Capítulo 6

Solo despertar cuando sintió el fuego volver a su interior. Abrió los ojos rápido, incrédulo de haber sobrevivido. Tomó todo el aire que pudo, totalmente perdido, falto de aire, fatigado, pero con ganas de aferrarse como podía a la vida que tenía. Intentó levantarse en busca de más oxígeno, estaba desesperado por tener más y su cabeza daba tantas vueltas que no se mantenía en un solo lugar. Una mano le impidió subir con tanta firmeza que a su cuerpo le pareció una negación a un capricho tan fuerte que solo lo hizo volver a intentarlo una vez más. De nuevo fue detenido.

—Demonios que tienes fuerza —bufó una voz lejana. Yuri resopló, el chico aún estaba débil y tenía cierta inconciencia—. No pensé que... —le lanzaron un golpe a la cara, fue tan sorpresa que se retiró de su lugar dejando que el otro se levantara de súbito—. Maldición.

La cara estaba ardida, los ojos medio abiertos después de la luz de la mañana, tan fuerte entrara a su sistema casi sin ningún aviso. Respiraba fuerte de nuevo. Sin saber qué hacía, era efecto del poco veneno que quedaba en sus venas, tenía ese efecto. Se tomo del cuello y respiró más fuerte, intentado oírse. Trató de tomar más aire y respirar.

—Aire... —apenas mencionó—Aire... —intentó caminar más. Oyó unos pasos que se acercaban.

—¡Detenlo! —gritó la voz que antes había intentado detenerle—¡No falta mucho para que se suba a los arboles!

Lo tumbaron a los pocos segundos. Se golpeó la cabeza de nuevo al caer. Era otra razón para sentir que debía moverse, respirar. Trató de revolcarse con toda la fuerza que tenía e incluso más de esta. Incluso manoteó para quitarse de encima al chico que se había sentado en su estómago para paparlo. Pero le agarraron de las manos. Solo podía gritar en agonía, sentir que perdía aire y mantenerse inquieto.

—Aire... —dice a duras penas. Sin mirar a los ojos a Yuto, solo veía al cielo, desesperado—¡Aire!

—¡Yuri! —gritó el de ojos grises, estaba algo asustado, y sorprendido por ese comportamiento del chico. Creyó que después de haberse desmayado la noche anterior tendría menos energía—¡Yuri! ¿¡Qué hago!?

—¡Aire! ¡No respiro! No, no respiro —su voz se apagaba más y sus manos se empuñaban tan fuerte que hasta parecía que se iba a hacer daño con sus propias uñas. Y su cara. Su cara que a cada momento estaba más y más suplicante, desesperada, con tanto anhelo por liberarse y tomar aire que le dolía. Las lágrimas de sus ojos se hacían notar cada vez más—, no respiró... —se quedó a media voz. Yuto intentó por un momento aflojar su agarre.

—¡No lo escuches! —Yuri, unos metros más allá, estaba tratando de organizar unas cosas en una vasija con agua que tenía. Yuto ni lo miró. Concentrado en apresar más a Yuya. No iba a dejar que se hiciera daño. Con lo que sea que estuviera pasando—Solo dame un momento —tenía la voz agitada—. Será asqueroso, pero aguanta.

—¡Aire! —gritó desesperado, con la mente nublada más no poder—No respiro, Yuto, Yuto, no respiro —le suplicaba, el aludido intentaba simplemente quedarse haciendo su función y esperar a que Yuri hiciera algo, lo que sea que estuviera haciendo o preparando—, Yuto, por favor —decía el nombre en una súplica a cada vez más agobiadora para el de ojos grises. Sus sentimientos por él hacían que le doliese el solo hecho de provocarle algo así al chico. Era una imagen que no estaba seguro de poder quitarse fácilmente—. ¡Yuto! ¡Déjame respirar! —gritó más, esperando por tener alguna reacción.

—¡Deja de ser tan gritón! —le dijo el otro mientras prácticamente corría a su lado—Eres demasiado ruidoso —resopló al llegar miró a Yuto—. Te recomiendo que no veas esto.

—Yuri —lo llamó al tiempo que el otro tomaba el contenido de la vasija—, Yuri necesito, ¡ah! —exclamó al sentir como lo agarraban de la mandíbula y le inmovilizaban la boca. Yuto abrió los ojos sorprendido, sabía lo que se venía, sabía que la tradición de la familia de Yuri era fuerte, pero no esperaba que tanto.

Lo que vino a continuación fue, así como Yuri lo dijo, asqueroso. Este chico acercó su boca a la de Yuya y dejó salir todo el líquido que tenía directo a la boca del otro. La reacción de repulsión fue inmediata. Yuya casi escupe todo el líquido en la cara del otro, asqueado. Pero el de ojos fucsias era mucho más inteligente. Le había tapado la boca y la nariz. Los ojos rojos gritaban por piedad que no se le concedería y su cuerpo se removía con una fuerza aplastante. Pero Yuto tenía el control y no lo dejó removerse a ninguna parte y mucho mejor hacer cualquier cosa. Lo retuvo allí, con la boca tapada y la nariz tapada. Cuando el chico dejó de moverse tan vertiginosamente y parecía que había tragado ese medicamento de tradiciones centenarias, le dejaron en paz para que pudiera arrastrarse por el suelo cual gusano. Y sentir el cuerpo asqueado.

—Eso... ¿era necesario? —Yuto lo había soltado, estaba aún sentado en el suelo, pero ya no sobre el estómago de Yuya o sus muñecas, sino sobre el simple y seco pasto—Ese medicamento...

—Es el único que actúa rápido —dijo Yuri y después suspiró. Yuya, con sus sentidos nublados se dejó caer sobre el pasto suavemente. Sentía como la medicina que le había dando se le esparcía por el cuerpo. Era desagradable pero necesario—. ¿O acaso querías que nos quedarnos más días aquí de los que deberíamos? —alzó una ceja—perderemos el día de hoy, nadie es tan resistente como para superar esa medicina en un día.

—¿En serio prefieres que solo nos quedemos un día a que él esté bien? —preguntó Yuto. Tenía un tono agresivo al otro. Yuri apenas se inmutó.

—Es la que mejor funciona —dijo apenas—. No voy a arriesgarme a tener a alguien enfermo por al menos dos o tres días aquí —suspiró—, puede enfermarse peor. Además, una posesión de un Burlón como ese no es tan fácil de quitar. Como vez, el chico estaba dispuesto a pegarte solo por conseguir lo que quería.

—Pero ¿a que costo? —preguntó. Yuya entonces se removió un poco y se dispuso a hablar.

—¿Un burlón? —tosió suavemente incorporándose. La respiración aún era serena, pero era más normal que de costumbre—¿Eso fue lo que pasó?

—Yuri —le dijo Yuto. El aludido lo miró sin más, y después miró al chico que estaría enfermo por el resto del día.

—Sí, un Burlón —explicó—. Estarás algo mareado e indispuesto hoy. Te puse el brebaje de Zaffar —Yuya asintió suavemente—. Así que mañana vamos contra el demonio mayor —suspiró, no estaba muy emocionado de todos modos—. Por hoy descansa y tienes que tomar agua.

—Entiendo...—tosió de nuevo y trató de pararse de allí.

—Yuya espera —le dijo Yuto acercándose un poco—. No te levantes aún—el aludido asintió, estaba muy cansado de igual forma.

—Bien, he hecho todo lo que podía —suspiró—. Creo que Yuto sabrá como cuidarte —el aludido lo miró con una mirada afilada la que no hizo efecto alguno—. Yo tendré que turnarme para las vigilancias con Yugo, no los ocuparemos. Además, tendré que mandarlo a él a cazar. Mis habilidades con el arco son pésimas. Será mejor que lo haga ahora.

—Yuri —lo llamó Yuya desde el suelo mirándolo como podía—, gracias —se quedaron en silencio todo por un momento—, por salvarme.

—Tener a uno menos no es de mi agrado —dijo después de un momento—. Además, es mi trabajo en este equipo después de todo —se tomó una ligera pausa antes de comenzar a caminar de nuevo—. Recupérate pronto, niño de Papá.

Yuto suspiró. Yuya lo miró ates de volver a acostarse sobre el pasto y miró el cielo. Una ligera brisa recorrió el silencioso lugar. Queriendo, de alguna forma, romper la armonía falsa que había en el ambiente. Pero el de ojos rojos no le hubiera permitido hacerlo ni mucho menos el otro. Para ellos, callarse, sin decir nada de los sentimientos que guardaban era estar en paz con el otro. Pero, y ambos lo sabían, eso era mentira.

—¿Tú lo venciste? —preguntó luego de un rato—Al Burlón me refiero.

—Sí, ayer —dijo mirándole—. Cuando estábamos cenando, ¿recuerdas eso? —Yuto no estaba seguro, más que nada porque las victimas de ese demonio olvidaban los encuentros con los mismos muy fácilmente. Era como lo que le había quedado de ese encuentro, justo como el hecho de que sintiera que no iba a respirar si no se subía a un árbol o (como posiblemente iba a terminar haciendo) subiéndose a una montaña. Era el mismo efecto—. Sé que no debería preguntarte, pero...

—No, no... —hizo una pequeña pausa— sólo recuerdo... hasta que terminamos de asar la carne —arrugó un poco la cara—. Después... ¿hablamos algo más y allí ocurrió?

—Sí —Yuto observó al chico en frente suyo. Miraba como estaba simplemente algo perdido, hablaba por no perder la cabeza y por estar más atento a su alrededor. Pero se notaba a simple vista que estaba enfermo—. Ven, deberíamos ir a la sombra. Te ayudaré —Yuya se quedó pensando un momento, como si la información hubiera llegado tardía. Pero asintió. El de ojos grises se acercó y prácticamente lo abrazó por la espalda para ayudarle a levantarlo—¿Listo?

—Sí, sí —casi estaba seguro. La medicina seguiría en su sistema por un largo tiempo antes de que pudiera volver a actuar normalmente. Se levantaron los dos—. Espera... espera—. Se tuvieron que quedar un momento allí, esperando a que Yuya dejara de sentirse algo mareado. Cuando lo estuvo, caminaron suavemente hasta llegar a la cueva. El de ojos rojos pedía constantemente parar para que el mareo se le parara y que el cansancio se le pasara.

Realmente el brebaje de Zaffar era verdaderamente efectivo para cosas como esas, los engaños de los demonios solían ser fuertes y tener secuelas para el organismo. Los Burlones eran los peores, demonios de risas inquietantes y bocas demasiado grandes para su propio cuerpo, engañaban a algún animal o humano para que hiciera lo que ellos quisiera, generalmente llevaban a la muerte, y cuando lo hacían, se reían y bailaban sobre el cadáver. Divertidos como pocos. Yuto había reaccionado rápido, así que los efectos en Yuya no llegaron a más y solo se desmayó. Pero el cuerpo necesitaba esa medicina de todos modos. Había varios, pero al menos ese que tenía, era el que más rápido actuaba y también el más antiguo de todos. Traído de las viajas tradiciones de sufrir en la enfermedad para no enfermarse nuevamente. Eran tradiciones que ya se estaban dejando poco a poco. Al menos esa por el simple hecho de llevarse más vidas de las que salvaba.

—Si te sientes peor, tienes que avisar —dijo él—. Sabes que esa...

—Lo sé, lo sé —asintió suavemente—. Gracias otra vez... —tenía los ojos entre cerrados—Creo que no habría podido...

—No tienes nada de que agradecer —le miró—. Somos compañeros, tu me cuidas las espaldas, yo cuido de las tuyas —le sonrió. Yuya también le sonrió.

—Supongo que tenemos un día más —dijo. Yuto asintió—, supongo que la Diosa querrá algo para hoy, ¿verdad? —le dijo.

—Sí, veremos que nos tiene la Diosa encomendada para hoy —miró a la tierra y tomó un poco—. Quizá nos crucemos con algún animal o algo.

—O un buen momento entre todos... —el de ojos grises se quedó un momento mirando y pensando. A veces le daba la impresión de que Yuya no tomaba muy en cuenta lo que Yuri le decía o los gestos que tenía sobre su padre y el mismo O quizá si los tomaba en cuenta, pero confiaba en que era cuestión de tiempo antes de que él otro no lo viera como el hijo del jefe que aparentemente hizo trampa para llegar a su lugar. Suponía eso al menos.

—¿Estás muy cansado?

—No, no, no debería de quedarme dormido ahora mismo —abrió los ojos un poco más intentando mantenerse despierto. Quizá tenía miedo de que algunos de los sueños que antes creía realidad volviera a él.—. Me haría mal.

—Está bien, está bien —le dijo—. Hablemos un poco, de seguro así no te quedas tan dormido. O al menos lo intentamos —se rio suavemente—. Tu eres de los que se duerme fácil.

—¿Yo? —el otro también sonrió—No, claro que no. Yo no me duermo tan fácil.

—Dormí a tu lado ayer, caíste como roca —negó suavemente—. Siempre caes como roca.

—No, claro que no —sonrió suavemente—. Yo estoy muy atento mientras duermo, siempre me doy cuenta de todo lo que ocurre —el de ojos grises seguía sonriendo y le negó suavemente. Ambos sabían que era mentira.

—Aja, lo que digas, apuesto a que te podría pasar un enorme venado por encima y tu ni enterado —Yuya se hizo un poco el ofendido.

—¿Quieres probar eso alguna vez? —le dijo con aires algo desafiantes—Apuesto a que le podría dar un venado antes de que tu siquiera puedas terminar de despertar —hizo una ligera pausa y pensó mejor—en el ojo.

—¿En el ojo? —repitió—sueña. No he visto al primer animal que le des en el ojo.

—Eso es porque no lo he intentado —sonrió—. Además, era mi especialidad en los grupos de aprendizaje, fui el primero en darle a uno en el ojo —dijo con aires de orgullo.

—También el primero en sacar volando a uno de tus profesores —Yuya abrió un poco más los ojos. Claro que recordaba eso, de las pocas ocasiones en las que había tenido un poco de miedo las propias habilidades que le había otorgado la Diosa.

—Eso es una hazaña —dijo creyendo que podía ganar el debate—. Nadie tiene un aura tan fuerte.

—Sí, tienes razón, nadie más podría mandar volando a su propia profesora —se rio suave. Yuya bufó suavemente y antes de que pudiera decir cualquier cosa, Yugo apareció en escena.

—Buenos días —saludó más que nada a Yuya. Yuto y él ya se habían visto en la mañana, cuando muy silenciosamente habían acordado quién iba a quedarse junto con Yuri esperando el despertar del chico afectado—. Haremos un pequeño cambio de papeles, necesitamos que te vayas a cazar.

—¿Yo? —Yuto arrugó la cara—¿Pero tu no sabías cazar también? Todos sabes cazar, ¿no?

—Sí, bueno —se rascó la nuca suavemente—. Rompí mi arco en la mañana.

—¿Uno de Olmo? —preguntó Yuya con una ceja alzada. Yugo asintió algo avergonzado—¿A que le golpeaste con el arco como para romperlo?

—Bueno... —recordó el animal que se había venido hacia él con tanto enojo y fuerza que se había asustado. Así que simplemente había agarrado lo primero que se le había ocurrido y fue el arco (porque había dejado su espada unos metros más allá junto con una base de un árbol)—Me caí... de espaldas... y... bueno... —Yuya lo veía directamente—se partió. Y ahora Yuto es ahora el que debería... ir a cazar... Yo te cuidaré, Yuya.

—¿Cómo diablos te caíste para atrás? —preguntó. Yugo se puso un poco más nervioso—¿No viste una roca?

—N-No... —Yuto negó. Se levantó y antes de ir por su arco se le dirigió al otro.

—Trataré de volver pronto, Yuya no debe de quedarse dormido, y ha estado algo mareado —le informó—. No debe de pararse para nada, y si tiene sed —le lanzó uno de sus pequeños contenedores de agua—. Toma, no lo dejes solo. ¿vale?

—Vale —dijo Yugo algo más seguro. Yuto se fue al otro lado de la cueva por su arco. Cuando volvió, Yuya miraba aún al de ojos esmeralda pensativo.

—Que la Diosa los cuide, volveré pronto —y empezó a avanzar hacia afuera.

—Que la Diosa te cuide—dijo Yuya volviéndose hacia la salida de la cueva por donde su compañero había salido. Había una pequeña sombra de sonrojo en sus mejillas. Una que Yugo realmente creyó que era por estar enferma. Así que cuando este se volvió a sus ojos esmeraldas casi sintió que era por algo más y se quedó mirándole por un momento, confuso—. Creo que, en muchos años, eres el primero que se le rompe el arco por una caía de espaldas.

—Espera... ¿eso de verdad ha pasado? —preguntó incrédulo y elevado. Yuya alzó una ceja nuevamente—Quiero decir...antes, en tu grupo de... armeros, ¡quiero decir! —se apresuró a decir—Arqueros... —tragó saliva hasta el fondo, algo nervioso, además. Sus tonterías eran algo de lo que se avergonzaba, pero decir mentiras eran cosas de las que simplemente no era bueno. Para nada.

—Tranquilo, no eres el primero en caerte... —dijo un poco pensativo. Entonces, agregó— si es que realmente de has caído —Yugo por un momento tuvo los nervios de punta. Le pillaban mintiendo y eso era otra vergüenza más para él—. ¿A qué le pegaste con el arco?

—Amm... ¿nada? —sonrió nerviosamente—. No golpeé nada...

—Di lo que quieras... —Yuya sonrió suavemente. Se sabía eso de memoria, los arcos del Olmo que ellos tenían no se rompían con golpes, no uno solo al menos—Yo sé mucho de arcos, a mi no me engañas...

—Eh —le dijo—, pero no me molestes, ahora me he quedado sin arco —infló un poco los cachetes. Yuya cerró los ojos un momento—. ¡Yuya! —le gritó, este lo miró apenas dándose cuenta de que había cerrado los ojos—No te duermas, Yuri y Yuto me dijeron que podía hacerte daño —suspiró. El de ojos rojos asintió algo perdido—. ¿Tan aburrido es hablar conmigo?

—¿Qué? —pregunto algo confuso. Yugo frunció los labios.

—Claro, nunca seré tan entretenido como Yuto —soltó, esperando pescar algo, cualquier cosa—Supongo yo, claro —. Pero Yuya solo negó suavemente.

—No es eso, es solo que estoy cansado, muy cansado, debe de ser el... —suspiró de nuevo, movió la cabeza un poco—El brebaje, es demasiado fuerte. Quizá la saliva de Yuri es demasiado para esto... —llevó la cabeza hacia atrás un momento.

—Ni se te ocurra decirle eso —le advirtió—. Se pondrá peor de lo que está ahora mismo. Y eso es decir mucho —miró un poco más al chico—. Su orgullo familiar es demasiado.

—Y que lo digas... —suspiró. Tomó algo de tierra con sus manos y la restregó sobre su mano, era para mantenerse ocupado mientras intentaba no dormirse—Llega hasta otros extremos. No tengo problema, es solo que es un poco cansino que lo diga a mis espaldas tantas veces —suspiró suavemente—. Pero puedo tolerarlo.

—No deberías —le dijo frunciendo un poco los labios, también le incomodaba, pero no era algo de lo que quisiera decirle en la cara todo el tiempo, al fin y al cabo, él no tenía esa culpa—. Puede que la familia de Yuri sea demasiado tajante como para siquiera poder aceptar una mínima sospecha sobre un duelo de Líder, pero él tampoco...

—Puede hacerlo —suspiró—, es su manera de mostrar desconforme con lo que ocurre —frunció los labios. Un poco delirando, un poco diciendo la verdad—. Y la puedo respetar.

—Pero...

—No, entiendo —dice algo perdido en sí mismo—. Ni siquiera yo estoy seguro de todo lo que ocurrió. Si de verdad el puesto es de él, o si verdaderamente él... —hizo una ligera pausa, tranquilo, realmente muy cansado y con los ojos callándose. El sueño le estaba afectando y le hacía delirar verdades—No sé si el realmente no envenenó nada... y era un gran amigo de la familia de Yuri, puedo entenderlo...

—No te duermas —le dijo acercándose a golpearlo suavemente en la cara, intentado que despertara más—. Te hará daño.

—Puedo entender que se desquite conmigo... —dice mientras le golpeaban en sus grandes mejillas. Mirando perdido al lugar, sin poder siquiera pensar dos veces en lo que decía. O tan siquiera ser consciente de su tiempo o espacio. Como una de sus contrapartes lo estaba en ese momento, un estado en que pocos iban a comprender lo que ocurría—. Puedo...

Y le pegaron en la espalda, le cachetearon más y les tiraron tierra a los ojos. Soltó un pequeño grito, sacudió la cabeza, como si acabara de despertar de un letargo. Intentaba mantenerse despierto, pero no le funcionaba. La medicina era demasiado fuerte, tanto que apenas y podía sentirse allí. Era normal, y lo era desde sus inicios, pero de igual forma, era considerada como uno de lo métodos más brutales para salir del encantamiento de un demonio. Pero, así como todo, tenía su recompensa, era lo más efectivo.

—¡Yuya! —le gritó—¡No te duermas!

—No, no —negó y se sacudió la cabeza—. No me duermo —respiró un poco fuerte mientras de restregaba el ojo y trataba de que la tierra salida de estos era molesto tener los ojos cerrados.

—Maldición—dijo a sí mismo por no poder hacer siquiera una conversación importante. Era su culpa que se quedara así, dormido, sus conversaciones eran tan relevantes como un maldito diente de demonio menor. Quizá si intentaba otra cosa, podría funcionar—, debería ponerte a hacer algo...

—Un arco... —dijo tenue, tratando de no sacarse lo que tenía en su mente, tantos recuerdos sobre él día en el que se padre llegó a casa, con la gran noticia de que había ganado el liderazgo del grupo. De cómo había legado contra un debilitado Leo Akaba. De domo, de alguna manera, se emocionó ese día, pegó el grito al cielo, emocionado por el nuevo Líder del lugar. A costa de la vida del otro. Yuya lo había entendido ese día, había entendido que Leo había muerto, había entendido que la sangre que se espació sobre sus ropas era solo de la historia, y del alivio de ver de nuevo a su padre. Pero no había entendido lo que ocurrió apenas unos momentos después, como el padre de Yuri había venido hasta su casa y les había gritado de traidores, como los adultos miraban enojados a Yuso y le decían que era un cobarde y que esperaran que la Diosa le predijera el peor destino. Tampoco pudo entender como los demás niños lo despreciaban desde entonces, como lo veían en los pasillos y como simplemente lo tildaban de idiota e incompetente, como le recordaban más sus propias fallas que cualquier otra cosa—Debo de hacerte un nuevo arco...

—¿De verdad? —preguntó alzando una ceja—¿Puedes hacerlo?

—Si, si, tienes que tener un arco...

—Bueno, no me gustan los arcos realmente —admitió Yugo, Yuya negó—. ¡Es la verdad! Siento ofenderte... no es mi intención, quiero decir, entiendo que es lo tuyo —dio una pequeña pausa— y que es una muy respetable tradición entre nosotros, pero no puedo con un arco, lo mío es la espada, ¡al igual que Yuto! Ambos somos espadachines, no podemos hacer algo más, mejor que ser espadachines por más que queramos... —dijo sin ver al otro. Yuya negó suavemente.

—Yugo, necesitas un... un arco —le dijo de nuevo, pero él otro estaba algo ensimismado, tanto que había obviado lo que había dicho—. Yugo...

—Lo sé, lo sé —suspiró—. Es una tradición muy importante para ti, y no puedo andar por allí simplemente irrespetando el hecho de que...

—No es... tan importante esa tradición para mí —soltó, pensando en que realmente eso era algo que su padre había decidido al ver su incompetencia total en la espada, pero el realmente tenía otros gustos.

—Y... Y realmente lo siento —dijo después de pronunciar un par de palabras más que Yuya no había alcanzado a entender del todo, pero de las que tuvo la sensación de haber dicho que "No le gustaba el arco, pero que al menos lo entendía"—. Pero no me agrada en lo absoluto.

—Entiendo... —dijo frunciendo un poco el ceño—. Pero... de verdades deberíamos hacerte otro arco.

—¿Tú puedes construir arcos?

Yuya entonces se dio cuenta que quizá el poner atención no era lo de Yugo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top