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DEBÍA ENCONTRARLA, NECESITABA ENCONTRARLA. Pero New York era tan grande que cada vez que terminaba de buscar en una zona, parecía diminuto aquello que había recorrido y descartado. Llevaba dos días, solo en busqueda. Si había llegado a descansar habían sido solamente cinco minutos. Y es que no podía quedarse sentado y relajado, cuando sabía que Hobglobin se la había llevado. Seguramente le había roto sus disparadores, tal vez inclusive le había sedado. Quien sabía que cosas le estaba haciendo aquel desgraciado.

—¡Nunca podrás contra él! —gritó Ashley, sintiendo su garganta rasposa.

—¡Cállate! —Kingsley le soltó una cachetada—. Tú eres toda la ayuda que necesito para vencerlo.

—Si crees que te daré algo estás muy equivocado —negó ella, con una sonrisa amarga en sus labios.

   Kingsley sonrío de lado, mientras se acercaba a ella peligrosamente.

—Oh, bonita. Tú me lo darás todo —aseguró tomándola bruscamente por los brazos.

—¿Qué crees que haces, maldito maniaco? —cuestiono alarmada.

Su primera reacción al sentir como las manos del hombre se enredaban en sus cintura, fue removerse buscando ser soltada.

—¡Suéltame! —exigió removiéndose—. ¡Aléjate de mi maldito enfermo!

   Sin ser escuchada, hecho su cabeza hacia delante, atestando un golpe con está en el rostro del hombre.

—¡Maldita desgraciada! —masculló forzándola.

Y sin que ella pudiera hacer más que gritar, tuvo que sentir como aquello ocurría. Como tocaban su cuerpo sin poder oponerse, como la desnudaban a la fuerza. Como la golpeaba cada vez que intentaba alejarse o desquitarse. Y como terminaban de acabar de abusar de ella.

Su mirada estaba perdida en algún punto del techo, sus ojos llenos de lágrimas que ya no se permitiría soltar, ya que sus mejillas estaban llenas de invisibles lágrimas secas. Su piel ardía como el infierno. Y lo único que sentía además del nudo que tenía en la garganta, era la repugnancia subir y bajar por esta.

—Esto me dará puntos extra para lastimar a tu noviecito —se burló Kingsley—. Aunque debo admitir que a estado bueno.

—Eres un asqueroso —masculló alejándose, mientras cubría su cuerpo.

—Claro, si eso te hace sentirte mejor —se encogió de hombros—. Pero ambos sabemos que solo eres una maldita prostituta.

Ashley sintió sus manos arder ante la presión que hacía con sus uñas. Quería salir de ahí. Necesitaba salir de ahí. Y sabía que probablemente Peter la estaba buscando. Pero también sabía que New York era gigante. No la encontraría pronto, no si ella no le ayudaba.

   En cuanto Kingsley se marchó de ahí, no dudó en buscar cualquier rastro de tecnologías por la instalación. Hasta que la encontró, y tras usar todo lo que Peter le había enseñado de tecnologías bloqueadas, logró hackear el sistema del villano, y no dudó en enviarle un mensaje encriptado a su compañero, a todos lados, a alguna proyección de Times Square, a su celular, a su computadora, por la radio, por un teleférico, por donde fuera para que él lograra ver el mensaje.

   Estaba tan concentrada que no sintió la presencia que había llegado, pero no tardó en notarla cuando sintió como tiraban de su cabello hacia atrás, logrando que cayera de la silla y como por seguido la arrastraban por el sucio suelo de la estancia.

   Kingsley la lanzó contra una pared, logrando que tras el ruido en sordo que hizo el choque, el cuerpo de Ashley cayera bruscamente al suelo. Y como si aquello hubiera sido poco atestó una patada contra su estómago, logrando que expulsara todo el aire en sus pulmones y abriera la boca en busca de aire.

—¿Acaso no comprendes en concepto de "quiero que te quedes quieta hasta que vuelva"? —le inquirió alzándole el rostro al tironearle el cabello.

—¿Y tú no comprendes el concepto de "eres un maldito desquiciado"? —musitó con voz apenas audible a causa de la falta de aire.

Kingsley la tomó del cuello alzandola y pegándola a la pared, cortando todo paso de oxígeno hacia sus pulmones. La boca de Ashley se abrió en busca de algo que no recibiría, aire.

Sus ojos se aguaron mientras su mente buscaba alguna salida. Sabía tantas cosas, pero no sabía como emplearlas en aquellos momentos. Estaba bloqueada. Se sentía tan débil.

   Finalmente, alzó una de sus piernas y pateó el estómago de su oponente, alejándolo unos metros dándole así la oportunidad de recuperar el aire por unos segundos. Cuando Kingsley volvió a acercarse rápidamente se colocó en posición de defensa.

   Por suerte no tuvo que recurrir a ocupar sus pocas fuerzas en defenderse, ya que un conocido traje apareció golpeando con sus pies al hombre, alejándolo y haciéndolo chocar brutamente contra una pared.

   Sabiendo que probablemente estaba a salvo, se dejó caer arrastrando su cuerpo hasta llegar a la pared, sintiendo el frío suelo raspar en su piel, comenzando a recuperar vastamente lo que necesitaba de aire.

Sentía cada nervio de su cuerpo entumecido, el hormigueo colapsando cada vez más en todo su sistema, por más que intentara con esfuerzo y ambición recuperar el aire y que su corazón dejara de acelerarse, Ashley ya no quería respirar. Quería que todo su sistema límbico dejara de ser un torbellino que enviaba emociones por su sistema, emociones que le hacían colapsar cada vez más.

—Ash... Amor —habló Peter tomandola del rostro.

Ashley le miró, pero se sentía tan fuera de si que su mirada no transmitió más que cansancio, cosa que solo logró preocupar aún más al castaño.

—Vámonos de aquí.

Ni una palabra salió de su boca. Solo se puso de pie con ayuda de su novio y él fue quien se encargó de sacarla de ahí.

El camino se sintió como un pestañeo para ella, que solo se dejaba cargar. No había habla, no había emoción, no había vida.

Ambos jóvenes aterrizaron en las escaleras de emergencia del departamento de la rubia. Peter le ayudó a entrar con delicadeza. Y no fue hasta que Ashley se sentó en su cama, que él hincándose frente a ella preguntó por su estado.

—Sé que no estás bien —murmuró, sintiendo cada palabra arder—. Necesito que me digas que te hizo —pidió.

Ashley concentró su mirada en los orbes castaños de su novio, sintiéndose incapaz de contar todo lo que Kingsley le había hecho pasar. Y es que el recuerdo escocía en su cabeza, al igual que en su piel. Se sentía asquerosa. Quería que todo acabara y que los recuerdos se eliminaran. Pero aquello no ocurriría.

Al ver que Peter daba un apretón en su mano, volvió a si misma. Y sin saber que decir solo negó.

—No... no quiero hablar de eso —cada palabra que salió de su boca rasgó su garganta con dolor.

Peter tragó. Cada punzada se dirigió a su pecho.

—Él... él te golpeó —dió por hecho.

Ashley asintió.

—¿Él... te hizo algo más?

Ante aquella pregunta la rubia se colocó abruptamente de pie. Con sus ojos escociendo. Peter no dudó en hacer lo mismo, y reteniendo cada centímetro de dolor por ver a su pareja así, la atrapó en sus brazos, dejando que ella liberara todo lo que necesitaba liberar, aún sabiendo que aquello no repararía lo rota que se encontraba en ese momento y lo rota que se seguiría encontrando el próximo tiempo.

—Estoy aquí, contigo —murmuró Peter—. Nadie te hará daño.

La voz de el castaño se escuchó igual a su mejor intento de no romperse. La cabeza le carcomía pensando en la cantidad de atrocidades que Kingsley podría haberle hecho a su rubia, y cada una de ellas le rompía más y más. No podía evitar pensar que todo era su culpa, porque si él hubiera estado totalmente alerta, nada de eso hubiera ocurrido. Ashley... su Ashley no se encontraría así.

—Lo siento mucho, Amor —susurró sintiendo como inevitable sus ojos lagrimeaban—. En serio lo siento —se disculpó nuevamente.

   El corazón de Ashley se encogió al escuchar como su novio se culpaba. Sabía que aquello permanecería en la conciencia de Peter aún así no fuera cierto. Odiaba aquello, porque si había algo en el mundo que quería hacer y cumplir logrando que esto permaneciera, era proteger a Peter a toda costa de todo y todos.

—No —negó ella—. No tienes nada porque disculparte.

—Si yo hubiera...

—Si tú nada —le cortó, posando sus manos en las mejillas del castaño—. Nada de esto es tu culpa, porque hay cosas que simplemente quedan fuera de nuestros alcances.

—Debí haber estado más alerta —susurró.

   Ashley negó.

—No hubiera servido de nada —aseguró—. Ambos tenemos los mismos sentidos amor, por lo que fue algo simplemente inevitable.

—Estuve buscando por ti en toda la ciudad —murmuró con ojos lagrimeantes.

—Lo sé —asintió ella—. Lo sé, cariño.

   Y nuevamente se fundieron en un abrazo. Si fuera la elección egoísta de Peter, por el hubiera permanecido el resto del día con la chica entre sus brazos. Sin embargo sabía que ella necesitaba parte de su espacio, por lo que al separarse de ella, dejó un beso en su frente y partió rumbo a la cocina, sabiendo que la rubia debía de alimentarse luego de días sin comer bocado alguno.

   Suspiró pesadamente mientras apoyaba sus manos en el mesón de la cocina. Algo le decía que todo estaba mal, probablemente era parte de su intuición, pero sabía que había algo mal, sabía que había algo que Ashley no le quería contar. Y por más que entendía que ella necesitaba su espacio y había cosas que simplemente no quería decir, no le parecía correcto teniendo en cuenta por lo que acababa de pasar. No cuando él solo quería saber todo lo ocurrido para cuidarla y ayudarla.

   Pesadamente se puso manos a la obra, preparando algo sano que la rubia pudiera comer.

   Minutos más tarde caminó devuelta a la habitación, esperando que Ashley ya hubiera salido de la ducha, dispuesta a comer.

   Lamentablemente se olvidó de tocar la puerta, y justo en el momento en el que estaba abriendo la puerta, Ashley se encontraba pasando una camiseta por su cabeza, por lo que las marcas en su cuerpo fueron totalmente expuesta para Peter quien se quedó de pie frente a ella, mirando el lugar donde hacía solo segundos antes de que Ashley bajara la camiseta se podían apreciar marcas de manos. Marcas que solo quedaban cuando apretabas fuertemente la piel.

   Su mirada subió hasta la de su novia, quien nuevamente sentía sus ojos escocer.

—¿Qué...?

—No es nada —negó ella antes de que él siquiera terminara de formular la pregunta.

—No me digas eso —negó acercándose—. Sé diferenciar las situaciones en las que debo de darte tu espacio, y por más que quiera dártelo ahora no puedo sabiendo que no me estás contando todo lo que el maldito hijo de puta de Kingsley te hizo —murmuró, intentando parecer tranquilo para así no alterar a la rubia.

   La primera lágrima rodó por la mejilla de Ashley, y Peter tomó su rostro y delicadamente seco el rostro de agua salada.

—Necesito que me digas lo que ocurrió —pidió suavemente.

   Ashley cerró sus ojos, presionándolos fuertemente mientras tomaba una profunda respiración la cual salió temblorosa.

—Él... —susurró.

   Cada palabra escocía en su garganta, para finalmente quedar atrapada en la punta de su lengua.

—Estoy justo aquí, contigo —le aseguró Peter.

   Con el suave y cálido tacto del castaño presente en su mejilla, Ashley soltó un doloroso suspiro, sintiendo su pecho armándose de valor.

—Él... él me violo —susurró finalmente.

   La mano de Peter quedó quietamente suspendida sobre su mejilla, su espalda se tornó rígida en dolor y enojo. Sus ojos se tornaron rojos debido a la fuerza con la que estaba reteniendo sus propias lágrimas de furia e impotencia.

   No podía creerlo. Su cabeza intentaba asegurarle una y otra vez que lo que había escuchado era mentira, pero por la forma en que Ashley llevaba comportándose y por la forma en que actualmente le miraba, sabía que era totalmente cierto.

   Su corazón cada vez llegaba a un punto de dolor irreconocible, y le dolía aún más saber la forma en la que su pequeña rubia debía de sentirse en aquellos momentos.

—Peter... —susurró ahogadamente.

—Voy a matarlo —masculló, alejándose de ella, dispuesto a saltar por la ventana—. Ya vuelvo.

   Ashley rápidamente le siguió, y le tomó de la mano mientras se interponía en su camino.

—No —negó.

—¡Él debe pagar por lo que te hizo! —exclamó.

   La vena en su cuello resaltaba, al retener sus ganas de sollozar al igual que la vena de su frente estaba exaltada debido a la furia.

—Lo hará —aseguró Ashley, tomándole del rostro—. Pero te necesito aquí conmigo, ahora, Peter —le hizo saber.

   La espalda del castaño se destensó. Y su guardia se bajó totalmente al ver como su novia volvía a dejar caer sus lágrimas.

—No me dejes, Peter —pidió entre sollozos.

   El castaño la cargó en sus brazos, sintiendo como ella enroscaba sus piernas alrededor de su cuerpo, aferrándose a él como si su vida dependiera de aquello.

   Peter acarició su cabello, y le hizo saber que no pensaba dejarla por nada del mundo, porque ella era su vida, era su mundo entero. Le hizo saber que la amaba y que estaría con ella en todo momento. Al igual que le hizo saber que aquel desgraciado pagaría por cada centímetro de dolor en Ashley.



[• • •]



—¿A DÓNDE VAS? —INQUIRIÓ LA RUBIA sentada en la cama, viendo cómo Peter caminaba lo más silencioso posible por la habitación en dirección a la ventana.

—Creí que estabas dormida —murmuró deshaciéndose de su máscara.

   Ashley alzó una ceja.

—Lo estaba, hasta que sentí como desaparecías de mí lado.

—Lo siento —se disculpó.

—¿Dónde ibas? —preguntó nuevamente.

   Peter guardó silencio.

—Vas por él —comprendió.

—Sé donde está, esta es la oportunidad —murmuró.

   Ashley se puso de pie, para posteriormente comenzar a acercarse.

—¿La oportunidad para qué, Peter?

—Para mat... para atraparlo.

   Ashley frunció su ceño.

—Quieres matarlo.

—¡Claro que quiero matarlo! ¡Él merece pagar!

—Spider-Man no mata —negó en desacuerdo Ashley—. Peter Parker, mí novio Peter no mata.

—Él lo merece —susurró—. Se lo merece por todo lo que te hizo pasar.

—Nosotros hacemos justicia, matar no es justicia, es venganza —le hizo saber—. Te amo, y sin importar el que siempre lo haré, pero no podría vivir tranquila sabiendo que quedará en tu consciencia y que te atormentara el tener las manos manchadas directamente en sangre.

   Ashley dió un paso más cerca de él, tomando ambas de sus mejillas con sus manos.

—No puedo permitir que esto quede en tu consciencia, no por mí.

—Haría lo que fuera por ti —susurró Peter.

—Entonces no mates a Kingsley —susurró de vuelta—. Hay que encarcelarlo, que la justicia se haga cargo de él.

   Peter observó directamente los orbes de su novia. Y finalmente asintió. Ashley envolvió sus brazos por su cuello, abrazándole aliviada.

   Tras unos segundos se separaron, y la rubia hizo un ademán de acercar más sus rostros. Pero en el momento en que sus intenciones tomaron otro rumbo, Peter alejó su rostro.

—No quiero presionarte con esto —negó.

   Ashley le sonrió.

—No me estás presionando, porque yo quiero hacerlo.

—¿Estás segura? —inquirió inseguro.

—¿De besar a mi novio? Claro —sonrió con ligereza.

   Y finalmente Peter acepto la acción, y fue lo más delicado a la hora de devolver el beso. No quería presionar a Ashley, no quería hacerla sentir incómoda ni mucho menos aprovecharse de ella. No cuando lo único que deseaba hacer era protegerla.

—Debo ir —murmuró Peter, juntando sus frentes.

—Iré contigo.

   Los ojos de Peter se abrieron de golpe al escuchar aquellas palabras.

—No, eso si que no.

—Debo hacerlo.

—No, no debes —insistió.

—Necesito justicia por mí misma, y no, no hablo de venganza.

—Ashley...

—Lo siento Peter, pero sabes que lo haré con o sin tu ayuda.

Dos minutos. Eso fue lo que tardó Ashley en cambiarse sin que Peter pudiera hacer algo al respecto, porque sabía que su novia era muy difícil de sobrellevar cuando algo se le metía en la cabeza. Por lo menos, estaba feliz de que luego de todo ella no perdiera una de las cosas que tanto le caracterizaba.

   Ashley saltó por su ventana con su traje puesto, y dejó que su instinto y Peter le guiarán. No les fue muy difícil llegar. El lugar era un caos. Muchas personas eran rehenes, y ellos debían de encargarse de Hobglobin y de liberar a todo esos inocentes.

   Un asentimiento y se pusieron manos a la obra. Ashley corrió por los civiles, y rápidamente los guió al borde de aquel edificio de tan solo tres pisos.

—Muy bien. Necesito que todos guarden la calma —pidió mirándoles—. Voy a sacarles de aquí, pero deben hacer todo lo que yo les indique, ¿De acuerdo?

Todos los presentes asintieron. Por lo que Ashley procedió a saltar del edificio, soltando una telaraña que sería tan larga como para que los civiles pudieran deslizarse. De igual forma extendió una maya de telarañas afirmada en cada árbol de cada extremo, para que todos tuvieran una mejor y segura forma al aterrizar.

—¡Ahora necesito que alguno de ustedes se deslice! —gritó—. Yo estaré aquí para atraparles en caso de ser necesario.

Un hombre se acercó al borde, y tomando la telaraña, miró al cielo, aparentemente rezando por salir vivo de aquello. Y tras unos segundos se deslizó cayendo suavemente sobre la telaraña.

—¿Estás bien? —inquirió de todas formas Ashley.

—Si, gracias.

—No hay de que. Ahora necesito que seas tú quien se quede aquí, verificando que cada persona caiga en perfecto estado, y así yo volver con Spider-Man y ayudarle —explicó—. ¿Puedes hacer eso por mí?

—Por la mujer que nos está salvando ahora y que siempre protege la ciudad, claro —asintió con una sonrisa.

—Muchas gracias.

Lanzando una telaraña, Ashley volvió a subir al edifico. Ayudó a una cuántas personas más a bajar, cuando sintió su sentido arácnido activarse. Giró su cabeza solo para ver cómo una de las conocidas bombas de Hobglobin se dirigía hacia ellos.

Rápidamente lanzó a dos de las personas que quedaban por el edificio, y desprendió sus telarañas dejándoles colgando de este. Tomó al último niño presente en sus brazos y se lanzó por el edificio al mismo tiempo que la bomba hacía su detonación. En cuanto llegó al suelo, soltó al niño, y lo tomó por lo hombros para verificar su estado.

—¡Eso a sido increíble! —exclamó el pequeño—. ¡Eres la mejor heroína de todas! —y sin más la abrazó.

Un estallido de aplausos se hizo presente por lo civiles rescatados y por aquellos que había presenciado todo acto hecho por la joven. Tras dejar al pequeño con su madre volvió a subir, esta vez en busca de ayudar a su novio.

—No sabes cómo gritó de placer —rió Kingsley.

Un grito furioso salió de la garganta de Peter, quien no dudó en abalanzarse sobre Kingsley. Él lo tomó por el cuello y se alzó en su deslizador aéreo, alejándose de ahí. Ashley se acercó al borde y saltó comenzando a seguirlos, hasta uno de los edificios más altos. Kingsley atravesó uno de los grandes ventanales. Con un vidrio en mano, rasgó el abdomen de Peter, para luego amenazar con apuñalarlo con este.

Al entrar Ashley lanzó una patada directa al rostro de Hobglobin separándole así de su novio.

—No lo toques —gruñó.

—¿Viniste por más? —inquirió con burla.

—Vine a destrozarte, maldito infeliz —la rubia se acercó lanzando golpe tras golpe.

Tras unos cuantos golpes, Kingsley la tomó de ambas muñecas, destruyendo en el proceso sus disparadores, y empujándola hacia atrás.

—¡Ashley no! —gritó Peter intentando tirar de ella al ver cómo ella se acercaba nuevamente a él.

Fue demasiado tarde. Kingsley activo dos de sus bombas, y como si fuera poco lanzó una tercera. El piso comenzó a desmoronarse, y sin que nadie pudiera hacer nada Ashley cayó junto a los escombros.

—¡No! —gritó Peter.

Sentía cada nervio de su cuerpo tensarse en desesperación. Aquello no podía estar ocurriendo. No por segunda vez. No con quien mas amaba. No con la ultima persona que le quedaba. No podía estarle ocurriendo nuevamente con la persona que le hacía creer en el destino, por quien existía su paraíso y a quien amaba infinitamente. No su Ashley.

Sin importar el dolor físico, saltó, y fue tras ella, sintiendo su garganta secarse al ver como uno de los escombros golpeaba su cabeza. Solo unos centímetros de distancia...

Y lo logró, la atrapó.

—Ash... —susurró—. Hey, estás a salvo.

Sin embargo nada ocurría.

—No me hagas esto tú también —sollozó.

Segundos y nada.

—No, Ash, vamos. Te necesito. Te necesito más que a nada en el mundo. Te necesito para respirar, para sentir, para sonreír, para amar, para vivir —habló entre respiraciones cortadas—. Eres mi destino...

Absolutamente nada.

—¡Vamos Ash! —gritó aferrándose cada vez más a ella.

Cada gota de esperanza dejaba su cuerpo, y cada que una se iba, una de dolor llegaba. No podía con ello, no de nuevo.

El pulso de la rubia era débil, muy débil. Sin saber que hacer, sin saber si lo que haría surtiría efecto, la recostó en el suelo. Sus manos se posaron en su pecho y comenzó las presiones. Treinta presiones, dos respiraciones. Y así siguió por tres rondas.

—Vamos, amor —la abrazó.

Era todo.

—Te amo, te amo más que a nada en el mundo. Lucha, hazlo con el último respiro que tengas, no quiero perderte, no puedo hacerlo —rogó sin saber si estaría siendo escuchado.

Sus manos se aferraron cada vez más a su cuerpo. Rezaba, rezaba entre trabas de su cabeza. No importaba si aún no sabía si era alguien creyente o no. Le daba igual. Le rogaba al destino. A todo lo existente en el universo.

Una respiración ahogada se escuchó.

El corazón de Peter se detuvo un segundo, y rápidamente se separó, al escuchar la agitada respiración de Ashley. Entre lágrimas sonrió tomándola del rostro.

—Estás bien —susurró—. Estás bien —sollozó esta vez.

Nuevamente la abrazó.

—Gracias a Dios está bien, Amor.

Solo segundos la mantuvo en sus brazos antes de que de un golpe, Ashley se separara débilmente.

—¿De que hablas? —le miró alejándose a duras y penas—. ¿Por qué me llamas amor?

—¿Qué...? Ashley soy tu novio —murmuró acercándose—. Soy Peter.

Ashley le miró, perdida y desorientada. Sentía pena por el chico. Pero ella no lo conocía. La realidad era que si lo conocía, pero no lo reconocía... no lo recordaba.

—Lo siento —se disculpó con pena—. Y-yo no se quien eres.

—¿Qué?

Y entonces lo supo, Ashley había perdido la memoria.






[• • •]






este fue el fin mis chiques, porque no, no hay epílogo, mis disculpas.

si sufrieron no era mi intención, porque en realidad esto no fue tan triste como otras cosas que he escrito, eso si, hay temas delicados.

espero que a pesar de haber terminado con un final inconcluso, les haya gustado🤍 de no ser el caso, siempre recibo comentarios/críticas constructivas hechas con respeto.

nos vemos en alguna otra historia en caso de que sigan alguna de mis historias, si no, gracias por el apoyo🤍

les quiero mucho, cuídense y espero que prontamente tengan un bonito final de año y que su 2022 sea mejor y lleno de cosas nuevas y buenas para ustedes, disfruten, vivan, cuídense, sean felices, porque se lo merecen, siempre mandándoles buenas vibras✨🤍


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