Capítulo 2: Resistir la tentación

{Ash}

Me encontraba junto a Abi sentadas sobre una rama de un roble, le arrojábamos pequeñas nueces a Adán mientras este miraba a todas partes enojado tratando de ver de donde venían las nueces.

Reíamos con travesura tapando nuestros labios para no ser descubiertas. El humano tiró al suelo la canasta de manzanas que llevaba y se marchó hecho una furia probablemente a quejarse con padre.

Abi me miró con ojos brillantes mientras emitía una tierna risita.

—¡Eso fue tan divertido! —exclamó.

—Lo fue —asentí sonriendo.

—Adán es un tonto.

—Lo es —bajé del árbol y la ayudé a ella a bajar de forma segura.

—Fue lindo volver a encontrarnos, me divertí.

—También me divertí Abi.

—Espero volver a vernos.

—Así será —sonreí y me alejé de allí, caminé hasta la playa y me senté mirando hacia el cielo, pequeñas luces iluminaban este de vez en cuando, sabía que eran mis hermanos saludando desde lejos.

Era increíble la forma en que estando arriba se podía ver todo, pero desde abajo solo podía observar lo que me rodeaba.

Todo era realmente magnífico.

Al recordar a mis hermanos algo dentro de mí dolió, tal vez la palabra "hermandad" había sido demasiado magnífica como para identificarnos.

Todos creerían que mi padre nunca se equivoca, pero la verdad es que lo hace más de lo que lo haría cualquiera, solo que siempre justifica y esconde sus errores haciendo creer a los demás que son los verdaderos culpables.

Un ejemplo claro de eso somos nosotros, una "familia" que no se ama, que vive peleando, apuñalándose las espaldas, todo por la competitividad que mi padre mismo creó entre nosotros.

Nos dio una palabra que se nos quedó demasiado grande. Se suponía que la familia debía amarse, apoyarse, protegerse.

Nosotros éramos más bien unos millones de desconocidos que compartían hogar y a un mismo creador.

Si la primera familia a pesar de ser "perfecta" era tan disfuncional ¿Qué sería de las familias futuras?

¿Serían tan desastrosas como nosotros?

¿Aprenderían a ser realmente lo que debería ser?

(...)

La brisa fría impactaba con suavidad mi rostro, mantenía los ojos cerrados disfrutando del sonido de las olas y el viento, el olor dándome una linda sensación de paz.

Un impacto contra mi espalda y unos pequeños brazos alrededor de mi cintura me hicieron fruncir mi ceño.

Me volteé viendo a la pequeña rubia con su carita roja y empapada de lágrimas.

—Abi ¿Qué pasa?

—Adán, e-es un tonto —sollozó con más fuerza y yo gruñí bajito.

—Eso está más que claro. Ahora ¿Qué te hizo?

—Me echó del lugar donde estábamos porque según él, solo él puede hacer los "trabajo importantes" que le designó Dios, y yo solo soy una acompañante con la que libera su estrés. Dice que solo soy un regalo de Dios para su entretenimiento.

—¿Osea que se cree mucha cosa porque mi padre le dio órdenes? —enarque mi ceja.

—No, dice que es porque él es macho —nos sentamos juntas a orilla del mar.

—Qué machista.

—¿Machista? ¿Qué es? —la rubia me miró curiosa y yo me encogí de hombros.

—No lo sé... digamos que machos que se creen mejores solo por tener un pene entre las piernas —la rubia estalló en carcajadas poniéndose roja de tanto reír.

—¡Eres muy divertida Ash! ¿Tu padre no te castiga por decir esas palabras? —me encogí de hombros restándole importancia.

—¿Qué más da? Nadie me va a decir como hablar o como vivir mi vida.

—O eres un ángel rebelde.

—Simplemente pienso vivir mi propia vida, no seré el títere de nadie.

—Ojalá yo también pudiera ser así de libre.

—Si puedes, solo debes ser valiente.

—¿Y si no soy valiente?

—Lo eres

—Pero ¿Y si no me atrevo?

—Entonces toma mi mano y dejate llevar —sonreímos mirándonos a los ojos.

—Entonces muéstrame la libertad Ash. Quiero ser feliz.

Me levanté y comencé a quitar mi ropa hasta quedar completamente desnuda. La chica me miraba boquiabierta con sus mejillas sonrojadas.

—Ahora vuelvo.

Me sumergí en el agua y nadé en las profundidades hasta encontrar lo que buscaba.

Un par de minutos después salí con mi largo cabello negro mojado y pegado a mi cuerpo.

Le di un diamante que parecía una flor con varios pétalos. Lo puse en el suelo dejando que los rayos del sol incidieran en él y al reflejarse se hicieran ondas de colores en el aire parecido a un arcoíris.

—¡Wow eso es hermoso! —chilló haciéndome reír.

—Es para ti.

—Eres una romántica Ash.

—Solo contigo, Abi —nos sonreímos un par de minutos mirándonos a los ojos.

El resto del día la pasamos comiendo frutas deliciosas, paseando a orillas del mar y conociéndonos más entre risas.

Llegada la noche la guie de vuelta a su casa, me detuve al lado de un gran roble mientras ella seguía caminando para entrar a su casa.

¿Se supone que la deje ir así sin más?

Sostuve su brazo y la atraje hacia mí. Ella me miró con sus hermosos ojos negros brillantes y una hermosa sonrisa en su rostro.

Acaricie su mejilla y besé con cariño su frente.

—Buenas noches Abi.

—¡Buenas noches Ash!

(...)

Paseaba por el jardín aún cubierto por la oscuridad de la fría noche, me quedé de pie observando una cabellera rubia que era mecida con el viento, su cuerpo apenas era cubierto por una pequeña tela, debía estar congelada con el frío de la noche.

Me acerqué a ella por detrás y susurré en su oído:

—¿Qué haces sola afuera tan tarde? —la rubia chilló alejándose de mi asustada.

Me miró respirando agitada con ambas manos en su pecho y los ojos demasiado abiertos.

—¡¿Ash?!

—La misma —hice una reverencia con elegancia y comencé a reír a carcajadas mientras ella me fulminaba con la mirada.

Comenzó a arrojarme hojas haciéndome reír, eché a correr para huirle así que ella comenzó a perseguirme, corriendo así ambas por todo el jardín hasta que ella se tiró sobre mí y ambas caímos al suelo, las hojas de los árboles caían sobre nosotras.

Nuestros cabellos llenos de ramas y hojas estaban todos despeinados y ni hablar de nuestra ropa.

Nos acomodamos mejor una al lado de la otra sobre el suelo mientras observábamos con dedicación el cielo nocturno estrellado.

—Las estrellas son tan hermosas...

—Como tú —acaricie sus mejillas sonrojadas

—¿Qué se sentirá volar entre las estrellas?

—Te ayudaré a descubrirlo.

Me puse de pie dejando salir mis alas blancas sorprendiendo a la rubia.

—¡Ash son hermosas! ¡Son geniales! —chilló haciéndome reír

La cargué haciendo que enrollara sus piernas en mi cintura, sus brazos en mi cuello y escondiera su cara en este mientras nos elevábamos.

—Abi... Abi abre tus ojos.

La rubia me hizo caso y miró a su alrededor, sus ojos brillaron y su sonrisa era enorme. Se volteó hacia mí y besó varias beses mis mejillas.

—Gracias Ash. Esto es genial.

Sonreímos mirándonos a los ojos, el gris de los míos perdiéndose en la oscuridad de los suyos, nos fundimos en un abrazo mientras reíamos.

Justo allí, volando entre las estrellas, no importaba nada más, nada más que nosotras. Ash y Abi, un arcángel y una humana perfecta. Dos corazones agitados y eufóricos.

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