Capitulo 1
Buenos días, noches,tardes, madrugadas a todos aquellos que me hayáis seguido hasta estanueva historia que he hecho. A decir verdad, conocía esta seriedesde hacía tiempo, pero no me había llamado nunca la atención.
Sin embargo, esteverano, en casa de mi hermano, estuve viendo con él y su esposa lasegunda temporada y,¿qué queréis que os diga? Me piqué sinremedio. Como he visto que aquí, en fanfiction, que había pocashistorias en español de Vikingos, y no he podido evitar ver eseromance oculto (o no tan oculto) que parece haber entre Ragnar yAthelstan (o, al menos, para mí), pues aquí me encuentro, contandola historia oculta que creo que hay en esta serie y que losproductores no se atrevían a hacer realmente por temor a lo quepodría decir el publico masculino, que solo buscaría sangre en estaserie.
Como siempre, losderechos no me pertenecen a mi, si no a su legitimo autor,productores y guionistas. Yo solo los tomo prestados para dar unaalegría a los fans y a una servidora. Va a contener lemon seguro, melo dice mi ser, así que leeréis bajo vuestra propiaresponsabilidad. Yo no me responsabilizo de lo que mis palabraspuedan afectar a vuestras mentes inocentes. A parte de eso, diré queesta historia parte a partir de la 1º temporada, capitulo 3, minuto19: 27, en el momento en el que Athelstan esta en la casa de Ragnar yeste y Lagertha le ofrecen ir a la cama con ellos. Creo que a partirde ese momento, se inicia ese amor oculto. Mezclaré retazos con lahistoria de la serie, lo que he leído sobre los vikingos y lo quecreo yo que pasa y que los productores no se atrevieron a hacer.Disfrutadlo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Por cierto, también os quiero hacer saber que lo de las palabras juntas que muchos me habéis especificado en mis historias es algo que hace wattpad cada vez que subo un capitulo y desconozco porqué ocurre. Aún así, espero que disfrutéis de la historia.
INICIADOS EN EL AMOR
.........
Athelstan.
Aquella llamada suave de la voz masculina le sacó de la lectura enla que se había concentrado, tratando de evadirse de los ruidos decama que habían al otro lado de aquella pared de mimbre que noamortiguaba nada.
-Athelstan, queremos pedirte algo- susurró Ragnar, apareciendo anteél completamente desnudo, acompañado de su esposa, que, al menoshabía pensado en cubrirse con una manta.
Podía ser hombre, pero sería imposible para él no admirar aquelcuerpo escultural. Y se refería a Ragnar. Incluso viviendo tantosaños rodeados de hombres, en el monasterio, ninguno de ellos habíaposeído jamás un cuerpo como aquel, un cuerpo, se recordó, que sehabía formado con trabajo y luchas.
-Únete a nosotros, sacerdote- le dijo Lagertha, que le sonreía conpicardía.
-Vamos- indicó Ragnar, señalando la cama con la cabeza.
¡¿Es que ambos estaban locos?! ¡¿Cómo se le ocurrían ofrecerlesemejante cosa depravada a un sacerdote?!
-¿No lo deseas?- le preguntó Ragnar con sorpresa, como si nopudiera creerse que alguien fuera capaz de negarse a semejanteinvitación.-Te gustará- insistió.
-Yo soy monje- les aclaró, como si estos hubieran sido capaces dehaberlo olvidado.-He hecho votos de celibato. No puedo tocar a unamujer. Nunca lo he hecho.
Lagertha y Ragnar se miraron y este la acercó a él, corriendo a sulado,después, sentándose, aun desnudo, junto a él, colocándosepara poder admirar a su mujer.
-¿No te gustaría?- volvió a susurrarle este, como si fuera la vozdel diablo, dedicándole una pequeña sonrisilla que le hacía verseaun más impresionante. Era espectacular ver la confianza con la quese movía y hablaba incluso llendo completamente desnudo.
Alzó la vista hacía la mujer, solo para ver como Lagertha lesonreía de manera parecida a la de su esposo, contoneándose unpoco, alzando la manta y mostrándole una pierna bien torneada.
-Sería un pecado- se quejó, mirando a Ragnar.
-¿Quién iba a saberlo?
Titubeando, miró a uno y a otro, casi sin encontrar su propia voz.Aquella tentación era demasiado grande. No solo le ofrecían estarcon una mujer por primera vez, si no que experimentaría eso con otromismo hombre en la misma cama, un hombre que podía hacer que más deotro hombre lo mirara con admiración.
-Dios lo sabría.
-¿Y si mirara hacía otro lado?- le preguntó Lagertha, aunsonriendo hacía él.
Apartando la vista hacía otro lado, recordó el libro que teníaentre las manos y comenzó a rezar, tratando de encontrar un poco detranquilidad interior, alejar aquellos sentimientos extraños quehabían surgido en su pecho cuando había oído aquella voz masculinapronunciar su nombre en medio de la tranquila noche, solo salpicadapor el ruido de la lluvia.
-Ve a dormir, pues. Con tu Dios- le dijo Ragnar, sonando decepcionadoy molesto, poniéndose en pie y alejándose con su esposa.
Mientras seguía rezando, oyéndolos de nuevo en la cama, laintranquilidad de su pecho no desapareció en ningún momento. Y, alo largo de aquella noche, nada pareció calmarlo. Ni siquiera laspalabras más entusiastas del libro que tenía entre las manosconseguían que su mente dejara de recrear el momento una y otra vez,imaginándose que hubiera pasado si no hubiera dicho que no. E,inmediatamente después, rezaba pidiendo perdón por pensarsemejantes cosas.
.....
Días después de aquel incidente, Athelstan no podría asegurarcuanto tiempo había pasado exactamente, aprovechó que el día apenas había comenzado a despuntar y que el sol a penas había salidopara lavarse la cara en las frías aguas que corrían por aquellugar.
Tocó su rostro de manera distraída y el rastro de vello que notóen él lo llenó de terror. ¿Cuantos días habían pasado para queeste apareciera? En el monasterio, siempre procuraban ir con unabuena apariencia y limpios. Eran hombres de Dios, no simples hombresdel campo. Y, alarmado, se llevó la mano al único signo que siemprele había identificado como sacerdote. El corte de pelo en sucoronilla que le hacía ser quién había sido.
Con horror, notó que los signos que siempre le habían identificadoestaban desapareciendo, incluso antes de que él se diera cuenta,percatándose que, dentro de poco, si no hacía algo para remediarlo,sería igual que aquellos paganos. Nadie le diferenciaría de ellos.
Asegurándose de que los niños estaban fuera y Ragnar se encontrabasumido en sus propias tareas, decidió volver a marcar la diferencia.Tomando un cuchillo, algo que un esclavo como él no podría hacer,ya que a los esclavos se les prohibía tomar armas, se humedeció elcabello y trató de hacer desaparecer aquel detestable pelo que sehabía empeñado en nacer.
Nunca había hecho aquello. Otros hermanos se encargaban de realizaresas tareas a los demás, así que, cuanto más trataba de cortar,más se hería a sí mismo, diciéndose que el dolor era bienrecibido, que eso indicaba que estaba cortando lo suficientementecerca para hacer desaparecer el pelo durante una buena temporada. Unbuen cristiano no le tenía miedo al dolor si era por el bien de sufe. Y no habría mejor momento para mostrar su fe que aquel.
Hasta que oyó la risa de Bjorn. El niño, junto a su hermana y sumadre, lo contemplaban, como si él fuera el ser más extraño quehubieran contemplado nunca, no pareciendo saber muy bien porquéestaba haciendo aquello. ¿De qué le servía tratar de marcar ladiferencia con ellos? ¿Acaso esas personas habían sido malas conél? ¿Lo habían tratado mal por rezar a un dios diferente al suyo?No, precisamente todo lo contrario. Los cristianos nunca tratarían aun prisionero de guerra tan bien como la familia de Ragnar le habíatratado a él. Era ridículo que siguiera queriendo parecer diferentea ellos. Además, ser sacerdote no estaría en su pelo, si no en susenseñanzas.
Así, sintiéndose como un estupido, dejó el cuchillo donde lo habíaencontrado, después de limpiarlo, y se centró en realizar lastareas que le encargaban.
.....
Esa misma noche, comió y bebió con ellos, como si fuera uno más dela familia. Y continuó bebiendo mientras Ragnar le hacía preguntassobre su hogar, colocado a pocos centímetros de él.
Athelstan agradecía que se mantuviera tan cerca, porque la cervezaque le estaba haciendo consumir le estaba nublando rápidamente lavista y no le gustaba tenerlo delante y no poder verlo bien. ¿Cómopodían ser unos ojos tan increíblemente azules? ¿Eran algocaracterístico de aquel lugar o....? Y Ragnar se mantenía cerca,observándole con atención, escuchando cada una de sus palabras comosi fuera la cosa más importante y fascinante que hubiera oídonunca.
-¿Qué es el alma?- le preguntó este, dejando al joven sacerdotedesconcertado.
De pronto, se dio cuenta que, aunque compartieran el pan, aunquecompartieran el vino, él y Ragnar aun eran demasiado diferentes. Yesa diferencia le dolió. No quería que existiera.
-Quiero aprender algo de tu lengua. ¿Me enseñarás, sacerdote?- lepreguntó este, dirigiéndole una sonrisilla que él no pudo evitarcontemplar.
¿Cómo decirle que no? Era el hombre más extraño y más fascinanteque había conocido nunca. Le desconcertaba y alteraba. Era pagano,pero, aun así, había cosas que quería saber y quería aprender suidioma. Era como si......como si él representara la posible uniónde sus dos culturas.
Tuvo que acabar asintiendo, pues le era imposible negar nada anteaquellos ojos azules, temiendo poner en su mirada un aire deirritación. Tenía la impresión de que se vería terrible sillegaba a enfadarse. E, irremediablemente, sus ojos propiosdescendieron hacía aquellos labios que susurraban, aquellos labiosque murmuraban su nombre y le hacían sentirse tan extraño.
Conél presente, todo su ser estaba alborotado, no conseguía entendersea sí mismo y solo quería pasar más tiempo con Ragnar hablando deaquella manera. No con Lagertha y los niños, no. Solo ellos dos, asolas, en la oscuridad de la noche, junto al fuego del hogar. Enaquellos momentos, no podía recordar un momento mejor que aquel.
.....
Cuando, a la mañana siguiente, mientras estaba frente al fuego, sintener nada que hacer, solo sumido en sus pensamientos, vio a un grupode personas que habían entrado en la casa casi sin hacer ruido,mirándole, sintió temor y se puso en pie, pensando que estaban allípara hacerle algo. No entendía porqué habían entrado en la casa nique parecían buscar en él.
Hasta que vio a Ragnar tras ellos, soltando el cubo que habíallevado e interponiéndose con su propio cuerpo entre ellos yAdelstan.
-¿Qué estáis mirando?- les preguntó.
-A tu cristiano. Queríamos ver si era distinto a los otros- leaseguró el anciano, que parecía ir a la cabeza del grupo.
-Ya le habéis visto. Podéis seguir con vuestras cosas. Es igual quenosotros. Solo que forastero.
Que dijera aquellas últimas palabras mirando hacía él, conaquellos ojos clavados en su rostro, y aquella sonrisa en sus labios,hizo que su interior volviera a removerse, a calentarse. Era como si,de repente, una fiebre le recorriera y no supiera decir de dondeprovenía. Solo se atrevió a mirarlo de reojo mientras este volvíaa dirigirse hacía la gente.
Con una señal y un pequeño gruñido, Ragnar consiguió echar a lagente de la casa y Athelstan, aun con la vista baja, agradecióllevar su abito puesto, pues sentía que algo raro estaba ocurriendocon su cuerpo, algo que, se suponía, a los hombres solo le ocurríanal mirar o pensar en mujeres. Sentía como si el aire en aquellapequeña casita hubiera desaparecido y, de repente, sintió calor entodas partes, como si no hiciera corriente allí dentro a todashoras, tan cerca del agua, viendo que se quedaba a solas con elnórdico. Ni siquiera sabía explicar porqué su corazón estabalatiendo tan rápido como en aquellos momentos.
Sin embargo, este, tras echarle una ultima mirada, asegurándose deque se encontraba bien, dejó el cubo que había traído consigodentro de la casa y volvió a salir. Lo había estado notando. Eracomo si no quisiera quedarse a solas con él si los demás no estabanen la casa, como si le molestara compartir el mismo aire. Habíaestado así desde que había rechazado ir a la cama con él y con suesposa. Pero no sabía porqué.
......
Sin venir a cuento, de un día para otro, se vio con el lazo de nuevoal cuello, cargado con los sacos para dormir, de camino a la ciudad,ya que este insistió en que tenían algo que hacer allí. Algo queambos tenían que hacer, le aclaró, de nuevo con una de sussonrisas.
E, irremediablemente cada vez que las veía, Athelstan solo pudodejarse guiar por él, volviendo al lugar donde había pisado tierracomo esclavo por primera vez.
Sorprendido,cuando llegó, encontró los cuerpo colgados de sus hermanossacerdotes, quedándose helado. No había esperado que la gentehiciera eso con ellos. Aunque Ragnar lo tratara bien, no significaraque todos hicieran lo mismo, eso lo sabía, pero...... Sus hermanosno habían tenido tanta suerte. Ellos no sabían su idioma, así queno podrían comunicarse con sus nuevos señores, por mucho que estosles gritaran. Y Ragnar, mirándolo, supo lo mal que se sentiríacontemplándolos, pero no podían pararse. Tenía asuntos que atendercon el conde.
Aquellos hombres acabarían siendo enterrados antes o después. Seenterraba a los esclavos para impedir que volvieran de la muerte aacosar a sus amos por la vida que habían llevado, así que, lo másseguro era que, cuando volvieran a pisar aquel lugar, estos ya no seencontraran allí, si no enterrados en algún lugar sin ningunamarca, esperando que hasta el tiempo mismo se olvidara de ellos.
-¿Qué te parece tu nuevo esclavo?- le preguntó el conde, cuandoeste por fin aceptó concederles una audiencia.
-Me resulta muy útil. Como descubrirás- comentó este de vuelta,sonando animado.
-¿Qué quieres ahora?
-Quiero zarpar hacía Poniente de nuevo. He hablado mucho con miesclavo cristiano. No es una persona estúpida. Por muy estupido quesea su dios- dijo, golpeándole en la cabeza.
Pero, incluso insultándole de aquella manera, ¿por qué sentíacomo si solo estuviera bromeando con él? Era como si Ragnar esperaraque él respondiera algo ante semejante provocación.
-Ha viajado mucho y me ha contado que hay muchos países al oeste.También me ha hablado de su Inglaterra-. Ante aquello, Athelstan nopudo evitar fruncir el ceño. Era cierto que le había hablado deello estando borracho, pero, ¿qué esperaba conseguir con....?.-Desus reyes, sus costumbres....
-¿Y de qué nos sirven sus costumbres?
-Me ha informado de que hay una gran ciudad cerca del templo quehemos saqueado. Y en esa ciudad hay otros templos. Y, sin duda, otrostesoros- le dijo al conde, sonriendo, dirigiéndole esa sonrisa quele hacía ser capaz de convencer a cualquiera de cualquier cosa.
-¡No! ¡Te mentía! ¡Allí no hay nada!- exclamó Athelstan,asustado.
No podría soportar sobre su conciencia la muerte y el secuestro demás cristianos inocentes. ¿Cómo había podido hablar con él detodas aquellas cosas, sabiendo que eran conquistadores, que buscabanlugares para saquear? Se había dejado llevar por el alcohol y por elrostro de él, que lo contemplaba con tanta atención.
-¿Lo ves?- afirmó Ragnar, tras silenciarlo.-Esa ciudad merece unavisita.
¡¿Cómo había podido ser tan imbécil?! ¡No había otra palabrapara definirlo! Había confiado en él porque no le había hechoningún mal y su familia parecía cariñosa. Por eso había habladomás de la cuenta y, al final, había caído bajo sus tretas. ¡Sesentía tan traicionado! ¡Había confiado plenamente en Ragnar y élhabía pisoteado y escupido sobre aquella confianza!
Se dejó arrastrar por este fuera de la casa del conde, pidiendoperdón a Dios por lo que había hecho, por el mal que él mismohabía lanzado sobre su propia gente. Pero, ante los cadáveres desus hermanos sacerdotes, no pudo esforzarse en seguir caminando,dejándose caer al suelo de rodillas, como si el mismo Dios lehubiera obligado en ponerse en aquella posición.
Ragnar trató de tirar de él, pero no podía. No podía vivir con elpeso de esas muertes. Este solo le había parecido interesado en algoque no conocía. Si alguna vez hubiera sospechado que utilizaría suspalabras para luchar contra los suyos, jamás hubiera abierto laboca, incluso aunque este hubiera amenazado con matarlo. Aquello erapreferible que el terrible sentimiento que ahora se había alojadobien hondo dentro de él.
Ragnar sacó un cuchillo al ver que no le obedecía, haciéndolealzar los ojos hacía él, sabiendo que ahora estaba irritado.Aquellos ojos azules se habían oscurecido, sintiendo aquella ampliamano fría contra la piel de su barbilla cuando le forzó a mirarle.Pero, en vez de cortarle el cuello, algo que hubiera agradecido enaquellos momentos, solo cortó la cuerda que aun pendía alrededor desu cuello, dejándole sorprendido.
-Puedes huir, si quieres.
Le quitó su manta de la espalda y, dejándole allí, de rodillas,comenzó a caminar, dejándolo solo, sabiendo que estaba enfadado conél por mostrarse de ese modo. Pero.....¿cómo había esperado quereaccionara cuando él mismo había traicionado su confianza, esaextraña confianza que se había creado entre el carcelero y elcautivo?
Sin embargo, mirando a su alrededor, ¿qué otra opción le quedabaque seguirle?. Nadie allí entendería su extraño Dios, los hombresque habían acompañado a Ragnar habían deseado matarlo todo eltiempo solo por ser cristiano y estaba seguro que, en cualquier otracasa no sería tratado ni la mitad de bien que en la casa de este.Era cierto que se estaba aprovechando de la información que le habíadado. Pero..... ¿acaso él le había preguntado por qué queríasaber cosas sobre Inglaterra? No. Y ahí había estado su error. Sise lo hubiera preguntado, él, sin duda, le habría respondido confranqueza.
Poniéndose en pie, solo pudo ir tras él y Ragnar, que notó como semovía el sacerdote a su espalda, solo pudo sonreír con aliviocuando notó como comenzó a seguirlo.
Había jugado una baza dura que podría haberse vuelto en su contra.Quería que Athelstan confiara en él, que le hablara de las cosassabiendo para qué las iba a utilizar, para que, en el futuro, nopudiera reprochárselo.
El sacerdote le caía bien. Tal vez, demasiado bien. Aun no se creíaque este hubiera rechazado ir a la cama con Lagertha y él y seguíasin entenderlo. ¿Por qué no lo había hecho? De no haber sido así,a lo mejor no le parecería tan fascinante, intentando que sesintiera a gusto en su casa, que no tratara de huir a algún otrolugar o le obligara a matarlo por desobedecerle. Quería que, encierta forma, se sintiera como un igual, que se sintiera en confianzay que hablara y sonriera con libertad.
Y por eso mismo había cortado sus ataduras. Su mala cara al hacerlohabía sido al ver los ojos de este, mirándole como si estuvieracontemplando a un hombre que no conociera. No quería ver esa miradaen sus ojos de nuevo cuando le miraba. Lo había odiado con todo suser.
........
-Tengo permiso del conde para volver a Inglaterra. Quiero zarpar loantes posible- le indicó a Lagertha, cuando estuvieron de vuelta encasa.
-¿Y cuando será eso?- le preguntó esta, a la cual no habíainformado de lo que había pasado entre ellos.
-Mañana.
-Todos te deseamos éxito. Haremos sacrificios a Odín.
-¿Es que no vas a venir?- le preguntó este, sin poder dejar desonreír.
Había conseguido que el conde le permitiera hacer un nuevo viaje,Athelstan había ido tras él por su propia decisión. En silencio,pero tras él. No podía sentirse más pletórico. No le costaríanada darle un pequeño gusto a su esposa.
-¿Qué?- exclamó esta, fingiendo que no le había oído bien.
-Quiero que vengas conmigo.
-Pero.....la granja.... ¿Y los niños?- preguntó esta, sin poderevitar sonreír.
-Bjorn es demasiado joven. Aunque puede ayudar en la granja.
-Pero....¿quién quedará al mando?- preguntó el chico.
-El sacerdote- afirmó Ragnar, sorprendiendo a todo el mundo,incluido al propio Athelstan.-Le dejaré a él a cargo.
-¡Padre, no puedes poner a un esclavo por delante de mi! ¡Yo soy tuhijo!-. Pero, ante una mirada de su padre, volvió a sentarse,sabiendo que tenía que callar.
-Ya no lo considero un esclavo. Es una persona responsable- afirmó,dirigiendo aquella sonrisa suave que podía convencer.
-Por favor, Ragnar Lodbrok. No lo hagas- le rogó este.
-¿Tú que dices, Gyda?- le preguntó Ragnar a su hija, mirando alnervioso sacerdote por un momento.
¿Por qué le parecía divertido verle en tal estado de nervios? Eraalgo que no conseguía entender del todo, pero no podía dejar dedisfrutarlo. Lagertha quería ver Inglaterra y, dejándole en lacasa, le daba más libertad, le dejaba claro que era de su confianzay sus hijos podrían tener más tiempo para cogerle más cariño.Quería que su familia se uniera más, que lo aceptaran. Y, una vezque eso ocurriera, bueno.... Tal vez podrían volver a ofrecerle ir asu cama.
-No me importa. Me gusta el sacerdote- afirmó esta.
¡Que buena niña era! Siempre tan amable y cariñosa. Sabíajuzgadle bien y, desde siempre, le habían gustado las personas que asu padre le caían bien. Estaba claro que ella iba a adorar aAdelstan, notando la atención que su padre le daba.
-Entonces, decidido- afirmó, acariciando los hermosos cabellos de suhija, la luz de sus ojos.
No supo lo que le dijeron después a Athelstan, pues abandonó lahabitación, pero, dijeran lo que le dijeran, sabía que este haríaun buen trabajo. Defendería la granja, cuidaría de sus hijos y desus tierras.
Y, lo más importante. Estaría en la casa cuando volvieran.
Findel capitulo 1.
Juroque mientras estaba escribiendo este primer capitulo, estabaescuchando la canción de la sirenita, la de ''Bésala''. Meimaginaba a Torstein o alguno de estos como Sebastián, a Athelstancomo Ariel y Erik como Ragnar. Jajajaja. A sido buenísimo, porque,cuanto más escribía sobre lo que sentía cada uno, más parecíaacertada esa canción. Si supiera más sobre programas de edición,yo misma colocaría sus rostros encima y haría un video. ¡¡¡Seríabuenísimo!!!. Dios, me río solo de imaginármelo. Jajaaja aja.
Solodeciros que espero que os este gustando como estoy sacando esas cosasque solo nos querían dejar insinuar (o eso pensaba mi mente defujoshi), esperando a que llegue el momento importante y que yo solome he visto la temporada 1 y 2. Aun no he visto la 3 y no sé si hayuna 4, pero espero que sí, porque eso significaría que puedo vermás momentos tiernos de estos dos. Es que....juro que parecen dospersonas que no quieren aceptar del todo que se gustan.
Yotra pequeña confesión por mi parte. Como lo primero que vi fue latemporada dos, Rollo me cayó genial porque estaba redimiéndose yayudando a su hermano. Pero en la 1º ....ufffffffffffffffff!!!!!!.Me pareció un cerdo creído, chulesco, que iba de sobrado por lavida, creyéndose la leche y echándole la culpa a su hermano de queno fuera una persona importante. Menos mal que el personaje dio uncambio, porque, si no, habría acabado odiándole del todo. Merecuerda un poco a lo que me hizo sentir Jaime de Juego de Tronos. Alprincipio le odiaba. Pero, después de que le cortaran la mano,parece que se centró. Al menos en los libros. En la serie volviójunto a su hermana y todo. No me gustó esa versión.
Tampococreí del todo que Floki pudiera traicionar a Ragnar. A lo mejor, sino se hubieran dirigido esa mirada significativa en el campamento,tras llegar a Inglaterra con el rey y Lagertha, a lo mejor sí me lohubiera tragado. Pero se notaba demasiado que estaban tramando algo.Además, que el rey le pidió que matara una persona y él le diosetas a Rollo y a Torstein. Se notaba un huevo que estabaexperimentando, a ver que efecto tenían para ver si eran lascorrectas para la farsa.
Enfin. Seguiré con la historia y no os doy más el coñazo. Muchosbesos, manteneos sanos y nos seguimos leyendo. -^^-
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top