CAPITULO 6

HADES

No había tenido noticias sobre Aurora luego de esa noche. Cuando cerraba los ojos podía verla casi sin vida en mis brazos, exhalando su último suspiro.

La había salvado y eso era todo un descubrimiento, ya que no era conocido por ir siendo piadoso y salvando vidas de aquí para allá, más bien las absorbía y los mandaba al infierno. Pero cuando la vi, allí tendida y ensangrentada, algo en mí se despertó, un sentimiento que jamás había experimentado, el mismo que no me permitió dejarla morir.

Aurora tenia algo en su ser que me era muy difícil de resistir. Ella calmaba mis ansias de sangre y destrucción, como si fuera una droga y sin probarla ya me había vuelto un adicto. En dos mil años jamás había experimentado algo así y me tenia totalmente confundido. No era un hombre conocido por su paciencia y por quedarse de brazos cruzados, era un hombre que tomaba lo que quería y conseguía siempre lo que se proponía. Esta no iba a ser la excepción, buscaría respuestas y llegaría al fondo del asunto.

Me encontraba sentado fumando un cigarro en mi Ford Mustang, cual acosador mirando la fachada de la casa de las Bennett, esperando que ella saliera, buscando mis respuestas. Mi teléfono sonó, pero lo ignore, no me apetecía hablar con mi hermano mayor en este momento, de seguro el se había enterado lo sucedido en el club y quería darme una reprimenda.

A la quinta llamada, decidí atenderlo, ofuscado y de mal humor.

-¿Qué es lo que quieres Apolo?

-¿Dónde estas? Y ¿Por qué no atendías?

-No te concierne en donde estoy y no eres mi madre para tener que pasarte mi itinerario diario.

El suspiro detrás de la línea - mira Hades, no quiero discutir. Necesito que hablemos, me han informado de un ataque de vampiros en tu club anoche...

Deje de escuchar y finalice la llamada. Aurora salió de la casa y comenzó a caminar hacia el barrio francés. Me baje del auto tirando la colilla al suelo y pisándola con mi zapato, para así seguirla. Llevaba puesto unos jeans negros con una camisa blanca y un tapado negro con marrón que le llegaba hasta las rodillas.

Mi sangre había curado la mordida y su cuello se veía impecable, sin ninguna marca. Ella se giro un par de veces con el ceño fruncido, buscándome, pero yo era más rápido y lograba esconderme.

Ella se detuvo unas cuadras después y se metió en Café du Monde y tomo asiento en una mesa pegada a una de las ventanas. Saco un cuaderno de su bolso y se puso unos anteojos, que le daban un aire mas intelectual y mas sexy si es que se podía.

La camarera tomo su orden y a los minutos volvió con un latte y un beignet. Ella tomo un sorbo de su café y suspiro de placer, luego abrió su cuaderno y tomo anotaciones, mientras golpeaba su labio repetidas veces con el bolígrafo.

Lo se parezco un maldito acosador, que mira a una chica desde una distancia prudente tomar su café, pero es que no sabía que diablos tenía esta mujer que me atraía mucho. Una de las camareras se aproximo a mi mesa y me dejo una taza del mismo café que Aurora estaba tomando.

-Yo no pedí nada.

Ella clavo su mirada en mí y sonrió con picardía, antes de entregarme un pedazo de papel. Había algo escrito allí con una caligrafía bastante desordenada, pero legible.

¿Dejaras de observarme con un acosador y actuaras como un hombre?

¡Que mierda!

Levante la mirada y me encontré con la de ella, divertida y picara. Ella sonreía mientras se llevaba la taza humeante de café a sus labios. Me puse de pie, olvidándome el café y de todas las personas que me miraron sorprendidas y con terror mientras me acercaba a su mesa, mientras me acercaba a ella.

Mi maldito corazón se acelero y cuando llegue hasta su mesa y ella me sonrió casi se me sale por la boca.

-Ya era hora, señor misterioso.

Me senté con confianza en la silla de enfrente y enarque una ceja. Ella no me recordaba, su tono de voz era dulce, pero seguro de si mismo-¿Cómo me llamaste?

-Señor misterioso. ¿Crees que no iba a darme cuenta que estuviste siguiéndome? Debo admitir que al principio me diste escalofríos, pero luego tuve un poco de pena por ti.

-¿Pena?

-Eres tímido y te cuesta pedirle una cita a una chica que te gusta. Créeme lo entiendo.

Fruncí el ceño ¿yo tímido? No podría estar mas equivocada- creo que has malinterpretado todo dulzura. Si quisiera tu número ya lo tendría.

Ahora fue su turno de enarcar una ceja y mirándome divertida dijo- vaya tenemos un caso narcisista y arrogante.

-¿Me estas autoanalizando?

Ella se rasco la barbilla antes de clavar sus hermosos ojos azules en los mios-desde que entraste que lo estoy haciendo. Llamas mi atención ¿señor?

-Hades.

-¿Cómo el dios griego? ¿El dios de la muerte?

-Exacto.

-Debes tener una gran personalidad.

-No te das una idea, mis hermanos se llaman Apolo y Morfeo- le guiñe el ojo-¿Y tú te llamas?

Me hice el desentendido, si ella supiera que yo ya sabía su nombre la asustaría.

Ella sonrió -¡vaya nombres! El mío es tradicional y aburrido, me llamo Aurora-ella me tendió su mano y yo se la estreche.

- Un placer conocerte al fin Aurora.

Ella me miro ladeando su rostro y sus mejillas se colorearon de un rojo fuego. No pude evitar acariciar con mi pulgar su piel blanca y tersa y darme cuenta como su mano era pequeña en comparación con la mía, pero encajaban como si hubieran sido creadas la una para la otra.

Aurora rompió el contacto primero y soltó una risa nerviosa-¿entonces Hades, señor del inframundo, me invitaras a salir o no?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top