer eso!
El momento en que se giró para encarar al castaño este ya había caminado hacia él, acercándose a su rostro, manteniendo su sonrisa y mirándolo fijamente. Yixing quedó totalmente desarmado, pues el mayor lograba descomponer su gesto molesto y hacer que sus rodillas temblaran.
- ¿Y el respeto? – enarcó una ceja.
- ¿Mh? – miró hacia un lado, esquivando los ojos del contrario e intentando ignorar la cercanía que tenía con el coreano.
- Yixing, ambos sabemos que es mejor que pierdas.
- No entiendo de qué hablas.
Oyó un suspiro.
- Tú te lo buscaste.
Tomó al menor por la cintura, obligándolo a retroceder hasta el espacio de pared que había junto a la puerta de la habitación, comenzando a besarlo sin reparar en si el contrario estaba preparado o no, por su respiración y movimientos torpes notó que no. El chino subió sus manos hasta el pecho ajeno buscando apartarlo, sin embargo ni siquiera intentó hacerlo, su mente ni siquiera procesaba esa orden.
<< ¡Maldito cerebro que sabe lo que quiero realmente! >>, pensó dejándose llevar.
Luego de un momento el mayor se apartó de los labios ajenos, observando las mejillas rosadas de su inquilino.
- ¿Y el respeto?
- Lo siento, Junmyeon-sumbae – murmuró.
- Así está mejor – soltó su cuerpo -. Hay que irnos o llegaremos tarde al almuerzo.
- S-Sí, eso.
El coreano cargó con las llaves del apartamento al igual que con las de su coche, metiéndolas al bolsillo de su abrigo. Yixing tomó su celular a pesar de que tuviese la batería baja, Minseok podría prestarle su cargador y un enchufe al llegar.
Bajaron hasta el estacionamiento del condominio, esta vez Junmyeon sacó su Porsche Ferrari Cayenne S color gris, un vehículo que tenía la apariencia de ser más humilde al ser una camioneta, esas eran las palabras del mayor, quien no quería hacerse notar mucho en una zona con autos pagados por partes y todos de la misma marca o modelo con un Ferrari 458 Italia Black.
- Tu comentario fue hiriente en más de una forma, Junmyeon-sumbae – objetó colocándose el cinturón de seguridad.
- Lo sé – encendió el coche.
Siguieron conversando sobre cosas que no tenían que ver una con la otra, aunque para ellos la conversación tenía sentido. Fue cuando en un semáforo al hablar de arena para gato el menor notó algo en la calle, o mejor dicho, alguien.
- Junmyeon-sumbae, detén el auto un momento, por favor – pidió tocando su hombro.
- Solo porque lo dijiste como es debido.
Presionó el botón que encendía las luces del vehículo con cierto patrón para alertar a los otros conductores que no iba a avanzar.
- ¡Jongdae!
Como lo sospechó, el joven parado en medio de la vereda con cuatro bolsas plásticas de color celeste era el nombrado, quien giró la cabeza algo asustado en varias direcciones hasta hallar a la persona que lo llamaba.
- ¡Yixing! – lo saludó - ¿Van para nuestro apartamento? –preguntó acercándose - ¿Pueden llevarme? Me he quedado sin dinero y no sé su pueda caminar más de dos cuadras con estas bolsas.
El coreano suspiró quitando los seguros del coche, dándole una seña con la mano al contrario para que le informara a su amigo que subiera.
- Vamos, te llevamos – sonrió.
- Error, yo los llevaré a ambos – corrigió.
- Ya, no sea amargado, Junmyeon – bromeó el tercero subiendo al vehículo.
Con cierto desconcierto, el aludido quitó las luces de advertencia y retomó el camino al condominio en el que vivía Minseok.
- ¿Y esa confianza con la que me hablas?
Oh, Yixing ya veía venir el mal trato, pobre Jongdae, él no se merecía tal amargura.
- Me caíste bien – se encogió de hombros mirando fuera de las ventanas -. Por cierto, gracias por llevarme, disculpa el inconveniente – habló tranquilo -.
- Él me agrada – lo miró por el retrovisor.
- ¡Esto no es posible! – se hundió más en su asiento.
Con el poco recorrido que quedaba el de sonrisa gatuna socializó muchísimo con el demonio Kim, haciéndolo hasta sonreír. Yixing simplemente no comprendía que tenía ese chico para controlar un genio como el de su esposo, ni siquiera había hecho mucho.
Para el castaño era fácil reconocer a las personas a las que podía molestar, un claro ejemplo era Yixing, quien a pesar de estar en lo correcto se disculparía por un error ajeno que no necesariamente lo involucrase. Con el tiempo también había logrado notar las personas a las que debía tenerles un buen trato o a las que simplemente no servía molestar, el tipo con el que jodes a los demás, ahí entraba Jongdae con su sonrisa fresca que ocultaba un carácter molestamente bromista. Pero claro, el chino no comprendía esto y simplemente se quedó en silencio, frustrado por ello.
- Oh, creo que habrá lluvia – señaló el que permanecía en los asientos de atrás –, aunque esas nubes grises parecen traer una tormenta.
- Una lluvia no puede arruinar mi almuerzo con Minseok – sonrió.
En realidad no podía arruinarle esa semana, porque lo admitiese o no, incluso con el trato medianamente bueno del mayor que no necesariamente era algo positivo había disfrutado esos días con él, lo único que necesitaba para terminar esa semana bien era poner al tanto a su mejor amigo para que compartiese su dicha con él.
<< Me está comenzando a gustar Junmyeon, no sé cómo ha sucedido eso >>, repasó lo que le habría de decirle al de mejillas regordetas cuando estuviesen a solas.
Miró a su mayor tragando las mariposas que se aleteaban en su pecho, haciéndole cosquillas y provocando que sonriese.
- ¿Y por qué llevan los anillos? – preguntó cuando estaban terminando de estacionar el auto.
- Tengo que ir a la oficina después y ahora todos creen que estoy casado, así que no tengo d otra – se encogió de hombros apagando el motor.
- ¡Y yo lo voy a acompañar! – anunció sonriente el pelinegro -. Además me dieron el trabajo y debo recoger unas credenciales para comenzar el lunes.
Bajaron del auto, ayudando a Jongdae con las bolsas para entrar el condominio.
El que vivía allí saludó a la recepcionista, los restantes imitaron el gesto por educación y tomaron las escaleras hasta el segundo piso.
- Lo siento, el ascensor está averiado y el señor del 407 no quiere pagar su cuota, así que hasta que logremos quitarle lo mezquino no tendremos el elevador – explicó llegando finamente a la puerta de su apartamento – Yixing, mis llaves están en el bolsillo derecho del frente, sácalas y abre la puerta – indicó con las manos ocupadas sosteniendo bolsas.
- De acuerdo.
Con ayuda de las llaves quitó el seguro de la puerta, abriéndola y entrando a la vivienda de su mejor amigo.
- ¡Minseok! – lo llamó efusivo.
Una tormenta se avecinaba.
Se detuvo en seco frente a la sala con el corazón detenido y la sangre completamente helada. Una sensación amarga subió hasta su paladar, acumulando sus palabras de una manera asombrosa. Abrió los labios intentando hablar, sin embargo ni siquiera podía respirar.
Miró a su amigo buscando respuestas, él solo pudo susurrar un lo siento.
- Hola, Yixing.
El chico del cual había estado enamorado tres años y el que no se había molestado en sentir lástima al aplastar sus sentimientos durante todo ese tiempo se hallaba de pie a pocos metros de él, con una maldita sonrisa como si no tuviese ninguna culpa que cargar.
Su semana perfecta en definitiva estaba arruinada.
- Hola, YiFan.
[***]
No me maten, por favor.
Atte. Misaki116
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