Cojín
Yixing recibió la tasa marrón que contenía té humeante, agradeciendo con un movimiento ligero de cabeza.
- Entonces, ¿puedes explicarme con más tranquilidad qué sucedió?
El aludido tomó aire calmando sus pulsaciones, abrazando el cojín que él mismo había bordado y le había regalado a su mayor en navidad hace como dos años.
- Me desalojaron de mi apartamento.
- Oh, Dios.
Minseok se alarmó con solo esa frase de entrada, abrazando al contrario y expresándole palabras de apoyo combinadas entre sí. Desde lejos se podía notar que no podía manejar ese tipo de situación.
- Yo, yo, yo, yo te alojaría hasta nuevo aviso, si es que no te importa el espacio, habrás notado que no tengo mucho espacio y---
- No importa, de verdad, no te voy a incomodar a ti ni a Jongdae.
- Lamento mucho haberte ganado el cupo de compañero – dijo el mencionado soltando un poco de aire.
- De verdad, no interesa.
Finalmente el chino y el chico con el que Minseok se había acostado se conocieron, nada muy memorable ya que ambos estaban cansados. Jongdae por desempacar durante dos días y ajeno a la vivienda por la situación caótica que había vivido la noche anterior.
- El punto es que ya sabía que no podía venir a pedirte un techo ya que tu novio estaba aquí.
- ¡Podías pedirme lo que quisieras! Te hubiese dado mi cama – replicó sintiéndose peor – Y Jongdae no es mi novio – corrigió con las mejillas rojas.
- Bueno...
- ¡Yixing!
El etiquetado como "novio" rio suavemente y caminando en dirección contraria a la sala.
- Les daré su espacio, con permiso.
Ahora el relato siguió con más detalles.
El menor contó que había llegado a las once de la noche luego de un día agotador siendo Yixing para poder recostarse en su cama y dormir hasta la mañana siguiente, sin embargo al entrar en su apartamento el arrendador lo esperaba sentado en el mueble.
Le explicó que tenía una renta atrasada más los recibos de agua y luz de hace unos meses, el pequeño intentó convencerlo otra vez de que podría pagarle, sin embargo el hombre ya no escuchaba excusas. Le mostró su contrato, el cual estaba resaltado en todos los puntos que él había violado con respecto a los pagos; eran más de tres.
- El que me corriera no es nada ilegal y no puedo oponerme – explicó con la mirada decaída – Además que la renta subió y hay una persona que ofrece pagarla a tiempo.
Solo le dio seis cajas, le indicó que empacara las cosas esenciales y que cuando terminara de pagar su deuda lo demás se le sería entregado. Tenía como máximo un mes para reclamarlas o simplemente estas serían tiradas.
- Lo lamento mucho, no sé qué decir.
Sus ojos comenzaron a aguarse ni bien su amigo contó cómo había arrastrado con seis cajas hasta la entrada del condominio en el que vivía y había tenido que pagar un taxi con el dinero que conservaba para su cena.
- Pero, si sabías que no podías venir acá, ¿a dónde fuiste?
- ¡Ahí está lo peor!
Dejó la tasa ahora vacía en el suelo junto al castaño, cubriéndose el rostro con ambas manos.
- Fui al departamento de Junmyeon.
- ¿¡QUÉ!?
Aplastó sus manos sobre su boca y asintió para que el contrario siguiese con el relato.
- Estuve tocando como un idiota durante algo de una hora– habló con la voz titubeante – A eso de la una de la mañana llegó, yo pensaba que solo estaba durmiendo y que no escuchaba el timbre.
Narró cómo lo había recibido, también cuantas veces lloró y la manera en que el coreano le había contado su historia. Procedió rápidamente a la parte en que había quedado entre los brazos del mismo, esa parte de la historia que hacía su voz bajar para evitar oírse a sí mismo describir cómo había estado besuqueándose con su esposo hasta que este se quedó dormido sobre él.
- ¿Se quedó dormido encima de ti?
- ¡Si!
Se sentía falta, su propio orgullo y dignidad estaba por el suelo gracias a lo acontecido.
- Lo llevé a su habitación como pude, luego de estar unos siete minutos debajo de él sin saber qué hacer – lloriqueó con las mejillas rojas de solo recordarlo.
- ¿Y ahí no pensaste en divertirte un poco con él?
- ¡Jongdae!
- Solo era una broma, Min – rio efusivamente el mencionado volviendo a reaparecer en la sala.
Yixing escondió su rostro en el cojín nuevamente, esperando desaparecer de la faz de la tierra.
- ¿Entonces te acostaste con este Junmyeon?
- No – negó con la cara aplastada en la almohada – ¿Qué parte de "se quedó dormido" no entendiste?
- Oh, lo siento, escuché solo lo de "llevarlo a su habitación" y me distraje.
- Pero de todos modos ellos ya se acostaron – aclaró el mayor.
- ¡Minseok!
- ¿De verdad? ¿Cuándo?
- La noche en que ustedes dos lo hicieron.
- ¡Yixing!
- Me la debías.
El de sonrisa con rasgos felinos se quedó pensando, completamente estático por unos segundos.
- Espera, tú eres Yixing, ¿no?
- Si.
- ¿Entonces quién es el de los problemas económicos, Min?
- Es él.
- Mh, pensé que eran dos personas distintas. Creí que no podía haberse acostado con el multimillonario y tener deudas al mismo tiempo.
- ¿¡Se lo contaste!?
- Lo siento – el aludido se hizo agua en el suelo.
Siguieron oyendo al chino, quien entre sollozo y sollozo explicaba con detalles precisos la manera en que había cavado su propia tumba al tener el dulce deseo de saborear un poco más de lo debido los labios de su esposo.
- ¿Y ese gesto qué expresa?
- Es mi cara de aplastado – respondió Yixing volviendo a cruzar los ojos y sacar la lengua como si de un perro atropellado se tratase.
- Ah...
- Si.
Ahora explicaba la escena con ayuda del cojín en el que antes lloraba, colocándoselo encima de la cabeza.
No importó cuánto le suplicó a su amigo para quedarse unas horas más, Minseok se opuso a la idea de que se ocultara en su apartamento toda la vida para no afrontar al monstruo de Kim Junmyeon, tendría que ir a conversar un buen rato con el sujeto, de nada valía atrasar esa charla incómoda. Si pasaba más tiempo el enojo del coreano aumentaría y las posibilidades de que sea más compasivo con su persona disminuirían.
- ¡Suerte! – se despidió Jongdae con un pañuelo en la mano antes de cerrarle la puerta en la cara al recién conocido.
- ¡YO DEBÍ ESTAR VIVIENDO CON MI MEJOR AMIGO! ¡NO TÚ!
Yixing se sentía frustrado con el universo, con sus deudas y con su vida, las fuerzas místicas lo odiaban y por ello le hacían sufrir todo eso. ¿Cómo afrontaría al demonio de su supuesto esposo? Ni siquiera lo había pensado esa mañana cuando la alarma programada en su celular lo despertó en el sillón ajeno, solo atinó a colocarse las zapatillas y salir huyendo como el hombre valiente que siempre había sido.
Ni siquiera tomó un taxi, no tenía dinero para costear uno a la urbanización de primera clase en la que vivía el mayor, fue caminando mientras apreciaba la belleza de la vida; dentro de poco su cuerpo sin vida sería enviado y velado a China.
Llegó agotado mental y físicamente al condominio lujoso que ya conocía en cierta forma. Saludó al recepcionista y subió por las escaleras, quería alargar los últimos minutos de vida que le restaban. Acercó temeroso su mano al timbre y lo presionó cerrando los ojos; ¿las campanas del cielo eran esas?
- Hola, cariño – saludó con la mejor de sus sonrisas.
- Jódete.
Definitivamente eran las del infierno.
- ¿P-Puedo pasar, Junmyeon-sumbae? – preguntó temeroso.
- Supongo.
Dio el primer paso con los dedos temblándole, en realidad era todo su cuerpo el que no podía mantenerse quieto, esos malditos espasmos en sus piernas y brazos ahora se veían patéticos.
- Cierra la puerta – ordenó.
Así lo hizo, con el mayor de los cuidados para no hacer ruido. Observó como el castaño se alejaba a paso normal en dirección a la cocina, siguió su rumbo para no desperdiciar más tiempo.
- Junmyeon-sumbae – inició – Siento mucho lo que hice ayer, no quise---
- No quiero que me recuerdes lo sucedido – explicó, el chino tragó saliva a medida que el contrario se acercaba rodeando la isla correspondiente a la habitación – No quiero que menciones lo que te conté, de mi tiempo en la secundaria, lo que sentí por esa bruja y por todo el manoseo que hubo ayer.
Intimidado, el menor asintió cuando el coreano se hallaba a tan solo dos pasos de él.
- Y por tu bien debes olvidar eso o te mandaré a China por tierra.
- Pero no se puede---
- Exacto.
La mirada gélida acompañada del ceño fruncido de Junmyeon lograban hacer que el cuerpo ajenos e tensara, incluso arrugando la tela de su pantalón para evitar echarse a llorar como haría siempre.
El mayor se dispuso a irse a su habitación, sin embargo Yixing tomó la cinta perteneciente a la bata que llevaba para impedir que avanzara, lo hizo más por reflejo que por la confianza que supuestamente le tenía. Se arrepintió segundos después.
- ¿Qué? - gruñó.
- Sobre las cajas, quisiera preguntarte algo, pero si no tienes tiempo podemos discutirlo en otra ocasión.
- Ya me interrumpiste; escúpelo.
Relamió sus labios observando cómo el contrario cruzaba los brazos.
- Ayer me corrieron de mi departamento, n-no sabía a dónde ir ya que Minseok, mi mejor amigo, ya tiene un compañero de apartamento y además que siempre le doy cargas con mi vida – habló atropelladamente – N-No tuve otra opción que venir aquí – la mirada del coreano se volvió oscura – Di-Digo, la opción más viable era venir aquí, no es que no tuviese otra opción, pero no tengo dinero para un hotel, un almacén o mucho menos unos periódicos para dormir en la calle, así que esperaba que me recibieras.
Respiró agitado, con los hombros tensos y los ojos picándole por la necesidad de eliminar lágrimas acumuladas.
- Lo siento.
Junmyeon bajó sus brazos, soltando una risa en forma de suspiro.
- De verdad que tu vida es triste.
- Lo sé – arrugó su pantalón holgado – S-Solo esperaba que lo entendieras.
Fueron al menos treinta segundos en silencio puro, un ambiente de completa tensión para el pelinegro.
- ¿Pretendes que te dé techo?
- Si puedes, por supuesto.
- Podría pensarlo, incluso lo haría rápido si tus ojos llenos de lágrimas no me distrajeran.
Yixing cerró con fuerza sus ojos, limpiándolos con sus mangas velozmente para no dejar ni una gota salada escapar y permitir la burla del contrario.
- Solo quiero ir a ver algo de televisión antes de que el fin de semana acabe, así que por el momento no es un inconveniente.
El menor no pudo evitar dejar una sonrisa escapar.
- ¡Gracias!
Se lanzó sobre el cuerpo ajeno, abrazando al castaño y dejando su estrés escapar poco a poco. Se detuvo en unos segundos, abriendo los ojos de golpe y dándose cuenta de lo que hacía.
- ¡Lo siento, lo siento, lo siento! – lloriqueó soltando el torso del alto, volviendo a alejarse.
- Eso fue innecesario.
- Disculpa, no me controlé.
No tardó en retomar el hilo de la conversación.
- Puedes quedarte a dormir en mi sillón a largo plazo por ahora, pero cuando tengas que fingir ser mi esposo frente a ChoRong no te pagaré lo mismo – el aludido asintió – Tienes derecho a comidas, uso de agua y electricidad, pero dependiendo de cuánto consumas de estos tu paga será reducida – volvió a asentir – Tus cosas las puedo poner en mi cuarto, pero solo lo esencial como ropa, lo demás irá al clóset.
- De acuerdo.
- ¡Ah! Y tus suéteres espantosos no podrán ser guardados en ninguno de mis cajones.
- ¡Pero!
- Si veo uno solo ahí se cancela todo.
- Está bien.
El peso en los hombros de Yixing era mucho menos, ahora tenía donde vivir. Después de todo no había sido tan malo.
- Ahora si me permites, iré a ver televisión.
- Seguro – suspiró – Pero...
- ¿Mh?
- ¿Tú no usas lentes para ver una pantalla? Digo, mencionaste que antes usabas lentes gigantes.
Y tenía que meter la pata.
La vena en la frente del coreano se hizo presente, tomando el cuello de la playera que llevaba puesto el menor y arrastrándolo hasta la puerta de su apartamento.
- Te dije que no mencionaras nada – gruñó soltándolo afuera de la vivienda.
- ¡L-L-Lo siento! ¡No-No lo recordé!
- Es una pena.
Cerró la puerta fuertemente, causando un golpe seco.
- Ah, tendré que volver a la casa de Minseok – sollozó.
- ¡Si te mueves de ahí se cancela el trato y vendo tus cosas por internet! – gritó el castaño desde el interior del apartamento, aun así fue audible.
El chino golpeó su cabeza en la puerta, escurriéndose hasta el suelo. Ese sería un día muy largo.
Doce horas después.
Eran ya las once de la noche, Junmyeon ahora se sentía completamente recuperado y listo para disfrutar de una tasa con el café que tanto le encantaba, un pequeño impulso para dormir y al día siguiente empezar un lunes con los mejores ánimos que se permitiera.
- Oh, espera.
Se detuvo de camino a su habitación, dejando la tasa celeste en una de las mesitas decorativas de la sala.
Abrió la puerta, esta se alivió de un peso; el menor yacía dormido en el suelo de costado, apoyando ligeramente su espalda en el mueble de madera fina que representaba la entrada al lujoso apartamento del coreano.
Soltó una risa suave, agachándose y levantando el cuerpo ajeno, este solo se dejó llevar, inclusive rodeando con sus brazos entre sueños y de manera instintiva el cuello del coreano, recostando su cabeza a un lado y siguiendo con su descanso.
Caminó hasta el mueble que ahora ocuparía el pelinegro, recostándolo con cuidado. No tardó en traer una almohada y una colcha para que siguiera con su reposo hasta el día siguiente.
- Buenas noches, Yixing.
[***]
Como que las actualizaciones están siendo muchas, croe que deberías dejar abandonado el fanfic un par de meses, ¿ustedes que dicen? ¡Tranquilicen las overchanclas! ¡No era en serio!
Si se darán cuenta o supongo que pensarán, el fanfic ahora tomará un nuevo rumbo.
¿Cómo será la convivencia entre esos dos? Solo yo lo sé, MUAJAJAJAJAJA.
¡No me peguen!
Esta capítulo va dedicado a @xXiuminax, quien cumple años hoy, ¡Feliz cumpleaños! Espero que la actualización haya alegrado un poco tu celebración, espero no robar tu atención durante la fecha festiva.
Y un saludo a @Nitsuji1, yo quiero leer tus conspiraciones, no importa si eres nueva, ¡yo te doy la bienvenida con los brazos abiertos!
¡Mañana es mi cumpleaños! ¡Ah! Me-mue-ro.
Ah, espero poder actualizar mañana para recibir al menos un par de saludos en los comentarios, me harían muy bien ;u;
-Puedo decirles cuántos cumplo 7u7-
En fin, me despido y espero que esto sirva para que el lunes no sea tan malo.
¡¡Nos leemos!!
Atte. Misaki116
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