Capítulo final
El escándalo con Tamaki Amajiki.
Sólo bastaron esas palabras para que algo hiciera click en el cerebro de Shinsou.
—Por supuesto. –Murmuró el pelimorado mientras veía como la mujer de la recepción llamaba por teléfono a alguien ya que luego de reconocer el sospechoso les habían tomado la denuncia y comenzarían a movilizarse. —Hace cinco años. –Siguió Shinsou, captando la atención de los amigos del rubio. —Tamaki era un actor que estaba ganando fama hasta que se vió envuelto en un escándalo, otro actor que conoció en una de sus películas acusó públicamente al mánager de Amajiki, diciendo que este lo acosaba, lo seguía hasta su casa y lo estaba extorsionando para que saliera con él. –La boca de Mina se abrió con sorpresa.
—¡Por supuesto! Se hizo viral rápidamente ya que Mirio Togata es un actor importantísimo, pero... ¿Cómo es posible que sea nuestro mismo mánager? Nos hubiésemos enterado rápidamente. –Dijo confundida.
Bakugo chasqueó su lengua.
—Por supuesto que no, ya lo recuerdo, ese bastardo trabajaba en una importante agencia por lo que con sus influencias pudo hacer que su nombre casi ni fuera hablado en los medios y esos bastardos decidieron tapar todo revelando una foto en la que se veía como Mirio y Tamaki se besaban detrás de un set. –Explicó mientras apretaba sus puños con furia.
El corazón de Shinsou comenzó a acelerarse nuevamente.
—¿Y qué haremos? Ahora que sabemos esta información únicamente podemos preocuparnos más, ¿Qué pasa con Denki y Sero?¿Dónde están? –No pudo evitar Sonae cada vez más alterado pero una mano se apoyó en su hombro, reconfortandolo.
—Yo me haré cargo de esto joven. –El pelimorado se dió vuelta sorprendido para ver parado frente a él al mismísimo Toshinori Yagi, el famoso detective de la ciudad. —Los encontraré.
Un carraspeo detrás de ellos hizo que pudieran atención en el atractivo joven de atrás, otro detective famoso, Keigo Takami.
Se ve que la preocupación aún estaba plasmada en los rostros de los jóvenes porque Keigo sonrió confianzudamente.
—Los encontraremos, por favor esperen que ya traeré de regreso a sus amigos. –Dijo antes de guiñarles un ojo.
Una mujer de gafas se acercó rápidamente a los detectives y les entregó unos documentos, en el gafete que llevaba decía que su nombre era Nemuri Kayama.
—Es lo que se reunió, si nos dan un poco más de tiempo conseguiremos la información de su cuenta de banco.
Toshinori leía los papeles atentos mientras que Keigo los ojeó por arriba.
—Si eres tan amable de apurarte es mejor para mi. –Dijo con falsa amabilidad el joven.
La mujer de gafas frunció el ceño antes de darse la vuelta y volver por donde vino.
Shinsou no se sentía más tranquilo, pero no tuvo opción más que esperar que todo saliese bien.
Sero sentía adoloridas varias partes de su cuerpo y le tomó algunos intentos recuperar el aire perdido, cuando al fin su vista se aclaró observó como Yamato estaba acuclillado frente a Denki que temblaba como una hoja.
—¿Lo harás verdad? –Preguntaba, insistente, Hakuchi.
El rubio lo miraba con verdadero pánico.
—¿Por qué...? –Su voz tembló ligeramente. —¿Por qué haces esto?
Una risa casi cínica brotó de la garganta del hombre.
—Ya te lo expliqué Denki. –Susurró mientras envolvió un mechón de cabello del rubio en su dedo. —Eres tú... Tu personalidad, tu sonrisa... Fue tu llamativa existencia la que hizo que otra vez volvieran a surgir en mi estos... Instintos. –Se paró y vió algo en el teléfono que llevaba guardado en el bolsillo. —Parece que los problemas se nos empiezan a acumular... –Volvió su vista a Denki. —Vamos... Acepta escapar conmigo, prometo que no le haré nada a tu amigo, lo dejaré aquí y probablemente luego de unos días lo encuentren.
Hanta negó lentamente con su cabeza.
—No lo hagas Denki, no vayas con ese... –Todos los lugares en los que lo había golpeado comenzaron a doler nuevamente por el esfuerzo de hablar. —No vayas con ese loco.
Yamato se giró hacia el pelinegro.
—¿Es qué acaso tú no aprendes? Cierra la boca y deja que el dulce Denki decida.
Kaminari sintió el miedo recorrer por sus venas mientras alternaba la mirada entre el sonriente Yamato y el malherido Sero. Su corazón se estrujo y su garganta se cerró por lo que le tomó varios intentos recuperar el habla.
—Yo...
Keigo masticó su chicle sabor fresa mientras terminaba de leer los últimos papeles, Toshinori estaba a su lado observando a lo lejos como los jóvenes que aún seguían en la comisaría se reunían con las preocupadas familias de los dos desaparecidos.
—Debemos apurarnos, el tiempo no está a nuestro favor... –Murmuró el hombre.
Keigo suspiró y pasó sus manos por su alborotado cabello.
—El tema aquí es... El bastardo ocultó bien sus huellas, las cámaras sólo grabaron como se llevó a Kaminari y Hanta luego de dejarlos inconscientes, hicimos el debido seguimiento del vehículo pero sabía bien lo que hacía, llegó a un punto ciego y el radio en que suponemos que se oculta es demasiado amplio para un rastrillaje minucioso, sin contar que la zona cuenta con muchos lugares donde podría haberlos ocultado. –El joven se veía un tanto frustrado.
Toshinori tomó los documentos que recientemente le habían dejado.
—Aquí dice que realizó una extracción de dinero en efectivo, una muy buena cantidad. –Apretó con un poco de fuerza y las hojas se arrugaron. —Donde sea que los tiene lo pagó en efectivo y estoy seguro de que aquellos que recibieron ese dinero no eran personas del todo limpias, ¿Entiendes? –Preguntó mientras miraba fijamente al joven. —Tal vez... –Keigo alzó una mano y suspiró.
—En serio, no puedo salir una sola vez con un delincuente que ya me obligas a pedirle ayuda con cada caso que tenemos. –El joven sacó el teléfono del bolsillo. —Llamaré a Dabi.
Sero luchó contra las ataduras, ignorando el dolor que recorría su cuerpo.
—¡Denki no, no dejes que te lleve así como así! –Siguió tirando al punto en el que sus muñecas sangraron por la fricción con la soga. —¡No lo dejes, por favor, por favor! –Su voz se quebró mientras rogaba y veía las lágrimas que caían por las mejillas del rubio.
Denki miró a su amigo con profunda tristeza.
—Él... Él dijo que te haría mucho más daño si no me iba con él, no quiero... –Tragó saliva. —No quiero que sufras más daño, déjame hacerlo.
Sero negó con su cabeza.
—¿Y el daño que recibirás tú? Por favor Denki no...
Yamato bufó.
—No tengo tiempo para su melodrama. –Tomó con algo de brusquedad el brazo de Kaminari. —Él ya dijo que sí, así que nos vamos. –Dijo mientras lo arrastraba hacia la salida y volvía a cerrar la puerta de la habitación en la que Sero se encontraba.
El pelinegro volvió a luchar con sus ataduras, con desesperación.
—¡Denki, vuelve, no dejes que te lleve! –Un sollozo se le escapó. —Por favor...
El joven con ropa de cuero se sentó sobre el escritorio de Keigo, quién le enarcó una ceja.
—Entonces... Mi nombre no saldrá en ningún reporte, ¿Verdad? Tengo una reputación y un par de clientes que debo mantener... –Una sonrisa se dibujó en los labios de Touya Todoroki, alias Dabi.
Takami bufó.
—Ya sabes el procedimiento Dabi, sólo habla.
El joven volvió a sonreír levemente.
—Ha llegado a mis oídos que alguien con mucha prisa y mucho dinero ha pagado dos cosas. –Alzó un dedo. —Lo primero: que despejaran la zona dede cierta fábrica abandonada y la segunda... –Alzó otro dedo. —Oh esa fue mucho más costosa, un jet privado para salir del país en el que las entrometidas narices de los policías no se metieran. –Los ojos dorados del detective se abrieron con sorpresa. —Veo que no hace falta darte más información, de todas formas no lo iba a hacer. –Bajó del escritorio con un salto y sus botas resonaron con fuerza en el suelo. —Querré una recompensa después de esto, espera un mensaje mío, yo sé cómo contactarte. –Le guiñó un ojo y se fue con paso tranquilo, con sus manos metidas en los bolsillos.
Toshinori no tardó en hacer acto de aparición y Keigo no esperó a que hablara.
—Sé dónde está y mis instintos me dicen que no nos queda mucho tiempo. –El joven tomó su abrigo deprisa y salió con rapidez de la comisaría, con Toshinori pisándole los talones.
Denki sentía su corazón acelerado mientras Yamato lo llevaba a través de mugrientos pasillos de lo que parecían ser un lugar abandonado, quizá una fábrica.
—¿A dónde vamos a...? –El hombre le tapó la boca.
—Necesito que a partir de ahora hagas mucho silencio, ¿De acuerdo? –Dijo con una sonrisa escalofriante, a Kaminari no le quedó más opción que asentir. —Todavía tenemos algo de tiempo, los policías no podrán adivinar con suficiente rapidez donde estamos, pero igual debemos apresurarnos.
Hakuchi empujó la puerta para salir y la luz cegó momentáneamente a Denki, cuando abrió los ojos nuevamente se vió sorprendido al ver a dos hombres rubios parados frente a ellos, el más alto y musculoso sonrió.
—Yamato Hakuchi has sido un chico muy malo. –Tanto Kaminari como Yamato se sorprendieron con la rapidez del hombre, que en un parpadeo estaba cerca a ellos y había puesto su mano sobre el hombro de un sorprendido Hakuchi. —Suelta al chico y haremos esto por las buenas. –Yamato, en un intento desesperado, metió la mano en su bolsillo derecho pero el hombre reaccionó con rapidez y usó una mano para sostenerle el brazo con fuerza. —Oh... Te lo advertí. –Sacó el otro brazo de Yamato del cuello del rubio y lo empujó con brusquedad. —Yamato Hakuchi quedas bajo arresto... –Un repentino alivio recorrió el cuerpo de Denki y estuvo a punto de caer cuando un cuerpo fuerte lo sostuvo.
—Ya estás a salvo, no te preocupes...
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