Capítulo 4

Yuya se quedó paralizado, totalmente. A pesar de que sabía te tenía un trozo de comida a medio masticar y que simplemente tenía que tragar ya. Pero no, estaba allí, con Yuto toqueteándole el pelo con la excusa de que había visto algo extraño allí. Se estaba sonrojando ligeramente por aquel gesto y tampoco se sentía del todo cómodo. Allí, justo donde estaba, era algo feliz, el de ojos grises se había fijado en un pequeño detalle de su cabello. Algo que sinceramente no se esperaba.

—Ya está, tenías una hoja —Le sonrió Yuto. Yuya tragó.

—Gracias... —el de ojos grises se volteó hacia atrás para dejarla en alguna otra parte. Pero se le escapó un pequeño quejido. Yuya hizo una pequeña mueca, no le gustaba para nada eso—Deberías... deberías y a descansar, ya has terminado y... tu espalda...

—Te dije que te iba a acompañar —dijo sereno, sin ganas de irse—, además, sospecho que cuando me vaya te irás de nuevo, sin haber terminado —el de ojos rojos no sabía si era eso, o solo estaba buscando escusas para quedarse un poco más con él.

—Pero tú estás peor que yo —apretó el agarre que tenía sobre la carne asada que cargaba, con la poca que quedaba y que había sido cocinada por Yugo—, tu espalda está herida y el enfrentamiento de hoy no fue para nada fácil.

—Eso no quita el hecho de que también seas mi compañero —se dirigió a mirarlo—. Y eso tampoco cambia el hecho de que no quiero que te hagas daño.

—No me voy a hacer daño —dijo testarudo—, solo es caza, y estoy cerca, no me va a pasar nada, además... ustedes estarán cerca, ¿no? —se regañó mentalmente por ser redundante, pero no tenía por qué importarle eso ahora mismo. El de ojos grises negó desaprobándolo. Las cosas no podían seguir así, él no podía seguir culpándose por lo ocurrido.

—Yuya, como equipo tenemos que estar unidos y, aunque estemos cerca—miró a Yuya algo preocupado—, realmente preferiría que te quedaras aquí y que te fueras a descansar.

—Pero mañana...—Yuto negó y el otro calló casi de inmediato.

—Tienes hasta pequeñas heridas en la cara, Yuya —casi le había regañado—, mañana será otro día, hoy hiciste mucho por nosotros y creo que ya es suficiente —le puso una mano en el hombro—. No tienes porqué culparte de algo que no es tu culpa —el de ojos rojos le miró con los ojos más abiertos de lo normal—. Y no te preocupes por nada más, ninguno de nosotros te culpa por nada. Haces bien tu trabajo, diste un plan para escapar y nos trajiste hasta esta zona—le sonrió suavemente—, no hagas nada más. Ya no te esfuerces tanto. Ya tenemos suficiente para comer bien.

—Está bien...—terminó aceptando—Me quedaré y... ¿aún les queda algo más por asar? ¿algo que esté listo? —Yuto sonrió por el alivio—Es que... tengo hambre aún —miró hacia su casi terminada carne—y no creo que esto baste —el de ojos grises asintió suavemente y se levantó alarmando a Yuya—. ¿Pasa algo? —a pesar de que el gesto no parecía ser muy atento ni amenazante o tan siquiera cauteloso, lo preguntó algo preocupado también.

—Yo voy por él —le sonrió suavemente.

—No, no vayas, iré yo más tarde—le sonrió algo cordial—. Mejor ve a descansar Yuto, tu espalda—se interrumpió a si mismo viendo que el otro se alejaba pasando olímpicamente de él—. Eh, Yuto. No necesitas ir por él. Yuto —lo llamó repetidas veces. Hasta se paró de su cómodo sitio, su compañero parecía ser bastante terco. Se apresuró a acercarse a él y le puso una mano en el hombro cuidadoso no de no tocar la zona dañada y le detuvo suavemente. El aludido se volvió hacia él ligeramente—. Yuto, no necesitas hacerlo.

—Yuya, déjame hacerlo, eres mi compañero, tampoco es tan malo que te ayude a traerte algo mientras comes, ¿no? —preguntó Yuya se mordió adentro de sus mejillas—Además, debes de estar algo cansado de la caza.

—N-No es así...—repuso, el otro hizo una mueca. Si era así.

—Déjame ayudarte —le puso otra de sus manos en el hombro—, quiero ayudarte Yuya.

El de ojos rojos se relegó un poco desvió la mirada y asintió suavemente, retirando su mano del hombro de Yuto. Se sintió realmente tonto en esos instantes, el chico solo había querido ayudarle y que no se esforzara tanto por lo que había hecho. Por haberse ido a cazar incluso cuando nadie se lo había pedido, sacar de su tiempo de caza para recolectar hierbas y evitar que Yuri se agotara de materiales para el ungüento que preparaba. Buscar un refugio, quedarse en el grupo en una caminata larga, preparar casi todo lo del refugio. Era de cierta manera su agradecimiento, el hacerle pequeños favores, y él no era capaz de verlo, quería seguir y seguir produciendo cosas buenas para el equipo, demasiadas cosas en realidad, y no se había fijado que debería dejar de hacer tantas cosas y calmarse. Pero tampoco es como si fuse fácil, la culpa lo mataba.

—Está bien —aunque cedió por Yuto. Solo por él.

-.-.-.-.-.-.

—Quédate quieto —pidió Yuto suavemente. Yuya lo miró sin saber a qué se refería y entonces vio como en su mano sujetaba una hoja que tenía ungüento esparcido en su superficie.

—Ah... —dudó un instante, pero tras todo lo que le había dicho antes, simplemente se dejó—Está bien... —cerró los ojos oyendo solo el arder del fuego y la respiración ajena. Se anticipó al momento en el que lo iban a tocar ligeramente en el rostro, no era nada del otro mundo, solo un toque que buscaba sanarle sus numerosas heridas en la cara.

—¿Cómo te hiciste tantos rasguños? —preguntó después de un rato, con ánimos de hacer una conversación entre ellos y con un tono realmente bajo, como si los animales del bosque los fueren a escuchar y tuvieran que ocultarse. Como si alguien más fuese a escuchar su conversación para interrumpirla.

—Me caí—se avergonzó de inmediato—, sólo un par de veces —te tomó una pausa—, no había visto... cosas... —sonrió con algo de nerviosismo para bajar su sonrojo, uno que debía de ser difícil de notar.

—¿No veías bien? —preguntó curioso mientras seguía toqueteando el rostro del chico con precaución de no hacerle más daño que de que debería.

—Soy torpe —soltó sin pensarlo—, en tierra, me refiero. No soy bueno moviéndome y a veces se me olvidan algunas cosas sobre esta y... realmente no me gusta demasiado ir así—frunció un poco lo labios—. Digo, creo que para ustedes debe de ser lo mismo con los árboles, ¿no?

—No sería capaz de subirme a uno y saltar al otro, eso es algo que no me agrada demasiado—empezó a hacer alguno retoques—. Siempre está el miedo de caerte.

—O de tomar la decisión equivocada...—murmuró. Pareció que Yuto se tensó por un momento, pero después siguió untando.

—Eso no es algo que podamos evitar—retocó un poco más—, siempre hay malas decisiones.

—Entiendo—tomó una larga bocanada de airé y la expulsó—. Lo entiendo.

—Bien—se alejó del cuerpo del otro—, ya está—Yuya abrió los ojos sintiendo un montón de agregados y crema untada en su cara. Cosas de su torpeza. Se regañaba mentalmente por algo como eso. Yuto le puso una de sus manos el hombro nuevamente—. Ahora a comer un poco más—salió del foco de Yuya para irse por aquellos pedazos aun sobrantes asados. Los puso en una hoja, la última que había y lo llevó con el otro. Este le miraba algo preocupado de que no le fuera a pasar nada, tanto por su espalda como por todo lo demás. Cuando estuvo todo listo, comieron en silencio hasta que el de ojos rojos habló.

—¿Qué quieres hacer tu? —preguntó lo más sencillo, aquello que hasta un niño pequeño podría responder, por muy equivocado que estuviera, podría contestar—Digo, ¿patrullar o explorar? Quizá también haya rescate aún... —divagó un poco.

—Patrullar—dijo después de unos segundos mientras agarraba su carne y la comía con gusto una vez tragó, volvió a hablar—, me parece lo mejor, digo, quizá sea muy monótono, pero no creo que dure demasiado. ¿Tú?

—Yo...—lo pensó un poco—Quisiera también patrullar, creo que me va bien mirando dos veces las cosas—sonrió un poco a medias. Pero una pequeña flechita de culpa le pasó por su pecho. Como si no supiese que era.

—Oh que bien —habló después de tragar—, nos veremos más seguido entonces—le sonrió y después mordió una vez más su comida—. De seguro nos pondrán en patrullas similares.

—Si... —de repente le pareció captar un olor uno un poco extraño—Oye... ¿no te huele extraño? —preguntó con el ceño fruncido. Arrugó un poco su nariz, Yuto tragó lo que tenía en su boca y también empezó a oler—Huele...raro.

—No huelo nada—el otro se esforzó por oler algo en el aire aparte del agradable olor a roble de la pequeña atmosfera y el pedazo de carne asada que estaba entre sus manos—. ¿Qué es?—preguntó con intriga.

—No lo sé, es como un efecto raro, yo—miró de un lado a otro—no sé. Déjame...—empezaba a divagar un poco. Se tocó el rostro con suavidad en una de las partes donde Yuto le había puesto ungüento y se llevó a mano a la nariz. Negó para sus adentros y miró al otro con algo de vergüenza—Podría... ¿Podrías olerte la espalda?—casi se hace una bola de rojo puro, si de por sí, verlo sin camisa era bastante envergonzante, acercarse no iba a ser menos. Sin embargo, el otro no pareció inmutarse ni sorprenderse demasiado, solo asintió suavemente.

—Claro —murmuró apenas y se quedó rígido. Yuya actuó de manera impecable como se acercaba a la espalda del otro y la olía como puso sin tocarle. Hizo una mala cara y se tapó su rostro con las manos—¿Es muy malo? —preguntó al sentir como el otro se había alejado sin decir nada.

—No, es solo que creo que debería cambiarte el ungüento...—se mordió ligeramente el labio y miró a su alrededor.

—¿Debería despertar a Yuri?—preguntó. Yuya negó.

—No, yo me encargo—le dio confianza—. Este... ¿tienes mucha energía o quieres quedarte aquí?—preguntó llevándose una mano a la nuca—Tengo que lavarte la espalda si te cambio el ungüento, pero no tienes que ir, puedo hacerlo con un trapo o algo.

—No, está bien—se levantó con su comida en mano y encaró al chico—. Puedo ir a la orilla del pantano. Tú me ayudarás, ¿verdad?—la pregunta sobraba ligeramente.

—Claro.

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—De ninguna manera—negó Yuri de manera autoritaria—, no avanzaremos más, ustedes dos están lo suficientemente lastimados como para que un demonio menor los haga papilla. No quiero cargar con sus cadáveres muchas gracias.

—Si no avanzamos vamos a llegar de últimos—recalcó el de ojos esmeraldas.

—Tenemos que seguir, sé que estamos heridos, pero si no hacemos nada nos vamos a quedar—Yuto se metió en la conversación—. Estaremos bien, descansamos toda la tarde de ayer.

—Miren, a mí no me importa que sus espaldas se muelan si esa es su maldita decisión, pero es una idea estúpida seguir avanzando sin que ustedes estén del todo bien—argumentó—. No solo tenemos el problema de las cosas a su espalda—señaló de la nada a Yuya—, nuestro arquero no va a ver nada en tierra. Necesita estar en los árboles, necesita avisarnos las cosas que están más adelante. Su vista será de agila, pero necesita moverse libremente. Estar atado al suelo, y por mucho que nos ayude, no es una opción.

—Tenemos que acabar con esto, si lo hacemos no necesitaremos perder más tiempo—Yugo se ponía en una posición desafiante.

—Tan solo tenemos que vencer uno. Incluso podríamos salir a la búsqueda de uno dejando las cosas aquí—propuso Yuto—, después podemos volver.

—Ni hablar—Yuri se cruzó de abrazos—, hay animales cerca. Pueden robarse las reservas que nos quedan, y no estamos ni cerca de saber si estamos cerca de algún demonio mayor. He incluso si estuviésemos cerca de uno—alzó la voz—, ¿qué nos garantiza tanto a Yuya como a mí de que ustedes podrán hacerlo? ¡Apenas logramos huir ayer! —exclamó—No piensen que por arte de Yunkull vayan a estar bien.

—¿Dudas de nosotros? —preguntó Yugo desafiante. Yuya se levantó entonces del tronco donde estaba sentado y se metió a la conversación. Sintió que quizá era momento de olvidarse un poco de la espalda de Yuto por un momento y opinar.

—No se trata de dudar o no, Yugo—lo miró decidido—, se trata de protegerlos. No podemos ir precipitadamente a buscar a un demonio, nos derrotará sin importar que tan hábiles seamos. Ayer casi nos dan una paliza.

—¡No tiene por qué pasar lo mismo hoy! —exclamó Yugo.

—Al menos debemos intentarlo, en un campo de batalla no nos darán tiempo para recuperarnos—Yuto razonó. Yuri pareció enfurecerse un poco.

—Tienes razón—admitió Yuya antes de que el otro pudiese hablar—, pero en un campo de batalla no tienes opción, tienes que pelear hasta sobrevivir o perder y perecer. No puedes huir porque si no es mejor opción, pero nosotros no estamos en medio de un campo, no estamos en constante peligro y los demonios no van a salir por la espalda para atacarnos—miró decidido a los dos—. Esto es distinto, en este lugar no va a ocurrirnos nada y considerando su estado es mejor quedarse a que se recuperen correctamente.

—Nos atrasaremos—refutó nuevamente el de ojos esmeraldas.

—¿Y eso importa? —bufó Yuri—Lo que importa es mantenernos con vida, ¿qué más da si llegamos al último y tenemos que relegarnos a no ser líderes por toda nuestra vida? —el de ojos fucsias hablaba un poco son sus brazos, no los dejaba quietos—Al único al que quizá debería importarle eso es al hijo de papi—Yuya se encogió ligeramente—, pero por lo que pueden ver él mismo prefiere quedarse por ustedes—n piaba a negar que había aprovechado para decirle eso.

—¿Qué líderes serían estando muertos? —preguntó Yuya recomponiéndose de ese casi desapercibido bajón—Si piensan que estando de esa forma son unas cargas, eso no es verdad, nos cuidamos entre nosotros, eso es lo que... — miró al otro, quizá en busca de una aprobación, por pequeña que fuera. No obtuvo nada de nada—Yuri y yo queremos. Somos un equipo, estamos juntos en eso y no podemos dejar que ustedes se lastimen más.

—Está bien—murmuró Yuto seguido de un suspiro—. Pero no puede ser todo el día.

—Si se están quietos pueden estar más decentes después del mediodía—explicó Yuri—, nada de cazas o de aventuras por el campo. Se quedan aquí o en el borde del pantano, pero no más.

—Sigue sin parecerme buena idea—bufó Yugo.

—Después de esto nos viene una batalla difícil, lo mejor es que descanses un poco más—dijo Yuya algo más amable—, ustedes dos están al frente. Son muy importantes ofensivamente, si están en mejores condiciones podemos derrotar más fácilmente al enemigo. O eso creo yo. No será mucho tiempo después de todo.

—Quedémonos, es lo mejor que podemos hacer—Yuto habló algo más comprensivo. Yuri mantenía sus distancias quizá pensando que cualquier cosa que dijera no serviría de nada.

—Bien, pero mañana tenemos que enfrentarnos al demonio mayor—sentenció Yugo—, si no, no podremos volver a tiempo.

—¿Para ver a tus adoradas chicas? —Yuri puso una sonrisa socarrona—¿Llegas tarde a una cita con alguna de ella? —Yugo contuvo aire por un momento, el otro ensanchó un poco más su sonrisa—¿Otra vez?

—Deja de molestarme con eso—rodó los ojos y se volvió hacia el otro con una cara de enojo cómica—, fue solo una vez y por error.

—Como digas—sonrió alzando los hombros—, vamos al pantano.

—¿Todos? —preguntó el de ojos esmeraldas.

—No, sólo tú tienes la oportunidad de pasar tiempo conmigo—sonrió de manera socarrona una vez más dando a entender que era una broma—. Tengo que cambiarte de ungüento, sino se te va a resecar la piel y a levantar, y no quieres eso.

—Pero...

—Además, hueles asqueroso—arrugó su nariz—. Me prometí anoche que no te dejaría segur más de esa manera, no quiero volver a dormir con un olor tan desagradable como eso. Ni siquiera el olor de las más olorosas plantas con las que he trabajado se comparan con lo que huelo.

—¿Por qué no va Yuto conmigo? —preguntó el con un tic nervioso en un ojo.

—Porque a diferencia de ti, él sí huele bien y le cambiaron el ungüento anoche—sonrió y se acercó al otro solo para halarlo de la oreja—. Ahora vámonos, no voy a soportar ese olor a putrefacción por más tiempo—comenzó a caminar.

—¡Duele idiota! —se quejó el otro.

—¡Entonces muévete!

—Estos dos nunca cambian—dijo Yuto con una mano en su nuca cuando los vio lo suficientemente lejos—. Gracias por ahorrarme esa discusión, no creo que sea capaz de soportarla.

—Todo por tu bien estar—le mostró los dientes en una sonrisa—. Oh, quería preguntarte, ¿hay suficientes provisiones?

—Más que suficiente gracias a ti—comenzó a moverse hacia el interior de la cueva seguido de Yuya que no podía pensar en otra cosa que no fuera tener algo de tiempo libre.

—Bueno, supongo que solo tenemos que despellejar lo que tenemos, ¿no?—preguntó Yuya.

—Eso déjamelo a mí—dijo con confianza—, Phantom Knight hará un buen trabajo, tu encárgate de adobarlas.

—Si señor—hizo un falso gesto de obediencia, como si estuviesen en aquella aldea tan lejana donde la obediencia era primordial. Yuto soltó una risita.

—No soy tan viejo—reclamó relajado.

—Tu espalda no me dice lo mismo—dijo reído. Yuto negó.

—Eso es temporal, pronto se arreglará—dijo con el mismo tono relajado y fingidamente ofendido. Sí, sin duda tener tiempo libre era bueno para ellos. Oh bueno, casi libre, las tareas siempre serían tareas.

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