Extra #1: Aprendizaje
Lo que sucede es que nunca te cuentan lo que pasa después del final, así que hoy lo haremos, ¡literalmente!
El coreano llevó la tercera caja con suéteres de lana pertenecientes al menor a la habitación, dejándolas a un lado agrupadas para empezar a organizar la ropa en el armario que ahora compartirían.
Por sí mismo empezó a abrir los contenedores de cartón uno por uno para vaciar su contenido y organizarlo en las distintas gavetas que tenía, pero fue cuando notó al contrario tallarse los ojos, podía notar lo cansado que estaba, no podía culparlo.
- Ya es tarde, será mejor que descanses, Yixing - le habló.
- No, no, no, no - negó irguiéndose de golpe -, está bien, te ayudo a desempacar.
Junmyeon lo detuvo y le tomó las mejillas, pasando sus pulgares por allí, levantando el rostro ajeno para verlo mejor con la luz.
- Tus ojos están bastante hinchados, seguro la cabeza te debe doler - indicó -, es lo malo de llorar.
Lo dijo con total sinceridad, él también tenía una ligera migraña. Luego de soltar tantas lágrimas y con tanta carga emocional era normal que una persona terminara así, en ese momento en especial se le hacía un poco difícil tolerarlo por haber dejado de expulsar sus pesares en forma de gotas saladas.
- Ya es la una de la mañana, tampoco es la hora más adecuada para empezar a acomodar tus cosas - comentó con la voz tranquila.
Yixing no reclamó más, sin embargo el castaño podía leer claramente en el rostro ajeno un mañana no tendrás tiempo bastante angustiado.
- Ni bien despertemos empezamos a desempacar, ¿te parece?
El empezamos en plural lo hizo sentirse bien. De cualquier modo Junmyeon no se perdería el estar con su ahora novio por nada en el mundo, sus secretarias podrían encargarse de mantener todo en orden, después de todo era un capricho que merecía darse.
- Vamos a la cama - le sonrió.
Abrió los ojos como platos, enrojeciendo al instante hasta las orejas.
- ¿A-A-A la c-cama? - preguntó nervioso.
- Yo hablaba de dormir, Yixing - se rio fuerte -, ¿ahora quién es el pervertido?
- ¡N-No soy pervertido! - se excusó sonrojándose más.
Entre pequeñas risas se cambiaron la ropa por los pijamas, Junmyeon procedió a quitarse los lentes de contacto y finalmente tener los ojos más relajados mientras que el menor subía a los gatos a la cama, dejándolos a los pies del colchón.
A pesar del sueño Yixing sintió algo de nervios hacerle cosquillas en la punta de los dedos cuando se acurrucaba entre los brazos ajenos, los brazos de su pareja. Cerró los ojos para dormir finalmente, pero su corazón ahora se le daba por alborotarse.
- Descansa - susurró abrazándolo correctamente.
- Sueña bonito, Junmyeon-sumbae - murmuró.
Estuvo a punto de decirle por supuesto que lo haré si estás a mi lado, pero lo consideró muy cursi y decidió guardarlo para otro momento.
Despertó más tarde cuando el sol ya había salido por completo y se lucía un poco en el cielo, no fue a fijarse la hora en su celular, permaneció allí, observando el rostro pacífico del chico con el que salía. Y es que se sentía tan ensoñado con la idea de finalmente tenerlo como pareja que hasta rosaba con lo absurdo.
- Junmyeon-sumbae - susurró -, ya amaneció.
El nombrado asintió con la cabeza, respirando profundo y abriendo los ojos que estaban un poco hinchados. Quitó el agarre que tenía en el cuerpo ajeno, pasando las palmas de sus manos por su rostro como si así se limpiara el sueño.
- ¿Dormiste bien? - preguntó acomodando su cabeza en las almohadas todavía con una expresión algo somnolienta.
- Sí - asintió con la cabeza.
Se incorporó en la cama, estirando un poco su cuerpo.
- Ahora sí vamos a desempacar - informó con tranquilidad.
Pasaron las siguientes horas abriendo las cajas selladas con cinta, colocando las tazas de colores pertenecientes al menor en las grandes gavetas que había en la cocina, devolvieron los cuadros que Yixing colocó hace varios meses para aparentar que vivía allí, el castaño dio de excusa el querer verlas y poder burlarse cuanto quería, pero en el fondo le gustaban tenerlas en exhibición.
La verdadera odisea fue con la ropa, los suéteres de lana que el chino había tejido a lo largo de su vida ocupaban muchísimo espacio, ¡eran demasiados! Luego de varios intentos fallidos intentando hacer que todo entrase empezaron a depurar su ropa, Junmyeon colocaba la que no había usado en un largo tiempo de frente a una caja sin dolor alguno, todo lo contrario al menor que se aferraba a su ropa vieja.
- ¡Pero la volveré a usar algún día! - chilló mientras el castaño intentaba guardar un suéter marrón.
- No te la he visto puesta nunca - atajó.
- ¡Me, me la puedo poner!
- Si tanto quieres que se quede se la puedo dar a Asfalto como cama - se encogió de hombros.
- ¡Junmyeon-sumbae!
A pesar de lo que demoraron finalmente lograron hacer que todas sus prendas encajaran, tal vez luego comprarían una cómoda adicional, pero eso estaba por verse en los próximos meses, tenían mucho tiempo para hacer esos planes.
Salieron a comer para festejar que habían terminado de ordenar todo y aunque eran las seis de la tarde ellos fueron a almorzar, incluso cuando ya habían comido el pastel que Yixing preparó el día anterior. De vuelta al apartamento el coreano se percató de una de las ventajas de ser pareja del menor, podía tomarle de la mano sin miedo a ser malinterpretado, podía entrelazar sus dedos si así lo deseaba y disfrutaría de un tierno sonrojo del pelinegro que intentaba ocultar al girar su cabeza en distintas direcciones como hacía en ese momento.
- ¡Hola, señor Choi! - saludó el chino con la mano que tenía libre.
- ¡Buenas tardes, joven Zhang! - respondió con una sonrisa - ¡Buenas tardes, joven Kim!
- Buenas tardes, señor Choi - devolvió el gesto cálidamente.
El hombre que se encargaba de la recepción pudo notar el agarre que mantenían, tenía un buen presentimiento ya que antes no los había visto así.
- ¡Llegamos!
Y en cuanto Asfalto se lanzó a exigir amor junto a Pelusa Yixing lo vio; su nuevo comienzo.
Ese lugar en el que había estado viviendo desde hace varios meses se sentía distinto, no de la mala manera, al contrario, sabía que esos cuadros de él durante su infancia lleno de barro no estaban ahí para ganar una apuesta de secundaria, ni que su ropa guardada en el armario era una estrictamente seleccionada para recibir visitas.
Era un nuevo comienzo
.
『♡』
Ya era dieciséis de febrero, iban dos muy lindos días de pareja y luego de conversarlo un poco decidieron no hacer mucho alboroto sobre su relación, querían dejarla para ellos solos durante al menos unos meses o simplemente dejar que fuese evidente.
Eso sí, habían personas que debían estar informadas pasara lo que pasara.
- Yo creo que con una llamada bastará, ¿no lo crees? - preguntó el coreano mientras sacaba su celular.
- No lo sé - se mordió el labio inferior -, me parece bastante improvisado.
- ¿Qué hacemos entonces? ¿Decir sus nombres hasta que aparezcan?
- No es una mala idea.
El mayor rodó los ojos riendo.
- Igual Minseok vendrá hoy a saludar, siguiendo con su costumbre de pasarse por aquí debería llegar en unas horas - indicó mirando la pantalla de su celular.
- ¿Esperamos? Puedo llamar a Chanyeol y Baekhyun - informó.
- Me parece bien, Junmyeon-sumbae - asintió con la cabeza.
Y como predijo, de alguna extraña manera Minseok se presentó junto a su novio para saludar, era esa silenciosa costumbre de pasar a verlo para asegurarse que todo iba bien, un mensaje no le bastaba, quería estar ahí para su amigo cuando lo necesitase y si quería hablar de algo siempre estaba la excusa de hoy me paso por ahí a verte.
Chanyeol y Baekhyun se cruzaron por el camino con este par, llegando los cuatro a tocar la puerta entre algunas risas ligeras.
- ¿Qué sucede? ¿Embarazaste a Yixing? - preguntó el más alto cuando los sentaron para charlar.
- ¡Cállate! - su novio le clavó su codo en la costilla - Ellos solo fingen ser esposos - dijo entre dientes.
El chino mordió sus labios, respirando algo alterado. Asfalto lo miraba desde el suelo con un silencioso tranquilo, lo tomarán muy bien, confía en mí.
- Es algo más serio, Chanyeol - indicó su amigo dejando de reír.
Jongdae observó a su pareja aguantando la risa, esa frase le daba unas enormes ganas de carcajearse y no sabía la razón. ¿Por qué no podía mantenerse serio?
- Yixing y yo hemos comenzado a salir.
Lo dijo sin muchas diplomacias, el corazón le latía tan fuerte que prefirió solo escupirlo. No literalmente, habló con la voz serena pero no tan lenta. El chico de rasgos felinos se quedó sin ganas de reír.
- ¿Ustedes...? - preguntó el más bajito abriendo mucho los ojos.
- Ya son pareja - señaló el mayor allí, procesando todo - ¿o me equivoco?
Fijó sus ojos en el pelinegro, quien a pesar de no haber dicho nada estaba sonrojado y asentía desde su lugar junto al coreano en el sofá de dos personas.
- ¡AL FIN! - gritó Jongdae emocionado - ¿¡Cómo fue!? ¿¡Por qué no me había enterado antes!?
Y allí empezó el interrogatorio.
Incluso cuando algunas partes del relato aún eran algo tristes o un poco dolorosas como para decirlas en voz alta, incluso cuando la voz al chino le temblaba un poco al decir lo que él había pensado en ese momento o incluso con esos cuatro ojos clavados en sus rostros estaban tranquilos, Junmyeon colocaba su mano encima de la ajena para sonreírle e indicarle que podía continuar, que ahí estaba él por si se echaba a llorar o se reía sin sentido. A claro, también estaban los chillidos de adolescentes fanáticas de Baekhyun y Jongdae acompañando la escena.
『♡』
Pasó cerca de una semana luego del comienzo de su noviazgo, todo realmente iba bien, el trato solo había variado un poco con respecto a la naturalidad de sus muestras de afecto o la libertad de las mismas.
Fue cuando regresaban de haber comprado la cena que no les dio hambre, al mayor se le antojó un poco de los labios ajenos y él gustoso le entregaría todo lo que el contrario desease.
Cuando Yixing notó que entraban a la habitación los dedos le temblaron y los nervios empezaban a hormiguearle las piernas. No es que no se hubiese acostado con el coreano, por favor, lo había hecho varias veces con él, solo que por más tonto que pudiese ser se sentía algo tímido al ser su primera vez como pareja.
Se estremeció cuando el castaño le retiró la playera, siendo esta la última prenda que lo cubría ya que las demás habían ido desapareciendo a la par que las ajenas. Intentaba calmarse para que el mayor no lo notase, sin embargo fue el rubor que tenía hasta la frente quien lo delató.
- Estás nervioso, Yixing - sonrió enternecido.
- N-No es c-cierto - negó repetidas veces.
- No te creo - se rio con suavidad.
Lo besó nuevamente, paseando la yema de sus dedos por los muslos del pelinegro, esos que le gustaban demasiado.
Procedió a besarle el cuello, a recorrerle las clavículas mordiendo un poco por aquí y por allá, no podía evitar hacerlo, tampoco es como si al contrario le desagradase, incluso jadeaba un poco cuando lo hacía.
Entreabrió los labios respirando con dificultad cuando el mayor introdujo el primer dedo, cerró los ojos evitando concentrarse en la molestia y poder relajarse cuanto antes. El coreano tomaba el miembro ajeno bombeándolo a medida que introducía el siguiente, moviéndolos sus dedos y abriéndolos en el interior ajeno.
- Ju-Junmyeon-sumbae - gimió mordiéndose los labios.
Cuando ya el tercer falange había sido introducido Yixing no podía mantenerse en silencio, soltaba pequeños gemidos cada que el castaño simulaba embestidas, sus piernas temblaban y movía inconscientemente sus caderas en busca de más contacto.
Fue entonces que el coreano retiró sus dedos, colocándose entre las piernas ajenas y alineando su miembro en la entrada del chino, quien lo observaba con las mejillas encendidas y respirando de manera pausada.
- Respira, Yixing.
Le tomó la mano y le dejó un pequeño beso, llevándola hasta su hombro para que allí encontrase dónde sostenerse.
Procedió a enterrarse en el cuerpo del menor con cuidado, estaba un poco angosto y temía dañarlo como en experiencias pasadas. Él por su parte se aferraba al cuello del castaño, gimiendo por lo bajo en cuanto sintió esa intromisión en su interior.
- Ngh - gruñó cuando ya estuvo por completo dentro.
El chino recibió besos del contrario para distraerlo del dolor que sentía, a pesar de no ser mucho igual se presentaba. Le sonrió con algunos mechones de su melena negra pegados a su frente.
Subió un poco más sus piernas para permitirle al mayor empezar a moverse con lentitud al principio, esas pequeñas estocadas que lo hacían cerrar los ojos de improviso y jadear con los dedos temblorosos.
Ya con las embestidas más veloces y certeras el chino empezó a trazar finas líneas en la espalda del castaño, gimiendo por cada vez que sentía la erección ajena golpeando su interior. Cuando halló su punto dulce el menor arqueó la espalda vibrando, dejando bajar un par de gotas de sudor por sus sienes.
- A-Ahí, Junmyeon-sumbae - dijo tragándose sus jadeos.
Le sostuvo los muslos, teniendo mejor acceso para seguir con sus embestidas, observando el rostro ajeno que con paletas de rosado adornando sus pómulos se mostraba bastante seductor en su opinión personal.
- Y-Ya no... voy a... - gimió fuerte tomando el brazo del contrario.
- No te preocupes - dijo con el aire haciéndole falta.
Masturbó al pelinegro con ayuda del líquido pre-seminal que ya lo cubría, provocando que se corriese unos segundos después con un perfecto último gemido que era dedicado a su nombre. Él dio un par de estocadas más antes de terminar en el interior de su novio.
Regularon su respiración, sonriéndose cuando sus ojos se topaban.
- Mh - mordió sus labios cuando el mayor retiró su miembro.
Junmyeon se recostó a su lado, con los pulmones subiendo y bajando a una velocidad regular. Se giró a ver al pelinegro que también había vuelto su cabeza para mirarlo. Le tomó la mano con los dedos.
- Te pusiste nervioso, Yixing - indicó entre burlándose y enternecido.
- Cállate, Junmyeon-sumbae - cerró los ojos con fuerza, avergonzado.
- ¿Y por qué? - preguntó juguetón.
Negó repetidas veces con la cabeza, subiendo las sábanas hasta cubrir su rostro.
- Yixing - se rio quitando las colchas.
- Fue nuestra primera vez como pareja, ¿te das cuenta? - susurró evitando ver sus oscuras pupilas.
- Sí, ¿crees que no lo sabía? - enarcó una ceja antes de dejarle un beso en la frente.
Le hizo sentirse más reconfortado, logrando que se acercase y se acomodase entre sus brazos dejando un poco la timidez de hace unos segundos.
- La primera vez que lo hicimos estaba ebrio, pero igual no me imagino lo nervioso que pude haber estado - murmuró trazando líneas imaginarias con su índice en la piel ajena.
- ¿No lo recuerdas? Pero ni siquiera estabas tan inconsciente - se rio por lo bajo.
- Solo recuerdo que desperté al día siguiente en el mueble, ¿tenías que ser tan ingrato para dejarme ahí tirado?
El coreano frunció el ceño.
- A la mañana siguiente yo fui a trabajar y tú te quedaste en la cama - indicó observando el rostro del menor.
- Ehm, no - se mostró confundido -, me vestiste y todo pero me dejaste tirado en el sofá, luego me pediste que fingiera ser tu esposo.
Abrió los ojos bastante, echando a reír con fuerza.
- ¿Q-Qué sucede? - preguntó intrigado.
- ¿Tú crees que nos acostamos la noche en que terminaste con YiFan? - sugirió dejando de carcajearse.
- Fue así, bebí mucho y terminamos haciéndolo - indicó -, m-me preguntaste si Asfalto no me había molestado, pe-pero estaba tan ebrio que no recordé nada.
- Porque nunca pasó nada - se mordió los labios para no reír.
El chino enrojeció al ver la sonrisa ajena, negando con la cabeza y susurrando unos pero tú que ni siquiera completaba.
- ¡Te odio, Junmyeon-sumbae! - exclamó avergonzado mientras se hundía en las almohadas.
Le pellizcó las mejillas con una sutil risa mientras le quitaba los cojines del rostro.
- Si quieres te cuento lo que en verdad sucedió - ofreció.
- De acuerdo, Junmyeon-sumbae - murmuró admitiendo la derrota.
『♡』
Como nunca Yixing se despertó temprano, se había mentalizado para despertar al día siguiente tempranísimo a como dé lugar, tenía que valerse del tiempo extra que la mañana le regalaría para prepararle un desayuno a Junmyeon por su cumpleaños.
Iban ya tres meses como pareja y el chino quería sorprenderlo con algo hecho a mano, había aprendido con el tiempo estando juntos que al mayor no necesariamente le interesaba que le comprase algo si en reemplazo tenía algo hecho con esfuerzo, así que eso haría.
Dejó una almohada entre los brazos del coreano, dejando el señuelo por si se despertaba al notar su ausencia. Tendría tiempo de ventaja.
Se lavó el rostro, dientes y manos antes de ir a cocinar la primera comida del día. Intentó hacer panqueques como en los programas de televisión americanos pero aunque se esmeró en preparar la mezcla al cocinarlos estos no se inflaron tanto, aunque logró disimularlo colocándole encima el kilo de fresas que había comprado con su dinero, porque sí, Yixing había conseguido un empleo como profesor. Si bien le había costado bastante incluso con un título este le había dado cierta facilidad y motivación.
Colocó el pequeño regalo envuelto en la mesa, porque finalmente sí le había comprado algo para obsequiarle. Era un anotador del tamaño de una hoja normal, había visto al coreano escribir mucho en hojas sueltas y luego preguntar por estas así que eso le serviría. Lo que no sabía Yixing era que Junmyeon había agotado las hojas de su cuaderno para escribir por todas las mañanas en las que el menor se había tardado en despertar.
- ¿Yixing?
El castaño entró con su bata a la cocina, topándose con el desayuno ya servido.
- ¡Sorpresa! - anunció sonriendo un poco nervioso - ¡Feliz cumpleaños!
- Miau - secundó Pelusa saltando.
Junmyeon sonrió feliz, acercándose para abrazar al menor.
- Gracias.
Le susurró al oído como si hubiese un mar de gente alrededor y quisiera preservar esas palabras para el pelinegro. Yixing había aprendido también con el pasar de los meses que el jefe del infierno podía llegar a ser muy cursi y bastante sentimental si es que se lo permitía. Adoraba esa faceta de él, combinada con las demás era simplemente único.
Fue cuando le entregó el regalo envuelto en papel de regalo azul con puntos blancos que el mayor se sorprendió aún más.
- Es para que lo tengas de anotador, realmente no sé lo que estés escribiendo últimamente, pero parece muy importante como para que desordenes el apartamento cada que se te pierde una de las hojas donde escribiste - indicó.
No pudo evitar sonreír, ese chico hacía tantas cosas lindas sin saber que lo que hacía.
- Lo siento, no se me ocurrió nada mejor - admitió avergonzado -, pero creo que es un bonito gesto, ¿no? - se relamió los labios.
El coreano se levantó de la banca correspondiente a la cocina, caminando un poco apresurado hasta su estudio para traer una hojita que guardaba en el primer cajón de su escritorio. Volvió a la cocina donde el chino esperaba bastante confundido.
- Toma - le extendió el papel.
- ¿Qué...?
- Léelo, por favor - dijo mordiéndose los labios.
Estaba nervioso, ¿cómo no estarlo? Le estaba entregando a Yixing la primera hoja del poemario que había estado escribiendo gracias a él.
- ¿Recuerdas que me dijiste que escribiera? - sentía los dedos fríos y hormigueando - Lo intenté y fue difícil porque no sabía cómo retomarlo - explicó -. Sin embargo fue más claro cuando noté quién me inspiraba.
Yixing sonrió mordiéndose los labios, no quería brincar emocionado como adolescente, para nada, él sería más original y se lanzaría a los brazos del mayor, ocultando su rostro en el hombro ajeno por el tremendo sonrojo que llevaba en las mejillas.
- Se supone que yo debía ser quien te regalase algo - murmuró con su corazón latiendo con fuerza.
- Tú me regalaste la inspiración - dijo abrazándolo por la cintura.
Se apartó con los ojos brillosos, tomando la hoja entre sus manos.
- Voy a enmarcarlo - indicó sonriendo.
- Me daría mucha vergüenza, Yixing - le pellizcó las mejillas.
Pero lo hizo, la colocó en uno de los cuadros en la sala y en cuanto Junmyeon lo notó lo regañó entre risas avergonzadas, cosa que era muy raro. El chino no tardó en hacérselo saber, así que el mayor en venganza empezó a besarle el cuello hasta que Yixing terminó en el suelo por las cosquillas y el sonrojo.
- ¿Te vas a dejar de burlar? - cuestionó.
Mantenía el menor entre su cuerpo y la pared, sentado en el suelo sin opciones más que rendirse.
- No me estaba burlando, Junmyeon-sumbae - señaló dejando su mano reposar en el pecho ajeno, evitando que volviese a atacar la zona sensible de su cuello.
- ¿Entonces? - enarcó una ceja.
- Es difícil verte avergonzado - admitió -, te ves lindo así, ¿no te lo han dicho antes?
Fue la cereza en el pastel, pues los pómulos del mayor se calentaron un poco. No estaba sonrojado, tampoco tenía las mejillas rosadas, solo había cierta coloración en su piel extremadamente blanca.
- Junmyeon-sumbae, ¿te acabas de---
- ¡Ni se te ocurra terminar esa pregunta!
Lo tomó del torso para cargarlo, caminando en dirección al cuarto.
- Me voy a vengar, chino hecho en China - atajó.
- ¿Q-Qué vas a ha-hacer, Junmyeon-sumbae? - preguntó algo asustado.
- Voy por mi otro regalo de cumpleaños - sonrió lascivo.
Y es por eso que al día siguiente Yixing tuvo que cojear para ir de salón en salón en el colegio donde trabajaba.
『♡』
No todo fue de color rosa o conservó sus tonos pasteles, eso lo sabe cualquiera incluso sin tener experiencia alguna en el amor o una relación sentimental.
Junmyeon y Yixing tuvieron sus peleas pequeñas sobre quién debía darle de comer a los gatos o a quién le correspondía preparar el desayuno, pero la que más resaltó durante la primera etapa de su relación fue el momento tenso que ocasionaron sus demonios personales.
El coreano decidió contarle al menor sobre Chaerin cerca de los cinco meses como novios. Esta idea surgió mientras veían un programa en la televisión, el asunto de las exparejas era el tema central en ese episodio y la gran pregunta era ¿uno debe realmente importarle con quién estuviste antes?
Sin pensarlo dos veces el mayor le contó sobre el pequeño romance que había tenido con su compañera de trabajo, no quería que luego a eso se le tomase mucha importancia y prefería no tener secretos con el contrario. El pelinegro intentó apreciar eso, de verdad que trató pero esos pequeños celos le amargaron el paladar esa tarde.
Quiso mantener una sonrisa durante toda la semana pero a duras penas podía sostenerla. Sabía que estaba mal, era infantil enojarse por algo que no había sucedido recientemente ni mucho menos le había afectado, quitando obviamente el hecho de que Chaerin le había guardado rencor durante un tiempo.
- Yixing.
Esa era la voz del castaño llamándolo desde el umbral de la cocina.
- ¿Sí? - preguntó sin inmutarse mientras seguía lavando los platos.
Junmyeon sabía que el menor no estaba bien, podía notarlo en las sonrisas falsas y cuando lo abrazaba a medias al dormir.
- Disculpa.
- ¿Por qué lo dices? - sonrió - Que yo sepa no me has hecho nada - rio vagamente.
Se acercó hasta donde se hallaba, cerrando el grifo que seguía echando agua a un plato sucio con salsa roja para pasta.
- Por favor, no sigas.
Lo miró de frente, no estaba molesto sino angustiado. Sus pupilas lucían un tono menos oscuro al que todos solían ver.
- No quiero que te sientas mal.
- Es infantil, así que dejaré de sentirme así - se encogió de hombros.
Tomó sus manos húmedas y frías por el agua, atrayéndolo para poder abrazarlo y rodearlo con sus brazos. Cerró los ojos con fuerza concentrándose en respirar con tranquilidad aunque el pecho se le hacía pesado.
- Tú no eres Chaerin, ni siquiera puedes compararte - inició -, ella fue un par de besos y buena compañía en algunas comidas. No intento minimizar tampoco que estuve enamorado de ella, sin embargo es contigo con quien me esfuerzo, tú eres quien vive conmigo.
Suspiró abrazándolo con más fuerza.
- Puede ser infantil pero igual me interesa que estés bien - susurró en su oído -, quiero cuidarte y preservarte para mí como no he hecho con casi nadie.
Yixing sonrió triste, aplastando su rostro en el pecho ajeno y presionando sus ojos para no llorar.
- Está bien, Junmyeon-sumbae - murmuró con la voz temblando.
Cuando se apartó y le dejó un pequeño beso en los labios supo que la sonrisa que mostraba era auténtica.
Pero el asunto de las relaciones pasadas no se quedó ahí.
Era época de renovación de contratos en el colegio donde trabajaba y tenía mucho miedo de no tener un plan de trabajo para el siguiente año. Lo aterró tanto que empezó a comer el doble por los nervios. No fue hasta una de las cenas que solía tener con el mayor que ese peso de más se hizo notorio.
A Junmyeon realmente nunca le había importado si el chino subía unos kilos o se salía del supuesto peso ideal, le encantaba cómo era y punto. Pero Yixing no pensaba así.
Las sobras de su relación con YiFan siempre lo atormentaban en forma de inseguridades. Empezó a saltarse comidas, le decía al coreano que ya había comido antes o que había estado comiendo aperitivos antes de llegar. Se le hizo aún más extraño cuando el pelinegro tomó de excusa el no tener hambre; allí había algo mal.
Durante esos días se percató de lo sucedido, que el menor rondaba el refrigerador con un gesto anhelante pero que solo tomaba agua, empezó a preocuparse cuando fue a cambiarse al baño y no en el cuarto como siempre.
- ¿Sucede algo malo? ¿Te incomodó algo? - preguntó angustiado.
- No, no, no - negó repetidas veces -, no has hecho nada, Junmyeon-sumbae - se rio dejándole un pequeño beso en la mejilla derecha.
Eso solo lo hizo preocuparse más.
- ¿Ya comiste? - preguntó al pasar casi una semana.
- Sí, me invitaron almuerzo en el colegio - indicó bebiendo un vaso con agua.
Asintió con la cabeza.
- ¿No quieres ir a cenar hoy al restaurante de siempre? Creo que agregaron algo a las opciones con carne - indicó.
- Creo que hoy paso, no hay que salir.
No estaba enojado, estaba frustrado porque quería ayudar al menor.
- ¿Por qué estás dejando de comer? - atajó.
La pregunta lo tomó de improviso que hasta lo hizo sobresaltarse durante unos segundos.
- No he dejado de comer - frunció el ceño.
- Si queremos funcionar debes ser sincero conmigo, Yixing - explicó.
Los labios le temblaron al igual que los dedos, tenía miedo como en la mayoría de ocasiones y por ello se demoró unos segundos en formular la mejor respuesta o la primera que no saliese sin tartamudeos de por medio.
- Subí de peso, eso es todo - susurró avergonzado.
Se levantó del banco, dejando su maletín en la superficie de la isla de la cocina. Lo siguiente que hizo fue tomar al chino por el antebrazo y llevarlo al cuarto, allí lo colocó en la cama ignorando las preguntas nerviosas que hacía.
- Dejaste de comer porque excediste tu peso, ¿cierto?
El pelinegro asintió. Con cuidado el mayor abandonó el lugar al borde del colchón donde se había sentado, inclinándose para estar cerca del torso del chino.
- ¿Qu-Qué haces, Junmyeon-sumbae? - preguntó avergonzado.
El nombrado le había levantado la camiseta lo suficiente para ver su abdomen.
- A mí no me interesa que hayas comido de más o que no siempre estés tan delgado - pasó las yemas de sus dedos por la zona -, quiero que dejes esas inseguridades que otro provocó, tú eres más que un número en una balanza.
Yixing tragó saliva con el corazón latiendo con fuerza.
- A mí me encantas en cualquier peso - sonrió -. Hinchado, delgado o con un par de rollitos me sigues gustando.
Dejó pequeños besos por el vientre un poco inflado del pelinegro.
- Te quiero, Junmyeon-sumbae.
Lo dijo seguro de sus palabras, como en raras ocasiones, sonriendo avergonzado por el gesto significativo del contrario.
El nombrado abrió un poco los ojos sorprendido, devolviendo la prenda a su posición normal y levantándose hasta estar frente al rostro ajeno, a esos escasos centímetros en los que podía percibir la irregular respiración del menor.
- Yo también te quiero, Yixing.
Fue la primera vez que lo dijeron y fue honesto, sin mucho romanticismo de por medio o poca emoción. Asfalto y Pelusa podían respaldarlo ya que ellos observaban esas escenas mientras se lamían las patas delanteras antes de subirse a la cama y frotarse en sus dueños alegremente.
[***]
¡Hola! ¿Me extrañaron?
Espero que el capítulo no les haya resultado muy largo, es que debía colocar las escenas necesarias ;;;;
Decidí extender los tres extras a cinco, de lo contrario cada parte quedaría con un mínimo de ocho mil palabras y no quiero que los extras sean tan pesados -incluso cuando en este hay más de cuatro mil palabras-, pero me esfuerzo mucho y espero que les guste.
El extra va dedicado a AnaSchipper, ¿creíste que no leí tu mensaje en mi muro? Me aguanté para no responderlo y darte aquí la sorpresa. Atesora el capítulo, es tu regalo de cumpleaños, ¡te lo mereces! Disculpa la tardanza, quise subirlo antes pero se me hizo difícil. Igual espero que la hayas pasado genial hoy, te mando un abrazo desde mi camita -inserte corazón guei de Misa-.
Tengo tantas cosas que agradecer, me han enviado muchos lindos mensajes y me han publicado otros, les estoy tan agradecida que apenas puedo conmigo misma, ¡me llenan de tanto amor! He respondido también varios comentarios en la actualización anterior, no pude evitarlo, ¡las amo!
El siguiente extra es para alguien que me dio un regalo especial, aún no lo hago público y espero que no te enojes cuando le muestre tu arte a todas, ¡en verdad quedó precioso! Creo que sabes que te escrito a ti ;3;
En fin, ¡nos leemos mañana! Disculpen por faltar a mi palabra, la semana fue un desastre pero ustedes me ayudan a sobrellevarla y no me gusta tener faltas con ustedes, son demasiado importantes.
Lxs amo~
Atte. Misaki116
Post -data:
Ya tengo cuenta en Instagram (srtamanati) donde estoy activs por el asunto de los días y eso, me da vergüenza aún hablar por mi horrible voz pero creo estar a la altura de la plataforma ;u;
Aunque pronto estaré subiendo mis estupideces :V
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