Colapso

Catorce de febrero, ¡bendito día comercial! Hay tanto color rojo y rosa esparcido en las calles que apenas puedes distinguir los restantes y hay tantos, pero tantos sitios que ofrecen regalos para esa persona especial durante la fecha que a veces es agobiador. Sin embargo para Yixing no.

No podían culpar al menor, tenía a alguien por el cual su corazón se aceleraba, tenía derecho a tener esa pequeña sonrisa en la comisura de sus labios intentando ser disimulada al estar en el metro. Ni siquiera que estuviese apenas sosteniéndose del barandal superior que este brindaba con una enorme cantidad de gente aplastándolo podía quitarle la alegría de llegar al apartamento y preparar algunos postres para el mayor.

Llegó cerca de las cinco y media de la tarde, Pelusa se le lanzó a las piernas en busca de cariño y Asfalto se frotó en sus piernas ronroneando.

- Tengo que apurarme – le dijo a los gatos, caminando apresurado a la cocina.

Junmyeon llegaría a las siete, tenían un compromiso con Chorong y aunque él pusiese excusarse con que debía quedarse en la oficina por el trabajo no iba a dejar al menor con esa bruja, podría hacerle daño.

- Miau.

- ¡Cierto! ¡Cierto!

Puso a precalentar el horno de la cocina ajena, había empezado a mezclar ingredientes sin tomar en cuenta que debía hacer eso antes de preparar el pastel. Al menos Pelusa se lo había recordado.

Terminó con el bizcocho base con sabor a chocolate una hora después, se veía bien y además el vapor que desprendía tenía un olor muy bueno. Al menos había recordado la receta que le había dado Minseok hace unos días antes.

Dejó el postre enfriar en un plato junto al lavadero, de lo contrario no podría decorarlo. Cuando su mejor amigo le dio las indicaciones le dijo que por nada del mundo hiciese la crema antes, que incluso si fuese una pre-hecha podría echarse a perder conociendo su mala suerte, así que le recomendó hacerla cuando la torta base estuviese a una temperatura ambiente. Además que si la colocaba al instante esta podría derretirse y cortarse, anécdota que vivió con Jongdae al hacer la torta para el cumpleaños del chino ya que este se emocionó y decoró el bizcocho, obteniendo un resultado bastante aguado, provocando que esa crema batida ya no sirviese. He ahí la razón por la cual el gato había sido azul y no negro.

Comenzó a ventilar un poco el lugar, pues el olor a chocolate lo delataba, además que el calor emanado por el horno empezaba a sofocarlo un poco.

- Miau.

- ¿¡Qué!?

Empezó a sacudir más rápido las revistas que tenía en la mano, pues Asfalto acababa de notar a Junmyeon subir por las escaleras.

- Hola, Yixing – saludó cuando entró.

El gato plomo se lanzó a recibir cariño, como si encubriese el hecho de que el menor seguía sacudiendo las revistas para ventilar el lugar lo más rápido posible.

- Ho-Hola, Junmyeon-sumbae – lo saludó sonriente con las manos ahora vacías.

- ¿No huele a chocolate? – preguntó olfateando.

- E-Es la señora del costado, m-me ofreció un poco de pastel por la fecha, pero creo que le puso menta – mordió la parte interna de sus mejillas.

- Ah... - asintió con la cabeza – vieja loca – concluyó bajando al minino naranja que se había subido a sus brazos unos segundos antes.

Yixing se apresuró en ir a la cocina y cubrir el bizcocho con un mantel limpio, así daría la impresión de ser el almuerzo que no se comió.

- ¿Y si mejor huimos de Chorong? – suspiró el coreano quitándose el saco del traje -, podemos salir para que no nos encuentre aquí y listo.

- T-También es una opción – respondió aguantando una pequeña sonrisa.

Pero dijeron su nombre, la invocaron.

El timbre de la puerta sonó en el momento en que Junmyeon iba a tomar la mano ajena, obligándolo a apartar su brazo lo antes posible para que el contrario no se diera cuenta.

- Maldición, ¿es ella? – preguntó el coreano apenas asomándose al marco de la cocina.

- Tal vez no nos haya notado – dijo angustiado.

- ¡Oppa! ¡La buena señora del costado me dijo que ya llegaste del trabajo! ¡Vámonos! – se oyó del otro lado de la puerta.

- Vieja loca – gruñó el dueño del apartamento.

No tuvieron de otra que aceptar su destino, no podían evitarla por más que quisieran, ¡esa mujer estaba loca!

El pelinegro corrió a cambiarse la ropa a algo más presentable, no quería burlas de esa bruja ni mucho menos que le diera agradables consejos para verse mejor, de lo contrario perderías a mi Oppa. Cuando estuvo listo le indicó a Junmyeon que vaya a cambiarse el traje en lo que él abría.

- ¡Yixing-ah! ¿Cómo has estado? ¿Ya estás listo para irnos? – habló rápido, sonriendo.

- Hola, Chorong – saludó rígido -. Hola, Sehun.

- Hola – saludó este apenas subiendo sus ojos de la pantalla de su celular.

- ¿Y mi Oppa?

- Aquí estoy – indicó apareciendo solo con haber intercambiado su camisa blanca con corbata a una negra con el primer botón abierto -. Vámonos – atajó.

Bajaron por el ascensor, la mujer con el vestido rojo por encima de las rodillas no dejaba de hablar, de hacer preguntas como ¿ya le regalaste algo a mi Oppa por la fecha? o debes engreírlo mucho, no seas un mal esposo, que no se te quede la costumbre.

Ya en el estacionamiento la recientemente rubia sacó las llaves de un Lamborghini Estoque e hizo que las luces se encendieran dando aviso que el seguro había sido retirado de las puertas. Caminó hasta la puerta del conductor, abriéndola y subiéndose.

- ¿Vas a conducir tú, Chorong? – preguntó el chino nervioso.

- Sip, mi Sehunnie está hablando con un cliente así que yo conduciré esta vez – dijo acomodando el espejo frontal.

Junmyeon y el menor se miraron, ya en los asientos de los pasajeros, bastante aterrados.

- Vamos a morir.

- Ay, qué buen sentido del humor tienes, Oppa – se rio mientras encendía el motor.

Para suerte de todos los que estaban en el vehículo la coreana no se estrelló contra un poste, al contrario, manejó muy serena mientras veía las calles. Al menos no hablaba mucho estando al volante.

- Llegamos, ya tengo reservaciones así que no deberían tardar en atenderos – indicó terminando de estacionar el auto.

Asintieron y bajaron del vehículo. Yixing observó el local igual de refinado que los lugares a los que había ido con Junmyeon durante todo el mes, eran ese tipo de restaurantes en los que tienes un mesero fijo durante toda la velada, esos que hasta te cuentan anécdotas de su vida mientras sirven el vino, también hay servilletas bordadas con el nombre del restaurante ¡y hasta te regalan pan!

El pelinegro avanzó un poco emocionado hasta la gran entrada del lugar, acompañado del mayor que iba detrás de él que llegó a tiempo para empujar la puerta y permitirle pasar. No fue hasta que estuvieron en la recepción que notaron que les faltaban dos personajes.

- ¡Ya estamos aquí! – exclamó Chorong apresurando sus tacones al caminar -, es que a Sehunnie se le olvidó algo.

Asintieron con la cabeza mostrando un gesto disgustado, esperaban que le hubiese dado un infarto que cancelase la cena.

La rubia habló con la recepcionista que llevaba una camisa celeste con un gafete que llevaba su nombre grabado, esta luego de hablar un momento con su cliente les indicó que avanzaran por el pasillo decorado con globos rojos y rosados finísimos, llegando hasta el salón enorme y hermoso que parecía sacado del baile de cierto cuento de hadas donde una princesa pierde su zapatilla de cristal.

- Ahora viene su mesero – indicó sonriente -. Que disfruten de su velada.

Tomaron asiento en la mesa para cuatro, acomodándose para la cena que seguro duraría toda una vida en el infierno.

Un chico de mediana estatura se acercó acomodándose el cabello y trayendo consigo cuatro cartas, este llevaba la misma camisa celeste que la recepcionista con un gafete.

- B-Buenas noches – saludó - ¿Usted es la señorita Park? – preguntó.

- No, se debieron equivocar, soy la señora Oh – sonrió tomando la mano de su esposo.

El joven asintió con la cabeza, sosteniendo mejor las cartas.

- Ya veo, disculpe mi error – ladeó la cabeza sonriente -. Yo soy Luhan, como pueden leer en mi gafete, seré yo quien los atienda esta noche. Espero que nos llevemos bien.

A continuación le entregó un menú a cada uno para luego recitar los especiales de la fecha, del chef y su recomendación personal manteniendo un tono de voz bastante animado.

- ¿Qué vas a pedir, Sehunnie? – preguntó su esposa acariciándole la mejilla y sonriendo.

- La número tres, por favor – indicó devolviéndole la cartilla al mesero.

- Nosotros la número seis – dijo el castaño luego de haber conversado un poco con su esposo.

- ¿Usted, señora Oh? – preguntó acomodando los menús.

- Lo mismo que mi esposo – devolvió también la cartilla -, y traiga también una botella de champaña, por favor. Esta cena amerita celebrar.

- De acuerdo, ahora vuelvo con su pedido – hizo una pequeña referencia antes de retirarse.

El mesero castaño caminó en dirección a lo que debía ser la cocina, desapareciendo en cuestión de segundos. Mientras, Chorong siguió graznando lo hermoso que era estar los cuatro reunidos en una fecha especial.

- ¿No les encanta salir en parejas? – preguntó acomodando sus pulseras y también el cabello a su acompañante.

- Por supuesto – dijo el pelinegro ironizando.

El mayor sonrió soltando una pequeña risa, susurrándole un pequeño estoy orgulloso de ti, joven aprendiz.

- Aquí está su botella de champaña, señora – anunció el mesero.

Colocó la carretilla que llevaba el balde plateado lleno de hielos junto al envase de vidrio a un costado de la mesa, había el espacio suficiente para circular incluso con ese mueble allí.

- Sírvelo, por favor – indicó mientras señalaba con la diestra las copas en el centro de la mesa.

- Como usted diga, señora – sonrió haciendo lo pedido.

Vertió la bebida burbujeante en cada contenedor transparente, colocándolos en frente de cada comensal. Mientras devolvía la botella al balde la coreana se levantó de su silla, tomando su copa y alzándola mientras le daba pequeños golpecitos con su cuchillo.

- Buenas noches a todos – sonrió -, quisiera hacer un brindis.

Absolutamente todos se quedaron quietos, girando a ver a la mujer rubia y esperando a que diese sus palabras.

- Quisiera brindar por todas las parejas felices en esta fecha – sonrió -, porque es difícil tener a alguien a tu lado hoy y yo tengo la suerte de llevar cuatro años casada con este increíble hombre – le palmeó el hombro para que se levantase -, porque no me ha dejado sola durante todo este tiempo e incluso antes de unirnos en matrimonio – ladeó la cabeza suspirando -, ¡Así que brindemos por el amor!

Las personas con copas llenas en las mesas levantaron sus copas, tomando un trago y dando pequeños comentarios como qué lindos u otros como aún quedan parejas duraderas. El chino por su parte rodaba los ojos junto al mayor, intentando mantener una sonrisa frente a la pareja acompañante.

Chorong dejó su copa en la mesa, tomando la mano derecha de Sehun y acercándolo, posando sus labios sobre los ajenos en medio de una sonrisa que todos presenciaron y aplaudieron emocionados.

El sonido de unos pasos apresurados se hizo presente.

- ¿¡Qué haces!?

Con la fuerza suficiente el más alto la apartó empujando sus hombros y soltando su mano, mostrando un gesto enojado. Giró su cabeza en diferentes direcciones.

- ¿Qué sucede, Sehunnie? – preguntó ladeando la cabeza.

La miró con el ceño fruncido y la mandíbula tensa. Se quitó el anillo dorado del dedo anular tirándolo a la mesa, provocando un pequeño sonido al chocar con un plato de porcelana, este rebotó por el salón que permanecía en silencio absoluto.

- Tu farsa y tú váyanse a la mierda.

Apartó la silla con un golpe, saliendo apresurado del salón. Los murmullos no se hicieron esperar.

- ¿Qué acaba de pasar? – preguntó el pelinegro atónito.

El mayor clavó sus ojos en la mujer que ahora reía nerviosa.

- Creo que mucho trabajo hizo que Sehunnie colapsara – dijo relamiéndose los labios.

Junmyeon sonrió.

- No estás casada con Sehun – concluyó.

- ¡¡Sí estoy casada con él!!

Su grito histérico resonó de nuevo en el lugar lleno de personas expectantes.

- ¿Y cómo planeas explicar esto? – soltó una pequeña risa.

- ¡¡Solo tuvo un colapso!! – volvió a levantar la voz.

- ¿De la misma manera que tú? – preguntó el chino enarcando una ceja.

Ambos empezaron a sonreír.

- ¡¡Ustedes tampoco están casados!!

Dentro de su histeria la coreana sonrió de oreja a oreja, respirando aceleradamente y con una alegría inmensa al ver los gestos petrificados de los restantes.

- ¿En serio creíste que me tragaría que alguien como tú se casaría después de todo?

Observó al castaño, colocando ambas de sus manos en la mesa y clavando sus ojos en los ajenos.

- ¡JÁ! – golpeó la superficie haciendo los cubiertos rebotar – Cuando te lo dije en la secundaria estaba en lo cierto; nadie se casaría contigo, adefesio – alzó ambas cejas.

El mayor apartó la mirada con la respiración irregular.

- ¿Dónde conseguiste a Yixing? Seguro saliste a la calle a gritar: ¡Busco a alguien que finja amarme! ¡Por favor! – se rio mordiendo su labio inferior – Y no es que tenga nada en contra de Yixing, para nada – negó con el dedo índice -, es solo que me da pena que lo hayas tenido que arrastrar a tu maraña de mentiras, ¿no pudiste admitir la derrota?

Con las manos temblando el mencionado se hundió en su asiento.

- Y a decir verdad, supieron mantener la mentira mucho tiempo – chasqueó con su lengua - ¿O es que acaso no fingían?

Hizo su sonrisa más grande manteniendo los labios separados.

- ¿En serio fuiste igual de débil que hace años? – se carcajeó frente al gesto asustado del coreano - ¿Te enamoraste? – abrió los ojos sorprendida – Pobre de nuestra rata de biblioteca, ¿dejaste que los sentimientos fueran más fuertes que tu raciocinio? – hizo un puchero.

La gente empezaba a murmurar a los alrededores, ni siquiera el poco personal esparcido se movía para ir a la cocina o siquiera avisar el escándalo que se estaba dando.

- ¿De verdad creíste significar algo para él? – señaló al chino que se mantenía callado – Dime, cuánto le pagas y luego yo misma te explicaré la razón por la que no se ha ido aún de esta mesa.

Tragó saliva, mirando en diferentes direcciones, varias parejas clavaban sus ojos en él sin descaro alguno.

- ¿En serio te dejaste llevar por tu corazoncito?

- ¡No!

Se levantó de golpe, con el corazón haciéndole daño con los fuertes latidos. El pelinegro alzó la mirada, respirando entrecortadamente.

- Nosotros no somos nada – indicó con los dedos temblorosos.

- Al menos no te equivocaste en algo.

La mujer tomó el pequeño bolso que había traído consigo, llevándolo en la zurda.

- Igual perdiste, espanto – sonrió antes de retirarse acompañada del sonido de sus tacos.

Fueron unos segundos en que todo se detuvo, el coreano sintió el peso caer sobre sus hombros y la garganta hacérsele un nudo mientras la gente empezaba a hablar con un tono de voz normal, señalándolo con la cabeza.

Yixing salió corriendo.

- ¡No!

Fue detrás del menor, llegando a tomar su antebrazo solo cuando estaban afuera en la acera vacía frente al restaurante. El auto de Chorong ya no estaba.

- ¿¡Qué quieres, Junmyeon-sumbae!?

Tenía los ojos cristalizados, su cuerpo entero se estremecía y mordía sus labios que también temblaban.

- No quise decir eso – habló con la voz flaqueando.

- ¡Pero lo dijiste!

Un par de lágrimas bajaron por sus mejillas, marcando un trazo en su piel.

- Yixing, yo---

- ¡Dijiste que no somos nada! – espetó sollozando.

El coreano intentó acercarlo, pero fue el pelinegro quien empezó a soltarse poco a poco.

- Y-Ya no tenemos qu-que seguir con esto – negó con la cabeza -, Chorong se fue y, y, y eres libre de seguir con tu vida.

Se limpió el rostro con la mano restante lo cual fue en vano, pues sus mofletes seguían siendo bañados por la sustancia salada que salía de sus ojos.

- Yixing, no---

- Voy a tu departamento – lo interrumpió -, solo dame unas horas y para mañana no estaré ahí.

Soltó sus dedos del agarre ajeno, retrocediendo unos pasos.

- Yixing, no quiero esto – le temblaron las piernas.

- Dile eso a Chorong – sentenció con la voz cortada antes de salir corriendo.

Los sentimientos se le acumularon de nuevo en la garganta, dejándolo sin aliento e inmovilizado. Todo a su alrededor parecía detenerse y querer asfixiarlo. Pasó sus manos por su cabello, desesperado por ni siquiera poder enfocar bien con los ojos aguados.

- ¡Cuidado!

Una mano lo tomó del cuello de la camisa, haciendo que retrocediera bruscamente. Ni siquiera se fijó de quién se trataba.

- ¿Ju-Junmyeon?

Parpadeó repetidas veces, conteniendo las lágrimas e impidiendo que salieran para poder enfocar mejor.

- ¿Sehun? – preguntó con la voz temblorosa.

El nombrado asintió con la cabeza, tenía las mejillas mojadas y los ojos aún brillantes.

- Chorong hizo de las suyas otra vez, ¿no? – se rio en un lamento.

Ni siquiera tenía fuerzas para responderle, se sentía fuera de su cuerpo que no parecía reaccionar.

- ¿Y Yixing?

Oh, esa pregunta lo destrozó más.

- Ya veo – murmuró mientras se limpiaba otra vez las mejillas.

El castaño no reaccionaba, no hacía más que mirar en todas direcciones e intentar respirar, sus piernas le temblaban y no dejaba de mover sus manos frenéticamente.

- ¿Mencionó algo de sus deudas? – preguntó tragando saliva.

- ¿A qué te refieres? – clavó sus ojos en él, dejando de mirar alrededor - ¿Cómo sabes eso?

Sehun se mostró extrañado.

- ¿No te lo dijo? – sorbió su nariz.

Junmyeon negó con la cabeza. Estaba aún más tenso que antes.

- No sé si en verdad lo merezcas, pero te contaré todo lo que sucedió.






[***]

Estoy temblando y mi corazón no deja de latir con fuerza, soy un desastre incluso escribiendo algo que había planeado desde iniciado el fanfic.

Esta episodio va dedicado a  KatMyeon, ayúdame a afrontarlo porque fuiste tú quien soportó mis spoilers cuando nadie te obligó.

Puedes presumir que el capítulo de "Injurias conyugales" en que todo se fue a la mierda es tuyo. Se me aguaron los ojos, así que está muy cargado de sentimientos.

Para mañana, durante la narración de Sehun escuchen «Cough Syrup», el cover de Darren Criss en Glee y para lo que resta «Make You Stay» de The girl and the Dreamcatcher, mejorarán la lectura, lo prometo. Igual dejaré dos comentarios para cada canción avisando que deben darle play.

Y ustedes pensaban que no habría HunHan, no saben cuánto me lo aguanté.

Nos leemos mañana.

Atte. Misaki116

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