Capitulo 13
Aquí estamos, con la3º temporada. Se comentará lo que tiene que ser comentado sobreesta, pero eso será al final del capitulo. Mientras tanto,disfrutadlo.
CAPITULO 13
.............
Tras el hecho de que Ragnar ascendió a rey, la ciudad crecióexponencialmente. Muchos hombres viajaban para asegurarse su lealtady hubo otros que se quedaron para luchar con él. Su fama se extendióuna vez más y tanto su mujer como sus hijos podían respirar conalivio por el hecho de que se encontraba con vida.
Sin embargo, el nórdico no pareció muy emocionado con su nuevaposición. Había ascendido, sí. Pero él nunca había ambicionadoel poder. Solo quería lo mejor para su gente, proteger a su familiay tener tierras que les dieran alimentos y un lugar donde poder viviren paz. Las batallas estaban bien para los jóvenes que tenían lasangre caliente, en busca de guerras y honores a ojos de los dioses,pero él ya estaba cansado de sangre. Quería poder dejar un lugarprospero a quién viniera detrás de él.
Athelstan y él habían hablado de eso muchas veces. Después de loocurrido con Horik y con la llegada del invierno, no tenían muchomás que hacer que hablar en aquel lugar tranquilo y perdido, mirandola cascada, sabiendo que nadie más que ellos conocía aquel lugar.
-¿Crees que Bjorn será un buen rey si tiene que sucederte?- lepreguntó el sacerdote, sentados ambos en el suelo, contemplando elagua caer.
Estaban sentados hombro con hombro, con el brazo de Ragnar sobre sushombros, tratando de alejar un poco el ambiente frío que lesrodeaba. Si se veían para algo más intimo que una charla entreamigos, iban a la casa del cristiano, siempre por la noche, pues porel día siempre parecía que había alguien que lo buscara parahablar de algo importante con su rey. A Athelstan le había hechogracia al principio, viendo lo frustrado que se sentía Ragnar alquerer quedarse a solas con él y no poder tanto como le gustaría.Pero, con el tiempo, acabó estando tan molesto con la gente comoeste.
-Por eso estoy haciendo todo lo posible ahora. No quiero que hayademasiados problemas cuando yo falte. Es un buen chico, sabe pelear,pero se deja llevar demasiado por las pasiones- comentó el nórdico,mirando el agua que caía.
-¿En serio? ¿Él es el que se deja llevar por las pasiones?- lepreguntó Athelstan con cierto todo sarcástico en la voz, volviendosus ojos hacía este, recordando que más de una vez se habíaquedado dormido en su casa, teniendo que correr junto a Aslaug paraque la princesa convertida en reina no sospechara nada.
Ragnar lo miró, dirigiéndole aquella sonrisa de medio lado que lehacía verse animado, pero en seguida desapareció, como ocurríacada vez con más frecuencia. La corona, quisiera este o no, pesaba ypasaba factura, incluso para alguien que tenía sus ideas tan clarascomo él.
-Hay cosas que tengo que dejar solucionadas. Si lo dejara en manos deBjorn, se dejaría llevar por el momento y cometería errores.Incluso cuando le he dicho cientos de veces que tiene que aprender apensar solo con la cabeza- comentó, con cierto disgusto, puesconsideraba que aquella era una lección que su hijo necesitabaaprender con urgencia.
-No creo que hiciera las cosas tan mal como tú crees- le defendióAthelstan. Conocía al chico desde niño y, aunque era cierto quetenía muchos arrebatos, estaba seguro también que era de los pocoshombres de confianza con los que Ragnar podía contar.
-Me lo llevaré dentro de poco a las montañas para endurecernos-comentó el rubio, volviendo a mirarlo.
-¿Hay otro enorme enemigo que superar?- comentó Athelstan,dedicándole una sonrisa mientras recordaba que ya había hechoaquello cuando había luchado contra su conde.
-Siempre hay enemigos que superar. Parece que no se acaban nunca-comentó este, dirigiéndole esa sería mirada, indicándole quehablaba en serio sobre el asunto, borrando la sonrisa de Athelstan alcontemplarlo.-Además, aun nos queda por visitar la tierra de losfrancos, ¿no es así?
El sacerdote asintió, pues había sentido aquel aire de amenaza enél, como si presintiera el peligro. Pero Ragnar acabó rompiendo ladistancia que los separaba, depositando un beso rápido sobre suslabios. Y luego otro más. Y otro hasta que ninguno de los dospareció querer separarse del otro, notando como el brazo de Ragnarrodeaba su cuello mientras Athelstan se aferraba a él.
Él iba a estar fuera de la ciudad, lo que significaría que estaríandías sin verse, algo horrible para los dos, por lo que dejaron salirsu pasión en aquel lugar.
No pudieron deshacerse de las ropas por causa del frío. Inclusoaunque sintieran sus cuerpos calientes en aquel momento, perdidos enlos labios del otro, con sus manos buscándose por debajo de la ropa,sabían que acabarían congelados si se desnudaban. Así que, aunquefuera algo frustrante para ellos, solo pudieron conformarse conacariciarse por dentro de sus ropas, besando los labios del otro,devorándose en la medida de lo posible, sabiendo que aquello soloera un parche para cuando pudieran volver encontrarse dentro de unacasa caliente y con una cama cómoda.
..........
No estuvieron mucho en las montañas, solo unos cuantos días, pero,con los climas gélidos, los dos, padre e hijo, solos en la montaña,sin nada donde refugiarse excepto sus propias capas, desde luego fuecomo si pasaran meses de entrenamiento. Ragnar tenía cosas queatender, hijos de los que cuidar y gente a la que proteger e informarde lo que harían en verano. Y Bjorn, enamorado de una esclavaliberada, tampoco deseaba pasar mucho tiempo alejado.
Aun así, se notó que habían hablado cosas. Cuando volvieron, ambosestaban serios, como si se hubieran confesado los secretos másoscuros que albergaran, centrándose cada uno de ellos en lo quetenían que hacer. Aunque, en realidad, Ragnar siempre parecíabuscar algo que hacer mientras eso significara mantenerse alejado desu esposa y de su ultimo hijo, Ivar, a aquel que llamaban Sin Huesospor el problema con el que había nacido, dejándole impedido paracaminar de por vida.
No era que Ragnar no quisiera a su hijo, amaba a cada uno de ellos.Era que, entre su gente, niños con semejantes problemas se lesdejaba morir. ¿Qué clase de vida iban a tener estos con susmaldiciones? Recordaba esa pregunta cada vez que oía como su hijolloraba y, aun preguntándoselo, aun sabiéndolo, no había sidocapaz de matarlo. Había tenido a aquel bebé delante, sabiendo queaquella sería su única oportunidad para ello y, sin embargo, habíasido incapaz. Algo detuvo su mano, incluso aunque aun no vieraporqué.
Los propios hermanos mayores de Ivar le habían mostrado miedo, puessus piernas, que su madre ya no se molestaba en ocultar, llevándolesiempre en brazos, les asustaba. No entendían porqué su hermanohabía nacido de aquella manera ni porqué tenía que vivir así,siendo llevado por su madre de un lado a otro, cuando sabían que élno podría moverse. Aquello también había creado el muro ahoraexistente entre Ragnar y Aslaug. Pero, aunque la mujer parecíaquerer hacer desaparecer ese muro, nada parecía ser capaz dedeshacerlo. El único que tendría semejante capacidad sería elpropio Ragnar y, en aquellos momentos, no estaba dispuesto a ello.
Solo había que estar con ellos en el mismo salón para darse cuenta.Antes comían juntos y ahora era difícil verlos sentados en la mismamesa. Athelstan, que se había acercado a la puerta del gran salón,contemplando el exterior, podía verlo con una claridad pasmosa.
Ragnar no tardó en ponerse en pie y acercarse a él, sin importarque todo el mundo viera que siempre estaban el uno al lado del otro.Athelstan no pudo evitar sonreír, ¿quién no sonreiría al ver quela persona que quieres siempre tiene que acercarse a tí, sinsoportar estar alejados tanto como él mismo? Por eso solo dejó queeste le cogiera de la mano tras mirarlo un instante, contemplando lacicatriz de los clavos que habían atravesado sus manos.
-Te conozco bien, amigo mío, y sé lo que te tortura- aseguró elnórdico, soltando su mano tras acariciarla con sus dedos.
¿Tanto se le notaba en el rostro? Claro que se sentía inquietosobre algunos aspectos, incluso cuando había vuelto con Ragnar aKattegat, pero no había esperado que nadie se percatara de ello.
-Pero, ¿qué otra opción tienes?- le siguió preguntando este.-Nopuedes esconderte de tu dios ni del nuestro.
Notó que los ojos de Ragnar lo recorrieran, pero, sacando a la luzsus temores, Athelstan no tenía valor como para mirarlo a su vez,concentrando su mirada en el exterior nevado.
-Sufro el mismo dilema- le confesó, haciendo que el sacerdote lomirara con sorpresa, no queriendo malinterpretar sus palabras.-Soloque al revés.
El nórdico sonrió mientras le contaba aquello, pero Athelstan solopudo mirarlo fijamente, preguntándose si hablaba seriamente deltema. Era algo delicado que aun no le permitía tener paz, así quelo que menos quería era ver que este se estuviera burlando de él.
-Iremos todos juntos a Wessex- siguió diciéndole el rubio, aun bajosu atenta mirada.- Y tú serás mi San Juan......
-Bautista- le ayudó, comenzando a sonreír. Recordaba todas aquellascosas que le había contado sobre su religión, con lo que sentíaalgo orgulloso de él por ello.
-¡Bautista, sí!- exclamó Ragnar, feliz por la ayuda.-Vayas a dondevayas, yo iré contigo.
Dijo aquello en serio, podía saberlo solo con mirar sus ojos, perono significaba que aquello aliviara todos sus pesares y esas dudasinternar que no dejaban de asaltarle continuamente.
..........
En cuanto el clima mejoro un poco, los hombres empezaron a prepararlos barcos. Se habían pasado todo el invierno cuidándolos,asegurándose de que el hielo y la nieve no los destrozara, casi comosi estos fueran sus hijos más queridos. Pero, ahora que las aguasempezaron a descongelarse, no veían la ocasión de echarse a la maren busca de más batallas, de otras tierras que explorar..... Inclusocuando en aquella ocasión tendrían que llevar familias con ellos,familias que serian los granjeros que cultivarían las tierras que elrey Ecbert había asegurado que tendría para ellos.
El viaje no fue ningún problema. El mar no les puso impedimentos,todos los barcos llegaron y, cuando desembarcaron, supieron que seencontraban en Wessex, pues era la misma costa desde donde se habíanmarchado el año anterior. Informaron de su llegada y, por supuesto,el rey Ecbert no tardó en decirles que los estaba esperando, con loque no perdieron tiempo para ir a verle.
Para Athelstan, entrar en aquella ciudad fue algo duro, pues élmismo había estado en aquella plataforma con el rey y los suyos,recibiendo invitados, y, aunque Ecbert parecía de buen humor, nohabía que olvidar en ningún momento que había sido él el que lehabía abandonado para ir tras Ragnar y volver a casa.
Junto al soberano, los esperaba también la princesa Cuentriz, quetendría que hablarles de como iba la conquista de Mercia con loshombres que se le habían proporcionado. Junto a su suegro, seencontraba la princesa Judit y el príncipe estaba sentadocómodamente, contemplándolos, con un bebé en brazos, dándolebesos al infante. Sin duda, su matrimonio había sido bendecido conun hijo, como Dios quería.
-Bienvenidos. Bienvenidos todos- saludó Ecbert, poniéndose en pie yacercándose a ellos cuando descabalgaron.-Saludos, conde Ragnar- ledijo particularmente a este, colocándose ante él.
-Ahora es rey- le anunció Athelstan, satisfecho de poderhacerlo.-Rey Ragnar Lodbrok- viendo como el nórdico se volvía hacíaél y sonreía ante la aclaración.
-¿Qué le ha ocurrido a Horik?- preguntó Ecbert.
-Ha tenido....un desagradable accidente- fue todo lo que Ragnar ledijo del tema.
-Entonces ahora somos iguales- fue todo lo que añadió del tema elrey sajón, con una sonrisilla de medio lado.
Haciendo una señal a los demás, les indicó que entraran en su casay, preguntándoles si tenían hambre, los condujo hacía su comedor,dejándole a Athelstan muy claro que lo quería cerca, pues, cuandoel sacerdote iba a ocupar una silla cerca de Ragnar, este le colocosu brazo en torno a los hombros y lo colocó a su lado en la mesa, enel otro extremo donde estaban sentados los nórdicos. Ragnar entendíaambos idiomas, como él, pero no pasó desapercibido para este elaire de posesividad que tuvo aquel gesto.
Se habló de los hombres que Ragnar había dejado para pelear porMercia, descubriendo que habían perecido en aquella guerra. Despuésde eso, Ecbert dejó claro que, si querían llevarse bien, más desus hombres tendrían que hacerlo. Y, ya que estaban allí, Ragnar ylos suyos serian los indicados para esa misión. Solo Lagertha semostró en desacuerdo, diciendo que aquella guerra no era suya.Athelstan tuvo que hacer de traductor de Ecbert, así que, cuandoquedó claro que esta no quería participar en eso, este le pidió alsacerdote que tradujera para ella lo que iba a decir, haciendo que sepusiera en pie y se acercara hasta donde esta se encontraba sentada,junto a Ragnar, sin darse cuenta que la princesa Judit no le quitabael ojo de encima.
Teniendo en cuenta que algunos de sus hombres habían venido solo acultivar la tierra, pues solo eran granjeros, necesitaban unrepresentante que ayudara a Ecbert a mantener las buenas relacionesentre los nórdicos y los sajones. Y preguntaba si Lagertha podíaser ese líder que necesitaba. Teniendo en cuenta que se lo dijo dela mejor manera posible, ella no tenía motivos para decir que no,diciendo que ayudaría a su gente a crear un nuevo lugar para vivir.
-Y tú también debes quedarte, Athelstan- afirmó el rey Ecbert sinperder tiempo.-Tú puedes hablar con todos. Te necesitamos. Tenecesito- acabó diciendo, bajando la voz.
¿Por qué sentía como si tratara de ponerle un collar al cuello?Sus palabras habían sonado como si quisieran retenerlo a su lado delmodo que fuera, haciéndole sentir inquieto. Estaba claro que no lehabía hecho la menos gracia que se hubiera marchado con Ragnar y, altener que ser traductor para ambos pueblos, su presencia allíparecía absolutamente necesaria.
El sacerdote lo miró, sabiendo que su sonrisa no era tan inocentecomo parecía, pero Ragnar indicó que quería hablar con él, asíque ambos hombres se volvieron para hablar con toda la intimidad quepodían obtener en un cuarto lleno de gente.
-Confío en tí más que en nadie- le dijo el nórdico.-Deberíasquedarte.
-Entonces me quedaré- convino Athelstan.
Muchas cosas importantes estaban en juego en aquella situación y sipodía hacer algo para que el pueblo de Ragnar prosperara en aquellatierra, al lado de Lagertha, no iba a dudar en hacerlo.
Aun así, mientras volvía a su asiento, junto a un satisfecho reyEcbert, Ragnar lo contempló con atención, no haciéndole la menorgracia el tener que volver a separarse. No pasaban cosas buenascuando se separaban y ese rey parecía sentir por el sacerdote unaprecio parecido al suyo propio. No le gustaba concederleoportunidades para tenerlo cerca.
El rey Ecbert inició un brindis, pero, a pesar de que todos en lamesa brindaron, Ragnar no le quitó esa mirada desconfiada de encima,acariciándose la barba, sintiéndose inquieto con aquello (N. delAutor: como todas las fans en ese momento, creo. A mi tampoco megustó un pelo que tuviera que quedarse, sobretodo después de comoEcbert había dicho que le necesitaba).
Después del banquete, mientras la gente empezaba a hacer lospreparativos pertinentes, ya fueran tanto como para ir a la guerracomo para ir a cultivar una nueva tierra, Ecbert le indicó aAthelstan que quería que lo acompañara y, sin tener nada por lo quenegarse, así tuvo que hacerlo, viendo que lo conducía al cuarto delque no podía hablar, viendo como el rey había dejado colgada, sobresu mesa de trabajo, la cruz que él había abandonado allí,tomándola en su mano.
-Te dejaste esto- le dijo Ecbert, tendiéndosela.
-Yo.....-murmuró Athelstan, buscando un modo de decirle que no podíaaceptarla.
-¡Venga!- exigió este, ignorándolo.-Cogela.
Y, tras observar sus ojos, fijos en su rostro, le dejó muy claro queno iba a tolerar ninguna negativa en ese aspecto. Cogería aquellacruz porque se la había regalado y quería que la usara. Y Athelstanpensó que aquella sería su cuerda, esa cuerda que este parecíaquerer atar alrededor de su cuello, incluso aunque en esos momentosquisiera disimular sus intenciones con una sonrisa. Llegados a esepunto, no podía engañarlo.(N. Del autor: Venga, manos arriba.¿Quién más se hizo caqui en esta escena? Parecía que era capaz dehacerle algo a Athelstan si no cogía esa cruz).
A regañadientes, tuvo que tomarla, temiendo lo que podía hacerle sila rechazaba. Y la sonrisa de Ecbert se ensanchó en cuanto lo hizo,dejándole abandonar el cuarto. Lo siguió con los ojos cuando salió,pero, al menos, no buscó algo más de él. Tal vez porque estabanlos nórdicos cerca.
Después de eso, no perdió tiempo para ir con los demás,asegurándose de recoger todas sus cosas, o, al menos, las que iban anecesitar, para salir cuanto antes. En cuanto antes empezaran con loscultivos, antes tendrían resultados y siempre sería bueno alejarsede palacio. Sobretodo después de ver como estaban las cosas.
Mientras ayudaba a cargar un carro, la princesa se acercó a él,aunque solo reparó en su presencia cuando miró a su lado, viéndolaparada ante él, sin saber como hablar.
-Princesa- la saludó.
-Solo quería desearos a tí y a tu pueblo buena suerte. Misoraciones están contigo- le aseguró la muchacha.
-Gracias, my lady- le respondió, cargando un rastrillo en el carro.
-¿Puedo tocarte la mano?- le preguntó esta de pronto, acercándosemás.
-¿Mi mano?- repitió Athelstan al mismo tiempo, extrañado.
-Me han dicho que te crucificaron.(N. Del autor: le llegan lasnoticias con retraso a esta chica, ¿No? Eso pasó antes de que ellasiquiera llegara al reino) y que aun tienes los estigmas deCristo.
-No es cierto- fue la respuesta que le dió, ya no haciéndole nadade gracia esa conversación. Eso pertenecía a ''cosas que preferíano recordar''.
-¿Y por qué no me muestras la mano?
-Yo....- murmuró. Pero, antes de que se le ocurriera una excusadecente, esta tomó su mano y la observó, contemplando las marcasque se negaban a desaparecer.
-Si que es cierto- murmuró ella, casi para sí.
Sus ojos se encontraron, aunque Athelstan no estaba muy cómodohablando de aquello. No separó la mano de entre las suyas porrespeto, pero ya fue el colmo que le besara la herida, dándosecuenta de que su marido los había visto, desapareciendo en el actopara evitar problemas.
Cuando lo tuvieron todo preparado, Athelstan y Lagertha compartíanun carro, así que fue toda una sorpresa cuando el rey Ecbert caminóhacía ellos, indicándoles que les acompañaría hasta elasentamiento. No tardó ni un instante en acomodarse a su lado,diciendo que, aunque fuera el rey, ¿qué pasaba por quereracompañarlos? Y, aun con ellos algo asombrados, solo sonrieronmientras se ponían en marcha.
Fue un viaje......divertido. Al rey Ecbert pareció llamarle laatención Lagertha. Y Athelstan no dudo de que aquello fuera cierto.Esta era una mujer admirable y el rey había oído hablar de ella, delo que había sido y de lo que ahora era. Desde luego, podía llamarla atención de cualquier hombre y, si este se parecía a Ragnar,parecía de lógica pensar que sus gustos coincidirían y que, portanto, podía llegar a gustarle la mujer.
-Le gustas- fue todo lo que le pudo decir Athelstan a esta despuésde todas las palabras que Ecbert le había dedicado junto a él,notando como este le daba un golpe en el pecho, pues tenía su brazoapoyado en el hombro, como diciéndole ''buen trabajo''.
Cuando llegaron a los terrenos que el rey Ecbert les indicó queserian los suyos, no pudieron evitar sorprenderse ante la inmensidadde las tierras, pues casi parecía que estas llegaban hasta dondealcanzaban la vista y todas ellas se veían verdes y prosperas. Elrey aseguraba que quería que todos vivieran en paz, ya que aquelloera lo mejor para todos.
Lagertha se adelantó, contemplando el terreno amplio, con variasgranjas que el rey Ecbert aseguraba que podrían ocupar. Y, por laexpresión de su cara, supo que ella, al final, también habíacomenzado a confiar en él.
Findel capitulo 13.
Esode entregarles esa tierra parecía muy bonito, pero, viendo loscambios que sufría ese hombre, que podía parecer encantador y, almomento siguiente, lanzarte cuchillos por los ojos, hizo que no mefiara de él. Cuando terminó este capitulo, yo estaba negando con lacabeza, pensando que algo olía a quemado. Todo era demasiado bonitoy feliz. Pensé que, a lo mejor, como Lagertha parecía haberlegustado, quería lucirse ante ella para conquistarla y que, luegoharía algo para cobrárselo. Bueno......no me alejé mucho de larealidad. Eso de que ''Piensa mal y acertarás'' suele ser lo mejoral ver series. Y no me digáis que este hombre no es inquietante.Tiene un algo, no sé qué, que dice que podría asesinarte encualquier momento si no le bailas el agua.
OtraGRAN duda que me asalta. ¡¿De donde coño sacan los caballos?!Veréis, cuando Ragnar y los suyos preparan sus barcos, yo los veo,¿vale?, y los únicos animales que llevan con ellos son los cuervospara ver cuando llegan a tierra. Sin embargo, cuando van a la ciudadpara hablar con Ecbert, siempre llegan a caballo. ¡¿De donde salenesos bichos?! ¡¿Los están esperando en la costa o algo?!¡¿Capturan a caballos salvajes y los doman antes de ir hacia laciudad de Wessex?! ¡¡¡¿DÓNDE ESTÁ LA LÓGICA?!!!
Otracosa que me ha desconcertado. ¿En la 2º temporada, la princesaJudit miró a Athelstan más de dos veces seguidas? Porque a mi meparece que no y, sin embargo, ahora, de repente, a parte de habercambiado de actriz, tambien esta ahí, comiéndoselo con los ojos. O,al menos, cuando el rey hace que Athelstan se ponga en pie paratraducirle a Lagertha, ella va comiéndoselo. Y luego lo del beso enla mano....¡Come on! Que no somos idiotas. ¿Está tan necesitada dehombre esta mujer que se fija en un ''supuesto'' sacerdote que estácon los nórdicos, al que ya debería conocer de sobra porque avivido con él unos cuantos meses antes de que él se fuera?
Enfin..... Eso es lo que vi en su momento en este capitulo concreto. Enlos siguiente continuaremos con estas reflexiones. Es como sihubieran cambiado al guionista y no recordaran lo que habían hechohasta el momento.
Osdeseo que os mantengáis sanos hasta el siguiente capitulo y nosseguimos leyendo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top