CAPITULO 4



HADES

Ella estaba a aquí, en mi club. Llevaba puesto un vestido azul, que si bien no era apretado, se pegaba deliciosamente a sus curvas, volviéndome un poco loco. Su pelo rubio se encontraba lacio y perfecto y su cuerpo ¡mierda! Se movía al compas del jazz, de arriba hacia abajo, con un juego de caderas que dejaba hasta al mas santo con ganas de pecar.

Con la mano llame a una de las camareras y le dije que le sirviera una copa de pernod-ricard perrier-jouet y le entregara la nota que recién había escrito. La seguí con la vista hasta que se detuvo en frente de la rubia misteriosa, ella miraba disimuladamente hacia atrás buscando algo.

Se sentía observaba, sabia que yo la estaba mirando, pero desde el lugar en donde estaba ella no podía verme. Una sonrisa se extendió en mi rostro ante tal descubrimiento, ella sentía mi mirada en su cuerpo, desde aquí podía ver el sonrojo en sus mejillas y escuchar su corazón latir como un potro desbocado.

La camarera le dio la copa y la nota, dejándola sola entre la multitud. Ella abrió la nota con el ceño fruncido y luego miro la copa con desconfianza, chica inteligente. Luego se giro mirando hacia todas partes y saco el teléfono de su bolso.

Ella tenia miedo, todo su cuerpo gritaba ¡corre!¡sal de ahí! Lo sabia por su lenguaje corporal, pero en vez de eso localizo a la camarera que le había dado la nota y le dijo algo. Agudice el oído tratando de escuchar que le decía, pero me fue imposible por el bullicio de la multitud.

Ella siguió caminando perdiéndose en la multitud, cuando vi a un hombre seguirla. ¡Maldita sea! Nadie iba a tocar ni un pelo de su cabello, si no quería morir. Me levante de un salto y comencé a bajar las escaleras.

Empuje personas tratando de llegar a ella, pero le había perdido. Hasta que un grito rompió la noche y me llevo hasta ella. El la tenia sujeta del cuello mientras sus colmillos extraían su sangre. Su piel iba perdiendo su color rosado y su calidez, sus labios se volvieron azules y su cuerpo tenso comenzó a ponerse laxo.

Agarre al estúpido del cuello y de un solo movimiento saque su corazón. Luego tire su cuerpo para atrás y sostuve el de ella antes de que tocara el suelo. su pulso era débil y su respiración un susurro.

Mordí mi muñeca y le di mi sangre.

Vas a estar bien preciosa.

Luego levante su cuerpo y la arrope entre mis brazos. Tenía que sacarla de aquí, sin hacer un escándalo. Salí por la puerta trasera y busque mi auto. Le deje en el asiento del acompañante y tome su teléfono, busque el contacto de Sophie Bennett y le pedí que viniera al estacionamiento.

Ella llego sola como le dije y corriendo-¿Qué diablos paso?

-Un vampiro pasó.

-Solo me fui un segundo ¡mierda! ¿Ella esta bien?

-Ya le di mi sangre, lo estará.

Ella abrió los ojos como platos y luego su expresión se endureció -¿Por qué lo hiciste?

-Porque sino moriría-lo dije como si fuera lo mas obvio.

Ella me miro con seriedad- no te creo. Eres Hades Black, tú nunca haces una buena obra sin esperar algo a cambio.

Era corajuda si se atrevía a hablarme así, pero también sabía que no podía atacarla sino quería luego un fuerte dolor de cabeza.

-Tienes razón, quiero algo a cambio. Su nombre.

Sophie Bennett me miro con desconfianza antes de decir- se llama Aurora y es mi prima.

Aurora, su nombre en mis labios se sintió tan bien. Así que otra Bennett-¿Ella es?

-Ella no sabe lo que es y así quedara ¿lo entiendes?

Levante las manos en son de paz-esta bien, tranquila fiera. No diré nada.

Ella asintió antes de subirse a mi auto y decir-llévanos a casa, que este cacharro no se moverá solo.

-¿Acaso soy tu maldito chófer? ¿Cacharro? ¿Sabes lo que cuesta uno de estos?

-Bla bla bla, no lo se y no me interesa Hades. Solo quiero llegar a casa, acostar a Aurora y rezar para que mañana ella no se acuerde de esto.

-Eso podemos solucionarlo mañana, si la traes ante mi la haré olvidar.

-No.

-¿No?

-Te quiero lejos de ella Hades. Ustedes solo destruyen y no quiero ese futuro para Aurora.

-Todos somos destrucción, mi valiente Sophie.

-Puede ser, pero hay algunos más destructivos que otros y ustedes tres son un maldito huracán, mezclado con tsunamis y erupciones volcánicas.

-Pareces conocernos bastante bien, para hablar de esa forma ¿Cuál de mis hermanos?

-Ninguno. Solo hablo de lo que veo y lo que veo no me agrada, así que aléjate de Aurora.

Estacione al frente de la fachada de las Bennett y cargue a Aurora en mis brazos, dispuesto a dejarla en su cama.

-No puedes entrar Hades.

-Invítame.

-No lo haré.

-Entonces tendrás que cargarla tu misma.

-¡Mierda! Te dejare pasar, pero luego cambiare el nombre del propietario en la inmobiliaria.

-Si, como digas.

Sophie me dejo pasar y en menos de dos segundos ya la estaba acostando a aurora en su cama. Le quite los tacones y la arropé con el edredón.

Agarre el libro que estaba en su mesita de luz "el psicoanálisis", interesante elección. Ella murmuro algo entre sueños y me gire para contemplarla. Era hermosa y tenia algo que me atraía, como a un mosquito lo atrae la luz.

Acaricie su cabello y acerque mi boca a su oído antes de susurrar- duerme bien, mi dulce Aurora.

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