Fiebre

Yixing despertó pesadamente por la mañana con su alarma que recientemente había configurado por el empleo que tenía. El cuerpo le pesaba demasiado y qué decir de su cabeza, sentía que le martillaban en cráneo repetidas veces, tenía la nariz congestionada, la garganta le dolía demasiado, tal vez tendría llagas o mínimo estaría inflamada y los párpados le quemaban. ¡Ah! Y estornudaba de vez en cuando.

Esos últimos días se había sentido mal, DaSom lo había descubierto llevando los papeles que no le correspondían a la oficina de Junmyeon, lo regañó, reprendió y hasta gritó. Explicó que por estar distrayendo a su marido o por estar simplemente vagando ahí sus labores se habían acumulado, desde ahí lo que hacía en la oficina se había cuadruplicado, eso sumado a lo que ChaeRin le exigía hacer; desde llamadas a inversionistas chinos que deseaban dejar la compañía furiosos a ir a conseguir objetos raros por todo Seúl. Esas dos mujeres lo habían hecho añicos.

Por suerte tenía la inmensa cama del mayor, no dormía con él, siempre se quedaba en el estudio y lo veía al día siguiente vestido para ir al trabajo, todavía no hacían eso desde la pelea, por ende no dormían juntos. Aunque esa mañana tampoco tendría la compañía de él, ya que había salido temprano por una junta.

- Debo ir...

Se levantó con la poca voluntad que tenía, sorbiendo su nariz para respirar bien aunque no tuviese fluidos nasales, solo es que a la maldita se le había ocurrido no dejarlo respirar. Odiaba eso.

Pelusa levantó la cabeza, estirándose y bajando del colchón también, había acostumbrado dormir a los pies de Yixing.

- Tengo que ir a la oficina...

Y por otro lado en aquel lugar.

- ¿Entonces vine a la oficina temprano por las puras? – gruñó.

Una de sus secretarias asintió con la cabeza.

- Como vuelvan a cometer otro de estos errores las despido a todas.

Volvía a repetirse la misma situación que hace unos días, lo habían confundido con Jongin; se equivocaban de Kim.

Oh, como detestaba que le hicieran eso, sobretodo porque la última vez que le pasó había sido un desastre. Cuando llegó a su casa después de enterarse de que él no era a quien querían se había encontrado con Chorong y Sehun a punto de tocar a su puerta. Sabía que debió haberse quedado al menos para las fotos, ¡pero no! Debía volver a su apartamento porque Yixing debía estar esperándolo allí. Esperen, ¡él ni siquiera había llegado! Y no llegaría hasta media hora después.

Se frotó las sienes, bastante frustrado, luego se giró sobre sus talones.

- DaSom.

Llamó a su secretaria, quien debería haber estado detrás de su escritorio, sin embargo su silla no estaba siendo ocupada.

- ¡Aquí estoy, jefe Kim!

La chica llegó corriendo a pesar de los tacones, acomodando su camisa para dejarla sin arrugas. Colocó una de sus manos en su cadera, sonriendo y respirando agitadamente, la restante sostenía varios documentos.

- ¿Tengo algo para hoy? – preguntó.

- Me parece que no, jefe Kim – indicó caminando hacia su escritorio, dejando el enorme portafolio en la parte superior del recibidor que ocultaba de la vista su mesa.

Junmyeon acercó su mano a los papeles que traía la chica, pero ella fue más rápida, colocando su mano con las uñas largas y pintadas con barniz transparente encima para impedir que lo viese.

- ¿Qué es esto, DaSom? – consultó frunciendo el ceño ligeramente.

- N-Nada, jefe Kim.

Apartó los dedos de su secretaria de un manotazo, mirando el contenido. Se trataba de los papeles que había visto a Yixing escanear los últimos días con el hombro adolorido.

- ¿Qué haces con esto? – la miró con las pupilas completamente oscuras.

- S-Solo quiero ayudar a Yixing.

- Estás mintiendo, porque en ninguno de estos años yo te he visto ayudar a ni una sola de tus colegas – atajó.

Los labios le temblaron, queriendo hablar y explicarse.

- Ahora que noto las cosas con claridad, ¿por qué no te he visto hacer nada más que rondar por mi oficina desde que llegó Yixing? – se cruzó de brazos, varias de las chicas del personal se detuvieron a ver lo que sucedía.

Al no tener respuesta de ella se dio la vuelta, observando a las demás de sus secretarias.

- ¡Vengan aquí todas en este mismo instante!

Todas caminaron apresuradas hasta donde se hallaba su jefe, colocando sus manos detrás de sus espaldas y evitando el contacto visual.

- ¿Por qué no las he visto hacer algo productivo desde que Yixing llegó? – frunció el ceño.

Empezaba a comprender por qué los dolores de espalda del menor a pesar de estar durmiendo en su cama, sus brazos adoloridos y en general, el desgaste físico que se había acrecentado en la última semana. Todo eso sumado a que su personal estaba demasiado libre y feliz era sospechoso.

- ¡Respondan! – rugió.

Una de las empleadas agachó la cabeza, tragando saliva.

- DaSom dijo que no nos preocupáramos, que le diéramos una lista con nuestros deberes y ella se encargaría – habló titubeante.

¿Cómo no se había dado cuenta antes? Estaba furioso.

- Señorita DaSom, ¿qué ha hecho usted con esos deberes que no le corresponden? Porque solo la he visto calentando su trasero en esa silla – objetó con un tono de voz severo.

A la nombrada se le aguaron los ojos en cuanto estuvo en frente de su jefe, diciendo varias cosas en voz baja.

- ¡Hable fuerte! – exigió.

- Y-Yo le encargaba l-los trabajos a Yi-Yixing.

Tensó la mandíbula, acercándose un poco a la mujer.

- Te quiero fuera de esta oficina en cinco minutos o te denuncio por abuso de autoridad, además de encargarme personalmente de que no te den ningún trabajo el resto de tu asquerosa vida.

DaSom salió llorando de allí, haciendo sonar sus tacones por el pasillo que conducía al baño del personal.

- Y todas ustedes, tira de incompetentes, - se giró al resto de sus secretarias – vuelvan a cometer una impertinencia como esta y no me importará hacer que sus familias se vayan a la quiebra.

Todas asintieron, caminando velozmente hacia cualquier lugar menos ese, sobre todo para empezar a hacer sus labores como antes.

- ¡Hey! Jun, ya no te necesitan en la reunión, al parecer buscaban a Jongin.

Esa era ChaeRin llegando al piso del nombrado gracias al ascensor, con un vestido negro corto acompañado de collares y tacones, deslumbrante por donde la vieras.

- Ya me enteré, gracias – no pudo evitar hacer una ligera mueca.

- ¿Qué sucede? – ladeó la cabeza.

- Mi personal parece ser un asco – soltó una bocanada de aire bastante tenso.

- No te alteres, Jun – le frotó el hombro con su diestra.

Se apartó, buscando a alguna de sus secretarias.

- ¡Hey! Tú – llamó a una de las pelinegras que intentaba huir sin ser vista.

- S-Sí, je-jefe Kim – se acercó temblando.

- ¿Yixing ya llegó? – preguntó, si mal no recordaba ella era quien registraba las asistencias.

- N-No, s-se reportó en-enfermo.

- Puedes irte.

ChaeRin lo observó en silencio.

- Ese estúpido... - suspiró.

- ¿Sucede algo, Jun? – levantó las cejas.

- Tengo que ir a ver a Yixing.

El sonido de un lápiz rompiéndose resonó en su cabeza, haciendo que mostrara una mueca bastante pronunciada. Agitó la cabeza, retomando su sonrisa de siempre y tomando del brazo a su superior.

- Pero está bien, tienes mucho trabajo aquí, no tienes que ir a verlo.

Mientras intentaba tomar su otro brazo el coreano se zafó, sacando su celular para marcar el número del pelinegro, quien no respondía a sus llamadas.

- No, tengo que ir – indicó.

Tomó su maletín de uno de los sillones, saliendo a toda prisa y dejando a la rubia con el enojo amargándole el paladar.

Bajó hasta el estacionamiento lo más rápido posible, llegando a su auto para encaminarse a su apartamento. Estaba preocupado, no lo podía negar, tenía que haber notado lo que había hecho DaSom, o siquiera preguntar por qué estaba así de cansado.

En cuanto llegó abrió la puerta en apenas dos segundos, provocando que Asfalto saltara asustado con la cola erizada al haber caminado hasta la entrada a saludarlo. Le acarició la cabeza fugazmente luego de cerrar la puerta, dejando a su mascota deseosa de más mimos.

Avanzó hacia el interior del lugar, esperando encontrar a Yixing en la recámara, pero allí no había más que cobertores arrugados. Volvió sobre sus pasos, notando algo que antes había pasado por alto.

En la cocina, justo en la isla que esta tenía estaba el chino durmiendo con la mejilla derecha apoyada en el mármol del mueble, abrazando su vaso multicolor con cañita ondulada. A un lado de la banca el gato naranja lo miraba sentado, moviendo sus orejas en diferentes direcciones, volteando únicamente la cabeza al notar otra presencia.

Soltó un suspiro.

- Hey... - pasó la yema de sus dedos por su cachete izquierdo, este quemaba.

Se acercó más, agachándose y colocando su mano en la frente ajena; estaba hirviendo en fiebre.

- Yixing – lo llamó preocupado, agitando su hombro.

El nombrado despertó de golpe, tirando su vaso al suelo y provocando que Pelusa saltara también con la cola erizada por el objeto que cayó muy cerca de su lomo.

- ¿Junmyeon-sumbae? ¿Qué haces aquí? – habló débil por su garganta.

- ¿Por qué no me dijiste que te sentías mal? – lo miró acusante.

- ¿Ah? – preguntó ido.

Soltó otro suspiro.

- ¿Y qué haces aquí? Deberías estar descansando – objetó dejando su maletín en la mesa.

- Quería un té – explicó mientras se le entrecerraban los ojos.

- Ve a descansar, yo lo hago – indicó.

- Está bien, Junmyeon-sumbae.

Se levantó, bastante desestabilizado ya que la cabeza le daba vueltas por los síntomas de la fiebre que ahora tenía. El mayor no tardó en notarlo, tomándolo del brazo antes de que se tropezara con el vaso que él mismo había dejado caer.

- Ven.

Lo cargó con facilidad, tomándolo por el torso y haciendo que el contrario envolviese sus brazos en su cuello, sosteniéndose también al enredar sus piernas en la cadera del castaño. Recostó su cabeza en el hombro derecho del coreano, respirando por la boca.

Caminó hasta la habitación, abriendo otra vez la puerta y llegando hasta la cama, donde dejó al chino. Ya que estaba aún en pijama solo lo arropó, observando como abría los ojos lentamente con las mejillas encendidas.

- ¿Por qué regresaste, Junmyeon-sumbae? ¿Y la junta? – preguntó preocupado con apenas un hilo de voz.

- No me buscaban a mí, además no tengo más trabajo – se encogió de hombros -. Voy a prepararte el té.

Y así como lo dijo lo hizo, uno con limón y miel como Chanyeol le preparaba a Baekhyun cuando se enfermaba, ese gigante le había enseñado a hacerlo cuando se iba a ir de viaje con su familia y estaría lejos del bajito, aunque al final fue en vano ya que terminaron por ir juntos.

Volvió a la recámara y vio cómo Yixing acomodaba varias de las almohadas en forma vertical a su costado, alineándolas junto a él.

- ¿Qué haces? – cuestionó bastante extrañado.

El menor se detuvo algo avergonzado.

- Es que no puedo dormir si no abrazo a alguien o algo – susurró -. Mi mamá me malacostumbró y luego Minseok me dejó abrazarlo cuando me enfermaba – se detuvo para estornudar y luego sorber su nariz -. Ahora tengo almohadas – sonrió cansado.

Junmyeon dejó la taza en la mesita de noche junto a él para luego caminar hasta el ropero, quitándose el conjunto empresarial que llevaba puesto, colocándose el pijama que hace unas horas llevaba puesta.

Volvió a acercarse a la litera, quitando las almohadas que el pelinegro terminaba de acomodar en el lado derecho de la cama, devolviéndolas al cabezal del colchón.

- ¿Qué-qué haces, Junmyeon-sumbae? – se mostró afligido ya que hacer cualquier movimiento le dolía demasiado.

Se quedó en silencio, abriendo el cobertor de ese lado y recostándose junto al chino.

- Creo que puedo reemplazar a Minseok.

Estaba mostrando muchísimo su lado amable, tal vez era por ver al menor más indefenso de lo normal, tal vez eran esos sentimientos acumulados que luchaban por ser demostrados o quién sabe. Sabía que estaba sacando bastante su personalidad de secundaria, esa que nadie debía ver, porque era patética cuando se trataba de sentimientos. Sin embargo allí estaba.

Yixing se sonrojó, mostrando un rojo más intenso en su cara. Se recostó junto al coreano, acercándose con lentitud y con el corazón muy acelerado, casi a punto de estallarle. Escondió su rostro en el cuello ajeno, abrazando el torso del mayor bastante nervioso y percibiendo el aroma que este desprendía, podía olerlo a pesar de su nariz constipada.

Ya podía descansar en cuanto los nervios lo dejaran en paz.

Junmyeon despertó unas horas después, ni siquiera había notado que se había quedado dormido. Notó que el pelinegro ahora hasta tenía una de sus piernas enredadas en las suyas, aferrándose a él con la respiración tranquila. Sonrió ligeramente, dejando un beso en su frente ahora tibia.

- Si me contagias tendrás que soportarme – susurró aunque el menor estaba lo suficientemente dormido como para no escucharlo.

Lo abrazó también, retomando el sueño.



[***]

Ajkhfgsajkfhaslfajsl, me encantó escribir este capítulo, ¿a ustedes les gustó?

Estuve tan comprometida con el fanfic que hasta me enfermé, ¡fue horrible! Pero ya estoy mejor y renovada~ No se preocupen, bellezas~

El capítulo va dedicado a @LupitaaBeel por su cumpleaños.

Linda, disculpa por todas las demoras, pero aquí está. Quería regalarte este porque es tan cargado de azúcar, aunque sea de golpe. Me gustó mucho escribirlo, en sí me encantó, así que es solo tuyo, no lo olvides 

¡Feliz cumpleaños!

Voy a escribir el siguiente capítulo, espero subirlo pronto.

De nuevo, disculpa por haberles fallado, espero que esto no pase seguido.

¡Los amo! Gracias por todo.

Atte. Misaki116

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