Capitulo 4
CAPITULO 4
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Cuando el conde aceptó el desafío que Ragnar le mandó a través deFloki, cuando toda la familia de este lo rodeó para verlodespertarse aquella mañana y comprobar como estaba, Athelstan nopudo hacer lo mismo. No pudo permanecer allí sabiendo que encualquier momento, en aquella estúpida pelea, podía morirdefinitivamente, sabiendo que no estaba del todo recuperado de susheridas.
En su defecto, prefirió perderse durante unos momentos entre losarboles cercanos a la casa de Floki, queriendo rezar a solas. Queríatener un tiempo en privado para hablar tranquilamente con Dios,tratar de reconciliarse con él y que le cumpliera sus ruegos, ya queRagnar tan desesperado parecía estar de que alguien lo matara.
Rezó y rogó con fervor, como pocas veces se había recordadohacerlo, mirando al cielo.
-Por favor, Dios. Sé que nos has ayudado mucho hasta ahora y que notengo ningún derecho de seguir pidiéndote más favores. Pero,incluso en medio de estos paganos que no creen en ti, ese hombrepuede acabar creyendo en tu gloria. Todo lo que necesita es el tiemponecesario en este mundo para poder hacerlo. No permitas que muera enesta batalla y haz que sus heridas aguanten este asalto.
El cielo se encontraba cargado de nubes, como si fuera a llover enalgún momento, pero no sabía si ese tiempo significaba que Diosestaba molesto por sus continuos ruegos o que era una señal paraindicarle que le estaba escuchando.
-Ni siquiera te estoy pidiendo esto por mí. No sé porqué pero, lamera idea de que ese hombre desaparezca de este mundo me horroriza yme horroriza aun más tratar de pensar porqué pienso eso. ¿Es esteuno de tus designios? ¿Es un modo de comunicarte con estas gentes através de mi? ¿Es normal que me sienta de este modo?
Pero todo lo que oyó fue un trueno lejano, como si fuera Thor el queestuviera escuchando sus ruegos y no Dios.
-Por favor, si ambos estáis ahí arriba, si todos estáis arribaobservándonos, no lo abandonéis. Protegedle un poco más, hasta queel peligro haya pasado- se atrevió a pedir.
En aquellas tierras realmente sentía como si hubieran otros diosesgobernando, como si estos otros pudieran oír sus oraciones y, dehacerlo, no perdía nada en rogarles también a ellos. Después detodo, Ragnar era uno de los suyos, por lo que tenía másposibilidades de que lo escucharan.
-Y, por favor......acabad con estos sentimientos extraños quealbergo. Decidme qué son y qué significan. ¿Por qué los tengo?.
Una nueva mirada al cielo le hizo sentir como si aquellos diosespaganos lo estuvieran contemplando desde aquellos cielos e, incomodo,bajó la vista al suelo, apartando los ojos de ellos.
-Por favor, Señor. Protégelo. Solo te ruego eso.
Ante aquella ultima frase, oyó un ruido a su espalda y, arrodilladoen el suelo como había estado, rezando, se volvió para descubrirque el intruso que le había estado escuchando no se trataba de otromás que de Floki, que no parecía muy feliz por verle rezando a susDios.
Sin embargo, Athelstan no se atrevió a decir nada, pensando encuanto habría oído este de sus oraciones, y el nórdico se internóen la casa, queriendo perderle de vista.
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Cuando llegaron a Kattegat, ya había un grupo de hombres y mujerescongregados, esperando ver un gran espectáculo, percatándose de queRollo parecía haber sido liberado para contemplar aquella batallatambién.
Nadie trabajó aquel día, esperando ver cual sería el destino dealguno de aquellos dos increíbles hombres. Nadie pescó ni hubomercado. Nadie perdió el tiempo en ir a comprar cosas ni prepararonlos botes. Solo se concentraron en aquella pelea, reuniéndose engrupos para comentar lo que iba a pasar y quién podría resultarvencedor.
Cuando Ragnar llegó al muelle con su mujer y sus hijos, ya queAthelstan se había adelantado al lugar con Helga, Floki y Torstein,el nórdico caminó hacía él, sin duda notando la preocupación ensu expresión, colocándole una mano en el hombro, infundiéndolevalor mientras él solo trataba de encontrar algo que decir.
-No te preocupes tanto- le aseguró Ragnar.
Pero....¿cómo pretendía que no se preocupara? Solo verle llegarcojeando hacía el lugar del combate hacía que se le hiciera un nudoen la garganta, sabiendo que Lagertha compartía con él el mismonivel de angustia. Cualquier mal paso, cualquier despiste por culpade alguna de sus heridas, aun demasiado frescas, y Ragnar caeríasobre aquella tierra, sin que pudiera hacer nada para evitarlo.
Pero, inútilmente, solo pudo permanecer al lado de Floki y elTuerto, permaneciendo en un lugar alto donde poder verlo todo sin quenadie se le interpusiera delante. Si tenía que presenciar aquellalocura, no quería perderse nada.
Fue aun más preocupante ver como llegó el conde, seguido de susequito. Sin quitar de su rostro un gesto de pesar, pudo comprobarque, aunque este fuera un anciano, aun estaba en muy buena forma.Había sido un guerrero toda su vida y eso no se perdía de un díapara otro. Algo del antiguo fuego quedaría aun en él y, seencendía....... No sabía si quería saber el final de esa idea.
Tuvo que sorprenderse cuando vio que era Ragnar el que atacabaprimero, pero, a pesar de sus movimientos, tan fieros y certeros,este seguía herido. Y eso significaba que no estaba al completo. Siel conde le golpeaba demasiado fuerte en el lugar equivocado o dabaun mal paso, podía perder el arma o caer al suelo.
Y sintió que su alma escapaba de su cuerpo cuando vio que su espadase partía. Era como si los dioses en los que confiaba le hubieranarrebatado sus favores.
Ambos hombres se golpearon hasta que los escudos se destrozaron,tirándolos ambos al suelo, perdiendo así la única defensa quecontaban contra las armas del contrario. Y cuando Ragnar tiró suarma y el conde hizo lo mismo, fue como presenciar una de lasbatallas de aquellos gigantes de los que le habían hablado.
Las hachas ocuparon el lugar de las espadas y la gente empezó aanimar a los combatientes. Hasta Bjorn animó a su padre, casi apunto de perder los nervios.
Cuando vio que el hacha del conde hería a Ragnar, el mundo empezó agirar bajo sus pies, sintiendo como si todo perdiera su consistencia,viendo como el propio Ragnar contemplaba la herida como si nuncahubiera visto nada semejante. Pero eso no bastó para frenarle yparar sus acometidas.
Y cuando su hacha cortó la espalda del conde, Athelstan solo contuvoel aliento, esperando ver a este caer al suelo y que aquel terriblemomento pasara de una vez. Ni siquiera fue capaz de pensar en rezaren aquellos instantes, con casi nada de aliento. Solo el airesuficiente para continuar con vida entraba en él. Ragnar searrodilló a los pies de su enemigo. Y, cuando lo vió cortarle lasvenas de un brazo, supo que todo había acabado.
La esposa del conde corrió hacía él cuando le vio hacer aquello,pero ya no había nada que hacer. Ragnar había vencido y su esposoquería tener una buena muerte.
Cuando uno de los hombres del conde exigió que mataran a Ragnar,Rollo no perdió tiempo para coger un hacha y clavársela al hombreen el pecho, silenciándolo para siempre. Después de lo que estehabría pasado en sus manos, no se le podía reprochar esecomportamiento.
Y Siggy no perdió tiempo para aprovechar y matar al marido de suhija, que se encontraba justo delante de Athelstan, observando comoel hombre no se había esperado aquella puñalada, solo pudiendocontemplar el cadáver justo a sus pies, mirando hacía Floki y a losdemás, preguntándose si esta podía hacer aquello sin ningúncastigo.
-Yo te saludo, conde Ragnar- murmuró la mujer, colocándose junto aél, solo con el sonido del oleaje matando el sonido de su voz.
Este permanecía aun arrodillado en el suelo, contemplando el cuerpode su enemigo caído, como si aun no se creyera cual había sido elresultado.
-¡Yo te saludo, conde Ragnar!- gritó esta, finalmentearrodillándose a sus pies, haciendo que el resto de personas a sualrededor la imitaran, elevando el mismo grito.
Athelstan corrió a realizar aquel saludo, como todos los demás.Después de todo, veía a este, en cierta forma, por encima de él,como si el nórdico estuviera siempre caminando por delante de símismo, dirigiéndose a un lugar donde no podía alcanzarlo por muchoque corriera.
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No se tardó en ir al salón del antiguo conde para que todoscomprobaran quien era ahora su nuevo señor, jurándole su fidelidad.Fue casi como si todos dieran por sentado que así debían de ser lascosas y, en silencio, dejaron que Ragnar y su familia entraran en lasala y se colocaran ante las sillas que le anunciaban como el nuevoconde.
Athelstan los contempló a todos apoyado en una columna frente a lassillas, subiendo en alto para tener una buena visión de todo, viendocomo la gente gritaba que se sentara. No aceptarían que este era elnuevo conde hasta que no se hiciera con esa silla. Pero no pudo decirque la estampa le molestara en absoluto. Contemplar a toda una sala,aceptando a Ragnar como a su nuevo señor, era algo digno de verse.
Extendiendo sus brazaletes hacía él, los hombres no perdierontiempo de mostrar su fidelidad a este y el nórdico no tuvo ningúnproblema en asegurarse de esta, pues los primeros en hablar fueronlos que siempre habían creído en él. Y concedió el favor dellevar a uno de los ancianos a su próxima incursión, pues estedeseaba morir en batalla.
Su discurso fue tan conmovedor, hablando sobre como todos suscompañeros lo habían dejado atrás, que nadie se opuso cuandoRagnar pidió la opinión de los demás ante aquello.
Notó que algo ocurría cuando Rollo le presentó su fidelidad a suhermano y ambos se abrazaron, pero, desde donde se encontraba, nopodía saber qué era lo que estaban diciéndose. Solo pudo pensarque, fuera lo que fuera, no había contentado a Ragnar y pensó enanalizar aquello más tarde, cuando acabara de agradecer a Dios elfavor que le había concedido.
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Los preparativos para el funeral del fallecido conde se hicieron portodo lo alto, digno de un rey y, aunque Athelstan no lo entendió alprincipio, Ragnar le hizo abrir los ojos, enseñándole cosas nuevasdel mundo que ahora compartían.
El nivel de fidelidad que un esclavo podía sentir por su amo,incluso ofreciéndose voluntaria para morir junto a él, dejándosepasar de cama en cama por los hombres que decían haberle amado eraalgo que lo sorprendió, admiró y horrorizó por partes iguales. Lascostumbres nórdicas hablaban de una fidelidad así continuamente,confiando los unos en los otros y, por un momento, entendió porquelos ingleses no habían podido contra ellos.
Por mucho que fueran un grupo grande o mayor que ellos, no había esaunión, ese respeto que ellos sentían entre sí. No admiraban alguerrero que tenían junto a ellos ni esperaban que estos defendieransus espaldas de ser necesario. No se podía ganar nada de aquellaforma.
Sin embargo, no pudo decir que le hiciera la menor gracia conocer ala mujer a la que llamaban ''el ángel de la muerte''. Ella fue laencargada de sacrificar a la esclava, esperando hasta que esta afirmóque veía a su señor en el Valhalla y que la estaba llamando,pidiendo que la permitieran ir con él, para poder cortarle elcuello.
Observó toda la ceremonia, incluso la cremación de los cuerposmientras la nave en la que partían era empujada hacía las aguas,pero, aun así, no pudo evitar besar la cruz que llevaba colgada alcuello, rogando por sus almas. Las viejas costumbres no desaparecíanfácilmente de él.
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Días después, cuando parecieron acostumbrarse en su nuevo hogar,incluso pasando frío dentro de la gran casa si no permanecían cercadel fuego, pues el espacio era demasiado grande para un fuego tanpequeño, Athelstan se volvió a atrever a preguntar sobre algo quenadie aun se hubiera atrevido a responderle.
Él estaba sentado cerca de Lagertha y Gyda. Y Ragnar, que habíaestado hablando con Bjorn, se acercó al fuego, permaneciendo de piejusto frente a él. No parecía haber un mejor momento que aquel.
-Ragnar, he oído muchas de vuestras historias, pero, dime... ¿Quées el Ragnarok?
Todas las personas presentes parecieron paralizarse durante unmomento, como si hasta el mismísimo tiempo lo hubiera hecho ante supregunta.
-Lo he oído mencionar varias veces, pero nadie me ha explicado loque significa- se justificó cuando todos los ojos se dirigieronhacía él, casi como si hablara de algo que no debiera.
-Mostremos a este ignorante cristiano lo que es el Ragnarok- afirmóRagnar, mirándole.
Ambos permanecieron mirándose durante unos segundos, unos segundosque, para Athelstan, parecieron extenderse en el tiempo. Pero, alfinal, fue el propio Ragnar el que rompió el silencio.
-Traed las hojas.
Y alguien lanzó algo al fuego, sintiendo, durante un ridículomomento, que nada le sería negado de pedírselo a Ragnar en elmomento adecuado.
Un humo espeso y pesado empezó a elevarse del hogar, amenazando conasfixiarle, y una figura emergió desde la oscuridad de la casa,hablándole sobre el ocaso de los dioses, pues eso era lo quesignificaba Ragnarok; el fin de los dioses. El fin del mundo. Almenos, tal y como lo conocían hasta entonces.
Oyó como combatiría Odín, como los guerreros del Valhalla saldríande aquel gran salón, dispuestos a batallar por ultima vez, como ellobo Fenris, hijo de Loki, rompería el cielo con su gran boca y comoThor y la serpiente de Midgard batallarían. Odín moriría a manosde Fenris y Thor en manos de la serpiente, por culpa de su veneno,cuando él consiguiera matarla. La tierra se inundaría y ardería. Yel barco de los muertos, venidos del infierno con Hel, la hijamonstruosa de Loki, se alzaría, formado con las uñas de losmuertos.
El humo nubló sus sentidos y aquella voz se hizo demasiado real paraél mientras gente disfrazada con pieles comenzó a bailar a sualrededor. No pudo evitar gritar, lleno de terror.
Pero cuando aquel humo se disipó y la gente volvió a la normalidad,vió sonrisillas dirigidas hacía su persona. Al parecer, ni losniños reaccionaban de aquel modo al conocer el final de todas lascosas. Pero, entre aquella voz, sus ojos confusos y la gente quedanzaba a su alrededor, había sido algo inevitable.
Menos mal que Ragnar y los demás guerreros no tardaron en partirhacía Inglaterra, dejándole mascar su vergüenza mientras sequedaba cuidando de Bjorn y Gyda, al lado de Lagertha.
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Esta demostró ser una gobernante sabía, sabiendo como hablar ybuscar el modo para que nadie recibiera un castigo injusto. Aunque,contra ella tuvo que decir que hubo ciertos sucesos que no lehicieron demasiada gracia.
El hecho de que intentara colocarle un hijo bastardo a un hombrediciendo que un dios le había concedido el honor de darle semejanteregalo, acostándose con su mujer, le pareció abusivo, aunqueentendió también que la mujer no parecía haber ido queriendo a lacama con ese hombre que un día apareció en su casa. O eldesconocido la había forzado o su marido se negaba ahora a aceptaral niño porque no se parecía en nada a él.
Lagertha incluso aceptó a Siggy como una criada más, demostrándoleque esta, al igual que su esposo, era una gran mujer, justa cuando locreía necesario, brutal cuando se la ofendía.
Nunca había visto una pareja mejor hecha que la de Lagertha yRagnar. Era como si sus dioses se hubieran puesto de acuerdo parajuntarlos, creando al hombre y a la mujer que todos debían admirar yrespetar, siendo un ejemplo a seguir.
Y, aun pensando en ello, llegó el día del parto de esta, el 3ºhijo de Ragnar que traería al mundo.
Al principio, no supo qué pasaba. Las mujeres corrían arriba yabajo, como era lo normal en los partos. Esta había estado teniendosíntomas desde hacía varios días, anunciando que llegaba elmomento. Pero, cuando las veía pasar, con sangre en las manos, algole indicó que no todo marchaba como era lo normal.
-Yo también seré una mujer dentro de poco- le contó Gyda, jugandocon ella a uno de sus juego de mesa.- Dentro de poco, podré traerniños al mundo como mi madre.
-Eso esta muy bien. Pero solo cuando encuentres al hombre adecuado-le indicó, aun mirando con cierta preocupación como las mujeresiban de arriba a bajo, viendo como Siggy también parecía correrhacía la sala donde Lagertha estaba dando a luz.-Tu padre jamástoleraría un hombre que no fuera indicado para tí.
-¿Y.....si eligiera un hombre que le gustara a mi padre?- lepreguntó esta tímidamente, haciendo que Athelstan volviera los ojoshacía ella.
Bjorn no había soportado quedarse allí esperando, así que habíasalido a la calle, buscando a otros jóvenes de su edad, quedándoseambos a solas en el gran salón.
-Tienes que tener cuidado con lo que dices, Gyda. La gente podríamalinterpretar tus palabras- le indicó este, tratando de tomarseaquello como una broma.
Había notado que la niña le tenía un gran aprecio y en rarasocasiones se alejaba de su lado. Pero una cosa era apreciarlo comocualquier miembro de su familia, pues vivía con ellos, y otra muydiferente que empezara a sentir por él cosas que una mujer deberíasentir por un hombre, colocándole en un lugar complicado en aquellasituación.
Apreciaba a la niña, ¿cómo no hacerlo, cuando era tan dulce yagradable como un rayo de sol?, pero eso era una cosa y otra muydiferente que lo viera como hombre. No solo era que, para él,aquello fuera imposible, si no que Ragnar le mataría si supiera quesu hija, la única muchacha que tenía, se había enamorado de unesclavo cristiano. Estaba seguro de que se sentiría decepcionado conél. O, peor aun, podría felicitarlos por ello, considerando elaprecio que este también sentía por él, y darles su bendición,algo que él odiaría. Pensar que este podría dejarle marchar conalguien más casi le causaba un dolor físico en el pecho.
-No estoy diciendo locuras. Cuando me convierta en una mujer, querránque me case y tenga hijos. Mi padre siempre dice que mis hijos seránpreciosos. ¿No crees que pueda hacerlo?- le preguntó esta, conaquella vocecilla suya.
-Claro que podrás. Pero dentro de muchos años y con alguien que deverdad te merezca- le aseguró, dirigiéndole una sonrisa placida.
Sin embargo, su cara se descompuso y se puso en pie cuando vio llegara las mujeres que habían estado ayudando a Lagertha a dar a luz,negando con la cabeza y con aire de pesadumbre, abandonando el juegoy acercándose a ellas para saber lo que había ocurrido.
No quería ni imaginar que algo malo le había ocurrido a la madre oal bebé.
-Hemos hecho lo que hemos podido, pero el niño no ha sobrevivido.Aunque ella se pondrá bien. Es una mujer fuerte. Y podrá tener máscriaturas- le aseguró una de las mujeres, limpiándose las manos conun trapo.
Sin embargo, Athelstan perdió el color del rostro al oír aquello.
El niño....¿Muerto? ¿Cómo debía de estar sintiéndose Lagerthaen aquellos momentos? Y, aun peor, ¿quién le daría aquella noticiaa Ragnar?.
Notando a Gyda a su lado, solo pudo apretar a la niña contra sucostado, dejando que pasara un poco de tiempo antes de que seaventuraran a entrar al cuarto y ver como esta se encontraba. Despuésde todo, necesitaría su tiempo para lamentarse antes de poder dar lacara a nadie después de la perdida de una criatura tan esperada.
Findel capitulo 4
Séque esto ultimo me lo he inventado, pero quería dar otra perspectivaa la perdida del 3 hijo de Ragnar, que, como ya vimos, fue bastantehorrible para Lagertha. Pero....¿y Athelstan? ¿Y sus hijos? Eso nolo vimos. Del mismo modo que yo siempre sentí que Gyda sentía algopor Athelstan. Le apreciaba mucho y los dos tienen un carácterapacible. Si no fuera porque veo que este se inclinaba tanto hacíaRagnar, hubieran sido una pareja perfecta. Es posible que haga hastaalguna historia donde ella no muera y acaben juntos. De verdad que meparecía una niña adorable y no sé... Me dió mucha pena lo quepasó con ella.
Deverdad que me conmoví muchísimo cuando vi al anciano hablando sobrecomo todos aquellos a los que habia conocido habían muerto enbatalla, dejándolo a atrás. Me sentí fatal por él, pues era comosi los dioses le indicaran que no lo querían en el Valhalla. Menosmal que eso se solucionó, porque era de esos hombres que te dabancomo ternurilla, ¿sabéis? Me lo imaginaba como ese abuelo que te dadulces aunque tus padres le digan que no lo haga o te da dineroaunque sepa que te lo gastaras en cualquier tontería, soloqueriéndote ver feliz. ¿Sabéis a lo que me refiero?
Aunquelo que no entiendo es porqué Adelstan se colocó tan lejos de Ragnary su familia cuando este entró en la gran casa del conde, ganándoseel lugar. Aunque ya no sea su esclavo, sigue siendo parte de sufamilia, así que esperaba que estuviera junto a ellos y no en laotra punta de la habitación. ¿Qué demonios estaba haciendo allí?¿Indicándole a este que no se consideraba parte de su familia? ¿Quéno quería que lo relacionaran con un esclavo cristiano mientrasascendía a conde?. No sé.
Alhablar del Ragnarok, no solo he hablado de lo poco que se vio en laserie, si no que he contado un poco más de lo que ya sabía yo. Lobueno del Ragnarok es que, aunque los dioses que ellos veneranmueren, los hijos de Thor sobreviven y dos hijos de Odín tambien,los cuales formaran una nueva Asgard cuando los mundos dejen dearder. Los mares volverán a su lugar, la tierra se cubrirá de pastoy dos humanos que sobrevivieron repoblarán la tierra ¿Os suena dealgo? También sé que los nórdicos cortaban las uñas a sus muertosporque, como ya he dicho, con sus uñas se hacia el barco de Hel ypensaban que, cortándoselas, retrasaban el Ragnarok. Echad cuentasde todos los muertos que ha habido después sin que hicieran eso.Vamos, que tiene que ser un pedazo barco de la leche.
Pero,en fín. Os dejo ya y me pongo con el siguiente capitulo. Bye!!!!!
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